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Lecciones de una consulta

Redacción
17 de abril, 2018

Apenas se terminan de contar los votos emitidos durante la consulta popular relativa al diferendo con Belice y ya asoman las primeras lecturas políticas de este evento. Lo que parecía iba a ser una elección gris, monocorde, sin mucho espíritu, resultó ser una caja de sorpresas que nos ofrecen pistas sobre el panorama político en general.

Primero, el evento se vio sacudido por la presentación de acciones legales que buscaban impedir la celebración de la consulta, la que a juicio de los interponentes era ilegal e inconstitucional. El debate jurídico duró poco, pues la Corte de Constitucionalidad no acogió estas pretensiones, pero se generó algún cruce de espadas entre columnistas e intelectuales, lo cual tuvo el efecto de darle mayor interés al proceso. Sobre votar Si o No, no hubo realmente discusión.  El asunto era si la consulta debía celebrarse o suspenderse. 

Un elemento sorpresa de esta contienda lo fueron las curiosas y extrañas alianzas de coyuntura que se provocaron.Un refrán americano reza “war and politics makes strange bedfellows”. Así fue aquí.  Columnistas conservadores y Codeca tenían por ejemplo, de un lado un mismo objetivo (que no argumentos, hay que decirlo), así como el sector empresarial organizado y sectores movilizados de la sociedad los tenían también en común, por el otro. Por un momento las tradicionales alineaciones políticas tuvieron una interesante pausa. Analizar las motivaciones sería un apasionante ejercicio de indagación política que no cabe en el espacio de esta columna.

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Dos duelos se protagonizaron también, aun cuando detrás del telón. El primero lo fue la batalla por constituirse en el centro de gravedad de la consulta, la que se desarrolló en el plano institucional. El TSE y la Cancillería protagonizaron un ameno intercambio que tuvo que ver con quien era el responsable de informar y en el largo plazo sobre quien sería el responsable del éxito o el fracaso de la consulta. En este toma y daca salieron a discusión presupuestos, límites y alcances del papel de unos y otros y hasta choque de personalidades.  El buen término de la consulta nos ahorró el  siguiente capítulo de este pleito. El segundo duelo, mas asociado a las grandes dinámicas nacionales y de carácter más personal lo fue no por la logística del evento sino por el corazón de la misma. Y aunque hubo una gran diferencia en los medios usados -una gira nacional por un lado y un tuit dejado caer en las proximidades del proceso por el otro, el efecto buscado era el mismo: salir ganador con el resultado. En mi lectura, por la forma y circunstancias en que se produjeron uno y el otro, ambos fueron perdedores frente a sus respectivas audiencias.

Los medios de comunicación fueron asimismo tema de conversación. Los medios convencionales se repartieron por mitades, unos muy activos en divulgar el proceso y resaltar sus méritos y los otros en dar coberturas parciales o en disminuir el éxito de la jornada con enfoques ya anticipados. Lo curioso del caso es que aquí se produjo una inversión de los papeles convencionales que cada uno suele desempeñar. Y para agregar más morbo al asunto, fueron las redes y los medios no tradicionales los que hicieron un grueso favor al interés público por la consulta. La propagación de memes asociados a los gazapos geográficos de al menos tres personajes de la vida política fueron más eficaces y movilizadoras que cualquier explicación académica del diferendo. Estamos de nuevo frente a una especie “banalización motivadora” de los actos políticos.

Concluyo con la nota más importante de la jornada. Asistimos a una considerable participación ciudadana -para los estándares tradicionales en una consulta popular-. No es usual que un tema que ha estado relegado a las distantes oficinas de los diplomáticos por años, convoque de la manera que lo hizo esta consulta. Además, el mensaje contundente y casi uniforme es inédito en la vida política de este país. Hay un mensaje detrás de esta movilización que no solo tiene que ver con la buena cultura política de los ciudadanos. Aquí se han expresado, a través o bajo el pretexto de la consulta, otros asuntos subyacentes. Espero que los políticos, los influenciadores y los líderes sectoriales hagan las lecturas correctas. 

La consulta ya terminó. Sus lecciones quedarán por bastante más tiempo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Lecciones de una consulta

Redacción
17 de abril, 2018

Apenas se terminan de contar los votos emitidos durante la consulta popular relativa al diferendo con Belice y ya asoman las primeras lecturas políticas de este evento. Lo que parecía iba a ser una elección gris, monocorde, sin mucho espíritu, resultó ser una caja de sorpresas que nos ofrecen pistas sobre el panorama político en general.

Primero, el evento se vio sacudido por la presentación de acciones legales que buscaban impedir la celebración de la consulta, la que a juicio de los interponentes era ilegal e inconstitucional. El debate jurídico duró poco, pues la Corte de Constitucionalidad no acogió estas pretensiones, pero se generó algún cruce de espadas entre columnistas e intelectuales, lo cual tuvo el efecto de darle mayor interés al proceso. Sobre votar Si o No, no hubo realmente discusión.  El asunto era si la consulta debía celebrarse o suspenderse. 

Un elemento sorpresa de esta contienda lo fueron las curiosas y extrañas alianzas de coyuntura que se provocaron.Un refrán americano reza “war and politics makes strange bedfellows”. Así fue aquí.  Columnistas conservadores y Codeca tenían por ejemplo, de un lado un mismo objetivo (que no argumentos, hay que decirlo), así como el sector empresarial organizado y sectores movilizados de la sociedad los tenían también en común, por el otro. Por un momento las tradicionales alineaciones políticas tuvieron una interesante pausa. Analizar las motivaciones sería un apasionante ejercicio de indagación política que no cabe en el espacio de esta columna.

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Dos duelos se protagonizaron también, aun cuando detrás del telón. El primero lo fue la batalla por constituirse en el centro de gravedad de la consulta, la que se desarrolló en el plano institucional. El TSE y la Cancillería protagonizaron un ameno intercambio que tuvo que ver con quien era el responsable de informar y en el largo plazo sobre quien sería el responsable del éxito o el fracaso de la consulta. En este toma y daca salieron a discusión presupuestos, límites y alcances del papel de unos y otros y hasta choque de personalidades.  El buen término de la consulta nos ahorró el  siguiente capítulo de este pleito. El segundo duelo, mas asociado a las grandes dinámicas nacionales y de carácter más personal lo fue no por la logística del evento sino por el corazón de la misma. Y aunque hubo una gran diferencia en los medios usados -una gira nacional por un lado y un tuit dejado caer en las proximidades del proceso por el otro, el efecto buscado era el mismo: salir ganador con el resultado. En mi lectura, por la forma y circunstancias en que se produjeron uno y el otro, ambos fueron perdedores frente a sus respectivas audiencias.

Los medios de comunicación fueron asimismo tema de conversación. Los medios convencionales se repartieron por mitades, unos muy activos en divulgar el proceso y resaltar sus méritos y los otros en dar coberturas parciales o en disminuir el éxito de la jornada con enfoques ya anticipados. Lo curioso del caso es que aquí se produjo una inversión de los papeles convencionales que cada uno suele desempeñar. Y para agregar más morbo al asunto, fueron las redes y los medios no tradicionales los que hicieron un grueso favor al interés público por la consulta. La propagación de memes asociados a los gazapos geográficos de al menos tres personajes de la vida política fueron más eficaces y movilizadoras que cualquier explicación académica del diferendo. Estamos de nuevo frente a una especie “banalización motivadora” de los actos políticos.

Concluyo con la nota más importante de la jornada. Asistimos a una considerable participación ciudadana -para los estándares tradicionales en una consulta popular-. No es usual que un tema que ha estado relegado a las distantes oficinas de los diplomáticos por años, convoque de la manera que lo hizo esta consulta. Además, el mensaje contundente y casi uniforme es inédito en la vida política de este país. Hay un mensaje detrás de esta movilización que no solo tiene que ver con la buena cultura política de los ciudadanos. Aquí se han expresado, a través o bajo el pretexto de la consulta, otros asuntos subyacentes. Espero que los políticos, los influenciadores y los líderes sectoriales hagan las lecturas correctas. 

La consulta ya terminó. Sus lecciones quedarán por bastante más tiempo.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo