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La lección de Cayalá, tercera parte

Warren Orbaugh
25 de abril, 2018

Vimos en mi artículo anterior que el buen diseño urbano de Cayalá se debe a que es concebido como barrio donde el uso mixto es una condición necesaria, pero como éste no es condición suficiente, su morfología urbana mezcla el trazado clásico, regularizado, rectilíneo y monumental, con el trazado irregular vernáculo o doméstico y la afinación arquitectónica de su asentamiento comprende la buena dosificación de la combinación del urbanismo y la arquitectura vernácula-clásica, la unidad por su tipología analógica y la identidad de los edificios por su tipología esencial. Como la urbe es un objeto hecho por el hombre, la obra de arquitectura e ingeniería crece a través del tiempo. Cada intervención en la urbe puede ayudar a crearla y consolidar su carácter o a destruirla y banalizarla. Por eso cada intervención en el orden urbano de Cayalá, respetando las reglas de decoro (relación vernáculo-clásico) guiado por las tipologías esenciales y analógicas, coadyuva a que sea un ordenarmónico, es decir, un orden con variedad, una complejidad organizada.

Veamos ahora el aspecto de que el buen diseño urbano debe ser local. Los edificios no debieran verse iguales en todas partes del mundo. Debieran responder a las diferencias climáticas y costumbres de las distintas regiones –uno no usa la misma ropa en todos los climas, ni habla de la misma manera a todo el mundo independientemente de a quien uno le dirige la palabra. Las urbes deben tener caracteres fuertes conectados al uso de materiales y tipologías analógicas locales. La tipología analógica como operación lógico-formal de un modo de proyectar arquitectónico donde los elementos están prefijados, formalmente definidos, donde el significado que nace al término de la operación es el sentido auténtico, imprevisto, original y local, provee unidad a la urbe. Así, si la tipología esencial provee la variedad en la urbe, la tipología analógica provee la unidad, necesarias para la composición armónica de la misma. (La armonía compositiva es variedad en la unidad y unidad en la variedad). Por tanto, la arquitectura de la urbe análoga no debiera estar compuesta de edificios que podrían estar en cualquier parte del mundo, sino que de edificios cuyo estilo arquitectónico refleje lo que hace su locación un lugar específico. Al evitar el aplanamiento de colinas, el relleno de valles, la disminución de pendientes, los arquitectos le proveen a Cayalá  un carácter eminentemente local, realzando las características distintivas del emplazamiento aprovechando la naturaleza específica de la topografía. Y al reincorporar la tipología analógica local y reinterpretar el lenguaje arquitectónico de la edificación vernácula tradicional guatemalteca y de la arquitectura clásica colonial, los arquitectos de Cayalá le proveen al ciudadano una memoria histórica cultural de un pasado aun relevante, que lo conecta, al igual que el lenguaje y costumbres, con su identidad guatemaltecahispanoamericana, fusión de dos culturas, creando una imagen urbana irrepetible en otras localidades del mundo.

La edificación vernácula es de escala doméstica, con lógica tectónica y detalles artesanales. Es propia de la ‘res privata o ámbito privado. La arquitectura clásica es de escala monumental, con lógica “arqui”-tectónica, es decir, con codificación mimética alegórica o artística. Es propia de la ‘res publica’  o ámbito público. Los términos vernáculo y clásico, hacen referencia a clasificaciones familiares en el campo de la construcción, que distinguen entre la actividad de construir como oficio o como forma de arte.

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La edificación vernácula es consecuencia de la decisión de construir cobijos rudimentarios durables y placenteros, bajo condiciones de escasez de materiales y con técnicas constructivas sencillas, razonables, eficientes y económicas. Bajo ningún aspecto se refiere lo vernáculo al primitivismo de culturas preindustriales. Cierta variabilidad de materiales y técnicas le atribuyen características regionales a lo vernáculo. Pero más allá de las apariencias, todo lo vernáculo conlleva principios derivados de experiencias de carácter universal. Para empezar, por su naturaleza, la construcción comprende las experiencias de transmisión y sostén de cargas, cuyas manifestaciones primarias son el dintel y la columna. Comprende también la experiencia de cerramiento vertical y horizontal, cuya manifestación se da en el muro y el techo. El piso, que replica el suelo original, es plano porque se hace para caminar sobre él; mientras que la cubierta es inclinada porque, adicionalmente a su función de verter el agua de lluvia, marca la terminación y cierre de la edificación y debe manifestarse como tal. Y como toda construcción es construcción por medio de elementos finitos, el acto de edificar comprende necesariamente la experiencia de demarcar, cuya manifestación se da en el principio y el final.

En los edificios privados de Cayalá vemos como estos principios aunados a la tipología analógica dan origen a sus particulares formas constructivas: en los pórticos, de madera con sus dados de piedra o concreto y sus ancones o ménsulas o zapatas que indican el principio y el final de los pilares y el cambio de dirección en la transmisión de la carga de la trabe al pilar; o en las arcadas de arcos carpanel, apainelados o mixtilíneos,  apoyados en capiteles entrego, sobre columnas o pilares, que manifiestan las experiencias confluentes de soporte de cargas y demarcación espacial; o las puertas y ventanas, que manifiestan la experiencia de suspensión del cerramiento local por el propósito de paso físico o visual; y así por el estilo.

La tipología analógica de Cayalá conlleva los zócalos de piedra o concreto abujardado para la protección de los muros contra el salpicado del agua de lluvia, miradores rectangulares de madera,galerías y balcones, muros enlucidos, atauriques, ventanas angulares, ventanas termales circulares y poligonales, cubiertas de tejas árabes con inclinación de aproximadamente 21 grados con cornisas que protegen a los muros del agua, buhardillas y linternas. La tipología residencial incluye patios y búcaros yfuentes, que encontramos también en las plazoletas y plazas.

El buen diseño urbano busca, además de la funcionalidad, la “belleza” del esquema. Pero la red de calles sirve siempre al propósito de la comunicación, nunca del arte, pues nunca puede ser comprendida sensorialmente, nunca puede pescarse como totalidad, excepto en el plan. Sólo aquello que el espectador puede tener al alcance de su vista tiene importancia artística, por ejemplo la calle única que remata en puntos visuales o la plaza individual. Sin embargo no quiere decir esto que se reduce la urbe como obra de arte a un episodio artístico, que tiene mayor o menor legibilidad, en lugar de una experiencia concreta global. Lo contrario es el caso: la experiencia de la totalidad, que es más importante que las partes singulares, como artefacto urbano en su totalidad, desde el sistema de calles, plazas y topografía urbana hasta las cosas que se perciben paseando por las calles, constituyen la experiencia de la urbe como obra de arte. Como afirmó Durand en sus lecciones en la Ecole Polytechnique: “Así como los muros, las columnas, etcétera, son los elementos de que se componen los edificios, así los edificios son los elementos de los que se compone la urbe.” De allí la importancia de las tipologías esenciales y analógicas como elementos para constituir el orden urbano armónico.

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

La lección de Cayalá, tercera parte

Warren Orbaugh
25 de abril, 2018

Vimos en mi artículo anterior que el buen diseño urbano de Cayalá se debe a que es concebido como barrio donde el uso mixto es una condición necesaria, pero como éste no es condición suficiente, su morfología urbana mezcla el trazado clásico, regularizado, rectilíneo y monumental, con el trazado irregular vernáculo o doméstico y la afinación arquitectónica de su asentamiento comprende la buena dosificación de la combinación del urbanismo y la arquitectura vernácula-clásica, la unidad por su tipología analógica y la identidad de los edificios por su tipología esencial. Como la urbe es un objeto hecho por el hombre, la obra de arquitectura e ingeniería crece a través del tiempo. Cada intervención en la urbe puede ayudar a crearla y consolidar su carácter o a destruirla y banalizarla. Por eso cada intervención en el orden urbano de Cayalá, respetando las reglas de decoro (relación vernáculo-clásico) guiado por las tipologías esenciales y analógicas, coadyuva a que sea un ordenarmónico, es decir, un orden con variedad, una complejidad organizada.

Veamos ahora el aspecto de que el buen diseño urbano debe ser local. Los edificios no debieran verse iguales en todas partes del mundo. Debieran responder a las diferencias climáticas y costumbres de las distintas regiones –uno no usa la misma ropa en todos los climas, ni habla de la misma manera a todo el mundo independientemente de a quien uno le dirige la palabra. Las urbes deben tener caracteres fuertes conectados al uso de materiales y tipologías analógicas locales. La tipología analógica como operación lógico-formal de un modo de proyectar arquitectónico donde los elementos están prefijados, formalmente definidos, donde el significado que nace al término de la operación es el sentido auténtico, imprevisto, original y local, provee unidad a la urbe. Así, si la tipología esencial provee la variedad en la urbe, la tipología analógica provee la unidad, necesarias para la composición armónica de la misma. (La armonía compositiva es variedad en la unidad y unidad en la variedad). Por tanto, la arquitectura de la urbe análoga no debiera estar compuesta de edificios que podrían estar en cualquier parte del mundo, sino que de edificios cuyo estilo arquitectónico refleje lo que hace su locación un lugar específico. Al evitar el aplanamiento de colinas, el relleno de valles, la disminución de pendientes, los arquitectos le proveen a Cayalá  un carácter eminentemente local, realzando las características distintivas del emplazamiento aprovechando la naturaleza específica de la topografía. Y al reincorporar la tipología analógica local y reinterpretar el lenguaje arquitectónico de la edificación vernácula tradicional guatemalteca y de la arquitectura clásica colonial, los arquitectos de Cayalá le proveen al ciudadano una memoria histórica cultural de un pasado aun relevante, que lo conecta, al igual que el lenguaje y costumbres, con su identidad guatemaltecahispanoamericana, fusión de dos culturas, creando una imagen urbana irrepetible en otras localidades del mundo.

La edificación vernácula es de escala doméstica, con lógica tectónica y detalles artesanales. Es propia de la ‘res privata o ámbito privado. La arquitectura clásica es de escala monumental, con lógica “arqui”-tectónica, es decir, con codificación mimética alegórica o artística. Es propia de la ‘res publica’  o ámbito público. Los términos vernáculo y clásico, hacen referencia a clasificaciones familiares en el campo de la construcción, que distinguen entre la actividad de construir como oficio o como forma de arte.

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La edificación vernácula es consecuencia de la decisión de construir cobijos rudimentarios durables y placenteros, bajo condiciones de escasez de materiales y con técnicas constructivas sencillas, razonables, eficientes y económicas. Bajo ningún aspecto se refiere lo vernáculo al primitivismo de culturas preindustriales. Cierta variabilidad de materiales y técnicas le atribuyen características regionales a lo vernáculo. Pero más allá de las apariencias, todo lo vernáculo conlleva principios derivados de experiencias de carácter universal. Para empezar, por su naturaleza, la construcción comprende las experiencias de transmisión y sostén de cargas, cuyas manifestaciones primarias son el dintel y la columna. Comprende también la experiencia de cerramiento vertical y horizontal, cuya manifestación se da en el muro y el techo. El piso, que replica el suelo original, es plano porque se hace para caminar sobre él; mientras que la cubierta es inclinada porque, adicionalmente a su función de verter el agua de lluvia, marca la terminación y cierre de la edificación y debe manifestarse como tal. Y como toda construcción es construcción por medio de elementos finitos, el acto de edificar comprende necesariamente la experiencia de demarcar, cuya manifestación se da en el principio y el final.

En los edificios privados de Cayalá vemos como estos principios aunados a la tipología analógica dan origen a sus particulares formas constructivas: en los pórticos, de madera con sus dados de piedra o concreto y sus ancones o ménsulas o zapatas que indican el principio y el final de los pilares y el cambio de dirección en la transmisión de la carga de la trabe al pilar; o en las arcadas de arcos carpanel, apainelados o mixtilíneos,  apoyados en capiteles entrego, sobre columnas o pilares, que manifiestan las experiencias confluentes de soporte de cargas y demarcación espacial; o las puertas y ventanas, que manifiestan la experiencia de suspensión del cerramiento local por el propósito de paso físico o visual; y así por el estilo.

La tipología analógica de Cayalá conlleva los zócalos de piedra o concreto abujardado para la protección de los muros contra el salpicado del agua de lluvia, miradores rectangulares de madera,galerías y balcones, muros enlucidos, atauriques, ventanas angulares, ventanas termales circulares y poligonales, cubiertas de tejas árabes con inclinación de aproximadamente 21 grados con cornisas que protegen a los muros del agua, buhardillas y linternas. La tipología residencial incluye patios y búcaros yfuentes, que encontramos también en las plazoletas y plazas.

El buen diseño urbano busca, además de la funcionalidad, la “belleza” del esquema. Pero la red de calles sirve siempre al propósito de la comunicación, nunca del arte, pues nunca puede ser comprendida sensorialmente, nunca puede pescarse como totalidad, excepto en el plan. Sólo aquello que el espectador puede tener al alcance de su vista tiene importancia artística, por ejemplo la calle única que remata en puntos visuales o la plaza individual. Sin embargo no quiere decir esto que se reduce la urbe como obra de arte a un episodio artístico, que tiene mayor o menor legibilidad, en lugar de una experiencia concreta global. Lo contrario es el caso: la experiencia de la totalidad, que es más importante que las partes singulares, como artefacto urbano en su totalidad, desde el sistema de calles, plazas y topografía urbana hasta las cosas que se perciben paseando por las calles, constituyen la experiencia de la urbe como obra de arte. Como afirmó Durand en sus lecciones en la Ecole Polytechnique: “Así como los muros, las columnas, etcétera, son los elementos de que se componen los edificios, así los edificios son los elementos de los que se compone la urbe.” De allí la importancia de las tipologías esenciales y analógicas como elementos para constituir el orden urbano armónico.

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo