Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Pactos colectivos

Luis Gonzalez
27 de mayo, 2018

Pactos Colectivos hoy, en el blog de historias urbanas escribe José Vicente Solórzano Aguilar.

Tengo la idea de que los sindicatos solo sirven para mantener a una partida de haraganes. Cierto, existieron líderes y trabajadores que murieron por lograr condiciones dignas para sus compañeros. Pero los supervivientes, con el cinismo que los caracteriza, se valieron de su condición de defensores de la clase trabajadora para ganar sueldos de cinco cifras sin menear ni un dedo e incurrir en negocios poco recomendables.

Eso sí: se les «reconoce» que no llegan a la grosera ostentación de los líderes sindicalistas mexicanos. Hay quien pasea en lujoso auto de fabricación europea, otro se levanta estatuas a sí mismo en vida y no me olvido de Fidel Velázquez, quien soltó el mando de la Confederación de Trabajadores de México hasta que murió a los 97 años. Y lo hizo de mala gana, seguro.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Todo esto viene a cuento por una plática que tuve con mi amigo Juan Calel, a quien ya mencioné a propósito de las manifestaciones de septiembre del año pasado contra el afán de impunidad de los diputados. Hoy temprano me llamó preguntándome dónde podía conseguir información acerca del pacto colectivo que motiva las repetidas huelgas de maestros en lo que va del año.

Juan es arrecho a la manera nicaragüense: si algo lo enoja, se lanza al ring. Podrá regresar con algunas abolladuras a casa, pero con la satisfacción de haberle repartido unos cuantos tortazos al enemigo. Ahora está encachimbado porque los maestros de la escuela donde estudia su hijo volvieron a declararse en paro, al demandar el cumplimiento del pacto colectivo.

«Metí a mi patojo a la escuelita de la colonia para que estuviera cerca y no tuviera que madrugar para irse a estudiar, y resulta que no podrá completar el ciclo escolar», me comentó. Por eso quería informarse acerca de a) ¿qué es un pacto colectivo? y b) ¿cuáles son las demandas que pelean los docentes?

Al principio pensé que mi hermana menor, maestra de párvulos, tendría alguna idea. Se lo pregunté: también lo desconocía. Acudí a internet. Pronto encontré la definición de pacto colectivo. Según el Código de Trabajo, es un acuerdo que se celebra entre el sindicato de trabajadores y el patrono. Reglamenta las condiciones en que debe prestarse la labor renumerada. Si se aprueba, adquiere carácter de ley profesional bajo la cual deben «adaptarse todos los contratos individuales o colectivos existentes o que luego se realicen en las empresas, industrias o regiones que afecte».

Suena bien, muestra las coincidencias a las que llegan empleados y propietarios para darles beneficios nunca antes imaginados a los asalariados. El problema es su politización por el interesado de turno –el líder sindical corrupto, el Gobierno acusado de incompetencia– y su uso para condicionar el derecho a recibir clases.

Ahora viene el turno del pacto colectivo de los maestros. Está difícil encontrarlo. Di con el documento firmado el 15 de abril de 2008. Pero ni señas del más reciente. Me conformo con lo publicado desde que el sindicato de maestros volvió a suspender labores. El nuevo acuerdo obtuvo 80 días de descanso por maternidad, un bono anual de dos mil quinientos quetzales y un aumento del cinco por ciento para el sueldo de los maestros. Todo justo y necesario, pero el Ministerio de Finanzas ya advirtió que no cuenta con el dinero para resolver la demanda. Y el sindicato magisterial vuelve a asustar con el fantasma de la huelga.

Mientras tanto, los alumnos permanecerán en sus casas. Los más afortunados, como el hijo de Juan (a quien le leen cuentos en voz alta y le cultivan su oído musical dándole a escuchar las canciones de los Beatles), serán orientados por sus padres, madres, abuelos o encargados. Y el año terminará sin que reciban más de cinco meses efectivos de clases.

Posdata.- El poeta Francisco Morales Santos (Ciudad Vieja, 1940) fue sometido ayer a cirugía bipolar. El seguro social le dio la espalda y a duras penas consiguió turno en un sanatorio. Necesita la ayuda de todo aquel que lo haya leído (recomiendo sus Cartas para seguir con vida y Madre, nosotros también somos historia), recuerde su trayectoria en el grupo literario Nuevo Signo y conozca su trabajo al frente de la Editorial Cultura. Pueden depositar sus donaciones en Banrural, en la cuenta monetaria 3005-0498-38, a nombre de Francisco Morales Santos.

Pactos colectivos

Luis Gonzalez
27 de mayo, 2018

Pactos Colectivos hoy, en el blog de historias urbanas escribe José Vicente Solórzano Aguilar.

Tengo la idea de que los sindicatos solo sirven para mantener a una partida de haraganes. Cierto, existieron líderes y trabajadores que murieron por lograr condiciones dignas para sus compañeros. Pero los supervivientes, con el cinismo que los caracteriza, se valieron de su condición de defensores de la clase trabajadora para ganar sueldos de cinco cifras sin menear ni un dedo e incurrir en negocios poco recomendables.

Eso sí: se les «reconoce» que no llegan a la grosera ostentación de los líderes sindicalistas mexicanos. Hay quien pasea en lujoso auto de fabricación europea, otro se levanta estatuas a sí mismo en vida y no me olvido de Fidel Velázquez, quien soltó el mando de la Confederación de Trabajadores de México hasta que murió a los 97 años. Y lo hizo de mala gana, seguro.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Todo esto viene a cuento por una plática que tuve con mi amigo Juan Calel, a quien ya mencioné a propósito de las manifestaciones de septiembre del año pasado contra el afán de impunidad de los diputados. Hoy temprano me llamó preguntándome dónde podía conseguir información acerca del pacto colectivo que motiva las repetidas huelgas de maestros en lo que va del año.

Juan es arrecho a la manera nicaragüense: si algo lo enoja, se lanza al ring. Podrá regresar con algunas abolladuras a casa, pero con la satisfacción de haberle repartido unos cuantos tortazos al enemigo. Ahora está encachimbado porque los maestros de la escuela donde estudia su hijo volvieron a declararse en paro, al demandar el cumplimiento del pacto colectivo.

«Metí a mi patojo a la escuelita de la colonia para que estuviera cerca y no tuviera que madrugar para irse a estudiar, y resulta que no podrá completar el ciclo escolar», me comentó. Por eso quería informarse acerca de a) ¿qué es un pacto colectivo? y b) ¿cuáles son las demandas que pelean los docentes?

Al principio pensé que mi hermana menor, maestra de párvulos, tendría alguna idea. Se lo pregunté: también lo desconocía. Acudí a internet. Pronto encontré la definición de pacto colectivo. Según el Código de Trabajo, es un acuerdo que se celebra entre el sindicato de trabajadores y el patrono. Reglamenta las condiciones en que debe prestarse la labor renumerada. Si se aprueba, adquiere carácter de ley profesional bajo la cual deben «adaptarse todos los contratos individuales o colectivos existentes o que luego se realicen en las empresas, industrias o regiones que afecte».

Suena bien, muestra las coincidencias a las que llegan empleados y propietarios para darles beneficios nunca antes imaginados a los asalariados. El problema es su politización por el interesado de turno –el líder sindical corrupto, el Gobierno acusado de incompetencia– y su uso para condicionar el derecho a recibir clases.

Ahora viene el turno del pacto colectivo de los maestros. Está difícil encontrarlo. Di con el documento firmado el 15 de abril de 2008. Pero ni señas del más reciente. Me conformo con lo publicado desde que el sindicato de maestros volvió a suspender labores. El nuevo acuerdo obtuvo 80 días de descanso por maternidad, un bono anual de dos mil quinientos quetzales y un aumento del cinco por ciento para el sueldo de los maestros. Todo justo y necesario, pero el Ministerio de Finanzas ya advirtió que no cuenta con el dinero para resolver la demanda. Y el sindicato magisterial vuelve a asustar con el fantasma de la huelga.

Mientras tanto, los alumnos permanecerán en sus casas. Los más afortunados, como el hijo de Juan (a quien le leen cuentos en voz alta y le cultivan su oído musical dándole a escuchar las canciones de los Beatles), serán orientados por sus padres, madres, abuelos o encargados. Y el año terminará sin que reciban más de cinco meses efectivos de clases.

Posdata.- El poeta Francisco Morales Santos (Ciudad Vieja, 1940) fue sometido ayer a cirugía bipolar. El seguro social le dio la espalda y a duras penas consiguió turno en un sanatorio. Necesita la ayuda de todo aquel que lo haya leído (recomiendo sus Cartas para seguir con vida y Madre, nosotros también somos historia), recuerde su trayectoria en el grupo literario Nuevo Signo y conozca su trabajo al frente de la Editorial Cultura. Pueden depositar sus donaciones en Banrural, en la cuenta monetaria 3005-0498-38, a nombre de Francisco Morales Santos.