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El problema no es el problema

Carolina Castellanos
09 de junio, 2018

Aunque suene enredado, así es el asunto.  Lo que creemos que es el problema, realmente no lo es.

El dinero, en sí mismo, no hace bien ni mal.  Si está en manos de un sicario, a quien le pagaron por matar a alguien, ese dinero sigue siendo dinero, pero su uso es el malo.  Si está en manos de ese niño que dio Q5 para ayudar con las tareas de rescate, ese mismo dinero está siendo bien utilizado y hasta generó miles de comentarios positivos, felicitaciones, alabanzas, una beca escolar, ropa y otras cosas.

Una bala en sí misma no es mala.  Tampoco lo es el arma.  Pero, si ésta es utilizada por un asesino, su uso fue el malo. Si esa misma arma es utilizada para practicar el deporte de tiro al blanco, pues su uso es bueno.  Si es utilizada para cazar animales, el efecto es “boomerang” pues quien se vuelve un animal salvaje es quien porta el arma y la dispara.

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El plástico ha sido demonizado últimamente.  En San Pedro la Laguna, un lugar que conozco y que es de encanto, el alcalde dice que se ha vuelto ejemplo para el mundo entero.  “Resolvió” la contaminación por plástico, pero al ingresar al pueblo hay un olor fétido de aguas negras.  También hay todo tipo de basura en las calles, excepto plástico.  Hay bolsas vacías de golosinas tiradas en el río y en el lago, junto con pedazos de ropa vieja y zapatos, detergente en cantidades increíbles, animales muertos y cuanta cosa.  ¿Es malo el plástico? No lo es, en sí mismo.  Si lo uso como pajilla o como bolsa para transportar alguna cosa, pues resulta beneficioso.  Si desecho esa pajilla o bolsa en lugares donde colectan plástico para reciclaje, su uso fue bueno y se evitará esa contaminación. Si lo uso y luego lo tiro a la calle, río o lago, será dañino.  No se ha resuelto la presencia del resto de contaminantes. Así las cosas, tendrían que prohibir absolutamente todo y volver a vivir como lo hacían los salvajes hace miles de años, utilizando solo lo que la naturaleza les otorgaba.  Invitemos entonces al alcalde a que emita más decretos, ilegales, prohibiendo todo lo demás.

El problema no es la corrupción, sino los sistemas que la permiten y las personas deshonestas que ocupan los cargos.  La corrupción es la consecuencia de sistemas arcaicos, sin controles, excesivamente burocráticos y discrecionales.  Las personas deshonestas no son el problema, sino el sistema de contratación de burócratas que permite que éstas ocupen esos cargos, en vez de estar en la cárcel.

El problema no son los mareros que roban y matan, o los que extorsionan a los choferes de las camionetas, a las tiendas, restaurantes y cualquier comercio.  El problema es que no hay consecuencias por esos actos.  No hay un sistema de justicia que los procese judicialmente y, de encontrarlos culpables, purguen sus penas en una cárcel, que tampoco es el problema sino la falta de sistemas de control, funcionarios honestos y capaces y sistemas de gestión eficientes, en éstas. ¿Tendríamos que matar a absolutamente todos los mareros para que el problema se acabe? ¿O mejor implementamos sistemas carcelarios eficientes y una justicia pronta y cumplida que sirva como disuasivo para que ya no se sigan cometiendo extorsiones y asesinatos?

Nos aferramos a lo que creemos que es el problema pues es lo que parece ser más fácil de resolver.  Prohibamos el plástico, las armas, metamos presos a los burócratas y contratistas deshonestos y llenemos las cárceles de mareros. Entonces también prohibamos el dinero, pues éste corrompe.  Regresaremos a usar cacao como moneda, como hacían los mayas, y de todas formas habrá corrupción.Construiremos cientos de cárceles y nunca serán suficientes.

De pronto inculcamos principios y valores a los niños para reducir crímenes a futuro.  Serán padres responsables que inculcarán esos principios y valores a sus hijos.  Es solo una solución.  Las hay muchas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El problema no es el problema

Carolina Castellanos
09 de junio, 2018

Aunque suene enredado, así es el asunto.  Lo que creemos que es el problema, realmente no lo es.

El dinero, en sí mismo, no hace bien ni mal.  Si está en manos de un sicario, a quien le pagaron por matar a alguien, ese dinero sigue siendo dinero, pero su uso es el malo.  Si está en manos de ese niño que dio Q5 para ayudar con las tareas de rescate, ese mismo dinero está siendo bien utilizado y hasta generó miles de comentarios positivos, felicitaciones, alabanzas, una beca escolar, ropa y otras cosas.

Una bala en sí misma no es mala.  Tampoco lo es el arma.  Pero, si ésta es utilizada por un asesino, su uso fue el malo. Si esa misma arma es utilizada para practicar el deporte de tiro al blanco, pues su uso es bueno.  Si es utilizada para cazar animales, el efecto es “boomerang” pues quien se vuelve un animal salvaje es quien porta el arma y la dispara.

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El plástico ha sido demonizado últimamente.  En San Pedro la Laguna, un lugar que conozco y que es de encanto, el alcalde dice que se ha vuelto ejemplo para el mundo entero.  “Resolvió” la contaminación por plástico, pero al ingresar al pueblo hay un olor fétido de aguas negras.  También hay todo tipo de basura en las calles, excepto plástico.  Hay bolsas vacías de golosinas tiradas en el río y en el lago, junto con pedazos de ropa vieja y zapatos, detergente en cantidades increíbles, animales muertos y cuanta cosa.  ¿Es malo el plástico? No lo es, en sí mismo.  Si lo uso como pajilla o como bolsa para transportar alguna cosa, pues resulta beneficioso.  Si desecho esa pajilla o bolsa en lugares donde colectan plástico para reciclaje, su uso fue bueno y se evitará esa contaminación. Si lo uso y luego lo tiro a la calle, río o lago, será dañino.  No se ha resuelto la presencia del resto de contaminantes. Así las cosas, tendrían que prohibir absolutamente todo y volver a vivir como lo hacían los salvajes hace miles de años, utilizando solo lo que la naturaleza les otorgaba.  Invitemos entonces al alcalde a que emita más decretos, ilegales, prohibiendo todo lo demás.

El problema no es la corrupción, sino los sistemas que la permiten y las personas deshonestas que ocupan los cargos.  La corrupción es la consecuencia de sistemas arcaicos, sin controles, excesivamente burocráticos y discrecionales.  Las personas deshonestas no son el problema, sino el sistema de contratación de burócratas que permite que éstas ocupen esos cargos, en vez de estar en la cárcel.

El problema no son los mareros que roban y matan, o los que extorsionan a los choferes de las camionetas, a las tiendas, restaurantes y cualquier comercio.  El problema es que no hay consecuencias por esos actos.  No hay un sistema de justicia que los procese judicialmente y, de encontrarlos culpables, purguen sus penas en una cárcel, que tampoco es el problema sino la falta de sistemas de control, funcionarios honestos y capaces y sistemas de gestión eficientes, en éstas. ¿Tendríamos que matar a absolutamente todos los mareros para que el problema se acabe? ¿O mejor implementamos sistemas carcelarios eficientes y una justicia pronta y cumplida que sirva como disuasivo para que ya no se sigan cometiendo extorsiones y asesinatos?

Nos aferramos a lo que creemos que es el problema pues es lo que parece ser más fácil de resolver.  Prohibamos el plástico, las armas, metamos presos a los burócratas y contratistas deshonestos y llenemos las cárceles de mareros. Entonces también prohibamos el dinero, pues éste corrompe.  Regresaremos a usar cacao como moneda, como hacían los mayas, y de todas formas habrá corrupción.Construiremos cientos de cárceles y nunca serán suficientes.

De pronto inculcamos principios y valores a los niños para reducir crímenes a futuro.  Serán padres responsables que inculcarán esos principios y valores a sus hijos.  Es solo una solución.  Las hay muchas.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo