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Guatemala: recibamos a nuestros migrantes

Redacción
20 de junio, 2018

La teoría liberal argumenta que el ser humano está constantemente en busca de satisfacer sus necesidades y que por lo tanto actúa persiguiendo aquellos recursos que le permita alcanzar ese bienestar. Así mismo, argumenta que esas necesidades y ese concepto de bienestar pueden ser diferente para cada quién, lo mismo por lo cual no necesariamente el bienestar material es lo que buscan todas las personas. Sin embargo un factor recurrente que motiva la migración masiva de guatemaltecos hacia otros países es un mínimo de ingresos económicos que le permita al migrante y a su familia subsistir en un ambiente hostil al progreso económico y escéptico de la necesidad de garantizar inversiones que mejoren la calidad de vida de las personas. Es por ello que es necesario comprender las características de dicho fenómeno para así enfocar las políticas públicas hacia los problemas que están causando que los guatemaltecos opten por arriesgar sus vidas, su salud y su integridad para migrar al país del norte que los recibe con brazos cruzados y con una mueca de desdén.

La migración ilegal en Guatemala es un fenómeno mayoritariamente rural. El principal empleo que tenían los migrantes antes de salir del país era en agricultura o construcción. La agricultura es el sector que peor paga, no solo en Guatemala sino que en el mundo entero. Ningún país ha salido adelante a través de la producción intensiva de la tierra. Es más, muchos de ellos han aprovechado las ventajas comparativas que tienen en ciertos productos, para especializarse en ellos y posteriormente migrar de un modelo agricultural a uno de industria, manufactura o servicios. Sin embargo, muchas de las propuestas en la actualidad siguen apuntando a modelos de desarrollo rural a través de la intensificación de productos agrícolas poco rentables y poco competitivos a nivel mundial lo cual se traduce en salarios exageradamente bajos. Por otro lado, el sector de la construcción ha tenido una merma importante en el país, principalmente en las zonas alejadas de la capital, en donde grandes proyectos de infraestructura son inexistentes y si se llevan a cabo no siguen una lógica que permita mejorar la productividad de todos los guatemaltecos.

Los migrantes suelen ser jóvenes menores de 30 años. Este dato es uno de los más desesperanzadores al momento de analizar la complejidad de esta situación. Un país que es incapaz de ofrecer un futuro de oportunidades a sus jóvenes es un país que envejecerá entre sueños rotos y entre un sentimiento de frustración al ver como jóvenes en otros países cumplen sus metas y sus objetivos. Esta incapacidad de ofrecer vías para el desarrollo provoca dos efectos poco deseables. El primero de ellos es que la población cada vez envejece más y requiere de mayor inversión por parte del Estado para garantizar la salud de la misma. Sin una base grande de jóvenes que trabajen y aporten con sus impuestos al mantenimiento de servicios básicos por parte del Estado, es posible que en algún momento en el futuro el Estado sea completamente incapaz de proveerlos y que por lo tanto tengamos un sector de la población desatendido en su totalidad. El segundo efecto es que dicha frustración se puede convertir en caldo de cultivo para movilizaciones violentas anti sistema que provoquen la llegada de populismos que han probado ser grandemente dañinos para nuestros países vecinos en Latinoamérica.

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Es preocupante ver como muchos diagnósticos acerca de la situación de los migrantes y de las formas en las cuales podemos evitar la migración rondan por un mundo alejado de la realidad. Así mismo, preocupa como muchos sectores que abogan por los migrantes se oponen a proyectos de desarrollo económico que podrían comenzar a apaciguar la migración masiva de jóvenes guatemaltecos. Las razones están claras y las propuestas ya están sobre la mesa, por lo que es momento que aceptemos que el futuro de nuestro país depende de una fuerte certeza jurídica que garantice que las buenas inversiones que hemos perdido se puedan mantener y aquellas que puedan llegar encuentren en Guatemala una sociedad consciente de la importancia de ellas y dispuesta a recibirlas de brazos abiertos para que nunca más los migrantes dependan de los brazos de alguien más.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Guatemala: recibamos a nuestros migrantes

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20 de junio, 2018

La teoría liberal argumenta que el ser humano está constantemente en busca de satisfacer sus necesidades y que por lo tanto actúa persiguiendo aquellos recursos que le permita alcanzar ese bienestar. Así mismo, argumenta que esas necesidades y ese concepto de bienestar pueden ser diferente para cada quién, lo mismo por lo cual no necesariamente el bienestar material es lo que buscan todas las personas. Sin embargo un factor recurrente que motiva la migración masiva de guatemaltecos hacia otros países es un mínimo de ingresos económicos que le permita al migrante y a su familia subsistir en un ambiente hostil al progreso económico y escéptico de la necesidad de garantizar inversiones que mejoren la calidad de vida de las personas. Es por ello que es necesario comprender las características de dicho fenómeno para así enfocar las políticas públicas hacia los problemas que están causando que los guatemaltecos opten por arriesgar sus vidas, su salud y su integridad para migrar al país del norte que los recibe con brazos cruzados y con una mueca de desdén.

La migración ilegal en Guatemala es un fenómeno mayoritariamente rural. El principal empleo que tenían los migrantes antes de salir del país era en agricultura o construcción. La agricultura es el sector que peor paga, no solo en Guatemala sino que en el mundo entero. Ningún país ha salido adelante a través de la producción intensiva de la tierra. Es más, muchos de ellos han aprovechado las ventajas comparativas que tienen en ciertos productos, para especializarse en ellos y posteriormente migrar de un modelo agricultural a uno de industria, manufactura o servicios. Sin embargo, muchas de las propuestas en la actualidad siguen apuntando a modelos de desarrollo rural a través de la intensificación de productos agrícolas poco rentables y poco competitivos a nivel mundial lo cual se traduce en salarios exageradamente bajos. Por otro lado, el sector de la construcción ha tenido una merma importante en el país, principalmente en las zonas alejadas de la capital, en donde grandes proyectos de infraestructura son inexistentes y si se llevan a cabo no siguen una lógica que permita mejorar la productividad de todos los guatemaltecos.

Los migrantes suelen ser jóvenes menores de 30 años. Este dato es uno de los más desesperanzadores al momento de analizar la complejidad de esta situación. Un país que es incapaz de ofrecer un futuro de oportunidades a sus jóvenes es un país que envejecerá entre sueños rotos y entre un sentimiento de frustración al ver como jóvenes en otros países cumplen sus metas y sus objetivos. Esta incapacidad de ofrecer vías para el desarrollo provoca dos efectos poco deseables. El primero de ellos es que la población cada vez envejece más y requiere de mayor inversión por parte del Estado para garantizar la salud de la misma. Sin una base grande de jóvenes que trabajen y aporten con sus impuestos al mantenimiento de servicios básicos por parte del Estado, es posible que en algún momento en el futuro el Estado sea completamente incapaz de proveerlos y que por lo tanto tengamos un sector de la población desatendido en su totalidad. El segundo efecto es que dicha frustración se puede convertir en caldo de cultivo para movilizaciones violentas anti sistema que provoquen la llegada de populismos que han probado ser grandemente dañinos para nuestros países vecinos en Latinoamérica.

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Es preocupante ver como muchos diagnósticos acerca de la situación de los migrantes y de las formas en las cuales podemos evitar la migración rondan por un mundo alejado de la realidad. Así mismo, preocupa como muchos sectores que abogan por los migrantes se oponen a proyectos de desarrollo económico que podrían comenzar a apaciguar la migración masiva de jóvenes guatemaltecos. Las razones están claras y las propuestas ya están sobre la mesa, por lo que es momento que aceptemos que el futuro de nuestro país depende de una fuerte certeza jurídica que garantice que las buenas inversiones que hemos perdido se puedan mantener y aquellas que puedan llegar encuentren en Guatemala una sociedad consciente de la importancia de ellas y dispuesta a recibirlas de brazos abiertos para que nunca más los migrantes dependan de los brazos de alguien más.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo