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Guate resiliente: El arte de resurgir, rehacernos y recuperarnos

María Renée Estrada
03 de julio, 2018

¿Qué mejor lugar para educar en resiliencia que Guatemala?  Es algo fácil de entender, si partimos del concepto que explica la resiliencia como “el saber afrontar la adversidad de forma constructiva; saber adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido del suceso traumático”, – Dra. Santos (2000).

Y es que la vida de todo ser humano gira entorno a la adversidad. Nacemos, crecemos y nos desenvolvemos alrededor de sucesos que de una u otra manera tienen la capacidad de marcarnos para siempre. Ya lo decía Hemingway: El mundo rompe a todos, y después, algunos son más fuertes en los lugares rotos. Y eso es la resiliencia, “el arte de rehacerse” las veces que sea necesario, con relación a uno mismo y a los demás. Una persona resiliente tiene un amplio autoconocimiento y una autoestima sana, es capaz de ponerse en los zapatos del otro, afronta de manera positiva cualquier obstáculo que se le presente en la vida, es flexible, perseverante y sociable, es consciente del presente y optimista, tiene una alta tolerancia a la frustración e incertidumbre y una enorme capacidad de autonomía. Personalmente creo que la persona resiliente se construye todos los días, pero también tiene características innatas que le hacen buscar sobrevivir, reinventarse y transformarse con cada acontecimiento que vive. En pocas palabras, una persona resiliente es como el ave fénix que resurge de las cenizas.

Por todas estas razones considero que es importante empezar a educarnos en la resiliencia como guatemaltecos. Auto-educarnos, guiar a los más pequeños y formar a los jóvenes. La vida no es fácil, y nunca lo será, por lo tanto, tener las herramientas necesarias para poder salir adelante frente a cualquier desafío que la vida nos presente, es un elemento invaluable en la vida de cada persona. En lugar de seguir alimentando la proliferación de generaciones frágiles y susceptibles, nos debería interesar más invertir nuestro esfuerzo en construir una sociedad que sea capaz de levantarse, y con más fuerza, tras los acontecimientos y experiencias más duras y difíciles de llevar. “Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita” decía Martin Luther King, y cuanta razón tenía en tan pocas palabras.

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La sociedad guatemalteca es una sociedad en el camino de la transformación y el florecimiento. Somos un cúmulo de personas transitando por el caos y la incertidumbre, en la mayoría de los casos. Gestando en nuestros corazones la esperanza de un mejor mañana. Pero, ¿de qué manera debemos lidiar con el presente mientras trabajamos para que las cosas mejoren? ¿Qué virtudes deberíamos desarrollar para sobrellevar todo aquello que nos afecte de manera negativa? Sin duda alguna la resiliencia debe ser una prioridad a la hora de desarrollar capacidades para la vida, tanto en la familia como en las aulas educativas. Educar en la virtud de “rehacernos” o “recuperarnos” ante cualquier afrenta. Ser resiliente es poder decir como Camus: “En mitad del invierno finalmente aprendí, que había en mi un verano invencible”.


Lecturas de interés para ampliar la temática:

Resiliencia (Serie Inteligencia Emocional), Harvard Business Review.
La resiliencia: Crecer desde la adversidad, Anna Forés y Jordi Grané.
Rising Strong, Brené Brown.
Option B, Sheryl Sandberg y Adam Grant.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Guate resiliente: El arte de resurgir, rehacernos y recuperarnos

María Renée Estrada
03 de julio, 2018

¿Qué mejor lugar para educar en resiliencia que Guatemala?  Es algo fácil de entender, si partimos del concepto que explica la resiliencia como “el saber afrontar la adversidad de forma constructiva; saber adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido del suceso traumático”, – Dra. Santos (2000).

Y es que la vida de todo ser humano gira entorno a la adversidad. Nacemos, crecemos y nos desenvolvemos alrededor de sucesos que de una u otra manera tienen la capacidad de marcarnos para siempre. Ya lo decía Hemingway: El mundo rompe a todos, y después, algunos son más fuertes en los lugares rotos. Y eso es la resiliencia, “el arte de rehacerse” las veces que sea necesario, con relación a uno mismo y a los demás. Una persona resiliente tiene un amplio autoconocimiento y una autoestima sana, es capaz de ponerse en los zapatos del otro, afronta de manera positiva cualquier obstáculo que se le presente en la vida, es flexible, perseverante y sociable, es consciente del presente y optimista, tiene una alta tolerancia a la frustración e incertidumbre y una enorme capacidad de autonomía. Personalmente creo que la persona resiliente se construye todos los días, pero también tiene características innatas que le hacen buscar sobrevivir, reinventarse y transformarse con cada acontecimiento que vive. En pocas palabras, una persona resiliente es como el ave fénix que resurge de las cenizas.

Por todas estas razones considero que es importante empezar a educarnos en la resiliencia como guatemaltecos. Auto-educarnos, guiar a los más pequeños y formar a los jóvenes. La vida no es fácil, y nunca lo será, por lo tanto, tener las herramientas necesarias para poder salir adelante frente a cualquier desafío que la vida nos presente, es un elemento invaluable en la vida de cada persona. En lugar de seguir alimentando la proliferación de generaciones frágiles y susceptibles, nos debería interesar más invertir nuestro esfuerzo en construir una sociedad que sea capaz de levantarse, y con más fuerza, tras los acontecimientos y experiencias más duras y difíciles de llevar. “Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca debemos perder la esperanza infinita” decía Martin Luther King, y cuanta razón tenía en tan pocas palabras.

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La sociedad guatemalteca es una sociedad en el camino de la transformación y el florecimiento. Somos un cúmulo de personas transitando por el caos y la incertidumbre, en la mayoría de los casos. Gestando en nuestros corazones la esperanza de un mejor mañana. Pero, ¿de qué manera debemos lidiar con el presente mientras trabajamos para que las cosas mejoren? ¿Qué virtudes deberíamos desarrollar para sobrellevar todo aquello que nos afecte de manera negativa? Sin duda alguna la resiliencia debe ser una prioridad a la hora de desarrollar capacidades para la vida, tanto en la familia como en las aulas educativas. Educar en la virtud de “rehacernos” o “recuperarnos” ante cualquier afrenta. Ser resiliente es poder decir como Camus: “En mitad del invierno finalmente aprendí, que había en mi un verano invencible”.


Lecturas de interés para ampliar la temática:

Resiliencia (Serie Inteligencia Emocional), Harvard Business Review.
La resiliencia: Crecer desde la adversidad, Anna Forés y Jordi Grané.
Rising Strong, Brené Brown.
Option B, Sheryl Sandberg y Adam Grant.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo