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El diseño en tiempos de política

María Renée Estrada
18 de julio, 2018

La Organización Mundial de Diseño (World DesignOrganization, por sus siglas en inglés -WDO-) define el diseño industrial como “un proceso estratégico de resolución de problemas que impulsa la innovación, desarrolla el éxito comercial y conduce a una mejor calidad de vida a través de productos, sistemas, servicios y experiencias innovadoras. Sumado a este concepto bastante completo, y desde una visión un tanto más mística y trascendental, personalmente comprendo el diseño como una actividad de co-creación, en la cual quienes ejercemos tal profesión somos partícipes de proponer soluciones que beneficien, en el amplio sentido de la palabra, a las personas y a la sociedad. Por mucho tiempo se ha entendido el quehacer del diseñador industrial como aquel que proyecta, únicamente, objetos y productos tangibles. Sin embargo y afortunadamente, de un tiempo para acá, esa visión ha evolucionado y se ha complementado incorporando tal proyección en sistemas, servicios y experiencias innovadoras.

Considerando entonces al diseño como una actividad que resuelve problemas cotidianos, siempre me ha parecido que el campo de ejecución del mismo es tan amplio como las actividades que realizamos los seres humanos en nuestro día a día. Por tal razón, en mi experiencia personal, la aplicación del diseño en sectores como la comunicación, educación y política, es imprescindible.  La WDO también ha expuesto que “el diseño industrial cierra la brecha entre lo que es y lo que es posible. Es una profesión transdisciplinaria que aprovecha la creatividad para resolver problemas y co-crear soluciones con la intención de mejorar un producto, sistema, servicio, experiencia o negocio. En su corazón, el Diseño Industrial proporciona una forma más optimista de mirar el futuro al replantear los problemas como oportunidades. Vincula la innovación, la tecnología, la investigación, los negocios y los clientes para proporcionar un nuevo valor y una ventaja competitiva en las esferas económica, social y ambiental.”

¿Qué puede significar esto en un país como Guatemala? ¿Qué puede implicar en tiempos de política? El diseño industrial, debidamente planeado y ejecutado, debe ser una metodología proyectual centrada en la persona y en su bienestar integral. Debe aportar propuestas desde la investigación y la evidencia, respetando el entorno, contexto y situaciones específicas de los individuos y los espacios en los que se desenvuelven. Debe aprender y estar dispuesto a trabajar en equipos multidisciplinarios, que permitan creaciones sociales más completas y efectivas para el desarrollo del país.

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Viktor Papanek, diseñador austriaco y autor de la excelente obra “Diseño para el mundo real” (1971), decía enfáticamente: “Educación, creatividad, planificación social, investigación, revolución y evolución… ¡todo esto es Diseño!” Por lo que considero qué, como diseñadores industriales, y diseñadores en general, nos concierne completamente empezar a proyectar soluciones a problemáticas sociales de nuestro país, desde la investigación, la evidencia y el diseño centrado en la persona. El diseño en tiempos de política debe ser una alternativa que nos permita colaborar con la sociedad desde nuestra trinchera, apoyándonos de sectores y otras disciplinas con las cuales podamos crear equipos efectivos y eficientes, dotados de capacidades y conocimientos únicos que tengan como objetivo el bienestar integral de las personas y comunidades.

En tiempos de política, y en tiempos “ordinarios” ¿cuál y cómo va a ser nuestro aporte?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El diseño en tiempos de política

María Renée Estrada
18 de julio, 2018

La Organización Mundial de Diseño (World DesignOrganization, por sus siglas en inglés -WDO-) define el diseño industrial como “un proceso estratégico de resolución de problemas que impulsa la innovación, desarrolla el éxito comercial y conduce a una mejor calidad de vida a través de productos, sistemas, servicios y experiencias innovadoras. Sumado a este concepto bastante completo, y desde una visión un tanto más mística y trascendental, personalmente comprendo el diseño como una actividad de co-creación, en la cual quienes ejercemos tal profesión somos partícipes de proponer soluciones que beneficien, en el amplio sentido de la palabra, a las personas y a la sociedad. Por mucho tiempo se ha entendido el quehacer del diseñador industrial como aquel que proyecta, únicamente, objetos y productos tangibles. Sin embargo y afortunadamente, de un tiempo para acá, esa visión ha evolucionado y se ha complementado incorporando tal proyección en sistemas, servicios y experiencias innovadoras.

Considerando entonces al diseño como una actividad que resuelve problemas cotidianos, siempre me ha parecido que el campo de ejecución del mismo es tan amplio como las actividades que realizamos los seres humanos en nuestro día a día. Por tal razón, en mi experiencia personal, la aplicación del diseño en sectores como la comunicación, educación y política, es imprescindible.  La WDO también ha expuesto que “el diseño industrial cierra la brecha entre lo que es y lo que es posible. Es una profesión transdisciplinaria que aprovecha la creatividad para resolver problemas y co-crear soluciones con la intención de mejorar un producto, sistema, servicio, experiencia o negocio. En su corazón, el Diseño Industrial proporciona una forma más optimista de mirar el futuro al replantear los problemas como oportunidades. Vincula la innovación, la tecnología, la investigación, los negocios y los clientes para proporcionar un nuevo valor y una ventaja competitiva en las esferas económica, social y ambiental.”

¿Qué puede significar esto en un país como Guatemala? ¿Qué puede implicar en tiempos de política? El diseño industrial, debidamente planeado y ejecutado, debe ser una metodología proyectual centrada en la persona y en su bienestar integral. Debe aportar propuestas desde la investigación y la evidencia, respetando el entorno, contexto y situaciones específicas de los individuos y los espacios en los que se desenvuelven. Debe aprender y estar dispuesto a trabajar en equipos multidisciplinarios, que permitan creaciones sociales más completas y efectivas para el desarrollo del país.

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Viktor Papanek, diseñador austriaco y autor de la excelente obra “Diseño para el mundo real” (1971), decía enfáticamente: “Educación, creatividad, planificación social, investigación, revolución y evolución… ¡todo esto es Diseño!” Por lo que considero qué, como diseñadores industriales, y diseñadores en general, nos concierne completamente empezar a proyectar soluciones a problemáticas sociales de nuestro país, desde la investigación, la evidencia y el diseño centrado en la persona. El diseño en tiempos de política debe ser una alternativa que nos permita colaborar con la sociedad desde nuestra trinchera, apoyándonos de sectores y otras disciplinas con las cuales podamos crear equipos efectivos y eficientes, dotados de capacidades y conocimientos únicos que tengan como objetivo el bienestar integral de las personas y comunidades.

En tiempos de política, y en tiempos “ordinarios” ¿cuál y cómo va a ser nuestro aporte?

República es ajena a la opinión expresada en este artículo