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¿Por qué es tan alto el déficit de vivienda en Centroamérica?

Braulio Palacios
23 de julio, 2018

Al menos tres razones podrían explicar un déficit de vivienda de la magnitud como el observado en Centroamérica: 7.5 millones de personas en la región vivían en hogares informales en 2015, según el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (Clacds), del INCAE Business School.

El estudio “Vivienda en Centroamérica” del Clacds y auspiciado por Hábitat para la Humanidad, señala que los bajos presupuestos públicos, la incapacidad para costear una casa y la falta incentivos para realizar mejoras en infraestructura, inciden para que tener una vivienda digna este fuera del alcance de miles de centroamericanos.

En Centroamérica, se estima que aproximadamente 1.25 millones de viviendas nuevas deben ser construidas. En comparación, los países del Triángulo del Norte, presentan un déficit total de vivienda que supera el millón de casas.

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Guatemala es el país con mayor población en la región y también el de mayor déficit con más de 2 millones 275 mil viviendas, de las cuales 733 mil 500 corresponden al déficit cuantitativo y 1 millón 542 mil 600 al cualitativo.

La gran mayoría de las viviendas que en el país requieren aumentar de calidad, están concentradas en el área rural con 1 millón 095 mil unidades y 450 mil en el área urbana.

El estudio indica que existen al menos tres razones que explican las cifras alta de viviendas con carencias o precariedades en su construcción:

Baja e ineficiente inversión pública

Si bien, el gasto público dedicado al sector vivienda en Centroamérica se elevó en términos reales entre 2010 y 2014, sigue siendo reducido: Menos de un dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en países como Guatemala, El Salvador y Honduras.

Los servicios públicos también muestran deficiencias derivado de una baja inversión pública. En 2015, cerca de 30 por ciento de hogares en Guatemala carecían de una conexión adecuada de aguas servidas, cifra que se eleva y se acerca a 50 por ciento en zonas rurales.

Aunque en países como El Salvador, Honduras y Panamá estos números no son tan alarmantes, sí existe un porcentaje importante, de alrededor 25 por ciento sin este servicio, lo que incide directamente en la salud de los habitantes y su calidad de vida.

Si bien el acceso a electricidad ha mejorado en los últimos años y la mayoría de los países cuentan con este servicio, en más del 90 por ciento de las zonas urbanas, en Guatemala, el acceso a la electricidad en zonas rurales es de alrededor de un 70 por ciento.

En el caso del agua potable, a través de cañerías o fuentes similares de abastecimiento, sucede en forma similar. En países como El Salvador y Honduras este servicio es proveído a alrededor del 80 por ciento de los hogares a nivel nacional y menos del 60 por ciento en áreas rurales.

Priorización de decisión de consumo sobre inversión

La incapacidad socioeconómica de la población para costear una vivienda es otra razón para observar un déficit de vivienda. En Centroamérica, con altos niveles de pobreza, el presupuesto de las personas, cuyo gasto no alcanza a cubrir el costo de una canasta de alimentos, no logra satisfacer necesidades básicas, incluidas las de vivienda.

La población, al tener que priorizar sus necesidades inmediatas, pospone el gasto de inversión como la construcción o reperación de su vivienda. Esto resulta en un elevado número de familias que, o bien no cuentan con una vivienda y se ven obligadas a alquilar en condiciones muy precarias, o que de contar con una, no supera las condiciones mínimas para garantizar un nivel de vida adecuado a sus ocupantes.

Pobre desarrollo institucional

Una tercera razón que explica la elevada magnitud del déficit de vivienda se asocia al estado de derecho, en conjunto con un porcentaje alto de población que vive en la informalidad.

Un problema común que aparece cuando los derechos de propiedad no existen, no están claramente definidos o el estado de derecho se aplica en forma irregular, es que los individuos o las familias en cuestión no tienen los incentivos para invertir en adquirir o mejorar como una casa.

En principio, una familia tendría una mayor disponibilidad para invertir en un activo si es posible traspasar el inmueble a las generaciones futuras a través del derecho sucesorio o a quien el propietario elija.

Dos factores que invitan a la informalidad de la vivienda en Centroamérica están relacionados con el poco alcance de la seguridad jurídica y el costo asociado a la formalidad en la región.

El bajo índice de protección de la propiedad física en la región refleja la baja capacidad que una familia tiene para crear y resguardar su patrimonio inmobiliario.

Reflejo de fragilidad

En resumen, las familias más pobres de la región encuentran un ambiente adverso a la inversión en construcción y mejoramiento de sus viviendas. Su reducida capacidad financiera para la inversión de un hogar no encuentra una posibilidad que les permita disfrutar de un inmueble, por un periodo de tiempo lo suficientemente largo que justifique el esfuerzo para comprar una propiedad.

“El elevado déficit de vivienda observado en la región es sólo un reflejo de su inherente fragilidad económica e institucional y vulnerabilidad a las condiciones ambientales”, según el estudio del Clacds.

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¿Por qué es tan alto el déficit de vivienda en Centroamérica?

Braulio Palacios
23 de julio, 2018

Al menos tres razones podrían explicar un déficit de vivienda de la magnitud como el observado en Centroamérica: 7.5 millones de personas en la región vivían en hogares informales en 2015, según el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (Clacds), del INCAE Business School.

El estudio “Vivienda en Centroamérica” del Clacds y auspiciado por Hábitat para la Humanidad, señala que los bajos presupuestos públicos, la incapacidad para costear una casa y la falta incentivos para realizar mejoras en infraestructura, inciden para que tener una vivienda digna este fuera del alcance de miles de centroamericanos.

En Centroamérica, se estima que aproximadamente 1.25 millones de viviendas nuevas deben ser construidas. En comparación, los países del Triángulo del Norte, presentan un déficit total de vivienda que supera el millón de casas.

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Guatemala es el país con mayor población en la región y también el de mayor déficit con más de 2 millones 275 mil viviendas, de las cuales 733 mil 500 corresponden al déficit cuantitativo y 1 millón 542 mil 600 al cualitativo.

La gran mayoría de las viviendas que en el país requieren aumentar de calidad, están concentradas en el área rural con 1 millón 095 mil unidades y 450 mil en el área urbana.

El estudio indica que existen al menos tres razones que explican las cifras alta de viviendas con carencias o precariedades en su construcción:

Baja e ineficiente inversión pública

Si bien, el gasto público dedicado al sector vivienda en Centroamérica se elevó en términos reales entre 2010 y 2014, sigue siendo reducido: Menos de un dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en países como Guatemala, El Salvador y Honduras.

Los servicios públicos también muestran deficiencias derivado de una baja inversión pública. En 2015, cerca de 30 por ciento de hogares en Guatemala carecían de una conexión adecuada de aguas servidas, cifra que se eleva y se acerca a 50 por ciento en zonas rurales.

Aunque en países como El Salvador, Honduras y Panamá estos números no son tan alarmantes, sí existe un porcentaje importante, de alrededor 25 por ciento sin este servicio, lo que incide directamente en la salud de los habitantes y su calidad de vida.

Si bien el acceso a electricidad ha mejorado en los últimos años y la mayoría de los países cuentan con este servicio, en más del 90 por ciento de las zonas urbanas, en Guatemala, el acceso a la electricidad en zonas rurales es de alrededor de un 70 por ciento.

En el caso del agua potable, a través de cañerías o fuentes similares de abastecimiento, sucede en forma similar. En países como El Salvador y Honduras este servicio es proveído a alrededor del 80 por ciento de los hogares a nivel nacional y menos del 60 por ciento en áreas rurales.

Priorización de decisión de consumo sobre inversión

La incapacidad socioeconómica de la población para costear una vivienda es otra razón para observar un déficit de vivienda. En Centroamérica, con altos niveles de pobreza, el presupuesto de las personas, cuyo gasto no alcanza a cubrir el costo de una canasta de alimentos, no logra satisfacer necesidades básicas, incluidas las de vivienda.

La población, al tener que priorizar sus necesidades inmediatas, pospone el gasto de inversión como la construcción o reperación de su vivienda. Esto resulta en un elevado número de familias que, o bien no cuentan con una vivienda y se ven obligadas a alquilar en condiciones muy precarias, o que de contar con una, no supera las condiciones mínimas para garantizar un nivel de vida adecuado a sus ocupantes.

Pobre desarrollo institucional

Una tercera razón que explica la elevada magnitud del déficit de vivienda se asocia al estado de derecho, en conjunto con un porcentaje alto de población que vive en la informalidad.

Un problema común que aparece cuando los derechos de propiedad no existen, no están claramente definidos o el estado de derecho se aplica en forma irregular, es que los individuos o las familias en cuestión no tienen los incentivos para invertir en adquirir o mejorar como una casa.

En principio, una familia tendría una mayor disponibilidad para invertir en un activo si es posible traspasar el inmueble a las generaciones futuras a través del derecho sucesorio o a quien el propietario elija.

Dos factores que invitan a la informalidad de la vivienda en Centroamérica están relacionados con el poco alcance de la seguridad jurídica y el costo asociado a la formalidad en la región.

El bajo índice de protección de la propiedad física en la región refleja la baja capacidad que una familia tiene para crear y resguardar su patrimonio inmobiliario.

Reflejo de fragilidad

En resumen, las familias más pobres de la región encuentran un ambiente adverso a la inversión en construcción y mejoramiento de sus viviendas. Su reducida capacidad financiera para la inversión de un hogar no encuentra una posibilidad que les permita disfrutar de un inmueble, por un periodo de tiempo lo suficientemente largo que justifique el esfuerzo para comprar una propiedad.

“El elevado déficit de vivienda observado en la región es sólo un reflejo de su inherente fragilidad económica e institucional y vulnerabilidad a las condiciones ambientales”, según el estudio del Clacds.

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