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EL MÉTODO LITERARIO DE AYN RAND, 11a Parte

Warren Orbaugh
15 de agosto, 2018

En mi entrega anterior vimos como Rand provoca al lector del “Manantial” a superarse; a cuestionar la moral del rebaño–la moral altruista de autoinmolación; a pensar por sí mismoy establecer sus propios valores; a valorar la existencia, esta tierra y su propia vida; a ser independiente, racional, creativo y productivo; a ejercer su voluntad de poder superandoobstáculos –en todo el sentido nietzscheano– y alcanzar la felicidad al conseguir y conservar sus valores. En fin, lo invita a reconsiderar su mortalidad, su vida como finita, de duración indeterminada e incierta, y lo induce a proponerse vivirla como una obra de arte, creada por él mismo y no a desperdiciarla viviendo una vida de segunda creada por otros.

También vimos que Rand aborda otro punto en el “Manantial”, que es un sub-tema que delinea los juegos intelectuales de Toohey y se da a lo largo de la novela: el esnobismo intelectual. Rand analiza este timo común de nuestra época, que pasa por alta cultura, dominada por aquellos que pretenden admirar lo ridículo, lo incomprensible, lo repugnante y que desprecian a aquellos que “no pueden entender.”

Cualquier persona honesta –que no falsea la realidad– que ha estudiado a Jacques Derrida, que ha contemplado pinturas de Willem de Kooning, que ha pretendido escuchar música de John Cage, que ha visto una obra de teatro de Eugene Ionesco, que ha recorrido la arquitectura de Peter Eisenman, ha experimentado esa sensación de perpleja incredulidad: ¡Pero esto es pura tontería! ¿De verdad esperan que tome esto en serio?

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Pero la verdad es que necesariamente tiene que ser un sin-sentido, pues si hiciera sentido, podría ser evaluado. La esencia del esnobismo intelectual es precisamente que sea un sin-sentido, como ‘el traje nuevo del emperador’ en el cuento del mismo nombre de Hans Christian Andersen, en donde todos los adultos fingen ver lo que no existe para no ser calificados de estúpidos. Los críticos de arte, los profesores, los artistas y la autoproclamada élite intelectual, dejan muy en claro que si no podemos ver la naturaleza superlativa de ese ‘arte’, mostramos nuestra ignorancia, nuestra falta de sofisticación, nuestra falta de refinamiento y comprensión. Pero a diferencia del timador del cuento que viste al emperador con nada, los embaucadores modernos visten al ‘emperador’ con basura. En la novela, Rand analiza el propósito de idolatrar la basura como medio para hacer imposible el reconocimiento de la grandeza. Expone este engaño, esta estafa, por medio del retrato de Lois Cook:

“«…cepillo de dientes en la quijada cepillo de dientes cepilla cepilla diente quijada espuma domo en la espuma Romano domo viene hogar hogar en la quijada Romano domo diente cepillo de dientes carterista enchufe cohete…»

Peter Keating entrecerró sus ojos, desenfocados como mirando a gran distancia, pero bajó el libro. El libro era delgado y negro, con letras escarlata poniendo: Nubes y Mortajas por Lois Cook. La contraportada decía que era un registro de los viajes alrededor del mundo de la señorita Cook.

Keating se reclino con una sensación de calidez y bienestar. Le gustaba el libro. Le hacia la rutina del desayuno una experiencia profundamente espiritual; estaba seguro de que era profundo, porque no lo entendía.

PeterKeating nunca sintió la necesidad de formular alguna convicción abstracta. Pero tenía un substituto funcional. “Una cosa no es de altura si uno la puede alcanzar; no es genial si uno puede razonar sobre ella; no es profunda si uno puede ver el fondo” –este había sido siempre su credo, no declarado ni cuestionado. Le evitaba todo intento de alcanzar, razonar o ver; y proyectaba un bonito comentario de menosprecio hacia aquellos que lo intentaban. Así que podía disfrutar el trabajo de Lois Cook. Se sentía elevado por el saber de su propia capacidad para responder a lo abstracto, lo profundo, lo ideal. Toohey había dicho: «Eso es, sonido como sonido, la poesía de palabras como palabras, estilo como sublevación contra el estilo. Pero sólo los espíritus más finos lo pueden apreciar, Peter.» Keating pensó que podía hablar de este libro a sus amigos, y si ellos no entendían él sabría que era superior a ellos. No tendría que explicar esa superioridad –‘era sólo superioridad como superioridad’– negada automáticamente a aquellos que pidieran explicaciones. Amaba el libro.”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 234].

En su entrevista con Lois Cook, para diseñarle su nueva residencia, Peter le dice que su libro Nubes y Mortajas ha sido una verdadera revelación espiritual para él:

“«Permita que me incluya entre los pocos que entienden la valentía y el significado de lo que usted ha logrado sola mientras…»

«Oh, guárdese esas porquerías,» dijo Lois Cook y le guiño el ojo.

« ¡Pero lo digo en serio!» exclamó molesto. «Amo su libro. Yo…»

Ella se miraba aburrida.

«Es tan vulgar,» dijo arrastrando las palabras, «ser entendida por todos.»”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 241].

Y sobre la casa que quiere Lois dijo:

“«Una residencia privada. En el lugar sagrado del Bowery. Tengo el sitio. Lo quería y lo compré, tan simple como eso, o mi tonto abogado la compró para mí, debe conocer a mi abogado, tiene halitosis. No sé cuánto me costará usted, pero eso no es esencial, el dinero es vulgar. El repollo es vulgar también. Debe tener tres pisos y una sala con piso de azulejos… Sin ventanas, recuerde eso cuando dibuje los planos. Sin ventanas, piso de azulejos y cielo negro. Y nada de electricidad. No quiero electricidad en mi hogar, sólo lámparas de keroseno. Lámparas de keroseno con chimeneas y candelas. ¡Al diablo con Thomas Edison! ¿Quién era él de todas formas?»

Sus palabras no le molestaron tanto como su sonrisa. No era una sonrisa, era una permanente mueca burlona elevando las comisuras de los extremos de su larga boca, haciéndola ver como un malicioso, despiadado diablillo.

«Y, Keating, quiero que la casa sea fea. Magníficamente fea.Quiero que sea la casa más fea en Nueva York.»

« ¿La…más fea, señorita Cook?»

« ¡Cariño, lo bello es tan vulgar!»

«Sí, pero… pero yo… bueno, no veo cómo puedo permitirme…»

« ¿Keating, dónde está tú coraje? ¿No eres capaz de un gesto sublime en alguna ocasión? Todos trabajan tan duro y luchan y sufren, tratando de crear belleza, tratando de superar unos a otros en belleza. ¡Superémoslos a todos! Arrojémosles sussudores a sus caras. Destruyamos a todos de un solo golpe. Seamos dioses. Seamos feos. »”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 241].

Keating diseñó la casa como ella quería. Parecía una estructura de un parque de diversiones, con un poco de mármol, un poco de estuco, adornada con gárgolas y linternas de carruajes. Estos dibujos fueron más publicados por más revistas que sus otras obras. Fue alabado con comentarios como: “Peter Keating está mostrando la promesa de ser más que un joven brillante con la habilidad para satisfacer a remilgados magnates de grandes negocios. Se está aventurando en el campo de la experimentación intelectual con un cliente como Lois Cook.”

Sin embargo, nos narra Rand, a Peter Keating le quedo un sabor peculiar que recurría cada vez trabajaba en una estructura importante de la que se sentía orgulloso. No podía identificar la cualidad de la sensación, pero sabía que una parte de ésta era vergüenza. Cuando le confesó esto a Toohey, él rio y dijo:

“«Eso es bueno para ti, Peter. Uno jamás debe permitirse adquirir un sentido exagerado de su propia importancia. No hay necesidad de agobiarse con absolutos.»”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 243].

Rand muestra que el propósito de este juego nihilista, este esnobismo intelectual, es, al final de cuentas, destruir lahonestidad y autoestima de sus víctimas. Por medio de la destrucción de la capacidad de evaluar objetivamente el mundo y de admirar lo superior, las víctimas de esta perfidia, se ven reducidas a la condición pre-ilustrada de inmadurez, que mina la voluntad y el coraje de usar su entendimiento sin la guía de otro. Una vez logrado esto, espera el victimario que resulte sencillo convertirse en su guía y guardián. La pregunta entonces es: ¿por qué están teniendo éxito los destructores de la civilización en este juego macabro? ¿Si el mal es impotente, por qué los que odian lo bueno por ser lo bueno logran atrapar a sus víctimas? ¿Por qué siendo la malicia ineficaz, los hombres no tienen la actitud que Roarktiene hacia Toohey cuando le dice: “Pero yo no pienso en usted”?

Al final Rand encuentra la solución al volver a este problema en La Rebelión de Atlas” en el concepto de “la aprobación de la víctima.”

Con la publicación de “La Rebelión de Atlas” en 1957, Rand se ha deshecho de los últimos vestigios de los errores de Nietzsche integrando sus ideas en su propio sistema filosófico, el Objetivismo. El gran problema de su vida, el dilema de la persona racional en una sociedad irracional,enferma, queda resuelto a su satisfacción por fin. El concepto de “la aprobación de la víctima”, no sólo resuelve la cuestión, sino que le provee el instrumento temático clave para su más grande novela: la huelga de los hombres de la mente.

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

EL MÉTODO LITERARIO DE AYN RAND, 11a Parte

Warren Orbaugh
15 de agosto, 2018

En mi entrega anterior vimos como Rand provoca al lector del “Manantial” a superarse; a cuestionar la moral del rebaño–la moral altruista de autoinmolación; a pensar por sí mismoy establecer sus propios valores; a valorar la existencia, esta tierra y su propia vida; a ser independiente, racional, creativo y productivo; a ejercer su voluntad de poder superandoobstáculos –en todo el sentido nietzscheano– y alcanzar la felicidad al conseguir y conservar sus valores. En fin, lo invita a reconsiderar su mortalidad, su vida como finita, de duración indeterminada e incierta, y lo induce a proponerse vivirla como una obra de arte, creada por él mismo y no a desperdiciarla viviendo una vida de segunda creada por otros.

También vimos que Rand aborda otro punto en el “Manantial”, que es un sub-tema que delinea los juegos intelectuales de Toohey y se da a lo largo de la novela: el esnobismo intelectual. Rand analiza este timo común de nuestra época, que pasa por alta cultura, dominada por aquellos que pretenden admirar lo ridículo, lo incomprensible, lo repugnante y que desprecian a aquellos que “no pueden entender.”

Cualquier persona honesta –que no falsea la realidad– que ha estudiado a Jacques Derrida, que ha contemplado pinturas de Willem de Kooning, que ha pretendido escuchar música de John Cage, que ha visto una obra de teatro de Eugene Ionesco, que ha recorrido la arquitectura de Peter Eisenman, ha experimentado esa sensación de perpleja incredulidad: ¡Pero esto es pura tontería! ¿De verdad esperan que tome esto en serio?

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Pero la verdad es que necesariamente tiene que ser un sin-sentido, pues si hiciera sentido, podría ser evaluado. La esencia del esnobismo intelectual es precisamente que sea un sin-sentido, como ‘el traje nuevo del emperador’ en el cuento del mismo nombre de Hans Christian Andersen, en donde todos los adultos fingen ver lo que no existe para no ser calificados de estúpidos. Los críticos de arte, los profesores, los artistas y la autoproclamada élite intelectual, dejan muy en claro que si no podemos ver la naturaleza superlativa de ese ‘arte’, mostramos nuestra ignorancia, nuestra falta de sofisticación, nuestra falta de refinamiento y comprensión. Pero a diferencia del timador del cuento que viste al emperador con nada, los embaucadores modernos visten al ‘emperador’ con basura. En la novela, Rand analiza el propósito de idolatrar la basura como medio para hacer imposible el reconocimiento de la grandeza. Expone este engaño, esta estafa, por medio del retrato de Lois Cook:

“«…cepillo de dientes en la quijada cepillo de dientes cepilla cepilla diente quijada espuma domo en la espuma Romano domo viene hogar hogar en la quijada Romano domo diente cepillo de dientes carterista enchufe cohete…»

Peter Keating entrecerró sus ojos, desenfocados como mirando a gran distancia, pero bajó el libro. El libro era delgado y negro, con letras escarlata poniendo: Nubes y Mortajas por Lois Cook. La contraportada decía que era un registro de los viajes alrededor del mundo de la señorita Cook.

Keating se reclino con una sensación de calidez y bienestar. Le gustaba el libro. Le hacia la rutina del desayuno una experiencia profundamente espiritual; estaba seguro de que era profundo, porque no lo entendía.

PeterKeating nunca sintió la necesidad de formular alguna convicción abstracta. Pero tenía un substituto funcional. “Una cosa no es de altura si uno la puede alcanzar; no es genial si uno puede razonar sobre ella; no es profunda si uno puede ver el fondo” –este había sido siempre su credo, no declarado ni cuestionado. Le evitaba todo intento de alcanzar, razonar o ver; y proyectaba un bonito comentario de menosprecio hacia aquellos que lo intentaban. Así que podía disfrutar el trabajo de Lois Cook. Se sentía elevado por el saber de su propia capacidad para responder a lo abstracto, lo profundo, lo ideal. Toohey había dicho: «Eso es, sonido como sonido, la poesía de palabras como palabras, estilo como sublevación contra el estilo. Pero sólo los espíritus más finos lo pueden apreciar, Peter.» Keating pensó que podía hablar de este libro a sus amigos, y si ellos no entendían él sabría que era superior a ellos. No tendría que explicar esa superioridad –‘era sólo superioridad como superioridad’– negada automáticamente a aquellos que pidieran explicaciones. Amaba el libro.”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 234].

En su entrevista con Lois Cook, para diseñarle su nueva residencia, Peter le dice que su libro Nubes y Mortajas ha sido una verdadera revelación espiritual para él:

“«Permita que me incluya entre los pocos que entienden la valentía y el significado de lo que usted ha logrado sola mientras…»

«Oh, guárdese esas porquerías,» dijo Lois Cook y le guiño el ojo.

« ¡Pero lo digo en serio!» exclamó molesto. «Amo su libro. Yo…»

Ella se miraba aburrida.

«Es tan vulgar,» dijo arrastrando las palabras, «ser entendida por todos.»”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 241].

Y sobre la casa que quiere Lois dijo:

“«Una residencia privada. En el lugar sagrado del Bowery. Tengo el sitio. Lo quería y lo compré, tan simple como eso, o mi tonto abogado la compró para mí, debe conocer a mi abogado, tiene halitosis. No sé cuánto me costará usted, pero eso no es esencial, el dinero es vulgar. El repollo es vulgar también. Debe tener tres pisos y una sala con piso de azulejos… Sin ventanas, recuerde eso cuando dibuje los planos. Sin ventanas, piso de azulejos y cielo negro. Y nada de electricidad. No quiero electricidad en mi hogar, sólo lámparas de keroseno. Lámparas de keroseno con chimeneas y candelas. ¡Al diablo con Thomas Edison! ¿Quién era él de todas formas?»

Sus palabras no le molestaron tanto como su sonrisa. No era una sonrisa, era una permanente mueca burlona elevando las comisuras de los extremos de su larga boca, haciéndola ver como un malicioso, despiadado diablillo.

«Y, Keating, quiero que la casa sea fea. Magníficamente fea.Quiero que sea la casa más fea en Nueva York.»

« ¿La…más fea, señorita Cook?»

« ¡Cariño, lo bello es tan vulgar!»

«Sí, pero… pero yo… bueno, no veo cómo puedo permitirme…»

« ¿Keating, dónde está tú coraje? ¿No eres capaz de un gesto sublime en alguna ocasión? Todos trabajan tan duro y luchan y sufren, tratando de crear belleza, tratando de superar unos a otros en belleza. ¡Superémoslos a todos! Arrojémosles sussudores a sus caras. Destruyamos a todos de un solo golpe. Seamos dioses. Seamos feos. »”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 241].

Keating diseñó la casa como ella quería. Parecía una estructura de un parque de diversiones, con un poco de mármol, un poco de estuco, adornada con gárgolas y linternas de carruajes. Estos dibujos fueron más publicados por más revistas que sus otras obras. Fue alabado con comentarios como: “Peter Keating está mostrando la promesa de ser más que un joven brillante con la habilidad para satisfacer a remilgados magnates de grandes negocios. Se está aventurando en el campo de la experimentación intelectual con un cliente como Lois Cook.”

Sin embargo, nos narra Rand, a Peter Keating le quedo un sabor peculiar que recurría cada vez trabajaba en una estructura importante de la que se sentía orgulloso. No podía identificar la cualidad de la sensación, pero sabía que una parte de ésta era vergüenza. Cuando le confesó esto a Toohey, él rio y dijo:

“«Eso es bueno para ti, Peter. Uno jamás debe permitirse adquirir un sentido exagerado de su propia importancia. No hay necesidad de agobiarse con absolutos.»”

[Ayn Rand. The Fountainhead. Signet, New York, 243].

Rand muestra que el propósito de este juego nihilista, este esnobismo intelectual, es, al final de cuentas, destruir lahonestidad y autoestima de sus víctimas. Por medio de la destrucción de la capacidad de evaluar objetivamente el mundo y de admirar lo superior, las víctimas de esta perfidia, se ven reducidas a la condición pre-ilustrada de inmadurez, que mina la voluntad y el coraje de usar su entendimiento sin la guía de otro. Una vez logrado esto, espera el victimario que resulte sencillo convertirse en su guía y guardián. La pregunta entonces es: ¿por qué están teniendo éxito los destructores de la civilización en este juego macabro? ¿Si el mal es impotente, por qué los que odian lo bueno por ser lo bueno logran atrapar a sus víctimas? ¿Por qué siendo la malicia ineficaz, los hombres no tienen la actitud que Roarktiene hacia Toohey cuando le dice: “Pero yo no pienso en usted”?

Al final Rand encuentra la solución al volver a este problema en La Rebelión de Atlas” en el concepto de “la aprobación de la víctima.”

Con la publicación de “La Rebelión de Atlas” en 1957, Rand se ha deshecho de los últimos vestigios de los errores de Nietzsche integrando sus ideas en su propio sistema filosófico, el Objetivismo. El gran problema de su vida, el dilema de la persona racional en una sociedad irracional,enferma, queda resuelto a su satisfacción por fin. El concepto de “la aprobación de la víctima”, no sólo resuelve la cuestión, sino que le provee el instrumento temático clave para su más grande novela: la huelga de los hombres de la mente.

Continuará.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo