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De tributario a esclavo

María Dolores Arias
11 de diciembre, 2018

La semana pasada escribí cómo se pasa de contribuyente a tributario. Hablé sobre el “lenguaje atolitario” de pagar impuestos como un deber sin una causa justificada, de cómo se necesita implantar la mentalidad de súbdito y además, emplear la violencia legalizada mediante leyes perversas que obliguen a financiar ese sistema.

Ahora bien ¿qué se necesita para pasar de tributario a esclavo? Lo primero que se necesita es “normalizar” la esclavitud de tal forma que no se le identifique como tal, sino como el “costo” de vivir en sociedad. Para empezar, un esclavo, en el contexto político-social, según el Diccionario de la Lengua Española, es alguien que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra.

En esencia, en una sociedad, un esclavo es aquél que no puede actuar acorde a su mejor juicio porque se encuentra bajo la coerción física de otro, llámese amo, dueño, pandilla o gobierno; es decir, no es libre de actuar para conseguir sus fines. No puede ejercer sus derechos individuales a la vida, a la libertad y a la propiedad, estos últimos están a merced del poder de alguien más.

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Para pasar de tributario a esclavo, los políticos necesitan trabajar aún más en nuestra mentalidad, ya no es suficiente ser súbdito, es por eso que es tan importante apropiarse del sistema educativo: es ahí donde se adormecen las mentes, se les enseña a obedecer en lugar de pensar y en especial, a cuestionar.

Se inculca una mentalidad servil, de incapacidad para enfrentar la vida, una mentalidad  en la que el gobierno o los políticos son quienes saben qué es lo mejor para nosotros, por lo que es necesario aprobar leyes que les permitan meterse en nuestras mesas, cocinas e, inclusive, en nuestras camas, para regular nuestro comportamiento.

Para disimular la esclavitud, los políticos otorgan ciertas libertades que realmente son permisos. Por ejemplo, un esclavo “moderno” trabaja para su “patria”, léase políticos en el gobierno, y no para su beneficio, por consiguiente, del fruto de su trabajo sólo recibe una parte y la otra se le retiene para dársela al gobierno al que se debe; o puede que ni siquiera reciba su pago directamente sino que sea el gobierno el que lo reciba y éste le entregue la parte, muy pequeña por cierto, que le corresponde.

Algo así como que yo hago un acuerdo con su gobierno para contratarlo a usted y  en lugar de pagarle a usted, le pago a su gobierno y éste le entrega un pequeño porcentaje de lo que le pagué a su gobierno.

¿Parece un absurdo? No lo es tanto, en especial si analizamos el caso de los médicos cubanos en “misiones” de su gobierno. El más reciente caso fue el programa “Más Medicos” en Brasil.  El gobierno brasileño firmó un acuerdo con el gobierno de Cuba para contratar médicos cubanos, este acuerdo fue supervisado por la Organización Panamericana de la Salud, OPS.  Hasta aquí todo “parece normal”, sin embargo el acuerdo incluía que el pago a los médicos sería a través del gobierno cubano y éste le pagaría al médico.  Algo así como el 75% para el gobierno cubano, el 20% para el médico cubano y el 5% para la OPS.

La mayoría de estos médicos en “misiones”, que duran años, no pueden llevar consigo a su familia, los pueden visitar pero no llevarlos a vivir con ellos, por lo que quedan como una especie de rehenes para garantizar sus ingresos, su regreso y evitar la deserción. Uno se pregunta ¿a cuenta de qué? ¿A caso eso no es otra cosa que esclavitud?

Ayn Rand aclara que el tema, no es si la esclavitud es por una “buena” causa o no, el punto central no es si la dictadura es por los “buenos” versus una dictadura por los “malos”, el punto medular es la libertad versus la dictadura.

Así que un esclavo “moderno” es aquél que le han hecho creer que vive por permiso del amo, la pandilla o banda de politiqueros en el poder; en lugar de vivir por derecho. Un esclavo vive por permisos y no por derecho propio. Su vida no es propia, le pertenece a alguien más. Un esclavo “moderno” se ha tragado el “lenguaje atolitario”.

@Md30

Facebook.com/Mda30

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

De tributario a esclavo

María Dolores Arias
11 de diciembre, 2018

La semana pasada escribí cómo se pasa de contribuyente a tributario. Hablé sobre el “lenguaje atolitario” de pagar impuestos como un deber sin una causa justificada, de cómo se necesita implantar la mentalidad de súbdito y además, emplear la violencia legalizada mediante leyes perversas que obliguen a financiar ese sistema.

Ahora bien ¿qué se necesita para pasar de tributario a esclavo? Lo primero que se necesita es “normalizar” la esclavitud de tal forma que no se le identifique como tal, sino como el “costo” de vivir en sociedad. Para empezar, un esclavo, en el contexto político-social, según el Diccionario de la Lengua Española, es alguien que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra.

En esencia, en una sociedad, un esclavo es aquél que no puede actuar acorde a su mejor juicio porque se encuentra bajo la coerción física de otro, llámese amo, dueño, pandilla o gobierno; es decir, no es libre de actuar para conseguir sus fines. No puede ejercer sus derechos individuales a la vida, a la libertad y a la propiedad, estos últimos están a merced del poder de alguien más.

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Se inculca una mentalidad servil, de incapacidad para enfrentar la vida, una mentalidad  en la que el gobierno o los políticos son quienes saben qué es lo mejor para nosotros, por lo que es necesario aprobar leyes que les permitan meterse en nuestras mesas, cocinas e, inclusive, en nuestras camas, para regular nuestro comportamiento.

Para disimular la esclavitud, los políticos otorgan ciertas libertades que realmente son permisos. Por ejemplo, un esclavo “moderno” trabaja para su “patria”, léase políticos en el gobierno, y no para su beneficio, por consiguiente, del fruto de su trabajo sólo recibe una parte y la otra se le retiene para dársela al gobierno al que se debe; o puede que ni siquiera reciba su pago directamente sino que sea el gobierno el que lo reciba y éste le entregue la parte, muy pequeña por cierto, que le corresponde.

Algo así como que yo hago un acuerdo con su gobierno para contratarlo a usted y  en lugar de pagarle a usted, le pago a su gobierno y éste le entrega un pequeño porcentaje de lo que le pagué a su gobierno.

¿Parece un absurdo? No lo es tanto, en especial si analizamos el caso de los médicos cubanos en “misiones” de su gobierno. El más reciente caso fue el programa “Más Medicos” en Brasil.  El gobierno brasileño firmó un acuerdo con el gobierno de Cuba para contratar médicos cubanos, este acuerdo fue supervisado por la Organización Panamericana de la Salud, OPS.  Hasta aquí todo “parece normal”, sin embargo el acuerdo incluía que el pago a los médicos sería a través del gobierno cubano y éste le pagaría al médico.  Algo así como el 75% para el gobierno cubano, el 20% para el médico cubano y el 5% para la OPS.

La mayoría de estos médicos en “misiones”, que duran años, no pueden llevar consigo a su familia, los pueden visitar pero no llevarlos a vivir con ellos, por lo que quedan como una especie de rehenes para garantizar sus ingresos, su regreso y evitar la deserción. Uno se pregunta ¿a cuenta de qué? ¿A caso eso no es otra cosa que esclavitud?

Ayn Rand aclara que el tema, no es si la esclavitud es por una “buena” causa o no, el punto central no es si la dictadura es por los “buenos” versus una dictadura por los “malos”, el punto medular es la libertad versus la dictadura.

Así que un esclavo “moderno” es aquél que le han hecho creer que vive por permiso del amo, la pandilla o banda de politiqueros en el poder; en lugar de vivir por derecho. Un esclavo vive por permisos y no por derecho propio. Su vida no es propia, le pertenece a alguien más. Un esclavo “moderno” se ha tragado el “lenguaje atolitario”.

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República es ajena a la opinión expresada en este artículo