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Todos los cretenses son mentirosos

Redacción República
22 de febrero, 2019

Estudiando lógica, laparadoja de Epiménides, a veces llamada paradoja del mentiroso, es ladeclaración de un mentiroso que afirma que está mintiendo.

La paradoja, nombrada asípor el filósofo cretense Epiménides (alrededor del 600 AC) funciona así:Epiménides declara que “todos los cretenses son mentirosos”, pero como él escretense entonces es mentiroso. Y, siendo mentiroso, su afirmación debe serfalsa; por tanto todos los cretenses son veraces.

Los científicos socialesutilizan a menudo la paradoja del mentiroso para ilustrar el problema de laautorreferencia en la cual procesamos información acorde a nuestrasinclinaciones. Deberíamos ser racionales, pero nos falta racionalidad.Consumiendo información no ampliamos la exactitud de nuestras opiniones, sinoreforzamos nuestras creencias. El fenómeno se comprueba totalmente en lasopiniones políticas expresadas por columnistas y comentaristas en los medios.

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Nos auto engañamos y nos equivocamosbastante sobre la profundidad de nuestro conocimiento del mundo. Sipreguntáramos a una muestra de personas al azar si entienden cómo funcionasu  reloj pulsera la mayoría responderíaque sí. Pero si les pidiéramos una explicación detallada de cómo es que nosdice la hora es improbable recibir una explicación rigurosa. Los científicossociales llaman esta inclinación Ilusiónde Profundidad Explicativa. “La mayoría de las personas sienten queentienden el mundo con mayor detalle, coherencia y profundidad que lo querealmente piensan” (Rozenblit y Keil). En jerga cubana,  piensan que “se las saben todas”.

Encuestas confirman que lamayoría de los americanos limitan sus lecturas a fuentes destiladas y atitulares. Si se les pide explicaciones detalladas sobre, digamos, gastogubernamental, su conocimiento cae dramáticamente. Nuestro consumo deconocimiento no es profundo. Y los más arrogantes comentaristas están a menudoentre los más ignorantes, quienes nunca consideran que deben informarse ojustificar sus argumentos. El psicólogo social David Dunning ha mostrado quelos menos eficientes en pruebas de razonamiento lógico son los más propensos asobreestimar sus calificaciones en ellas.

Dan Kahan, Profesor deDerecho en Yale, y sus colegas, han realizado trabajos fascinantes mostrandocómo nuestras visiones políticas corrompen nuestro razonamiento. En un estudio,las personas fueron evaluadas por adelantado sobre sus posiciones políticas yhabilidades de razonamiento matemático. A los participantes se les pidióentonces resolver un problema que requería interpretar los resultados de unfalso estudio científico.

En realidad eran dosestudios falsos con los mismos datos numéricos. Uno se describía como midiendola efectividad de una nueva crema para tratamiento de erupciones en la piel. Elotro como una ley prohibiendo portar armas ocultas en público. Téngase encuenta que ambos estudios eran idénticos en datos y resultados. Ambospresentaban la misma información; la única diferencia era la descripción deltema de estudio.

Los participantes analizandolos datos sobre “crema dermatológica” no mostraron diferencia en sus análisis fueranDemócratas o Republicanos. No tenían prejuicios en su interpretación de losdatos. En contraste, los participantes que analizaron el “control de armas”divergían entre ellos de acuerdo a sus opiniones políticas. Interesantemente,los encuestados más sofisticados matemáticamente, Republicanos y Demócratas,mostraron los mayores prejuicios.

El Profesor Kahan planteaque cuando los participantes sentían que una respuesta era contraria a suscriterios ideológicos escudriñaban más los datos tratando de figurarse otra víapara entenderlos. Cuando la respuesta era políticamente conveniente la sentíanbien y no necesitaban investigación adicional. Los psicólogos han demostradoque razonamos directamente hacia una conclusión preferida en vez de guiarnospor los datos a dondequiera que nos lleven. Este es el caso de muchoscolumnistas y comentaristas.

Políticamente siempre vemosmás insuficiencias en el otro lado. Los títulos de dos artículos discutiendo eltrabajo del Dr. Kahan lo demuestran: “Cómo la política nos hace estúpidos” (E.Klein), y “La ciencia confirma: la política arruina tu habilidad matemática”(C. Mooney).

El trabajo de Kahandemuestra que nuestras inclinaciones políticas sesgan así nuestro razonamiento;no debemos tratar nuestras preferencias partidistas como valores filosóficosirrefutables. Nuestras preferencias partidistas son hipótesis a evaluar continuamente.Necesitamos una cultura política de razones. Que no considere que todos loscretenses sean mentirosos o veraces.

El ultimo librodel Dr. Azel es “Libertad para novatos”.

Todos los cretenses son mentirosos

Redacción República
22 de febrero, 2019

Estudiando lógica, laparadoja de Epiménides, a veces llamada paradoja del mentiroso, es ladeclaración de un mentiroso que afirma que está mintiendo.

La paradoja, nombrada asípor el filósofo cretense Epiménides (alrededor del 600 AC) funciona así:Epiménides declara que “todos los cretenses son mentirosos”, pero como él escretense entonces es mentiroso. Y, siendo mentiroso, su afirmación debe serfalsa; por tanto todos los cretenses son veraces.

Los científicos socialesutilizan a menudo la paradoja del mentiroso para ilustrar el problema de laautorreferencia en la cual procesamos información acorde a nuestrasinclinaciones. Deberíamos ser racionales, pero nos falta racionalidad.Consumiendo información no ampliamos la exactitud de nuestras opiniones, sinoreforzamos nuestras creencias. El fenómeno se comprueba totalmente en lasopiniones políticas expresadas por columnistas y comentaristas en los medios.

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Nos auto engañamos y nos equivocamosbastante sobre la profundidad de nuestro conocimiento del mundo. Sipreguntáramos a una muestra de personas al azar si entienden cómo funcionasu  reloj pulsera la mayoría responderíaque sí. Pero si les pidiéramos una explicación detallada de cómo es que nosdice la hora es improbable recibir una explicación rigurosa. Los científicossociales llaman esta inclinación Ilusiónde Profundidad Explicativa. “La mayoría de las personas sienten queentienden el mundo con mayor detalle, coherencia y profundidad que lo querealmente piensan” (Rozenblit y Keil). En jerga cubana,  piensan que “se las saben todas”.

Encuestas confirman que lamayoría de los americanos limitan sus lecturas a fuentes destiladas y atitulares. Si se les pide explicaciones detalladas sobre, digamos, gastogubernamental, su conocimiento cae dramáticamente. Nuestro consumo deconocimiento no es profundo. Y los más arrogantes comentaristas están a menudoentre los más ignorantes, quienes nunca consideran que deben informarse ojustificar sus argumentos. El psicólogo social David Dunning ha mostrado quelos menos eficientes en pruebas de razonamiento lógico son los más propensos asobreestimar sus calificaciones en ellas.

Dan Kahan, Profesor deDerecho en Yale, y sus colegas, han realizado trabajos fascinantes mostrandocómo nuestras visiones políticas corrompen nuestro razonamiento. En un estudio,las personas fueron evaluadas por adelantado sobre sus posiciones políticas yhabilidades de razonamiento matemático. A los participantes se les pidióentonces resolver un problema que requería interpretar los resultados de unfalso estudio científico.

En realidad eran dosestudios falsos con los mismos datos numéricos. Uno se describía como midiendola efectividad de una nueva crema para tratamiento de erupciones en la piel. Elotro como una ley prohibiendo portar armas ocultas en público. Téngase encuenta que ambos estudios eran idénticos en datos y resultados. Ambospresentaban la misma información; la única diferencia era la descripción deltema de estudio.

Los participantes analizandolos datos sobre “crema dermatológica” no mostraron diferencia en sus análisis fueranDemócratas o Republicanos. No tenían prejuicios en su interpretación de losdatos. En contraste, los participantes que analizaron el “control de armas”divergían entre ellos de acuerdo a sus opiniones políticas. Interesantemente,los encuestados más sofisticados matemáticamente, Republicanos y Demócratas,mostraron los mayores prejuicios.

El Profesor Kahan planteaque cuando los participantes sentían que una respuesta era contraria a suscriterios ideológicos escudriñaban más los datos tratando de figurarse otra víapara entenderlos. Cuando la respuesta era políticamente conveniente la sentíanbien y no necesitaban investigación adicional. Los psicólogos han demostradoque razonamos directamente hacia una conclusión preferida en vez de guiarnospor los datos a dondequiera que nos lleven. Este es el caso de muchoscolumnistas y comentaristas.

Políticamente siempre vemosmás insuficiencias en el otro lado. Los títulos de dos artículos discutiendo eltrabajo del Dr. Kahan lo demuestran: “Cómo la política nos hace estúpidos” (E.Klein), y “La ciencia confirma: la política arruina tu habilidad matemática”(C. Mooney).

El trabajo de Kahandemuestra que nuestras inclinaciones políticas sesgan así nuestro razonamiento;no debemos tratar nuestras preferencias partidistas como valores filosóficosirrefutables. Nuestras preferencias partidistas son hipótesis a evaluar continuamente.Necesitamos una cultura política de razones. Que no considere que todos loscretenses sean mentirosos o veraces.

El ultimo librodel Dr. Azel es “Libertad para novatos”.