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Basta de analogías con Hitler

Jose Azel
18 de noviembre, 2019

Reductio ad Hitlerum, por reducción a Hitler, es un término acuñado en 1951 por el profesor de la Universidad de Chicago Leo Strauss (1899-1973). Con Reductio ad Hitlerum el profesor Strauss quería mostrar que jugar la carta nazi es un intento de invalidar la posición de alguien basándose en que ese mismo criterio lo sostenía Adolfo Hitler o el Partido Nazi. Por ejemplo, Alemania nazi estaba contra el fumar; si usted también lo está, usted es un nazi. O, Hitler era vegetariano, entonces el vegetarianismo es malo. Esencialmente, Reductio ad Hitlerum es una técnica de socavar el debate acusando al oponente de ser nazi.

De acuerdo a Strauss, una visión no se refuta por el hecho de que haya sido compartida por Hitler, y Reductio ad Hitlerum propone un injusto razonamiento de culpa por asociación. Si una política es similar a una que defendió Hitler, entonces eso prueba que tal política es indeseable. Reductio ad Hitlerum también toma la forma de impugnar ideas deliberadamente implicando que Hitler sostenía ideas similares. El comentarista Glen Beck es criticado a menudo por utilizar Reductio ad Hitlerum, por ejemplo comparando el Fondo Nacional para las Artes del gobierno de EEUU con el Ministerio de Propaganda de Hitler bajo Joseph Goebbels.

A veces, ambas partes en una discusión acusan irreflexivamente a la otra de conducta tipo Hitler. Por ejemplo, los defensores de poseer armas por la Segunda Enmienda destacan que Hitler, el dictador, realizó confiscaciones masivas de armas. Igualmente, los que apoyan el control de armas acusan a sus adversarios de conductas tipo Hitler al desear desregular la propiedad de las armas.

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Sucede que, cuando Hitler asumió el poder, la propiedad de las armas estaba restringida bajo las provisiones de control de armas impuestas por el Tratado de Versailles de 1919, y Hitler desreguló la adquisición de armas largas y municiones. Realmente, Alemania fue desarmada bajo la Ocupación Aliada al final de la Segunda Guerra Mundial.

Existe incluso una regla para el uso de analogías con Hitler. La ley de Godwin, promulgada por el abogado y autor americano Mike Godwin, es un adagio en internet afirmando que: “Si una discusión se prolonga, la posibilidad de una comparación envolviendo a Hitler se aproxima al 100%”. En otras palabras, independientemente del tópico, si una discusión se extiende demasiado alguien comparará al otro o a algo de conducta tipo Hitler.

Godwin introdujo este principio como herramienta “memética” esperando reducir la incidencia de inapropiadas comparaciones hiperbólicas con Hitler. Como resultado, se ha desarrollado una tradición en grupos de noticias y otros foros de discusión, de que cuando se hace una comparación con Hitler termina la discusión y quien hizo la comparación pierde el debate. Excelente idea.

Los presidentes Trump y Obama han sido víctimas de acusaciones de Reducción a Hitler. Quienes lo hacen pretenden acusarlos de pura maldad. Pero el problema con Reducción a Hitler en política y otros debates cotidianos es que trivializa la verdadera pura maldad del Holocausto. Como tal, acusaciones de Reducción a Hitler son ofensivas a la comunidad judía y a quienes han sufrido las consecuencias de la ideología nazi.

La ideología nazi unió elementos de antisemitismo, higiene racial y eugenesia. Combinó esos conceptos aborrecibles con pangermanismo y expansionismo territorial. Reducir a Hitler es una acusación perezosa, poco imaginativa. No es intelectualmente aceptable demonizar oponentes sobre diferencias políticas intrascendentes asociándolos con los horrores del Holocausto. 

He visitado los campos de concentración y exterminio en Auschwitz y Brzezinka, donde murieron al menos 1.1 millones de personas, 90% de ellos judíos.  He caminado en silencio sombrío entre las exhibiciones y los barracones que destacan la brutalidad nazi, expuestas en primera persona por sobrevivientes como Elie Wiesel y Viktor Frankl. Y considero espantoso que elijamos criticar las posiciones políticas de alguien refiriéndonos a las atrocidades de Auschwitz.

Durante la Segunda Guerra Mundial los Aliados fallaron al no actuar sobre informes del barbarismo que tenía lugar en Auschwitz. Es irónico que, de nuevo, disminuyamos la barbarie nazi con la utilización frívola de analogías nazis. Es hora de eliminar Reducción a Hitler de nuestros discursos y escritos. 


El último libro del Dr. Azel es “Libertad para Novatos”


Basta de analogías con Hitler

Jose Azel
18 de noviembre, 2019

Reductio ad Hitlerum, por reducción a Hitler, es un término acuñado en 1951 por el profesor de la Universidad de Chicago Leo Strauss (1899-1973). Con Reductio ad Hitlerum el profesor Strauss quería mostrar que jugar la carta nazi es un intento de invalidar la posición de alguien basándose en que ese mismo criterio lo sostenía Adolfo Hitler o el Partido Nazi. Por ejemplo, Alemania nazi estaba contra el fumar; si usted también lo está, usted es un nazi. O, Hitler era vegetariano, entonces el vegetarianismo es malo. Esencialmente, Reductio ad Hitlerum es una técnica de socavar el debate acusando al oponente de ser nazi.

De acuerdo a Strauss, una visión no se refuta por el hecho de que haya sido compartida por Hitler, y Reductio ad Hitlerum propone un injusto razonamiento de culpa por asociación. Si una política es similar a una que defendió Hitler, entonces eso prueba que tal política es indeseable. Reductio ad Hitlerum también toma la forma de impugnar ideas deliberadamente implicando que Hitler sostenía ideas similares. El comentarista Glen Beck es criticado a menudo por utilizar Reductio ad Hitlerum, por ejemplo comparando el Fondo Nacional para las Artes del gobierno de EEUU con el Ministerio de Propaganda de Hitler bajo Joseph Goebbels.

A veces, ambas partes en una discusión acusan irreflexivamente a la otra de conducta tipo Hitler. Por ejemplo, los defensores de poseer armas por la Segunda Enmienda destacan que Hitler, el dictador, realizó confiscaciones masivas de armas. Igualmente, los que apoyan el control de armas acusan a sus adversarios de conductas tipo Hitler al desear desregular la propiedad de las armas.

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Sucede que, cuando Hitler asumió el poder, la propiedad de las armas estaba restringida bajo las provisiones de control de armas impuestas por el Tratado de Versailles de 1919, y Hitler desreguló la adquisición de armas largas y municiones. Realmente, Alemania fue desarmada bajo la Ocupación Aliada al final de la Segunda Guerra Mundial.

Existe incluso una regla para el uso de analogías con Hitler. La ley de Godwin, promulgada por el abogado y autor americano Mike Godwin, es un adagio en internet afirmando que: “Si una discusión se prolonga, la posibilidad de una comparación envolviendo a Hitler se aproxima al 100%”. En otras palabras, independientemente del tópico, si una discusión se extiende demasiado alguien comparará al otro o a algo de conducta tipo Hitler.

Godwin introdujo este principio como herramienta “memética” esperando reducir la incidencia de inapropiadas comparaciones hiperbólicas con Hitler. Como resultado, se ha desarrollado una tradición en grupos de noticias y otros foros de discusión, de que cuando se hace una comparación con Hitler termina la discusión y quien hizo la comparación pierde el debate. Excelente idea.

Los presidentes Trump y Obama han sido víctimas de acusaciones de Reducción a Hitler. Quienes lo hacen pretenden acusarlos de pura maldad. Pero el problema con Reducción a Hitler en política y otros debates cotidianos es que trivializa la verdadera pura maldad del Holocausto. Como tal, acusaciones de Reducción a Hitler son ofensivas a la comunidad judía y a quienes han sufrido las consecuencias de la ideología nazi.

La ideología nazi unió elementos de antisemitismo, higiene racial y eugenesia. Combinó esos conceptos aborrecibles con pangermanismo y expansionismo territorial. Reducir a Hitler es una acusación perezosa, poco imaginativa. No es intelectualmente aceptable demonizar oponentes sobre diferencias políticas intrascendentes asociándolos con los horrores del Holocausto. 

He visitado los campos de concentración y exterminio en Auschwitz y Brzezinka, donde murieron al menos 1.1 millones de personas, 90% de ellos judíos.  He caminado en silencio sombrío entre las exhibiciones y los barracones que destacan la brutalidad nazi, expuestas en primera persona por sobrevivientes como Elie Wiesel y Viktor Frankl. Y considero espantoso que elijamos criticar las posiciones políticas de alguien refiriéndonos a las atrocidades de Auschwitz.

Durante la Segunda Guerra Mundial los Aliados fallaron al no actuar sobre informes del barbarismo que tenía lugar en Auschwitz. Es irónico que, de nuevo, disminuyamos la barbarie nazi con la utilización frívola de analogías nazis. Es hora de eliminar Reducción a Hitler de nuestros discursos y escritos. 


El último libro del Dr. Azel es “Libertad para Novatos”