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La desconfianza en el capitalismo

María Dolores Arias
29 de enero, 2020

Recientemente se publicaron los resultados del Barómetro de Confianza Edelman 2020, uno de sus resultados fue que el 56% de la muestra consideraba que “el capitalismo, como actualmente existe, hace más daño que bien en el mundo”. 

Según esta encuesta, el escepticismo acerca de la justicia del actual sistema está creciendo. Por lo que la percepción de las instituciones evaluadas; gobierno, empresas, ONG’s y medios, es que sirven cada vez más a los intereses de unos cuantos por encima del resto. Siendo el gobierno, la institución que, más que cualquiera de las restantes, es la que se percibe como la más injusta mientras que las empresas son las que mejor salieron evaluadas.

Me resulta contradictorio que por un lado el 58% confía en las empresas, siendo la mejor evaluada, pero por otro lado hay 56% que considera dañino al capitalismo. El titular de un medio indicaba que el estudio revelaba que la población confiaba más en las empresas, pero no en el capitalismo, ejemplifica lo contradictorio del asunto.

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Si unimos algunos de estos elementos podemos comprender que el término “el capitalismo que actualmente existe” no se refiere precisamente al capitalismo sino al sistema benefactor-mercantilista. Es común, lo cual no lo hace correcto, confundir un sistema con el otro, para beneficio de los mercantilistas.

El capitalismo, bien entendido, es un sistema basado en el respeto a los derechos individuales, tales como la vida, la propiedad y la libertad. Por consiguiente, al respetar el derecho a la vida, protege la libertad de actuar para sustentar la misma. Es decir, actuar para “ganarse la vida” y con ello promueve el respeto al producto de esa acción, es decir, la propiedad.

Ahora bien, si un sistema promueve que el producto de tu acción no es tuyo, es decir; el fruto de tu trabajo no es tuyo sino le pertenece a alguien más, está promoviendo violar tu derecho a la propiedad, a la libertad de decir qué hacer con el fruto de trabajo y en sus últimas consecuencias a tu derecho a la vida.  Lo cual es incompatible con el capitalismo, no así con el sistema benefactor-mercantilista.

Si consideramos que las empresas, dirigidas por empresarios, surgen y se desarrollan mejor en sociedades donde se respetan los derechos individuales, siendo esta la base del capitalismo, no me hace sentido confiar en las empresas y desconfiar del capitalismo. Las empresas que compiten por mejorar la calidad de vida de sus clientes, que buscan intercambios libre y voluntarios, necesitan de un sistema que promueva la libertad de actuar para innovar y perseguir fines, que respete el éxito o fracaso en la búsqueda de sus fines. 

Confundir el capitalismo con el sistema benefactor-mercantilista tiene consecuencias desastrosas para su futuro, ya que en lugar de desconfiar de la raíz del problema es muy probable que lo considere la solución y no la causa de este. Es como querer combatir la corrupción con más gobierno.

Desconfiar de un sistema benefactor-mercantilista disfrazado de capitalismo, puede hacernos pensar que lo que necesitamos es menos respeto a la libertad, a la vida y a la propiedad y terminemos dándole más poder al gobierno para que viole estos derechos con la excusa de la igualdad material.

@Md30

Facebook.com/Mda30 


La desconfianza en el capitalismo

María Dolores Arias
29 de enero, 2020

Recientemente se publicaron los resultados del Barómetro de Confianza Edelman 2020, uno de sus resultados fue que el 56% de la muestra consideraba que “el capitalismo, como actualmente existe, hace más daño que bien en el mundo”. 

Según esta encuesta, el escepticismo acerca de la justicia del actual sistema está creciendo. Por lo que la percepción de las instituciones evaluadas; gobierno, empresas, ONG’s y medios, es que sirven cada vez más a los intereses de unos cuantos por encima del resto. Siendo el gobierno, la institución que, más que cualquiera de las restantes, es la que se percibe como la más injusta mientras que las empresas son las que mejor salieron evaluadas.

Me resulta contradictorio que por un lado el 58% confía en las empresas, siendo la mejor evaluada, pero por otro lado hay 56% que considera dañino al capitalismo. El titular de un medio indicaba que el estudio revelaba que la población confiaba más en las empresas, pero no en el capitalismo, ejemplifica lo contradictorio del asunto.

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Si unimos algunos de estos elementos podemos comprender que el término “el capitalismo que actualmente existe” no se refiere precisamente al capitalismo sino al sistema benefactor-mercantilista. Es común, lo cual no lo hace correcto, confundir un sistema con el otro, para beneficio de los mercantilistas.

El capitalismo, bien entendido, es un sistema basado en el respeto a los derechos individuales, tales como la vida, la propiedad y la libertad. Por consiguiente, al respetar el derecho a la vida, protege la libertad de actuar para sustentar la misma. Es decir, actuar para “ganarse la vida” y con ello promueve el respeto al producto de esa acción, es decir, la propiedad.

Ahora bien, si un sistema promueve que el producto de tu acción no es tuyo, es decir; el fruto de tu trabajo no es tuyo sino le pertenece a alguien más, está promoviendo violar tu derecho a la propiedad, a la libertad de decir qué hacer con el fruto de trabajo y en sus últimas consecuencias a tu derecho a la vida.  Lo cual es incompatible con el capitalismo, no así con el sistema benefactor-mercantilista.

Si consideramos que las empresas, dirigidas por empresarios, surgen y se desarrollan mejor en sociedades donde se respetan los derechos individuales, siendo esta la base del capitalismo, no me hace sentido confiar en las empresas y desconfiar del capitalismo. Las empresas que compiten por mejorar la calidad de vida de sus clientes, que buscan intercambios libre y voluntarios, necesitan de un sistema que promueva la libertad de actuar para innovar y perseguir fines, que respete el éxito o fracaso en la búsqueda de sus fines. 

Confundir el capitalismo con el sistema benefactor-mercantilista tiene consecuencias desastrosas para su futuro, ya que en lugar de desconfiar de la raíz del problema es muy probable que lo considere la solución y no la causa de este. Es como querer combatir la corrupción con más gobierno.

Desconfiar de un sistema benefactor-mercantilista disfrazado de capitalismo, puede hacernos pensar que lo que necesitamos es menos respeto a la libertad, a la vida y a la propiedad y terminemos dándole más poder al gobierno para que viole estos derechos con la excusa de la igualdad material.

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