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El problema del autoritarismo

Carlos Díaz-Durán
21 de febrero, 2020

A pesar de algunas diferencias culturales y rasgos que nos distinguen, los centroamericanos tenemos muchos aspectos comunes. Uno de ellos resulta preocupante y ha resurgido en estos años, en mi opinión, como consecuencia de una tendencia mundial: la inclinación al autoritarismo. Esta característica se manifestó hace unos días en El Salvador con la irrupción de Nayib Bukele acompañado del ejército en el Congreso salvadoreño. 

En Guatemala, se manifestó unos días después con la aprobación por parte del Congreso de una ley que podría afectar la libertad de asociación y que permitiría la intervención estatal en las ONG´s; si bien estas se han utilizado con fines políticos, darles poder a los gobernantes de turno sobre ellas no soluciona el problema, al contrario, lo podría agravar. De más está mencionar a Honduras y Nicaragua, cuyos gobiernos actuales son a todas luces autoritarios. 

No es extraño escuchar a las personas en pláticas cotidianas sugerir soluciones a todos nuestros males que pasan por un gobierno autoritario. El problema con el autoritarismo es que nos gusta, en la medida que la persona que tiene el control es afín a nosotros o en cierta forma simpatizamos con ella ideológicamente. Sin embargo, nos parece terrible cuando la persona que está en el poder no nos agrada. Las medidas autoritarias abren la puerta a que, aunque hoy nos agraden los resultados a corto plazo que estamos viendo, mañana seamos nosotros los afectados o los que estemos sufriendo atropellos a nuestros derechos fundamentales. 

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El poder público debe ser limitado, aunque en algunos momentos nos sintamos atraídos a volverlo casi ilimitado para arreglar alguno de nuestros tantos problemas. Es suficiente con ver un poco la historia de la humanidad, el poder ilimitado termina siempre con alguna atrocidad. Como lo dijo Lord Acton de forma insuperable: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.” 

Las instituciones sólidas, las normas claras y un correcto balance y control cruzado de poderes ayudan en gran medida a evitar estos autoritarismos. Como ciudadanos, debemos siempre mantenernos atentos y vigilantes para que el poder público se mantenga limitado. Debemos fortalecer las instituciones para evitar que surjan personajes que se aprovechen de su debilidad para llevar a cabo medidas que nos lleven al autoritarismo. 

Debemos procurar y exigir leyes que sirvan para preservar nuestras libertades, no para restringirlas aún más. “¿Qué es, pues, la ley? Es la organización colectiva del derecho individual de legítima defensa” escribió Frederic Bastiat en su ensayo titulado La Ley, en el que desarrolla las perversiones de las leyes. Las leyes deben ser una herramienta para los ciudadanos, no una herramienta de poder sobre los ciudadanos. La aplicación de estas leyes debe ser uniforme, clara y previsible, para que a sí se logre construir un verdadero Estado de Derecho.

Finalmente recordemos que las medidas autoritarias no se dan solo en los organismos ejecutivos y legislativos. Hemos visto acciones autoritarias en los últimos años también a nivel judicial, las resoluciones arbitrarias y no apegadas a derecho, también son una forma de autoritarismo. No permitamos el autoritarismo de ningún tipo, recordemos una vez más que, aunque hoy nos parezca bien una medida autoritaria, mañana podríamos ser nosotros los afectados. 

El problema del autoritarismo

Carlos Díaz-Durán
21 de febrero, 2020

A pesar de algunas diferencias culturales y rasgos que nos distinguen, los centroamericanos tenemos muchos aspectos comunes. Uno de ellos resulta preocupante y ha resurgido en estos años, en mi opinión, como consecuencia de una tendencia mundial: la inclinación al autoritarismo. Esta característica se manifestó hace unos días en El Salvador con la irrupción de Nayib Bukele acompañado del ejército en el Congreso salvadoreño. 

En Guatemala, se manifestó unos días después con la aprobación por parte del Congreso de una ley que podría afectar la libertad de asociación y que permitiría la intervención estatal en las ONG´s; si bien estas se han utilizado con fines políticos, darles poder a los gobernantes de turno sobre ellas no soluciona el problema, al contrario, lo podría agravar. De más está mencionar a Honduras y Nicaragua, cuyos gobiernos actuales son a todas luces autoritarios. 

No es extraño escuchar a las personas en pláticas cotidianas sugerir soluciones a todos nuestros males que pasan por un gobierno autoritario. El problema con el autoritarismo es que nos gusta, en la medida que la persona que tiene el control es afín a nosotros o en cierta forma simpatizamos con ella ideológicamente. Sin embargo, nos parece terrible cuando la persona que está en el poder no nos agrada. Las medidas autoritarias abren la puerta a que, aunque hoy nos agraden los resultados a corto plazo que estamos viendo, mañana seamos nosotros los afectados o los que estemos sufriendo atropellos a nuestros derechos fundamentales. 

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El poder público debe ser limitado, aunque en algunos momentos nos sintamos atraídos a volverlo casi ilimitado para arreglar alguno de nuestros tantos problemas. Es suficiente con ver un poco la historia de la humanidad, el poder ilimitado termina siempre con alguna atrocidad. Como lo dijo Lord Acton de forma insuperable: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.” 

Las instituciones sólidas, las normas claras y un correcto balance y control cruzado de poderes ayudan en gran medida a evitar estos autoritarismos. Como ciudadanos, debemos siempre mantenernos atentos y vigilantes para que el poder público se mantenga limitado. Debemos fortalecer las instituciones para evitar que surjan personajes que se aprovechen de su debilidad para llevar a cabo medidas que nos lleven al autoritarismo. 

Debemos procurar y exigir leyes que sirvan para preservar nuestras libertades, no para restringirlas aún más. “¿Qué es, pues, la ley? Es la organización colectiva del derecho individual de legítima defensa” escribió Frederic Bastiat en su ensayo titulado La Ley, en el que desarrolla las perversiones de las leyes. Las leyes deben ser una herramienta para los ciudadanos, no una herramienta de poder sobre los ciudadanos. La aplicación de estas leyes debe ser uniforme, clara y previsible, para que a sí se logre construir un verdadero Estado de Derecho.

Finalmente recordemos que las medidas autoritarias no se dan solo en los organismos ejecutivos y legislativos. Hemos visto acciones autoritarias en los últimos años también a nivel judicial, las resoluciones arbitrarias y no apegadas a derecho, también son una forma de autoritarismo. No permitamos el autoritarismo de ningún tipo, recordemos una vez más que, aunque hoy nos parezca bien una medida autoritaria, mañana podríamos ser nosotros los afectados.