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Una cosa es exigir justicia y otra privilegios

María Dolores Arias
11 de marzo, 2020

Es innegable que ha habido un largo trecho recorrido por las mujeres para reivindicar sus derechos, que las mujeres han tenido que ganarse espacios en la vida pública y que se ha luchado por combatir las injusticias que genera el trato desigual. Pero de eso a exigir cuotas de poder y usar la violencia como medio de presión; hay mucha diferencia.

Para empezar, es importante aclarar que el inicio del uso de la violencia es despreciable. Por lo general quién la inicia es una persona cobarde e irracional que aprovecha su fuerza para imponerse ante el otro, ya que carece de los argumentos para persuadir a su víctima y opta por imponerse usando, literalmente, la fuerza bruta.  

Es por eso que la búsqueda de justicia por parte de quiénes han sido violentados, ya sean hombres, mujeres o niños; es por demás entendible y avalada; lo mismo sucede con los familiares que buscan el esclarecimiento de asesinatos, violaciones y demás vejámenes cometidos en contra de sus familiares.

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Exigir a las autoridades que cumplan con su función, brindar seguridad y justicia, es algo en lo que muchos estamos dispuestos a unirnos.  Exigir justicia, que no venganza, es parte importante en una sociedad que quiere convivir en paz. Sin embargo, por desgracia de las víctimas y sus familiares, algunos grupos de oportunistas se han sumado a estos reclamos para impulsar sus agendas políticas, para justificar el uso de la violencia, para destruir propiedad pública y privada con la violencia que dicen repudiar.

El inicio del uso de la violencia hacia cualquiera debe ser repudiada y castigada, eso es innegable.  Exigir a las autoridades que hagan su trabajo y protejan la vida, la propiedad y libertad de los ciudadanos es otro hecho innegable en el que muchos estaremos de acuerdo.

Sin embargo, la tergiversación del feminismo es otro tema.  El feminismo inicial buscaba la emancipación de la mujer, buscaba que fuera considerada como un ser libre, responsable y tratada igual que los hombres ante la Ley. Gracias a este feminismo, las mujeres ahora podemos hacer cosas, que damos por hecho pero que costaron mucho esfuerzo lograrlo, como votar, realizar contratos, adquirir propiedad privada, salir del país sin pedir permiso a nadie.

Aún falta mucho por hacer, especialmente en el tema cultural y personal, cambiar paradigmas personales, familiares, hacer el esfuerzo para educar, en lo personal, a niños y jóvenes seguros de sí mismo. Motivar a las niñas a lograr sus sueños, educarlas para que sean líderes de sí mismas. Romper el ciclo machista en casa. 

En el ámbito laboral fomentar una cultura de cero tolerancia al acoso de cualquier tipo, promover la transparencia en las promociones y ascensos, en los puestos.  Trabajar en una cultura organizacional que acepte la diversidad como un beneficio y potencial diferenciador.  

Las mujeres, al igual que los hombres, tienen mucho que aportar a la sociedad, es a través de un trato justo e igual ante la Ley como se logrará esa emancipación no sólo de la tutela patriarcal sino también del Estado.  Las cuotas y privilegios lo que hacen es arraigar aún más la idea que no podemos solas, que necesitamos de papá gobierno para salir adelante.

Como mencioné al principio, una cosa es marchar para exigir justicia para las víctimas de acoso y de violencia; y otra es usar la violencia para exigir privilegios.

@Md30

Facebook.com/Mda30 


Una cosa es exigir justicia y otra privilegios

María Dolores Arias
11 de marzo, 2020

Es innegable que ha habido un largo trecho recorrido por las mujeres para reivindicar sus derechos, que las mujeres han tenido que ganarse espacios en la vida pública y que se ha luchado por combatir las injusticias que genera el trato desigual. Pero de eso a exigir cuotas de poder y usar la violencia como medio de presión; hay mucha diferencia.

Para empezar, es importante aclarar que el inicio del uso de la violencia es despreciable. Por lo general quién la inicia es una persona cobarde e irracional que aprovecha su fuerza para imponerse ante el otro, ya que carece de los argumentos para persuadir a su víctima y opta por imponerse usando, literalmente, la fuerza bruta.  

Es por eso que la búsqueda de justicia por parte de quiénes han sido violentados, ya sean hombres, mujeres o niños; es por demás entendible y avalada; lo mismo sucede con los familiares que buscan el esclarecimiento de asesinatos, violaciones y demás vejámenes cometidos en contra de sus familiares.

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Exigir a las autoridades que cumplan con su función, brindar seguridad y justicia, es algo en lo que muchos estamos dispuestos a unirnos.  Exigir justicia, que no venganza, es parte importante en una sociedad que quiere convivir en paz. Sin embargo, por desgracia de las víctimas y sus familiares, algunos grupos de oportunistas se han sumado a estos reclamos para impulsar sus agendas políticas, para justificar el uso de la violencia, para destruir propiedad pública y privada con la violencia que dicen repudiar.

El inicio del uso de la violencia hacia cualquiera debe ser repudiada y castigada, eso es innegable.  Exigir a las autoridades que hagan su trabajo y protejan la vida, la propiedad y libertad de los ciudadanos es otro hecho innegable en el que muchos estaremos de acuerdo.

Sin embargo, la tergiversación del feminismo es otro tema.  El feminismo inicial buscaba la emancipación de la mujer, buscaba que fuera considerada como un ser libre, responsable y tratada igual que los hombres ante la Ley. Gracias a este feminismo, las mujeres ahora podemos hacer cosas, que damos por hecho pero que costaron mucho esfuerzo lograrlo, como votar, realizar contratos, adquirir propiedad privada, salir del país sin pedir permiso a nadie.

Aún falta mucho por hacer, especialmente en el tema cultural y personal, cambiar paradigmas personales, familiares, hacer el esfuerzo para educar, en lo personal, a niños y jóvenes seguros de sí mismo. Motivar a las niñas a lograr sus sueños, educarlas para que sean líderes de sí mismas. Romper el ciclo machista en casa. 

En el ámbito laboral fomentar una cultura de cero tolerancia al acoso de cualquier tipo, promover la transparencia en las promociones y ascensos, en los puestos.  Trabajar en una cultura organizacional que acepte la diversidad como un beneficio y potencial diferenciador.  

Las mujeres, al igual que los hombres, tienen mucho que aportar a la sociedad, es a través de un trato justo e igual ante la Ley como se logrará esa emancipación no sólo de la tutela patriarcal sino también del Estado.  Las cuotas y privilegios lo que hacen es arraigar aún más la idea que no podemos solas, que necesitamos de papá gobierno para salir adelante.

Como mencioné al principio, una cosa es marchar para exigir justicia para las víctimas de acoso y de violencia; y otra es usar la violencia para exigir privilegios.

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