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El intento de Leonardo Brito de refutar a Ayn Rand, 3ra parte

Warren Orbaugh
06 de abril, 2020


Hemos visto hasta aquí, en mis dos entregas anteriores, que los primeros cinco argumentos de Leonardo Brito para refutar a Ayn Rand son totalmente falsos.  Primero es falso que él hable en nombre de todo liberal. Su segundo argumento es falso por contradicción, al calificar arbitrariamente como pseudo-filosofía y luego como filosofía al Objetivismo en el mismo escrito.  O es uno o es lo otro. Su tercer argumento es falso al ser una falacia non sequitur, que consiste en comparar una teoría descriptiva, que describe cómo actúa el humano, la de Mises, con una teoría normativa, que indica cómo debe actuar el humano si desea vivir una vida floreciente, la de Rand.  Su cuarto argumento es falso al ser una mentira descarada, pues afirma que Rand se contradice en su posición metafísica al declararse materialista y basarse en una cosmovisión “agustiniana”: “cuya fundación es la idea de que a la par también existe el mundo inmaterial –al usar en su postulado algo completamente inmaterial (al utilizar el término “conceptos” y “abstracciones”)”.  Rand jamás hizo tal declaración, ni acepta el Objetivismo la dualidad platónica de San Agustín.  El Objetivismo se deriva del aristotelismo que tampoco acepta la concepción Platónica de que existe un mundo metafísico de las ideas.  Al igual que Aristóteles, Rand afirma que los conceptos o ideas son producto de la acción mental del hombre. Y su quinto argumento es falso al dar por sentado que principios universales como la ley de identidad y la ley de no contradicción son demostrables, cuando no lo son por ser axiomas, y por tanto exigir al Objetivismo su demostración.  Brito pretende evadir el conocimiento que un axioma es una proposición cuya verdad no puede probarse ni puede negarse, porque en el intento de negarla debe aceptarse.

Analicemos ahora su sexto argumento.  Con éste Brito arremete contra la inducción, calificándola de falacia empírica y contra el Objetivismo por basarse en conocimiento inductivo.  Al parecer Brito no se percata de que al invalidar la inducción, invalida todo conocimiento.  La deducción es inferir conclusiones a partir de premisas universales construidas por inducción.  Al negar la validez de las premisas universales, se niega la validez de toda conclusión deducida de éstas.  Este es un caso de la falacia del concepto robado, que consiste en usar conceptos negando la validez de conceptos antecedentes de los que depende lógicamente.  No sólo pretende Brito tener conocimiento negando la base del mismo, sino que no entiende el proceso de inducción. Brito confunde la inducción con la mera enumeración de todos los casos de un conjunto: 

“Es lógico que exista este problema dentro del randismo, cuándo se ponen muchas pruebas inductivas sobre la mesa intentando probar un sistema de creencias con tan débil fundamento, la inducción como tal tendrá muchos problemas.  Está bien dejarme guiar por lo que observo pero tiene un límite. Si yo veo, con mis propios ojos, que A es la causa de B entonces no puedo suponer inmediatamente que en todos los ámbitos A siempre precede a B, porque yo lo vi, que B nunca podrá existir sin que primero esté A, esto es lo que conocemos como falacia empírica, nadie puede observar todas las cosas todo el tiempo a menos que te creas un ser divino y supremo.”

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La enumeración de todos los casos no es una inferencia, sino meramente un registro.  La inducción es una inferencia, de uno o pocos casos a una conclusión universal. Es la manera fundamental de adquirir conocimiento conceptual. Sin la inducción no habría premisas universales de donde deducir. Por tanto, la deducción presupone la inducción. Toda inferencia o es inductiva o es de premisas a las que se llega inductivamente. Por eso, quien ataca la inducción, como hace Brito, ataca toda inferencia. 

La teoría Objetivista de inducción es la de Leonard Peikoff, presentada en The Logical Leap y en su curso sobre inducción, que se basa en dos postulados de Rand, la naturaleza jerárquica del conocimiento y en que los conceptos son clasificaciones abiertas. Su teoría se desarrolla pues, a partir de la teoría de conceptos de Rand.

La jerarquía se aplica de igual modo a las generalizaciones que a los conceptos.  De tal manera que, para entender la inducción, no se puede analizar en una etapa casual o aleatoria de la jerarquía.  Así como es imposible entender la formación de conceptos de nivel superior ignorando su jerarquía, así es imposible entender la inducción examinando una generalización de nivel superior, como “el agua hierve a los 100°C” aisladamente, ya que ésta no se forma de la percepción directa. 

Las generalizaciones más avanzadas dependen de generalizaciones menos avanzadas, de tal manera que los casos que deben examinarse primero son aquellos que están en la base de la jerarquía.  La base consiste en generalizaciones de primer nivel, aquellas que son primarias, que no tienen generalizaciones previas.  Peikoff pone como ejemplos: “El fuego quema el papel”, “empujar una pelota la hace rodar”, “beber agua calma la sed”.

Los hechos de los que se formulan las generalizaciones de primer nivel, son evidentes, es decir, directamente perceptibles. Los conceptos que se usan para formular esos hechos son conceptos validados por la percepción directa y por lo tanto,  son inerrables. No se puede errar al formar conceptos como ‘azul’, ‘suave’, ‘encima’, etc. Todo caso de generalización de primer nivel como “el fuego quema el papel”, “empujar una pelota la hace rodar”, “beber agua calma la sed”, son identificaciones de conexiones causales.

De hecho, toda inducción, a cualquier nivel, es una identificación de conexiones causales.  Toda inducción identifica relaciones de causa y efecto, desde la causalidad que opera en los casos más simples, que pueden percibirse directamente, como ver y sentir el efecto de empujar una pelota; o ver el papel quemándose; o sentir que el agua calma la sed; hasta la causalidad más compleja que sólo puede identificarse en base a conceptos abstractos.

La inducción que identifica conexiones causales de primer nivel, percibidas directamente, no son como las más complejas, por ejemplo como que “un incremento en la oferta hace decrecer los precios”.  Esta última identifica una conexión causal, pero una que no es directamente perceptible, como la conexión causal identificada en la afirmación “el fuego quema el papel.”

El proceso inductivo se da a partir del descubrimiento de que existen conexiones causales en la realidad, y su objeto es determinar entre qué elementos se dan esas conexiones.  Hay conexiones causales que percibimos directamente, como cuando tenemos hambre y esta nos produce dolor de estómago, y al ingerir algún alimento saciamos esa hambre y eliminamos el dolor estomacal. Descubrimos la relación entre el alimento y la eliminación del hambre, porque si nos chupamos el dedo no saciamos el hambre, si jugamos tampoco, si pintamos menos. Por eliminación de otras actividades, concluimos que es ingiriendo alimentos que podemos saciar nuestra hambre. Descubrimos la relación entre el alimento y la eliminación del hambre, y además verificamos, que cada vez que comemos, saciamos nuestra hambre, es decir que concuerdan ambos elementos en dicho fenómeno. 

Lo mismo sucede cuando tenemos sed, descubrimos la relación causal entre ciertos líquidos, como por ejemplo el agua y la eliminación de la sed. Igualmente descubrimos la relación entre nuestra conexión con el mundo y nuestros sentidos. Si cerramos los ojos dejamos de ver el mundo, y al abrirlos volvemos a percibirlo. Si nos tapamos los oídos, dejamos de oír el mundo y volvemos a percibir los sonidos al destaparlos. 

Si nos tapamos la nariz, dejamos de percibir olores, los que volvemos a percibir al destaparla. Así mismo percibimos la relación causal entre nuestra voluntad y algunos de nuestros movimientos, por ejemplo al levantar el brazo, al escribir o al lanzar una pelota.

Luego abstraemos de estas percepciones, por medio de la omisión de medidas de las conexiones causales particulares, la relación causal entre entidades y la relación causal entre la acción y la identidad. Así llegamos a la conceptualización de que una cosa o persona produce un cambio en otra, y que este cambió depende de la identidad del agente y del paciente. 

Para hacer una inducción válida, uno debe conocer la causalidad que opera, ya sea que la perciba directamente o que llegue a ella conceptualmente. Para generalizar de este S hace P” a todo S hace P”, uno debe saber que este S hace P porque es S, y no por otro factor. Uno debe comprender que ser S implica poder hacer P.

La segunda parte de la teoría de Peikoff es la explicación del mecanismo de generalizar, es decir, de cómo la mente pasa de “esto hizo tal cosa” a “todo esto hace tal cosa”. Lo que permite esa generalización es la naturaleza abierta de los conceptos, que posibilita la aplicación de estos a nuevos concretos, siendo esa la esencia de lo que es generalizar. Las generalizaciones de primer nivel son, al igual que toda proposición, contextuales. 

La validez de la inferencia depende de que la conclusión sea lógica y verdadera o no, es decir, que identifique un hecho de la realidad sin contradicción alguna con el conocimiento relevante. La prueba de su verdad es su conformidad con la realidad. Parte de lo observado y su prueba se reduce a lo observado. Se basa en las leyes axiomáticas de Identidad, de No Contradicción, del Tercio Excluso y de Causalidad o Razón Suficiente.

La ley de Causalidad, quiere decir que A sólo hace lo que ser A permite y su efecto es Aⁿ cuando se da la suma total de condiciones necesarias y suficientes para que el consecuente siga al antecedente tomando en cuenta que tanto antecedente como consecuente interactúan según sus atributos.

Estas leyes por ser axiomáticas, no se pueden negar sin tener que aceptarlas: Al tratar de negar la ley de Identidad debe aceptarse que lo que se expresa quiere decir exactamente lo que se intenta decir, esto es, que A es A. Al tratar de negar la ley de No-Contradicción debe aceptarse que lo que se expresa quiere decir eso y no lo contrario. Al tratar de negar la ley de Causalidad debe aceptarse la existencia de una causa eficiente de la negación, (quien profiere), y por lo tanto ya se aceptó la validez de dicho axioma. 

Peikoff describe las cinco reglas de la inferencia inductiva de la siguiente manera: 

  1. En toda etapa, es esencial formar conceptos válidos, porque sólo los conceptos válidos  permiten una inducción válida.
  2.  La inducción empieza con lo evidente, con generalizaciones de primer nivel, que sirven de base a generalizaciones de nivel superior y a las que éstas últimas se deben reducir.
  3. La inducción requiere el descubrimiento contextual de conexiones causales, usando el método de Diferencia y Concordancia de Mill.
  4. La inducción, en cada etapa posterior al primer nivel, requiere la integración con otro conocimiento, y en los niveles superiores requiere el descubrimiento de principios que integren las nociones fundamentales de una diversidad de campos.
  5. En las ciencias físicas, después de la etapa inicial, los pasos antes mencionados dependen y deben hacerse sólo por la matemática.

La estructura del razonamiento inductivo, nos dice, es:

Observación + aplicación de la totalidad del marco conceptual → generalización

Para que la generalización sea válida, esta no debe contradecir ni la observación, ni un marco conceptual válido.

Por ejemplo: Veo que la pelota cae, que hay una fuerza (gravedad) que la hala hacia la tierra. Luego supongo que todo objeto cae porque se ve sujeto a la atracción de la fuerza de gravedad. Trato de integrar esta generalización con mi marco conceptual, es decir con toda la estructura cognitiva que poseo. Pero observo que los globos llenos de helio no caen, sino por el contrario, suben. ¿Será entonces que no se puede generalizar que todo cuerpo cae? Examino este nuevo dato en relación a mi marco conceptual, a todo el resto de mi conocimiento. He visto que hay cosas que no se hunden en el agua; flotan. Hay dos fuerzas que se equilibran aquí: la cosa que se ve atraída por la gravedad y la masa de agua que contrarresta esa fuerza. Entonces el globo flota porque el helio pesa menos que el aire. Pero para flotar sé que deben existir dos fuerzas en equilibrio: una es la de la masa del aire, y la otra es la de la gravedad. Luego todo objeto cae porque se ve sujeto a la atracción de la fuerza de gravedad.

La diferencia entre la deducción y la inducción, consiste en que en la primera la conclusión del silogismo es necesaria porque de lo contrario se niega un producto específico de la facultad conceptual (alguna premisa), mientras que en la segunda la conclusión de la generalización es necesaria porque de lo contrario se niega el sistema conceptual completo. Si la conclusión es inválida, es, en ambos casos un ‘non sequitur’.

La inducción es la aplicación lógica del contexto y la jerarquía al tema en cuestión, y como dice Rand:

“Ninguna proposición que forma el hombre es verdadera si no puede integrarse sin contradicción con la suma total de su conocimiento.”

Luego vemos que Brito fracasa también con su sexto argumento en su intento de refutar a Rand.

Continuará.

El intento de Leonardo Brito de refutar a Ayn Rand, 3ra parte

Warren Orbaugh
06 de abril, 2020


Hemos visto hasta aquí, en mis dos entregas anteriores, que los primeros cinco argumentos de Leonardo Brito para refutar a Ayn Rand son totalmente falsos.  Primero es falso que él hable en nombre de todo liberal. Su segundo argumento es falso por contradicción, al calificar arbitrariamente como pseudo-filosofía y luego como filosofía al Objetivismo en el mismo escrito.  O es uno o es lo otro. Su tercer argumento es falso al ser una falacia non sequitur, que consiste en comparar una teoría descriptiva, que describe cómo actúa el humano, la de Mises, con una teoría normativa, que indica cómo debe actuar el humano si desea vivir una vida floreciente, la de Rand.  Su cuarto argumento es falso al ser una mentira descarada, pues afirma que Rand se contradice en su posición metafísica al declararse materialista y basarse en una cosmovisión “agustiniana”: “cuya fundación es la idea de que a la par también existe el mundo inmaterial –al usar en su postulado algo completamente inmaterial (al utilizar el término “conceptos” y “abstracciones”)”.  Rand jamás hizo tal declaración, ni acepta el Objetivismo la dualidad platónica de San Agustín.  El Objetivismo se deriva del aristotelismo que tampoco acepta la concepción Platónica de que existe un mundo metafísico de las ideas.  Al igual que Aristóteles, Rand afirma que los conceptos o ideas son producto de la acción mental del hombre. Y su quinto argumento es falso al dar por sentado que principios universales como la ley de identidad y la ley de no contradicción son demostrables, cuando no lo son por ser axiomas, y por tanto exigir al Objetivismo su demostración.  Brito pretende evadir el conocimiento que un axioma es una proposición cuya verdad no puede probarse ni puede negarse, porque en el intento de negarla debe aceptarse.

Analicemos ahora su sexto argumento.  Con éste Brito arremete contra la inducción, calificándola de falacia empírica y contra el Objetivismo por basarse en conocimiento inductivo.  Al parecer Brito no se percata de que al invalidar la inducción, invalida todo conocimiento.  La deducción es inferir conclusiones a partir de premisas universales construidas por inducción.  Al negar la validez de las premisas universales, se niega la validez de toda conclusión deducida de éstas.  Este es un caso de la falacia del concepto robado, que consiste en usar conceptos negando la validez de conceptos antecedentes de los que depende lógicamente.  No sólo pretende Brito tener conocimiento negando la base del mismo, sino que no entiende el proceso de inducción. Brito confunde la inducción con la mera enumeración de todos los casos de un conjunto: 

“Es lógico que exista este problema dentro del randismo, cuándo se ponen muchas pruebas inductivas sobre la mesa intentando probar un sistema de creencias con tan débil fundamento, la inducción como tal tendrá muchos problemas.  Está bien dejarme guiar por lo que observo pero tiene un límite. Si yo veo, con mis propios ojos, que A es la causa de B entonces no puedo suponer inmediatamente que en todos los ámbitos A siempre precede a B, porque yo lo vi, que B nunca podrá existir sin que primero esté A, esto es lo que conocemos como falacia empírica, nadie puede observar todas las cosas todo el tiempo a menos que te creas un ser divino y supremo.”

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La enumeración de todos los casos no es una inferencia, sino meramente un registro.  La inducción es una inferencia, de uno o pocos casos a una conclusión universal. Es la manera fundamental de adquirir conocimiento conceptual. Sin la inducción no habría premisas universales de donde deducir. Por tanto, la deducción presupone la inducción. Toda inferencia o es inductiva o es de premisas a las que se llega inductivamente. Por eso, quien ataca la inducción, como hace Brito, ataca toda inferencia. 

La teoría Objetivista de inducción es la de Leonard Peikoff, presentada en The Logical Leap y en su curso sobre inducción, que se basa en dos postulados de Rand, la naturaleza jerárquica del conocimiento y en que los conceptos son clasificaciones abiertas. Su teoría se desarrolla pues, a partir de la teoría de conceptos de Rand.

La jerarquía se aplica de igual modo a las generalizaciones que a los conceptos.  De tal manera que, para entender la inducción, no se puede analizar en una etapa casual o aleatoria de la jerarquía.  Así como es imposible entender la formación de conceptos de nivel superior ignorando su jerarquía, así es imposible entender la inducción examinando una generalización de nivel superior, como “el agua hierve a los 100°C” aisladamente, ya que ésta no se forma de la percepción directa. 

Las generalizaciones más avanzadas dependen de generalizaciones menos avanzadas, de tal manera que los casos que deben examinarse primero son aquellos que están en la base de la jerarquía.  La base consiste en generalizaciones de primer nivel, aquellas que son primarias, que no tienen generalizaciones previas.  Peikoff pone como ejemplos: “El fuego quema el papel”, “empujar una pelota la hace rodar”, “beber agua calma la sed”.

Los hechos de los que se formulan las generalizaciones de primer nivel, son evidentes, es decir, directamente perceptibles. Los conceptos que se usan para formular esos hechos son conceptos validados por la percepción directa y por lo tanto,  son inerrables. No se puede errar al formar conceptos como ‘azul’, ‘suave’, ‘encima’, etc. Todo caso de generalización de primer nivel como “el fuego quema el papel”, “empujar una pelota la hace rodar”, “beber agua calma la sed”, son identificaciones de conexiones causales.

De hecho, toda inducción, a cualquier nivel, es una identificación de conexiones causales.  Toda inducción identifica relaciones de causa y efecto, desde la causalidad que opera en los casos más simples, que pueden percibirse directamente, como ver y sentir el efecto de empujar una pelota; o ver el papel quemándose; o sentir que el agua calma la sed; hasta la causalidad más compleja que sólo puede identificarse en base a conceptos abstractos.

La inducción que identifica conexiones causales de primer nivel, percibidas directamente, no son como las más complejas, por ejemplo como que “un incremento en la oferta hace decrecer los precios”.  Esta última identifica una conexión causal, pero una que no es directamente perceptible, como la conexión causal identificada en la afirmación “el fuego quema el papel.”

El proceso inductivo se da a partir del descubrimiento de que existen conexiones causales en la realidad, y su objeto es determinar entre qué elementos se dan esas conexiones.  Hay conexiones causales que percibimos directamente, como cuando tenemos hambre y esta nos produce dolor de estómago, y al ingerir algún alimento saciamos esa hambre y eliminamos el dolor estomacal. Descubrimos la relación entre el alimento y la eliminación del hambre, porque si nos chupamos el dedo no saciamos el hambre, si jugamos tampoco, si pintamos menos. Por eliminación de otras actividades, concluimos que es ingiriendo alimentos que podemos saciar nuestra hambre. Descubrimos la relación entre el alimento y la eliminación del hambre, y además verificamos, que cada vez que comemos, saciamos nuestra hambre, es decir que concuerdan ambos elementos en dicho fenómeno. 

Lo mismo sucede cuando tenemos sed, descubrimos la relación causal entre ciertos líquidos, como por ejemplo el agua y la eliminación de la sed. Igualmente descubrimos la relación entre nuestra conexión con el mundo y nuestros sentidos. Si cerramos los ojos dejamos de ver el mundo, y al abrirlos volvemos a percibirlo. Si nos tapamos los oídos, dejamos de oír el mundo y volvemos a percibir los sonidos al destaparlos. 

Si nos tapamos la nariz, dejamos de percibir olores, los que volvemos a percibir al destaparla. Así mismo percibimos la relación causal entre nuestra voluntad y algunos de nuestros movimientos, por ejemplo al levantar el brazo, al escribir o al lanzar una pelota.

Luego abstraemos de estas percepciones, por medio de la omisión de medidas de las conexiones causales particulares, la relación causal entre entidades y la relación causal entre la acción y la identidad. Así llegamos a la conceptualización de que una cosa o persona produce un cambio en otra, y que este cambió depende de la identidad del agente y del paciente. 

Para hacer una inducción válida, uno debe conocer la causalidad que opera, ya sea que la perciba directamente o que llegue a ella conceptualmente. Para generalizar de este S hace P” a todo S hace P”, uno debe saber que este S hace P porque es S, y no por otro factor. Uno debe comprender que ser S implica poder hacer P.

La segunda parte de la teoría de Peikoff es la explicación del mecanismo de generalizar, es decir, de cómo la mente pasa de “esto hizo tal cosa” a “todo esto hace tal cosa”. Lo que permite esa generalización es la naturaleza abierta de los conceptos, que posibilita la aplicación de estos a nuevos concretos, siendo esa la esencia de lo que es generalizar. Las generalizaciones de primer nivel son, al igual que toda proposición, contextuales. 

La validez de la inferencia depende de que la conclusión sea lógica y verdadera o no, es decir, que identifique un hecho de la realidad sin contradicción alguna con el conocimiento relevante. La prueba de su verdad es su conformidad con la realidad. Parte de lo observado y su prueba se reduce a lo observado. Se basa en las leyes axiomáticas de Identidad, de No Contradicción, del Tercio Excluso y de Causalidad o Razón Suficiente.

La ley de Causalidad, quiere decir que A sólo hace lo que ser A permite y su efecto es Aⁿ cuando se da la suma total de condiciones necesarias y suficientes para que el consecuente siga al antecedente tomando en cuenta que tanto antecedente como consecuente interactúan según sus atributos.

Estas leyes por ser axiomáticas, no se pueden negar sin tener que aceptarlas: Al tratar de negar la ley de Identidad debe aceptarse que lo que se expresa quiere decir exactamente lo que se intenta decir, esto es, que A es A. Al tratar de negar la ley de No-Contradicción debe aceptarse que lo que se expresa quiere decir eso y no lo contrario. Al tratar de negar la ley de Causalidad debe aceptarse la existencia de una causa eficiente de la negación, (quien profiere), y por lo tanto ya se aceptó la validez de dicho axioma. 

Peikoff describe las cinco reglas de la inferencia inductiva de la siguiente manera: 

  1. En toda etapa, es esencial formar conceptos válidos, porque sólo los conceptos válidos  permiten una inducción válida.
  2.  La inducción empieza con lo evidente, con generalizaciones de primer nivel, que sirven de base a generalizaciones de nivel superior y a las que éstas últimas se deben reducir.
  3. La inducción requiere el descubrimiento contextual de conexiones causales, usando el método de Diferencia y Concordancia de Mill.
  4. La inducción, en cada etapa posterior al primer nivel, requiere la integración con otro conocimiento, y en los niveles superiores requiere el descubrimiento de principios que integren las nociones fundamentales de una diversidad de campos.
  5. En las ciencias físicas, después de la etapa inicial, los pasos antes mencionados dependen y deben hacerse sólo por la matemática.

La estructura del razonamiento inductivo, nos dice, es:

Observación + aplicación de la totalidad del marco conceptual → generalización

Para que la generalización sea válida, esta no debe contradecir ni la observación, ni un marco conceptual válido.

Por ejemplo: Veo que la pelota cae, que hay una fuerza (gravedad) que la hala hacia la tierra. Luego supongo que todo objeto cae porque se ve sujeto a la atracción de la fuerza de gravedad. Trato de integrar esta generalización con mi marco conceptual, es decir con toda la estructura cognitiva que poseo. Pero observo que los globos llenos de helio no caen, sino por el contrario, suben. ¿Será entonces que no se puede generalizar que todo cuerpo cae? Examino este nuevo dato en relación a mi marco conceptual, a todo el resto de mi conocimiento. He visto que hay cosas que no se hunden en el agua; flotan. Hay dos fuerzas que se equilibran aquí: la cosa que se ve atraída por la gravedad y la masa de agua que contrarresta esa fuerza. Entonces el globo flota porque el helio pesa menos que el aire. Pero para flotar sé que deben existir dos fuerzas en equilibrio: una es la de la masa del aire, y la otra es la de la gravedad. Luego todo objeto cae porque se ve sujeto a la atracción de la fuerza de gravedad.

La diferencia entre la deducción y la inducción, consiste en que en la primera la conclusión del silogismo es necesaria porque de lo contrario se niega un producto específico de la facultad conceptual (alguna premisa), mientras que en la segunda la conclusión de la generalización es necesaria porque de lo contrario se niega el sistema conceptual completo. Si la conclusión es inválida, es, en ambos casos un ‘non sequitur’.

La inducción es la aplicación lógica del contexto y la jerarquía al tema en cuestión, y como dice Rand:

“Ninguna proposición que forma el hombre es verdadera si no puede integrarse sin contradicción con la suma total de su conocimiento.”

Luego vemos que Brito fracasa también con su sexto argumento en su intento de refutar a Rand.

Continuará.