Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial
Carolina Castellanos
05 de junio, 2020

La frase de moda ahora es “la nueva normalidad”. Todos especulamos al respecto. Muchas empresas de consultoría están dando webinars, lo cual me parece muy bien. Hay conjeturas respecto a cómo será el “nuevo mundo”, no descubierto por nadie sino empujado a la velocidad del rayo por una partícula invisible al ojo humano llamada coronavirus.

Considero importante que se  hagan esos seminarios y conferencias respecto a cómo se ve el futuro. Claro está, es imposible saberlo con certeza pero sí podemos hacer el ejercicio en base a lo que hemos visto hasta ahora, de las nuevas conductas y actitudes en los diferentes aspectos de la vida, experiencias en otros países, etc.

Pero, ¿hemos aprendido algo de todo esto?  Más allá de adaptar nuestros negocios, nuestra forma de comprar productos y servicios diversos, de usar mascarilla y alcohol en gel e introducir en nuestras vidas nuevas conductas, ¿qué hemos o debemos aprender de todo esto? Se me ocurren algunas ideas.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El liderazgo viene no del que más grita, alega y protesta, sino que de quienes han decidido aceptar los cambios, adaptarse a las instrucciones de gobierno, aún sin estar de acuerdo, mostrar una actitud proactiva al respecto y buscar la forma de salir adelante en todos los aspectos de su vida. Aquí es donde vemos a empresarios cambiar sus negocios, a profesionales de diversas ramas vender mascarillas y otras cosas, a “patojos chispudos”, o no tan patojos, inventando cosas nuevas, a tener servicios religiosos en línea, etc.

Hemos visto que la mejor actitud es la de solidaridad, desde apoyar “al de la cuadra” que lava carros hasta donar comida o dinero a organizaciones que llevan ayuda a quienes lo necesitan.  La solidaridad también incluye la tolerancia pues todos tenemos nuestra propia historia y nuestros  comentarios y actitudes derivan de ésta.

Hemos aprendido a tener esperanza, aunque que de pronto se ha visto menguada, desechada y hasta vapuleada por la oscuridad que hemos visto ante la impotencia de resolver tantos temas que pasan por nuestra mente: temor a contagiarnos, precariedad económica, preocupación por el bienestar de familiares y amigos, la necesidad que esta pesadilla termine pronto, el mundo transformado y los planes que alguna vez hicimos, ahora en pedazos.

Sin embargo, el cambio no tiene que ser del todo malo. Definitivamente ha sido demasiado brusco, de un día para el siguiente, sin previo aviso y viéndonos a los ojos directamente. La adaptación al cambio es motivo de conferencias, estudios, tesis doctorales, consultas a psicólogos y psiquiatras, consumo extra de comida (¡queja constante en las redes!) y cuanta cosa nos ha sucedido. Pero, si logramos abstraernos un momento de tanto que hemos tenido que pasar en estos más de 80 días, de pronto esta sacudida nos hace repensar qué es más importante para cada uno y para el país.

 A nivel individual, cada quien sabrá, pero definitivamente incluye el bienestar de la familia y amigos, la importancia de mantenerse en contacto con todos, de las prioridades en cuanto a gastos, lo necesario que es tener ahorros, etc. A nivel país, es urgente un cambio radical en el sistema de salud.  Hay que botarlo todo y volver a empezar.  El sistema de justicia también tiene que cambiar radicalmente. No sé si sea conveniente ahora discutir las reformas a la Constitución, pero habrá que hacerlo eventualmente. Con eso que hiciéramos, estaríamos ya construyendo un mejor futuro para todos.

Ya hay un plan de reapertura. Es incierto cuándo iniciará pues esta semana la cantidad de contagios diarios ha subido mucho, así como la de fallecidos.  Pero ya vemos luz al final de este túnel. ¿Qué será lo primero que haremos cuando ya no haya ninguna restricción? ¿Cambiarán nuestras prioridades? ¿Y nuestra actitud hacia la vida, el país, los vecinos, el trabajo, etc.? No permitamos que “todo cambió para que todo siga igual”. Hagamos que esta experiencia haya valido la pena y lideremos hacia los cambios en el metro cuadrado que nos tocó. 

Carolina Castellanos
05 de junio, 2020

La frase de moda ahora es “la nueva normalidad”. Todos especulamos al respecto. Muchas empresas de consultoría están dando webinars, lo cual me parece muy bien. Hay conjeturas respecto a cómo será el “nuevo mundo”, no descubierto por nadie sino empujado a la velocidad del rayo por una partícula invisible al ojo humano llamada coronavirus.

Considero importante que se  hagan esos seminarios y conferencias respecto a cómo se ve el futuro. Claro está, es imposible saberlo con certeza pero sí podemos hacer el ejercicio en base a lo que hemos visto hasta ahora, de las nuevas conductas y actitudes en los diferentes aspectos de la vida, experiencias en otros países, etc.

Pero, ¿hemos aprendido algo de todo esto?  Más allá de adaptar nuestros negocios, nuestra forma de comprar productos y servicios diversos, de usar mascarilla y alcohol en gel e introducir en nuestras vidas nuevas conductas, ¿qué hemos o debemos aprender de todo esto? Se me ocurren algunas ideas.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El liderazgo viene no del que más grita, alega y protesta, sino que de quienes han decidido aceptar los cambios, adaptarse a las instrucciones de gobierno, aún sin estar de acuerdo, mostrar una actitud proactiva al respecto y buscar la forma de salir adelante en todos los aspectos de su vida. Aquí es donde vemos a empresarios cambiar sus negocios, a profesionales de diversas ramas vender mascarillas y otras cosas, a “patojos chispudos”, o no tan patojos, inventando cosas nuevas, a tener servicios religiosos en línea, etc.

Hemos visto que la mejor actitud es la de solidaridad, desde apoyar “al de la cuadra” que lava carros hasta donar comida o dinero a organizaciones que llevan ayuda a quienes lo necesitan.  La solidaridad también incluye la tolerancia pues todos tenemos nuestra propia historia y nuestros  comentarios y actitudes derivan de ésta.

Hemos aprendido a tener esperanza, aunque que de pronto se ha visto menguada, desechada y hasta vapuleada por la oscuridad que hemos visto ante la impotencia de resolver tantos temas que pasan por nuestra mente: temor a contagiarnos, precariedad económica, preocupación por el bienestar de familiares y amigos, la necesidad que esta pesadilla termine pronto, el mundo transformado y los planes que alguna vez hicimos, ahora en pedazos.

Sin embargo, el cambio no tiene que ser del todo malo. Definitivamente ha sido demasiado brusco, de un día para el siguiente, sin previo aviso y viéndonos a los ojos directamente. La adaptación al cambio es motivo de conferencias, estudios, tesis doctorales, consultas a psicólogos y psiquiatras, consumo extra de comida (¡queja constante en las redes!) y cuanta cosa nos ha sucedido. Pero, si logramos abstraernos un momento de tanto que hemos tenido que pasar en estos más de 80 días, de pronto esta sacudida nos hace repensar qué es más importante para cada uno y para el país.

 A nivel individual, cada quien sabrá, pero definitivamente incluye el bienestar de la familia y amigos, la importancia de mantenerse en contacto con todos, de las prioridades en cuanto a gastos, lo necesario que es tener ahorros, etc. A nivel país, es urgente un cambio radical en el sistema de salud.  Hay que botarlo todo y volver a empezar.  El sistema de justicia también tiene que cambiar radicalmente. No sé si sea conveniente ahora discutir las reformas a la Constitución, pero habrá que hacerlo eventualmente. Con eso que hiciéramos, estaríamos ya construyendo un mejor futuro para todos.

Ya hay un plan de reapertura. Es incierto cuándo iniciará pues esta semana la cantidad de contagios diarios ha subido mucho, así como la de fallecidos.  Pero ya vemos luz al final de este túnel. ¿Qué será lo primero que haremos cuando ya no haya ninguna restricción? ¿Cambiarán nuestras prioridades? ¿Y nuestra actitud hacia la vida, el país, los vecinos, el trabajo, etc.? No permitamos que “todo cambió para que todo siga igual”. Hagamos que esta experiencia haya valido la pena y lideremos hacia los cambios en el metro cuadrado que nos tocó.