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Razón pura versus razón instrumental

Warren Orbaugh
10 de agosto, 2020

Durante siglos ha existido una confrontación entre dos concepciones de razón: entre la «razón pura» y la «razón instrumental». A veces se las ha distinguido como «razón y entendimiento», o en alemán Vernunft para ratio y Verstand para intellectus. Pero la mayoría de las veces no, dando lugar a confusiones. Estas confusiones han llevado a intelectuales a considerar que la «razón» ha sido causa de atrocidades como las que se dieron durante la Revolución Francesa que culminaron con la creación del socialismo.

Al entendimiento (intellectus) se le concibe en filosofía como la facultad de pensar abstractiva y discursivamente vinculado a las percepciones sensibles. Su unión con el conocimiento sensorial es notoria, pues el entendimiento del hombre obtiene de la experiencia sensible todos los conceptos primitivos, es decir, las abstracciones de concretos, sobre las que forma los conceptos superiores o abstracciones de abstracciones. 

A la razón (ratio) en cambio, se le concibe en filosofía como la facultad de pensar abstractiva y discursivamente sin vinculación a la experiencia sensible. Kant distingue entendimiento y razón en sentido estricto: el entendimiento se ordena a los conceptos y juicios de la ciencia empírica; la razón, en cambio, a las ideas y con ello a lo trascendente, que, de todos modos, permanece incognoscible para la razón teórica; sólo la razón práctica alcanza en la fe los contenidos de la metafísica esenciales para la existencia humana.

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Hegel va más allá en esta distinción promulgando la superioridad de la razón sobre los conceptos abstractos del entendimiento. De hecho, según Hegel, la mente no es un juez desinteresado que contempla una esfera de objetos existentes, sino que una fuerza interior creando y formando las formas observables.

Descartes creyó poder llegar a construir todo el conocimiento sobre el universo, descartando la evidencia de los sentidos y poniendo en duda con su «duda metódica» todos los hechos y verdades basado en su proposición «Cogito ergo sum» (pienso, luego existo). Empezó con la hipótesis de que probablemente existía un diablo que se divertía engañándolo, haciéndolo creer que lo que percibía era de cierta manera, cuando en realidad era diferente. Y concluyó conque lo que existía era Dios, y como Dios es bueno, éste no lo engañaría y por tanto lo que percibía era en realidad así.

Por el contrario, Isaac Newton considera a la razón como un instrumento que construye conocimiento a partir de la información que le proveen los sentidos – esa razón que otros filósofos llaman entendimiento. Explica el procedimiento adecuado en sus Reglas de Razonamiento en Filosofía, donde indica que se debe partir de la observación y por medio de la inducción y experimentación establecer proposiciones verdaderas. Es particularmente claro en su Regla IV:

«En filosofía experimental debemos recoger proposiciones verdaderas o muy aproximadas inferidas por inducción general a partir de fenómenos, prescindiendo de cualesquiera hipótesis contrarias, hasta que se produzcan otros fenómenos capaces de hacer más precisas esas proposiciones o sujetas a excepciones. Hemos de seguir esta regla para que el argumento por inducción no pueda ser eludido por hipótesis.»

John Locke indica, acertadamente, que pretender construir conocimiento prescindiendo de la evidencia de los sentidos, es como querer construir un muro sin ladrillos. 

Y Nietzsche llama razón a lo que Kant llama entendimiento y lo considera como un instrumento del hombre para su supervivencia:

«Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría… ¿Y quién sabe por qué tu cuerpo necesita de su mejor sabiduría?… “Dice el propio ser al yo: “¡Siente aquí dolor!” Y entonces el yo sufre y piensa una manera de poner término a su sufrimiento. Y precisamente para tal fin debe pensar.

Dice el propio ser al yo: “¡Siente aquí placer!” Y entonces el yo se alegra, y piensa sobre cómo seguir gozando a menudo y precisamente para tal fin debe pensar.»

[Friedrich Nietzsche. Also sprach Zarathustra. (Deutschland: Goldmann), 29]

Y Nietzsche tiene razón. La función biológica de la consciencia es guiar la acción y la fuente básica de esa guía es la cognición. Y el proceso cognitivo consiste en adquirir información sobre la realidad para identificar lo que es de provecho para uno y lo que no lo es, para así perseguir lo primero y evitar lo segundo. La razón instrumental es la facultad de construir conocimiento a partir de la evidencia de los sentidos, advirtiendo relaciones de similitud y diferencias entre los concretos, para formar un sistema coherente de conceptos.

Como dijo Ludwig von Mises, la razón es un instrumento que le permite al hombre actuar. Es una herramienta, un instrumento, que el humano emplea en su lucha por la existencia, en su afán por acomodarse lo mejor posible a las realidades del universo, y de evitar en lo posible el sufrimiento. 

En cambio, la razón pura es intuición mística. El misticismo es el vicio de postular arbitrariedades. Una proposición arbitraria es aquella para la cual no hay evidencia alguna. El mismo Kant admite que la razón pura no sirve de guía para actuar en el mundo, por lo que aconseja guiarse por el instinto. Y es la razón pura la que sustenta las doctrinas socialistas, la de los creadores de utopías y sus imaginarios paraísos terrenales donde sólo la razón pura debe regir. No se percataron que aquello que llamaban razón pura, absoluta y verdades evidentes eran tan sólo fantasías de sus propias mentes. Y son esos que sostienen la razón pura, que se consideran infalibles y que abogan por la intolerancia y la violenta supresión de disidentes, quienes atacan a la razón instrumental. Quienes niegan la validez de los sentidos, olvidando que la proposición: «La apreciación proporcionada por los sentidos, el medio para percibir aquello que existe, es necesariamente legítima», es un axioma. Por tanto, quien la niega debe aceptar su percepción como legítima en el proceso de querer deslegitimarla.  Ante la afirmación de que “los sentidos nos engañan” la pregunta pertinente es: “¿Cómo se sabe que en efecto es así?” Si la respuesta es: “porque se puede ver o sentir que así es”, entonces se afirma la legitimidad de la percepción sensorial, la misma que se quiere negar.   

Esa concepción de la razón, como razón pura, llevó a los franceses a pensar que era posible planificar la sociedad como un proyecto ingenieril, creando un estado paternalista que impone una “visión verdadera” de como debe ser el hombre a la sociedad. Dio origen al socialismo, al positivismo y a la destrucción de riqueza. De ahí las atrocidades del Reino del Terror.

Por el contrario, la concepción de la razón, como razón instrumental, llevó a los norteamericanos a establecer unas reglas limitando el poder del estado, para permitir que cada uno use su razón o entendimiento para acomodarse lo mejor posible a las realidades del mundo, y evitar en lo posible el sufrimiento.  Dio origen al capitalismo y la creación de riqueza.                                                                           

Razón pura versus razón instrumental

Warren Orbaugh
10 de agosto, 2020

Durante siglos ha existido una confrontación entre dos concepciones de razón: entre la «razón pura» y la «razón instrumental». A veces se las ha distinguido como «razón y entendimiento», o en alemán Vernunft para ratio y Verstand para intellectus. Pero la mayoría de las veces no, dando lugar a confusiones. Estas confusiones han llevado a intelectuales a considerar que la «razón» ha sido causa de atrocidades como las que se dieron durante la Revolución Francesa que culminaron con la creación del socialismo.

Al entendimiento (intellectus) se le concibe en filosofía como la facultad de pensar abstractiva y discursivamente vinculado a las percepciones sensibles. Su unión con el conocimiento sensorial es notoria, pues el entendimiento del hombre obtiene de la experiencia sensible todos los conceptos primitivos, es decir, las abstracciones de concretos, sobre las que forma los conceptos superiores o abstracciones de abstracciones. 

A la razón (ratio) en cambio, se le concibe en filosofía como la facultad de pensar abstractiva y discursivamente sin vinculación a la experiencia sensible. Kant distingue entendimiento y razón en sentido estricto: el entendimiento se ordena a los conceptos y juicios de la ciencia empírica; la razón, en cambio, a las ideas y con ello a lo trascendente, que, de todos modos, permanece incognoscible para la razón teórica; sólo la razón práctica alcanza en la fe los contenidos de la metafísica esenciales para la existencia humana.

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Hegel va más allá en esta distinción promulgando la superioridad de la razón sobre los conceptos abstractos del entendimiento. De hecho, según Hegel, la mente no es un juez desinteresado que contempla una esfera de objetos existentes, sino que una fuerza interior creando y formando las formas observables.

Descartes creyó poder llegar a construir todo el conocimiento sobre el universo, descartando la evidencia de los sentidos y poniendo en duda con su «duda metódica» todos los hechos y verdades basado en su proposición «Cogito ergo sum» (pienso, luego existo). Empezó con la hipótesis de que probablemente existía un diablo que se divertía engañándolo, haciéndolo creer que lo que percibía era de cierta manera, cuando en realidad era diferente. Y concluyó conque lo que existía era Dios, y como Dios es bueno, éste no lo engañaría y por tanto lo que percibía era en realidad así.

Por el contrario, Isaac Newton considera a la razón como un instrumento que construye conocimiento a partir de la información que le proveen los sentidos – esa razón que otros filósofos llaman entendimiento. Explica el procedimiento adecuado en sus Reglas de Razonamiento en Filosofía, donde indica que se debe partir de la observación y por medio de la inducción y experimentación establecer proposiciones verdaderas. Es particularmente claro en su Regla IV:

«En filosofía experimental debemos recoger proposiciones verdaderas o muy aproximadas inferidas por inducción general a partir de fenómenos, prescindiendo de cualesquiera hipótesis contrarias, hasta que se produzcan otros fenómenos capaces de hacer más precisas esas proposiciones o sujetas a excepciones. Hemos de seguir esta regla para que el argumento por inducción no pueda ser eludido por hipótesis.»

John Locke indica, acertadamente, que pretender construir conocimiento prescindiendo de la evidencia de los sentidos, es como querer construir un muro sin ladrillos. 

Y Nietzsche llama razón a lo que Kant llama entendimiento y lo considera como un instrumento del hombre para su supervivencia:

«Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría… ¿Y quién sabe por qué tu cuerpo necesita de su mejor sabiduría?… “Dice el propio ser al yo: “¡Siente aquí dolor!” Y entonces el yo sufre y piensa una manera de poner término a su sufrimiento. Y precisamente para tal fin debe pensar.

Dice el propio ser al yo: “¡Siente aquí placer!” Y entonces el yo se alegra, y piensa sobre cómo seguir gozando a menudo y precisamente para tal fin debe pensar.»

[Friedrich Nietzsche. Also sprach Zarathustra. (Deutschland: Goldmann), 29]

Y Nietzsche tiene razón. La función biológica de la consciencia es guiar la acción y la fuente básica de esa guía es la cognición. Y el proceso cognitivo consiste en adquirir información sobre la realidad para identificar lo que es de provecho para uno y lo que no lo es, para así perseguir lo primero y evitar lo segundo. La razón instrumental es la facultad de construir conocimiento a partir de la evidencia de los sentidos, advirtiendo relaciones de similitud y diferencias entre los concretos, para formar un sistema coherente de conceptos.

Como dijo Ludwig von Mises, la razón es un instrumento que le permite al hombre actuar. Es una herramienta, un instrumento, que el humano emplea en su lucha por la existencia, en su afán por acomodarse lo mejor posible a las realidades del universo, y de evitar en lo posible el sufrimiento. 

En cambio, la razón pura es intuición mística. El misticismo es el vicio de postular arbitrariedades. Una proposición arbitraria es aquella para la cual no hay evidencia alguna. El mismo Kant admite que la razón pura no sirve de guía para actuar en el mundo, por lo que aconseja guiarse por el instinto. Y es la razón pura la que sustenta las doctrinas socialistas, la de los creadores de utopías y sus imaginarios paraísos terrenales donde sólo la razón pura debe regir. No se percataron que aquello que llamaban razón pura, absoluta y verdades evidentes eran tan sólo fantasías de sus propias mentes. Y son esos que sostienen la razón pura, que se consideran infalibles y que abogan por la intolerancia y la violenta supresión de disidentes, quienes atacan a la razón instrumental. Quienes niegan la validez de los sentidos, olvidando que la proposición: «La apreciación proporcionada por los sentidos, el medio para percibir aquello que existe, es necesariamente legítima», es un axioma. Por tanto, quien la niega debe aceptar su percepción como legítima en el proceso de querer deslegitimarla.  Ante la afirmación de que “los sentidos nos engañan” la pregunta pertinente es: “¿Cómo se sabe que en efecto es así?” Si la respuesta es: “porque se puede ver o sentir que así es”, entonces se afirma la legitimidad de la percepción sensorial, la misma que se quiere negar.   

Esa concepción de la razón, como razón pura, llevó a los franceses a pensar que era posible planificar la sociedad como un proyecto ingenieril, creando un estado paternalista que impone una “visión verdadera” de como debe ser el hombre a la sociedad. Dio origen al socialismo, al positivismo y a la destrucción de riqueza. De ahí las atrocidades del Reino del Terror.

Por el contrario, la concepción de la razón, como razón instrumental, llevó a los norteamericanos a establecer unas reglas limitando el poder del estado, para permitir que cada uno use su razón o entendimiento para acomodarse lo mejor posible a las realidades del mundo, y evitar en lo posible el sufrimiento.  Dio origen al capitalismo y la creación de riqueza.