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Carlos Díaz-Durán
13 de agosto, 2020

Qué importante la presunción de inocencia! ¡Qué terrible eso de condenar a las personas en medios de comunicación, sin darles la oportunidad de defenderse, ser oídos y vencidos en juicio como lo garantiza nuestra constitución! ¿Verdad? Tanto la Declaración Universal de Derechos Humanos como la Constitución Política de la República reconocen y garantizan la presunción de inocencia, sin embargo, es una de las garantías constitucionales que más parece haberse olvidado en Guatemala.

Irónicamente, la ex Fiscal General Thelma Aldana fue una de las principales promotoras del litigio y condena en medios en Guatemala. Digo irónicamente, pues un par de años atrás era ella quien con presentaciones y presencia en medios de comunicación condenaba a muchas personas antes de que pudieran ser oídas y venidas en juicio. 

¿Condenaba? Sí, condenaba. Con su influencia y popularidad en algunos medios de comunicación provocaba una condena pública a las personas. Presuntos culpables todos con sus señalamientos a quienes poca o ninguna oportunidad de defenderse públicamente quedaba tras sus intervenciones que eran tomadas como verdades absolutas. Ello aunado al abuso de la prisión preventiva que ha hecho que muchos estén purgando una pena a la que no han sido condenados y probablemente no lo serán. 

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El problema es que, en muchos casos, las rocambolescas presentaciones en medios de comunicación, no se reflejaban de forma técnica en el ámbito procesal. Muchos casos flojos y deficientes en prueba que desde el punto de vista técnico deberían resultar en sentencias absolutorias. Pero ¡ay de aquel juez que osara absolver a alguno de sus condenados públicos!

No quiero decir con esto que crea que muchos de los actos de corrupción señalados no fueron cometidos, pero en un estado de derecho se debe respetar la presunción de inocencia, aunque se trate del peor de nuestros enemigos. Hoy, es Thelma Aldana a quien toca enfrentar señalamientos que están siendo ventilados en medios de comunicación. 

No soy afín a la ex Fiscal General; me parece que su trabajo, aunque muy mediático y “popular”, hizo daño al sistema de justicia al permitir que se utilizaran mecanismos cuestionables para obtener testimonios, se condenara públicamente sin juicio previo y se llevaran a cabo persecuciones con tinte más político que legal. A pesar de no ser de mi agrado, debemos respetar su presunción de inocencia. Eso sí, sería muy positivo que estuviera en la disposición de enfrentar al sistema de justicia como tantas veces lo pidió, como cuando decía que “el que nada debe nada teme”. 

Nuestro sistema de justicia tiene muchos vicios, pero estos no se arreglan con más vicios. Recordemos siempre que “Toda persona es inocente, mientras no se la haya declarado responsable judicialmente en sentencia debidamente ejecutoriada.” Ahora que la ex Fiscal General está nuevamente en el “banquillo de los acusados”, espero que, tanto ella, como los que siguen utilizando la condena en medios sin juicio previo, se den cuenta de la importancia de la presunción de inocencia.  

Carlos Díaz-Durán
13 de agosto, 2020

Qué importante la presunción de inocencia! ¡Qué terrible eso de condenar a las personas en medios de comunicación, sin darles la oportunidad de defenderse, ser oídos y vencidos en juicio como lo garantiza nuestra constitución! ¿Verdad? Tanto la Declaración Universal de Derechos Humanos como la Constitución Política de la República reconocen y garantizan la presunción de inocencia, sin embargo, es una de las garantías constitucionales que más parece haberse olvidado en Guatemala.

Irónicamente, la ex Fiscal General Thelma Aldana fue una de las principales promotoras del litigio y condena en medios en Guatemala. Digo irónicamente, pues un par de años atrás era ella quien con presentaciones y presencia en medios de comunicación condenaba a muchas personas antes de que pudieran ser oídas y venidas en juicio. 

¿Condenaba? Sí, condenaba. Con su influencia y popularidad en algunos medios de comunicación provocaba una condena pública a las personas. Presuntos culpables todos con sus señalamientos a quienes poca o ninguna oportunidad de defenderse públicamente quedaba tras sus intervenciones que eran tomadas como verdades absolutas. Ello aunado al abuso de la prisión preventiva que ha hecho que muchos estén purgando una pena a la que no han sido condenados y probablemente no lo serán. 

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El problema es que, en muchos casos, las rocambolescas presentaciones en medios de comunicación, no se reflejaban de forma técnica en el ámbito procesal. Muchos casos flojos y deficientes en prueba que desde el punto de vista técnico deberían resultar en sentencias absolutorias. Pero ¡ay de aquel juez que osara absolver a alguno de sus condenados públicos!

No quiero decir con esto que crea que muchos de los actos de corrupción señalados no fueron cometidos, pero en un estado de derecho se debe respetar la presunción de inocencia, aunque se trate del peor de nuestros enemigos. Hoy, es Thelma Aldana a quien toca enfrentar señalamientos que están siendo ventilados en medios de comunicación. 

No soy afín a la ex Fiscal General; me parece que su trabajo, aunque muy mediático y “popular”, hizo daño al sistema de justicia al permitir que se utilizaran mecanismos cuestionables para obtener testimonios, se condenara públicamente sin juicio previo y se llevaran a cabo persecuciones con tinte más político que legal. A pesar de no ser de mi agrado, debemos respetar su presunción de inocencia. Eso sí, sería muy positivo que estuviera en la disposición de enfrentar al sistema de justicia como tantas veces lo pidió, como cuando decía que “el que nada debe nada teme”. 

Nuestro sistema de justicia tiene muchos vicios, pero estos no se arreglan con más vicios. Recordemos siempre que “Toda persona es inocente, mientras no se la haya declarado responsable judicialmente en sentencia debidamente ejecutoriada.” Ahora que la ex Fiscal General está nuevamente en el “banquillo de los acusados”, espero que, tanto ella, como los que siguen utilizando la condena en medios sin juicio previo, se den cuenta de la importancia de la presunción de inocencia.