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La migración y desigualdad van de la mano

Antonio Melgar
09 de octubre, 2020

En los últimos días el tema migratorio se agudizó nuevamente en la región, esto luego de que un grupo de personas de Honduras intentó pasar en caravana por el país con rumbo a Estados Unidos, por supuesto lo anterior genero diversas opiniones, en tiempos en que migración es vista como un acto criminal. 

Migrar es una condición que recae en la necesidad de las personas mismas, si alguien lo hace tiene un motivo fuerte para hacerlo, pero en Centro América esto ocurre por el hambre, falta de oportunidades, corrupción, violencia, inseguridad, sistemas de justicia débiles y hasta factores del cambio climático.

Es decir, podemos enumerar una basta cantidad de causas que hacen que las personas decidan dejar todo atrás, pero siempre hay una razón un motivo fuerte.

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Nadie dejaría su hogar si no existiera un motivo que lo haga salir y exponerse a los peligros que implica la migración irregular, misma que implica un dolor profundo inmerso y que tiene como responsables a los estados que no han logrado ofrecer aliento y más bien entregan desconcierto. 

Al hablar de migración y caravanas debemos abordar estrategias integrales, que respondan a lo que ocurre en los países de origen de los flujos migratorios y eso implica que se trate con dignidad a las personas. 

Esa dignidad de la que habló ahora no la encontraremos cuando se busca detener a las personas por la fuerza o estableciendo acuerdos de tercer país seguro, que más bien vienen a vilipendiar a quienes sufren y solo buscan un futuro mejor. 

La reflexión tiene que ir acompañada de conciencia y soluciones claras, de cómo reactivar el desarrollo en países como los nuestros en los que la gente se está muriendo de hambre y sin miras de poder salir adelante.

Nuestras autoridades deben ver la realidad, la vida en nuestros países para muchos es un lamento diario de condiciones que nos llevan a preguntarnos sobre como saldremos y no tenemos respuestas.

Al no tener respuestas sobre cómo evitar los riegos de la migración irregular, vemos con mayor dificultad los retos de cada país. 

Es inevitable que no pensemos en el destino de millones de personas que solo quieren trabajar para tener una vida digna y que buscan de forma honrada ganarse la vida con condiciones adecuadas, que buscan cumplir sus sueños personales para que ellos y sus familias cuenten con una vida digna.

Es por ello que la migración irregular debería doler en el corazón de todos y sobre todo exigir a las autoridades soluciones claras a los problemas estructurales que tenemos como países pobres.

Si los gobiernos de la región quieren de verdad terminar con esto, entonces deben crear condiciones de vida digna. Escuchen a la población que pide a gritos soluciones sostenibles, ojalá que pronto encontremos soluciones reales y que podamos dejar a nuestros hijos y nietos un país diferente.

Lo ocurrido también debería llevarnos a la reflexión, porque migrar no es un delito es un derecho que nunca debe ser criminalizado y tampoco utilizado con fines partidistas.

La migración y desigualdad van de la mano

Antonio Melgar
09 de octubre, 2020

En los últimos días el tema migratorio se agudizó nuevamente en la región, esto luego de que un grupo de personas de Honduras intentó pasar en caravana por el país con rumbo a Estados Unidos, por supuesto lo anterior genero diversas opiniones, en tiempos en que migración es vista como un acto criminal. 

Migrar es una condición que recae en la necesidad de las personas mismas, si alguien lo hace tiene un motivo fuerte para hacerlo, pero en Centro América esto ocurre por el hambre, falta de oportunidades, corrupción, violencia, inseguridad, sistemas de justicia débiles y hasta factores del cambio climático.

Es decir, podemos enumerar una basta cantidad de causas que hacen que las personas decidan dejar todo atrás, pero siempre hay una razón un motivo fuerte.

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Al hablar de migración y caravanas debemos abordar estrategias integrales, que respondan a lo que ocurre en los países de origen de los flujos migratorios y eso implica que se trate con dignidad a las personas. 

Esa dignidad de la que habló ahora no la encontraremos cuando se busca detener a las personas por la fuerza o estableciendo acuerdos de tercer país seguro, que más bien vienen a vilipendiar a quienes sufren y solo buscan un futuro mejor. 

La reflexión tiene que ir acompañada de conciencia y soluciones claras, de cómo reactivar el desarrollo en países como los nuestros en los que la gente se está muriendo de hambre y sin miras de poder salir adelante.

Nuestras autoridades deben ver la realidad, la vida en nuestros países para muchos es un lamento diario de condiciones que nos llevan a preguntarnos sobre como saldremos y no tenemos respuestas.

Al no tener respuestas sobre cómo evitar los riegos de la migración irregular, vemos con mayor dificultad los retos de cada país. 

Es inevitable que no pensemos en el destino de millones de personas que solo quieren trabajar para tener una vida digna y que buscan de forma honrada ganarse la vida con condiciones adecuadas, que buscan cumplir sus sueños personales para que ellos y sus familias cuenten con una vida digna.

Es por ello que la migración irregular debería doler en el corazón de todos y sobre todo exigir a las autoridades soluciones claras a los problemas estructurales que tenemos como países pobres.

Si los gobiernos de la región quieren de verdad terminar con esto, entonces deben crear condiciones de vida digna. Escuchen a la población que pide a gritos soluciones sostenibles, ojalá que pronto encontremos soluciones reales y que podamos dejar a nuestros hijos y nietos un país diferente.

Lo ocurrido también debería llevarnos a la reflexión, porque migrar no es un delito es un derecho que nunca debe ser criminalizado y tampoco utilizado con fines partidistas.