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¿Es un reto a nuestro sistema y libertad esta difícil campaña electoral?

Jose Azel
04 de noviembre, 2020

Estados Unidos se fundó bajo la premisa de que la libertad es un valor universal.

Thomas Jefferson, en la Declaración de Independencia, fue inequívoco: “Consideramos como verdades evidentes que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Pero, ¿es ciertamente la libertad ansiada universalmente por todos los pueblos, en todas partes, todo el tiempo?

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Históricamente no puede afirmarse que la libertad es un valor universal. El profesor Jeff Rufus Fears, enseñando Historia de la Libertad, destaca que la gran civilización egipcia que construyó las pirámides no tenía en su vocabulario ni siquiera una palabra para la libertad. China y Mesopotamia nunca desarrollaron una idea clara sobre la libertad; y en China las enseñanzas de Confucio eran sobre orden, no sobre libertad.

En situaciones tensas muchos pueblos han optado por restringir sus libertades políticas e individuales para proteger su nación de ataques extranjeros. La Ley Patriota de EEUU, que redujo libertades individuales expandiendo los poderes del gobierno, fue establecida por el Congreso tras los ataques del 11 de Septiembre. La Ley Patriota es un ejemplo contemporáneo de una decisión nacional de disminuir libertades.

Sin embargo, prácticamente todos los presidentes estadounidenses han articulado políticas exteriores de EEUU sobre la premisa de que la libertad es un valor universalmente deseado, y hemos luchado varias guerras para defender los principios de libertad universal.

Pero, ¿qué sucede cuando personas en otras naciones no valoran la libertad igual que nosotros? ¿Debemos obligarlos a ser libres?

La libertad se define más sencillamente como la capacidad de actuar sin restricciones. Libertad (“Freedom”) se relaciona, pero no es idéntica, al concepto de la libertad (Liberty)Desafortunadamente, en español solo contamos con la palabra libertad para ambos conceptos.

Ser libre es decidir por uno mismo; tener libertad es ser liberado de algo. Tener libertad se asocia con instituciones; pero la libertad es personal. Para mantener esta discusión lejos de debates filosóficos esotéricos sobre libertad, estoy comentando aquí sobre libertad en el contexto sociopolítico.

Para enmarcar mejor la pregunta de si libertad es un valor universal, tomemos del profesor Fears su separación de libertad en tres componentes: libertad nacional, política e individual.

Libertad nacional es la libertad de una nación para ser independiente de dominio o control extranjero. Libertad política es la libertad de elegir nuestros gobernantes, el derecho a decir qué queremos en el discurso político, y proporcionarnos las leyes bajo las cuales seremos gobernados. La libertad individual es la libertad de vivir como deseemos mientras no dañemos a nadie.

Esas libertades no necesariamente aparecen juntas. Por ejemplo, Corea del Norte o Cuba puede decirse que tienen libertad nacional, pero no libertad política ni individual. El imperio romano sentía gran orgullo por sus libertades individuales, pero carecía de libertad nacional o política porque todas sus naciones componentes eran regidas por Roma.

En Estados Unidos hemos logrado un balance destacado de integración de libertad nacional, política e individual. Pero eso no implica que cada nación desee nuestras libertades. Nuestros acuerdos de libertad son enormemente beneficiosos, y los considero el mejor arreglo social logrado nunca.

Tal vez, después de ser testigos de esta difícil campaña presidencial electoral que culminó el martes pensemos que nuestro sistema nos ha fallado y nuestra libertad peligra.

Todo lo contrario, esta reñida campaña nos ha servido para definir y delinear nuestras diferentes visiones del futuro del país, pero nuestra idea nacional de la libertad nunca se ha puesto en duda.

Pero otras sociedades pueden necesitar encontrar vías de organizar sus naciones en maneras que reflejen mejor sus propias tradiciones y cultura. A pesar de nuestras buenas intenciones, si la libertad no es un valor universal, debemos aceptar a regañadientes la libertad de otros pueblos para definir sus identidades.

La libertad puede no ser un valor universal, pero es uno perdurable.

En la primavera del 2019 visité Riga, Latvia, donde en 1818 el principal bulevar se llamaba Calle Alexander, en honor al Zar ruso Alejandro. Cuando Latvia obtuvo su independencia en 1923, el bulevar fue renombrado Calle Libertad. Ese provocativo nombre no convino a los ocupantes nazis, que durante la Segunda Guerra Mundial la llamaron Calle Adolfo Hitler.

Después, cuando los soviéticos ocuparon el país, la llamaron Calle Lenin. Pero cuando Latvia recuperó su independencia en 1990, el famoso bulevar, de nuevo, fue Calle Libertad. ¡Que siempre se mantenga libre!

El último libro del Dr. José Azel es “Libertad para novatos”. Correo: [email protected].

¿Es un reto a nuestro sistema y libertad esta difícil campaña electoral?

Jose Azel
04 de noviembre, 2020

Estados Unidos se fundó bajo la premisa de que la libertad es un valor universal.

Thomas Jefferson, en la Declaración de Independencia, fue inequívoco: “Consideramos como verdades evidentes que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Pero, ¿es ciertamente la libertad ansiada universalmente por todos los pueblos, en todas partes, todo el tiempo?

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Históricamente no puede afirmarse que la libertad es un valor universal. El profesor Jeff Rufus Fears, enseñando Historia de la Libertad, destaca que la gran civilización egipcia que construyó las pirámides no tenía en su vocabulario ni siquiera una palabra para la libertad. China y Mesopotamia nunca desarrollaron una idea clara sobre la libertad; y en China las enseñanzas de Confucio eran sobre orden, no sobre libertad.

En situaciones tensas muchos pueblos han optado por restringir sus libertades políticas e individuales para proteger su nación de ataques extranjeros. La Ley Patriota de EEUU, que redujo libertades individuales expandiendo los poderes del gobierno, fue establecida por el Congreso tras los ataques del 11 de Septiembre. La Ley Patriota es un ejemplo contemporáneo de una decisión nacional de disminuir libertades.

Sin embargo, prácticamente todos los presidentes estadounidenses han articulado políticas exteriores de EEUU sobre la premisa de que la libertad es un valor universalmente deseado, y hemos luchado varias guerras para defender los principios de libertad universal.

Pero, ¿qué sucede cuando personas en otras naciones no valoran la libertad igual que nosotros? ¿Debemos obligarlos a ser libres?

La libertad se define más sencillamente como la capacidad de actuar sin restricciones. Libertad (“Freedom”) se relaciona, pero no es idéntica, al concepto de la libertad (Liberty)Desafortunadamente, en español solo contamos con la palabra libertad para ambos conceptos.

Ser libre es decidir por uno mismo; tener libertad es ser liberado de algo. Tener libertad se asocia con instituciones; pero la libertad es personal. Para mantener esta discusión lejos de debates filosóficos esotéricos sobre libertad, estoy comentando aquí sobre libertad en el contexto sociopolítico.

Para enmarcar mejor la pregunta de si libertad es un valor universal, tomemos del profesor Fears su separación de libertad en tres componentes: libertad nacional, política e individual.

Libertad nacional es la libertad de una nación para ser independiente de dominio o control extranjero. Libertad política es la libertad de elegir nuestros gobernantes, el derecho a decir qué queremos en el discurso político, y proporcionarnos las leyes bajo las cuales seremos gobernados. La libertad individual es la libertad de vivir como deseemos mientras no dañemos a nadie.

Esas libertades no necesariamente aparecen juntas. Por ejemplo, Corea del Norte o Cuba puede decirse que tienen libertad nacional, pero no libertad política ni individual. El imperio romano sentía gran orgullo por sus libertades individuales, pero carecía de libertad nacional o política porque todas sus naciones componentes eran regidas por Roma.

En Estados Unidos hemos logrado un balance destacado de integración de libertad nacional, política e individual. Pero eso no implica que cada nación desee nuestras libertades. Nuestros acuerdos de libertad son enormemente beneficiosos, y los considero el mejor arreglo social logrado nunca.

Tal vez, después de ser testigos de esta difícil campaña presidencial electoral que culminó el martes pensemos que nuestro sistema nos ha fallado y nuestra libertad peligra.

Todo lo contrario, esta reñida campaña nos ha servido para definir y delinear nuestras diferentes visiones del futuro del país, pero nuestra idea nacional de la libertad nunca se ha puesto en duda.

Pero otras sociedades pueden necesitar encontrar vías de organizar sus naciones en maneras que reflejen mejor sus propias tradiciones y cultura. A pesar de nuestras buenas intenciones, si la libertad no es un valor universal, debemos aceptar a regañadientes la libertad de otros pueblos para definir sus identidades.

La libertad puede no ser un valor universal, pero es uno perdurable.

En la primavera del 2019 visité Riga, Latvia, donde en 1818 el principal bulevar se llamaba Calle Alexander, en honor al Zar ruso Alejandro. Cuando Latvia obtuvo su independencia en 1923, el bulevar fue renombrado Calle Libertad. Ese provocativo nombre no convino a los ocupantes nazis, que durante la Segunda Guerra Mundial la llamaron Calle Adolfo Hitler.

Después, cuando los soviéticos ocuparon el país, la llamaron Calle Lenin. Pero cuando Latvia recuperó su independencia en 1990, el famoso bulevar, de nuevo, fue Calle Libertad. ¡Que siempre se mantenga libre!

El último libro del Dr. José Azel es “Libertad para novatos”. Correo: [email protected].