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Atrapados en una narrativa

Redacción
15 de diciembre, 2020

Una narrativa es una explicación sencilla a un fenómeno complejo. Las narrativas son parte de nuestro mundo, vivimos con ellas, las creamos o modificamos a diario y terminamos dándole una importancia exagerada. Las narrativas nos ayudan a comprender el mundo que nos rodea a través de unir series de eventos por medio de explicaciones razonables, aunque algunas veces las narrativas se vuelven tan complejas que dejan de tener sentido o de cumplir su propósito.

Les pongo un ejemplo: el pacto de corruptos. Este concepto surgió para explicar la decisión de unos cuantos diputados en el 2015 de aprobar una serie de reformas al Código Penal y que causó malestar en la sociedad, con mucha razón. La narrativa de que el “pacto de corruptos” continúa haciendo de la suyas ha permanecido hasta nuestros días a pesar de que surgió por un tema muy puntual y en el cuál muchos de los actores involucrados ya ni están en el mapa político.

¿Qué es el pacto de corruptos? Si le hacen esa pregunta a cada persona obtendrán una respuesta diferente cada vez. Algunos involucrarán a más actores, otros a menos. Algunos lo usarán para describir a sus opositores políticos, lo cuál supone un problema al momento en que todos terminan siendo parte de ese pacto desde la perspectiva de alguien más. 

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Si quieren hacer aún más complejo el asunto y evidenciar el problema de las narrativas podrían preguntar: ¿Qué acciones han tomado los del pacto de corruptos? ¿Dónde se juntan? ¿Qué agenda tienen? ¿Qué otros vínculos unen a esas personas? ¿Qué pruebas existen de una unión de ese tipo? Y si quieren rematar el asunto pregunten: ¿Qué acciones tomará el pacto de corruptos a futuro? Si tienen todas las respuestas anteriores tan claras, deberían poder ser capaces de predecir el comportamiento de este “pacto” en un futuro y en todas las acciones que toman.

Así como el ejemplo del “pacto de corruptos” hay muchos otros más. Las teorías de conspiración también entran en esta categoría. Que el gobierno infiltró personas para quemar el congreso, que Soros quiere infiltrar a la izquierda en todos los espacios políticos, que el COVID no existe o no es tan severo, que la embajada de Estados Unidos es la explicación para todo lo que ocurre (o lo que no ocurre) en nuestro país y así las que se les puedan ocurrir.

Todos los días convivimos con este tipo de afirmaciones que si bien buscan ayudarnos a comprender el mundo que nos rodea muchas veces terminan limitándonos mentalmente. Vivimos en un mundo complejo y cambiante, con personas que mienten o que tienen una agenda, por lo que las narrativas suelen quedarse sin materia muy pronto, y perpetuarlas solo nos hace ver necios o interesados. 

Sin embargo, no siempre somos capaces de comprender si estamos siguiendo una narrativa falsa o equivocada. Aquellos que promueven estas narrativas no suelen reconocer que estaban equivocados, simplemente modifican la narrativa o explican que había algo oculto que modificó la narrativa y que nadie era capaz de haberlo visto antes. Vivimos plagados de expertos y analistas que constantemente nos llenan la cabeza de estas ideas y las redes sociales son el principal canal de difusión.

Buscar explicaciones para todo es un fenómeno natural en el ser humano, pero llega un momento en el cuál estamos atrapados en una narrativa que poco tiene que ver con la realidad y más tiene que ver con lo que ciertas personas quieren que pensemos. Para empezar a librarnos de estas narrativas los invito a hacerse las siguientes preguntas cada vez que prendan la radio o la televisión o lean algo en redes sociales: ¿Quién esta diciendo esto? ¿Por qué lo estará diciendo? ¿Qué pruebas tiene de lo que dice? ¿Es capaz de explicar cómo funciona eso? ¿Qué interés tiene esa persona en promover esa idea? ¿Suena coherente y comprobable lo que menciona? ¿Se contradice? ¿Y si lo que dice es parte de una narrativa y no de la realidad?

Atrapados en una narrativa

Redacción
15 de diciembre, 2020

Una narrativa es una explicación sencilla a un fenómeno complejo. Las narrativas son parte de nuestro mundo, vivimos con ellas, las creamos o modificamos a diario y terminamos dándole una importancia exagerada. Las narrativas nos ayudan a comprender el mundo que nos rodea a través de unir series de eventos por medio de explicaciones razonables, aunque algunas veces las narrativas se vuelven tan complejas que dejan de tener sentido o de cumplir su propósito.

Les pongo un ejemplo: el pacto de corruptos. Este concepto surgió para explicar la decisión de unos cuantos diputados en el 2015 de aprobar una serie de reformas al Código Penal y que causó malestar en la sociedad, con mucha razón. La narrativa de que el “pacto de corruptos” continúa haciendo de la suyas ha permanecido hasta nuestros días a pesar de que surgió por un tema muy puntual y en el cuál muchos de los actores involucrados ya ni están en el mapa político.

¿Qué es el pacto de corruptos? Si le hacen esa pregunta a cada persona obtendrán una respuesta diferente cada vez. Algunos involucrarán a más actores, otros a menos. Algunos lo usarán para describir a sus opositores políticos, lo cuál supone un problema al momento en que todos terminan siendo parte de ese pacto desde la perspectiva de alguien más. 

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Si quieren hacer aún más complejo el asunto y evidenciar el problema de las narrativas podrían preguntar: ¿Qué acciones han tomado los del pacto de corruptos? ¿Dónde se juntan? ¿Qué agenda tienen? ¿Qué otros vínculos unen a esas personas? ¿Qué pruebas existen de una unión de ese tipo? Y si quieren rematar el asunto pregunten: ¿Qué acciones tomará el pacto de corruptos a futuro? Si tienen todas las respuestas anteriores tan claras, deberían poder ser capaces de predecir el comportamiento de este “pacto” en un futuro y en todas las acciones que toman.

Así como el ejemplo del “pacto de corruptos” hay muchos otros más. Las teorías de conspiración también entran en esta categoría. Que el gobierno infiltró personas para quemar el congreso, que Soros quiere infiltrar a la izquierda en todos los espacios políticos, que el COVID no existe o no es tan severo, que la embajada de Estados Unidos es la explicación para todo lo que ocurre (o lo que no ocurre) en nuestro país y así las que se les puedan ocurrir.

Todos los días convivimos con este tipo de afirmaciones que si bien buscan ayudarnos a comprender el mundo que nos rodea muchas veces terminan limitándonos mentalmente. Vivimos en un mundo complejo y cambiante, con personas que mienten o que tienen una agenda, por lo que las narrativas suelen quedarse sin materia muy pronto, y perpetuarlas solo nos hace ver necios o interesados. 

Sin embargo, no siempre somos capaces de comprender si estamos siguiendo una narrativa falsa o equivocada. Aquellos que promueven estas narrativas no suelen reconocer que estaban equivocados, simplemente modifican la narrativa o explican que había algo oculto que modificó la narrativa y que nadie era capaz de haberlo visto antes. Vivimos plagados de expertos y analistas que constantemente nos llenan la cabeza de estas ideas y las redes sociales son el principal canal de difusión.

Buscar explicaciones para todo es un fenómeno natural en el ser humano, pero llega un momento en el cuál estamos atrapados en una narrativa que poco tiene que ver con la realidad y más tiene que ver con lo que ciertas personas quieren que pensemos. Para empezar a librarnos de estas narrativas los invito a hacerse las siguientes preguntas cada vez que prendan la radio o la televisión o lean algo en redes sociales: ¿Quién esta diciendo esto? ¿Por qué lo estará diciendo? ¿Qué pruebas tiene de lo que dice? ¿Es capaz de explicar cómo funciona eso? ¿Qué interés tiene esa persona en promover esa idea? ¿Suena coherente y comprobable lo que menciona? ¿Se contradice? ¿Y si lo que dice es parte de una narrativa y no de la realidad?