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Reimaginando el ecosistema nacional de emprendimiento 2021-2023

Roberto Carlos Recinos-Abularach
13 de enero, 2021

Guatemala cuenta con una política nacional, un régimen jurídico y una institucionalidad sustantiva y procesal propia para el emprendimiento. Este marco regulatorio, en conjunto con las redes, competencias, espacios, infraestructura y actores pertinentes, configuran lo que conocemos como el ecosistema nacional de emprendimiento.  Empecemos, entonces, por explicar qué entendemos generalmente por “ecosistema emprendedor”: un ecosistema emprendedor consiste en un entorno complejo que resulta altamente propicio para desarrollar ideas innovadoras y que ofrece, además, oportunidades para ponerlas en marcha con buenas posibilidades de éxito. El ecosistema emprendedor es complejo en cuanto a que combina elementos de naturaleza variada —técnica, cultural, política, económica, espacial (física o digital) o social— y en virtud de su impacto en las varias dimensiones de la vida de un país, como sería el caso de las finanzas familiares de las mayorías, el nivel educativo de una generación o el aprovechamiento productivo del bono demográfico nacional.  En suma, el emprendimiento como modelo de desarrollo es una especie de tronco fundamental que termina por influir en todas las esferas de la vida de un Estado. Por eso es que existe una política nacional y por eso es que se trabaja todos los días en el fortalecimiento del ecosistema emprendedor. 

Es que implica mucho. 

No obstante, si bien es cierto que nuestro ecosistema emprendedor está más o menos avanzado, también es verdad que se observan en él muchas limitaciones, pues funciona de manera entrecortada, dispersa y relativamente improvisada, por lo que, más que ser constituyente de un real ecosistema, existe como una simple declaración de buenas intenciones, lo cual ya es algo positivo, pero no suficiente.  Siguiendo la urgencia de esta línea de reflexión, pues, quisiera imaginar una propuesta para hacer del ecosistema nacional de emprendimiento de Guatemala un marco más completo y efectivo. 

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Dentro del contexto en lugar y sobre las bases existentes, propongo la creación de:

  • Un Comisionado Nacional para el Emprendimiento y la Innovación, a nivel secretaría que dependa del Ejecutivo (que opere informado por y en coordinación con presidencia, economía y relaciones exteriores) y que se erija como la máxima autoridad en materia especializada de emprendimiento en Guatemala.
  • Una Comisión Legislativa Permanente, para el Desarrollo del Emprendimiento, la Microempresa, la Pequeña y la Mediana Empresa, integrada por diputados versados o experimentados en materia de emprendimiento, economía y empresa. 
  • Una Defensoría del Emprendedor y la Pequeña Empresa, integrado al régimen de derechos humanos existente, el cual se encuentra hoy cooptado ideológicamente y, en consecuencia, resulta sumamente ineficiente, pues protege solo a quienes crean conflicto y no a quienes crean riqueza. 
  • Un Modelo de Emprendimiento Inclusivo que armonice objetivos nacionales de desarrollo social —niñez, pueblos indígenas, mujer, tercera edad, capacidades especiales, áreas marginales, energías limpias— con objetivos nacionales de emprendimiento, en espacios en donde ambas políticas se intersequen orgánicamente. 
  • Dentro del pensum educativo primario nacional y en el marco de programas académicos especializados de liderazgo, desarrollo y gestión publica existentes, la creación de carreras, cursos y talleres que equipen a las juventudes nacionales para emprender con competencias técnicas mínimas. 
  • Un Fondo Nacional para el Impulso del Emprendimiento que almacene y disemine capital semilla o de riesgo para impulsar emprendimientos innovadores, éticos, inclusivos y sostenibles, sin alto costo para el nuevo emprendedor.
  • Un Manual para el Emprendedor, que sea exhaustivo y que incluya glosarios y flujos de procesos. Este sería sea gratuito y universal y se distribuiría a quien lo solicite, para habilitar a toda persona a emprender con menos dificultad.
  • Una Encuesta Nacional de Emprendimiento que se celebre cada dos a cuatro años y que ofrezca formas creativas de medir los avances relativos al emprendimiento en el país. 
  • Una Semana Nacional de Emprendimiento e Innovación anual, que incluya la conmemoración del Día Nacional de Emprendimiento, un Encuentro Regional de Emprendedores, una Feria de Emprendimiento, Innovación y Empleo y, por último, programas variopintos de práctica y capacitación emprendedoras.
  • Y por supuesto, el fortalecimiento crítico, radical e integral de la ya existente Unidad de Fortalecimiento al Emprendimiento del Viceministerio de Desarrollo de la Microempresa, Pequeña y Mediana Empresa del MINECO, que incluya, no solo seguimientos técnicos perimetrales y redes amorfas, sino el reclutamiento de investigadores profesionales, registradores de métricas, educadores de carrera, asesores técnicos especializados y redes bien organizadas a nivel centroamericano y mundial.  

¿Qué les parece?  Hasta la próxima. 

Reimaginando el ecosistema nacional de emprendimiento 2021-2023

Roberto Carlos Recinos-Abularach
13 de enero, 2021

Guatemala cuenta con una política nacional, un régimen jurídico y una institucionalidad sustantiva y procesal propia para el emprendimiento. Este marco regulatorio, en conjunto con las redes, competencias, espacios, infraestructura y actores pertinentes, configuran lo que conocemos como el ecosistema nacional de emprendimiento.  Empecemos, entonces, por explicar qué entendemos generalmente por “ecosistema emprendedor”: un ecosistema emprendedor consiste en un entorno complejo que resulta altamente propicio para desarrollar ideas innovadoras y que ofrece, además, oportunidades para ponerlas en marcha con buenas posibilidades de éxito. El ecosistema emprendedor es complejo en cuanto a que combina elementos de naturaleza variada —técnica, cultural, política, económica, espacial (física o digital) o social— y en virtud de su impacto en las varias dimensiones de la vida de un país, como sería el caso de las finanzas familiares de las mayorías, el nivel educativo de una generación o el aprovechamiento productivo del bono demográfico nacional.  En suma, el emprendimiento como modelo de desarrollo es una especie de tronco fundamental que termina por influir en todas las esferas de la vida de un Estado. Por eso es que existe una política nacional y por eso es que se trabaja todos los días en el fortalecimiento del ecosistema emprendedor. 

Es que implica mucho. 

No obstante, si bien es cierto que nuestro ecosistema emprendedor está más o menos avanzado, también es verdad que se observan en él muchas limitaciones, pues funciona de manera entrecortada, dispersa y relativamente improvisada, por lo que, más que ser constituyente de un real ecosistema, existe como una simple declaración de buenas intenciones, lo cual ya es algo positivo, pero no suficiente.  Siguiendo la urgencia de esta línea de reflexión, pues, quisiera imaginar una propuesta para hacer del ecosistema nacional de emprendimiento de Guatemala un marco más completo y efectivo. 

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  • Un Comisionado Nacional para el Emprendimiento y la Innovación, a nivel secretaría que dependa del Ejecutivo (que opere informado por y en coordinación con presidencia, economía y relaciones exteriores) y que se erija como la máxima autoridad en materia especializada de emprendimiento en Guatemala.
  • Una Comisión Legislativa Permanente, para el Desarrollo del Emprendimiento, la Microempresa, la Pequeña y la Mediana Empresa, integrada por diputados versados o experimentados en materia de emprendimiento, economía y empresa. 
  • Una Defensoría del Emprendedor y la Pequeña Empresa, integrado al régimen de derechos humanos existente, el cual se encuentra hoy cooptado ideológicamente y, en consecuencia, resulta sumamente ineficiente, pues protege solo a quienes crean conflicto y no a quienes crean riqueza. 
  • Un Modelo de Emprendimiento Inclusivo que armonice objetivos nacionales de desarrollo social —niñez, pueblos indígenas, mujer, tercera edad, capacidades especiales, áreas marginales, energías limpias— con objetivos nacionales de emprendimiento, en espacios en donde ambas políticas se intersequen orgánicamente. 
  • Dentro del pensum educativo primario nacional y en el marco de programas académicos especializados de liderazgo, desarrollo y gestión publica existentes, la creación de carreras, cursos y talleres que equipen a las juventudes nacionales para emprender con competencias técnicas mínimas. 
  • Un Fondo Nacional para el Impulso del Emprendimiento que almacene y disemine capital semilla o de riesgo para impulsar emprendimientos innovadores, éticos, inclusivos y sostenibles, sin alto costo para el nuevo emprendedor.
  • Un Manual para el Emprendedor, que sea exhaustivo y que incluya glosarios y flujos de procesos. Este sería sea gratuito y universal y se distribuiría a quien lo solicite, para habilitar a toda persona a emprender con menos dificultad.
  • Una Encuesta Nacional de Emprendimiento que se celebre cada dos a cuatro años y que ofrezca formas creativas de medir los avances relativos al emprendimiento en el país. 
  • Una Semana Nacional de Emprendimiento e Innovación anual, que incluya la conmemoración del Día Nacional de Emprendimiento, un Encuentro Regional de Emprendedores, una Feria de Emprendimiento, Innovación y Empleo y, por último, programas variopintos de práctica y capacitación emprendedoras.
  • Y por supuesto, el fortalecimiento crítico, radical e integral de la ya existente Unidad de Fortalecimiento al Emprendimiento del Viceministerio de Desarrollo de la Microempresa, Pequeña y Mediana Empresa del MINECO, que incluya, no solo seguimientos técnicos perimetrales y redes amorfas, sino el reclutamiento de investigadores profesionales, registradores de métricas, educadores de carrera, asesores técnicos especializados y redes bien organizadas a nivel centroamericano y mundial.  

¿Qué les parece?  Hasta la próxima.