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Caminando por la Ciudad | El patojo ruco

Redacción República
17 de enero, 2021

El patojo ruco. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

“Vámonos para la disco muchá, que yo invito”, son las frases que textea Jeffrey a sus amigos todos los viernes al salir del trabajo. El tour empieza con una serie de fotos de antros, autos modernos y chicas veinteañeras.

Además de sugerencias de ropa casual, juvenil y moderna para el buen outfit de viernes como él dice. Cita a todos sus amigos en el restaurante de comida rápida que a todos les queda en el camino.

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La mayoría son adolescentes de primeros años de la universidad. Varios son jóvenes trabajadores y emprendedores que buscan independizarse de sus papás y sueñan con un futuro mejor.

Otros aún estudian la secundaria en plan fin de semana, mientras trabajan de lunes a viernes. Aparte están los que no hacen nada porque se tomaron un año sabático que se ha extendido por un poco más de los 365 días pensados.

Todos se juntan para divertirse y relajarse después de la semana laboral. También para hablar de sus vidas, amores, conquistas, música, películas o solo una reunión más.

Saben que a la hora de pagar no hay mucho de qué preocuparse ya que su mejor amigo Jeffrey siempre costea la mayor parte. Por ser el mayor del grupo es el que mejor trabajo tiene y gana.

El “patojo” que paga todo

A ellos no les incomoda que su gran amigo les saque veinte años de diferencia. Con canas disimuladas y alguna arruguita que casi no se nota. Con entradas en la cabellera, una ligera pancita cervecera, según dicen, y un poquito de sobrepeso acorde con su estatura.

Pero muy bien compensado con la vestimenta de moda, las camisas de seda fina muy bien ajustadas a su abdomen. Los pantalones exageradamente tallados a su cuerpo para disimular las libras de más. Zapatos de marca como los que cargan los jóvenes de la época y peinado muy a la moda con el copete parado con gelatina. Además, lleva un arete de oro en la oreja izquierda, rayitos en su cabellera.

El tatuaje en el cuello y joyas originales. Tampoco falta el teléfono móvil de última generación, con el que todos los días se toma la respectiva selfie, al llegar al trabajo, después algunos filtros.

En la oficina todos conocen al ingeniero Aguilar como un señor muy juvenil, que escucha rock clásico, va a conciertos tributo de bandas ochenteras, colecciona figuras de personajes de películas antiguas, carritos a escala, y naves espaciales.

No le faltan los camiones Tonka de metal puro y llantas de caucho. Conoce todas las apps de moda, mantiene sus perfiles actualizados y pertenece a grupos cerrados de coleccionistas de piezas vintage.

Comparte sus vivencias con su grupo de amigos, a los que divierte con su buen sentido del humor y la forma tan jovial de ser aunque su línea cronológica diga lo contrario. No se avergüenza de ir a las fiestas, conciertos o reuniones de trabajo con esa apariencia de patojo. Se siente el más joven y cool del grupo y los demás saben comprenderlo y aceptarlo, aunque a los más adultos no les agrade.

Lo que pocos saben es que sus tarjetas están al límite de gastos, ya que debe solventar sus propios gustos junto con los gustos de sus “amigos” de fiesta y de sus jovencitas enamoradas.

En la casa se pone a hacer cuentas para los pagos de servicios básicos, la comida del mes y mantener al cien su carro modelo reciente. También debe conseguir para sus “retoques” (tinte para la escasa melena, estiramientos faciales, cremas de alta función, gimnasio de bajo impacto, blanqueador de dientes, las inyecciones de bótox en los párpados), sin faltar el mantenimiento básico como las pastillas para la presión arterial, regular el azúcar, bajar los niveles de triglicéridos y colesterol, así como el complemento prostático para su perfecto funcionamiento.

Jeffrey, el “patojo ruco” es buen trabajador, profesional de las ventas, y sobre todo un gran amigo, vecino, compañero y creyente. Sólo le gusta andar con sus amigos y no le agrada juntarse con los señores y señoras entradas en edad como les dice, porque son muy serios y aburridos, no aguantan desvelarse, no les gusta la música o películas de moda, y no les gusta hacer movimientos bruscos a la hora de practicar algún deporte. No quiere terminar así. Tampoco se avergüenza de que lo vean extraño y que los demás hablen a sus espaldas acerca de su apariencia.


Caminando por la Ciudad | El patojo ruco

Redacción República
17 de enero, 2021

El patojo ruco. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

“Vámonos para la disco muchá, que yo invito”, son las frases que textea Jeffrey a sus amigos todos los viernes al salir del trabajo. El tour empieza con una serie de fotos de antros, autos modernos y chicas veinteañeras.

Además de sugerencias de ropa casual, juvenil y moderna para el buen outfit de viernes como él dice. Cita a todos sus amigos en el restaurante de comida rápida que a todos les queda en el camino.

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La mayoría son adolescentes de primeros años de la universidad. Varios son jóvenes trabajadores y emprendedores que buscan independizarse de sus papás y sueñan con un futuro mejor.

Otros aún estudian la secundaria en plan fin de semana, mientras trabajan de lunes a viernes. Aparte están los que no hacen nada porque se tomaron un año sabático que se ha extendido por un poco más de los 365 días pensados.

Todos se juntan para divertirse y relajarse después de la semana laboral. También para hablar de sus vidas, amores, conquistas, música, películas o solo una reunión más.

Saben que a la hora de pagar no hay mucho de qué preocuparse ya que su mejor amigo Jeffrey siempre costea la mayor parte. Por ser el mayor del grupo es el que mejor trabajo tiene y gana.

El “patojo” que paga todo

A ellos no les incomoda que su gran amigo les saque veinte años de diferencia. Con canas disimuladas y alguna arruguita que casi no se nota. Con entradas en la cabellera, una ligera pancita cervecera, según dicen, y un poquito de sobrepeso acorde con su estatura.

Pero muy bien compensado con la vestimenta de moda, las camisas de seda fina muy bien ajustadas a su abdomen. Los pantalones exageradamente tallados a su cuerpo para disimular las libras de más. Zapatos de marca como los que cargan los jóvenes de la época y peinado muy a la moda con el copete parado con gelatina. Además, lleva un arete de oro en la oreja izquierda, rayitos en su cabellera.

El tatuaje en el cuello y joyas originales. Tampoco falta el teléfono móvil de última generación, con el que todos los días se toma la respectiva selfie, al llegar al trabajo, después algunos filtros.

En la oficina todos conocen al ingeniero Aguilar como un señor muy juvenil, que escucha rock clásico, va a conciertos tributo de bandas ochenteras, colecciona figuras de personajes de películas antiguas, carritos a escala, y naves espaciales.

No le faltan los camiones Tonka de metal puro y llantas de caucho. Conoce todas las apps de moda, mantiene sus perfiles actualizados y pertenece a grupos cerrados de coleccionistas de piezas vintage.

Comparte sus vivencias con su grupo de amigos, a los que divierte con su buen sentido del humor y la forma tan jovial de ser aunque su línea cronológica diga lo contrario. No se avergüenza de ir a las fiestas, conciertos o reuniones de trabajo con esa apariencia de patojo. Se siente el más joven y cool del grupo y los demás saben comprenderlo y aceptarlo, aunque a los más adultos no les agrade.

Lo que pocos saben es que sus tarjetas están al límite de gastos, ya que debe solventar sus propios gustos junto con los gustos de sus “amigos” de fiesta y de sus jovencitas enamoradas.

En la casa se pone a hacer cuentas para los pagos de servicios básicos, la comida del mes y mantener al cien su carro modelo reciente. También debe conseguir para sus “retoques” (tinte para la escasa melena, estiramientos faciales, cremas de alta función, gimnasio de bajo impacto, blanqueador de dientes, las inyecciones de bótox en los párpados), sin faltar el mantenimiento básico como las pastillas para la presión arterial, regular el azúcar, bajar los niveles de triglicéridos y colesterol, así como el complemento prostático para su perfecto funcionamiento.

Jeffrey, el “patojo ruco” es buen trabajador, profesional de las ventas, y sobre todo un gran amigo, vecino, compañero y creyente. Sólo le gusta andar con sus amigos y no le agrada juntarse con los señores y señoras entradas en edad como les dice, porque son muy serios y aburridos, no aguantan desvelarse, no les gusta la música o películas de moda, y no les gusta hacer movimientos bruscos a la hora de practicar algún deporte. No quiere terminar así. Tampoco se avergüenza de que lo vean extraño y que los demás hablen a sus espaldas acerca de su apariencia.