Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Caminando por la Ciudad | El chino pobre

Invitado
14 de marzo, 2021

El chino pobre. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

«Me podés servir otra ronda con esas boquitas de carnita a la plancha», se escucha decir a los comensales que llegan a saborear unas buenas micheladas, chevys o polarizadas, como le dicen en el barrio a sus bebida frías.

Todos se pasan la ubicación del restaurante ubicado en el límite de la zona 1, la frontera con la zona 3, donde los visitantes se pelean a qué zona pertenecen.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Unos presumen ser los burgueses del barrio por vivir del lado oriente de la Avenida Elena, los del lado occidente aceptan que son menos adinerados, pero más aguerridos y con más valor y fuerza que los otros.

Al final todos paran comiendo y bebiendo donde el chino pobre, como le dicen al dueño de una cafetería que sirve todo tipo de comida. Aunque el negocio principal es la venta de bebidas espirituosas.

Si bien aparece inscrita como cafetería o comedor familiar, todos saben que la rocola no para de sonar hasta la madrugada.

Las cervezas corren toda la noche para abastecer a los taxistas que pasan a refrescarse luego de pasarse buen rato afuera del cine Popular, el cine América, el parque central y el Gran Pavo a la espera de pasajeros. Todos llegan a deleitarse con sus bebidas junto con sus bien crocantes carnitas a la plancha, que tienen un sabor muy especial.

Se dice que el señor Lee se vino huyendo de la China comunista por error a nuestro país. Invirtió todos sus ahorros en un restaurante de lujo, al ver que no había ventas de comida oriental, pero no le respondió y perdió su fortuna.

Otros dicen que su esposa, «La China», le quitó todo porque lo sorprendió con una guatemalteca en una situación poco decorosa.

También falta quien jura que lo conoció cuando pedía jalón y una moneda en el centro de la ciudad, pues era refugiado. Pero la verdad nadie la conoce, excepto que el señor Lee encontró la fórmula mágica para hacer dinero en Guatemala.

Registró un inocente comedor en salubridad y de repente empieza a vender licor y pone la rocola a todo volumen.

El éxito del chino pobre

El lugar es famoso por sus amables y hermosas meseras, precios populares y no falta un robusto señor en la puerta como comitiva de seguridad, conocido como «Chepe Sacabolos».

Personas de cualquier parte de la ciudad vienen a la cafetería donde se anuncia el chao mein y el arroz con carne de res, bien sazonada y asada a la plancha.

Todos saben que basta pedir una ronda para que el chino pobre le mande casi una libra de esa rica carne asada, por momentos algo cecina y por ratos saborizada diferente. Pero más qué más da, lo que importa es compartir con los amigos, chupar un poco, comer abundante y bailar.

Ya la gente no cabe y se sabe que el chino pobre tiene muchas sucursales distribuidas en toda la capital, registradas con diferentes nombres y diferente propietario para no levantar sospechas.

Todas las mañanas se le ve lavando la banqueta para quitar los vómitos, rociando creolina para quitar los malos olores y los microbios, no sin antes regar el frente del negocio con agua perfumada con pétalos de flores multicolores.

Por las tardes cuentas hace cuentas con su personal de las ganancias del día anterior. Colocan todos los muebles en su lugar para abrir a media tarde y empezar a recibir a los primeros comensales que corren presurosos por su porción de carnita asada.

Los vecinos no se explican cómo puede dar esas bocas tan abundantes, si la carne anda por las nubes según dicen las amas de casa del sector. Pero el chino pobre siempre tiene bien surtida su alacena y su cuarto frío.

Se dice que el cliente siempre recibe abundante carne asada aunque consuma poco, por eso algunos no toman demasiado. Prefieren saciar su hambre en vez de su sed por la diversión.

«¿Qué pasa, está el Ministerio Público, la Policía y sanidad pública?». Es el comentario de la gente al ver las unidades de seguridad parqueadas en las afueras del negocio del chino pobre.

Hoy no salió a regar la banqueta ni a perfumarla, tampoco se le ha visto con su gran bolsa plástica yendo al mercado del Gallito.

El chino pobre solo dejó unos papeles escritos en cantonés que nadie entiende.

Desde los helicópteros de los noticieros que sobrevuelan la cafetería se observa colas de perros y gatos amontonadas en toneles. Grandes bolas de pelos y dientes tiradas en el patio, así como unos inmensos congeladores en la parte de atrás, repletos de carne roja, sin que se sepa a qué tipo de animal pertenecen.

Lo único seguro es que el chino pobre estará a buen recaudo al frente de otra cafetería en otra parte de la capital, con su fórmula secreta del buen sabor, música alegre y bebidas bien frías.

Caminando por la Ciudad | El chino pobre

Invitado
14 de marzo, 2021

El chino pobre. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

«Me podés servir otra ronda con esas boquitas de carnita a la plancha», se escucha decir a los comensales que llegan a saborear unas buenas micheladas, chevys o polarizadas, como le dicen en el barrio a sus bebida frías.

Todos se pasan la ubicación del restaurante ubicado en el límite de la zona 1, la frontera con la zona 3, donde los visitantes se pelean a qué zona pertenecen.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Unos presumen ser los burgueses del barrio por vivir del lado oriente de la Avenida Elena, los del lado occidente aceptan que son menos adinerados, pero más aguerridos y con más valor y fuerza que los otros.

Al final todos paran comiendo y bebiendo donde el chino pobre, como le dicen al dueño de una cafetería que sirve todo tipo de comida. Aunque el negocio principal es la venta de bebidas espirituosas.

Si bien aparece inscrita como cafetería o comedor familiar, todos saben que la rocola no para de sonar hasta la madrugada.

Las cervezas corren toda la noche para abastecer a los taxistas que pasan a refrescarse luego de pasarse buen rato afuera del cine Popular, el cine América, el parque central y el Gran Pavo a la espera de pasajeros. Todos llegan a deleitarse con sus bebidas junto con sus bien crocantes carnitas a la plancha, que tienen un sabor muy especial.

Se dice que el señor Lee se vino huyendo de la China comunista por error a nuestro país. Invirtió todos sus ahorros en un restaurante de lujo, al ver que no había ventas de comida oriental, pero no le respondió y perdió su fortuna.

Otros dicen que su esposa, «La China», le quitó todo porque lo sorprendió con una guatemalteca en una situación poco decorosa.

También falta quien jura que lo conoció cuando pedía jalón y una moneda en el centro de la ciudad, pues era refugiado. Pero la verdad nadie la conoce, excepto que el señor Lee encontró la fórmula mágica para hacer dinero en Guatemala.

Registró un inocente comedor en salubridad y de repente empieza a vender licor y pone la rocola a todo volumen.

El éxito del chino pobre

El lugar es famoso por sus amables y hermosas meseras, precios populares y no falta un robusto señor en la puerta como comitiva de seguridad, conocido como «Chepe Sacabolos».

Personas de cualquier parte de la ciudad vienen a la cafetería donde se anuncia el chao mein y el arroz con carne de res, bien sazonada y asada a la plancha.

Todos saben que basta pedir una ronda para que el chino pobre le mande casi una libra de esa rica carne asada, por momentos algo cecina y por ratos saborizada diferente. Pero más qué más da, lo que importa es compartir con los amigos, chupar un poco, comer abundante y bailar.

Ya la gente no cabe y se sabe que el chino pobre tiene muchas sucursales distribuidas en toda la capital, registradas con diferentes nombres y diferente propietario para no levantar sospechas.

Todas las mañanas se le ve lavando la banqueta para quitar los vómitos, rociando creolina para quitar los malos olores y los microbios, no sin antes regar el frente del negocio con agua perfumada con pétalos de flores multicolores.

Por las tardes cuentas hace cuentas con su personal de las ganancias del día anterior. Colocan todos los muebles en su lugar para abrir a media tarde y empezar a recibir a los primeros comensales que corren presurosos por su porción de carnita asada.

Los vecinos no se explican cómo puede dar esas bocas tan abundantes, si la carne anda por las nubes según dicen las amas de casa del sector. Pero el chino pobre siempre tiene bien surtida su alacena y su cuarto frío.

Se dice que el cliente siempre recibe abundante carne asada aunque consuma poco, por eso algunos no toman demasiado. Prefieren saciar su hambre en vez de su sed por la diversión.

«¿Qué pasa, está el Ministerio Público, la Policía y sanidad pública?». Es el comentario de la gente al ver las unidades de seguridad parqueadas en las afueras del negocio del chino pobre.

Hoy no salió a regar la banqueta ni a perfumarla, tampoco se le ha visto con su gran bolsa plástica yendo al mercado del Gallito.

El chino pobre solo dejó unos papeles escritos en cantonés que nadie entiende.

Desde los helicópteros de los noticieros que sobrevuelan la cafetería se observa colas de perros y gatos amontonadas en toneles. Grandes bolas de pelos y dientes tiradas en el patio, así como unos inmensos congeladores en la parte de atrás, repletos de carne roja, sin que se sepa a qué tipo de animal pertenecen.

Lo único seguro es que el chino pobre estará a buen recaudo al frente de otra cafetería en otra parte de la capital, con su fórmula secreta del buen sabor, música alegre y bebidas bien frías.