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El superhombre y el arte 3ra parte

Warren Orbaugh
19 de abril, 2021

En mi entrega anterior describí como ese concepto de ‘evolución moral’ de Friedrich Nietzsche que en su libro Así habló Zarathustra denominó el Superhombre (Übermensch), fue acogido por jóvenes intelectuales alemanes a quienes llamó para ayudar a hacerlo realidad. Hermann Hoffmann, uno de los jóvenes que acudió al llamado de Nietzsche, creó el grupo excursionista ‘Wandervogel’, y siguiendo las palabras de Zarathustra, para ser libre, él y sus compañeros excursionistas rompieron con las convenciones existentes, redescubrieron la belleza física del paisaje y, naturalmente, del cuerpo humano, rompiendo así el tabú establecido por la moral victoriana. Heinrich Pudor con su concepto ‘Nacktkultur’ (cultura nudista) describió las virtudes de la helioterapia, sistema de sanación por medio la exposición del cuerpo desnudo a la luz solar y el aire fresco, justificando la confianza de los alemanes en la importancia de estar en buena forma física y en volver a la naturaleza. La ‘Nacktkultur’ se presentó consistentemente como un signo de modernidad y declaraba la desnudez como signo de salud, fuerza y belleza, como afirmación de una nueva sana moral, implicando que la gente que carecía de estas tres cualidades no ‘desvelaba’ su desnudez al mundo.

También indiqué que los artistas abrazaron este concepto de percepción de la identidad moderna como condición de la desnudez, del desvelarse, de la completa transparencia y valiente objetividad creando un nuevo arte, una nueva danza, un nuevo teatro, un nuevo cine, una nueva pintura, una nueva escultura, y una nueva arquitectura: el expresionismo alemán.

Una de las más importantes expresiones artísticas fue la danza desnuda o ‘Nacktballet’ que encontró exponentes entre las bailarinas de la escuela de Ida Herion en Stuttgart, abierta desde 1912, y en bailarinas como Mary Wigman, discípula de Rudolf Laban – probablemente el mejor profesor de movimiento corporal del siglo XX –, Anita Berber, Grete Wiesenthal, Claire Bauroff, bailarines de la escuela de Adolf Koch, Gertrud Leistikow y Olga Desmond. La danza moderna con la desnudez, el ‘desvelarse completamente’ permitiéndonos ver todo, establecía la autenticidad del cuerpo moderno, que afirmaba que el modernismo era una progresión hacia la autenticidad del ser y persuadía de que la liberación dependía de alcanzar dicha autenticidad. El cuerpo desnudo expresaba el ser en sí, era el ser en sí, lo necesario, lo metafísico.

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Los pintores del grupo ‘Brücke’ (Puente) presentaron al humano, a manera de cuerpo consciente y volitivo, como hecho metafísico, como esencia del ser en sí, a diferencia de las cosas contingentes y externas al cuerpo como la moda, las máquinas y similares que podrían ser de otra manera de como son. En sus pinturas los hombres se lucen de forma narcisista y sin excusas a la luz del sol, al aire libre, aceptándose a sí mismos como seres de este mundo, naturales. Pero la desnudez no significaba solamente la exhibición de la carne sino también de la luz dentro del cuerpo y de otros colores normalmente ocultos dentro de la luz. El cuerpo desnudo era para ellos, un tipo de prisma que refractaba la luz, y la danza era la expresión óptima de esta interacción cinética entre la luz y la carne. En última instancia era el color y no la fisionomía o el movimiento lo que individualizaba a los cuerpos y los diferenciaba entre sí.

También en escultura hubo exponentes importantes. Georg Kolbe (abril 15 de 1877 – noviembre 20 de 1947) fue uno, con sus esculturas de monumentales desnudos atléticos presentando la belleza que la salud confiere al hombre. Ante la crítica de que los cuerpos de sus hombres y mujeres mostraban un modelado rígido, contestó: «No quiero frases, sino palabras. No quiero florituras barrocas, sino seres humanos». Señaló pues Kolbe, que su intención no era expresar acciones, sino conceptos, específicamente el concepto del humano como ser en sí, como ente metafísico, revelando su desnudez su esencialidad de ser. El propósito de su expresión es la identificación de la naturaleza básica, como humano, y no como este o aquel individuo con acciones específicas. No como un David con su honda enfrentando a Goliat, ni como Hércules, enloquecido por el dolor de la túnica envenenada por el centauro Neso, lanzando por los aires al joven Licas, sino al hombre, mejor dicho, al superhombre como tal nada más. Entre sus más famosas esculturas se encuentran: La Bailarina (Die Tänzerin) en Berlín; La Mañana (Morgen) que hizo para Ludwig Mies van der Rohe y Lili Reich, colocada en un estanque del Pabellón Barcelona y que hoy se encuentra junto a La Tarde (Abend) en Berlín; el Genio Volador (Fliegender Genius) en Ludwigshafen; el monumento a Ludwig van Beethoven (Beethoven Denkmal) en Frankfurt; el Joven Combatiente (Junger Streiter) que se encuentra junto a El Luchador (Der Kämpfer) de Fritz Klimsch en Schleswig-Holzstein; el Decatlonista (Zehnkämpfer) y El Atleta Descansando (Ruhender Athlet) en el Estadio Olímpico de Berlín; y un Monumento a Nietzsche en Weimar, que no se realizó debido a la oposición de Hitler.

Otro fue el arquitecto y escultor Arno Breker (julio 19 de 1900 – febrero 13 de 1991), con sus desnudos que expresaban “la voluntad de poder”, con sus proporciones heroicas, el tratamiento colorista de sus superficies acentuando un fuerte contraste entre los acentos claros y oscuros, y la melodramática tensión de sus musculaturas. Estos músculos, que los cuerpos desnudos vanaglorian, son un signo de la libertad y la fuerza. Entre algunas de sus obras están Vocación (Berufung) en Nörvenich; El Triunfador (Sieger) en Holanda; Prometeo (Prometheus) en Holanda; El Luchador de Fausto (Der Wäger) personificando músculos y mente en la lucha por la nueva Alemania, para la Sala Redonda del Reichskanzlei en Berlin, hoy en Nörvenich; el Decatlonista (Zehnkämpfer) también en Nörvenich; Disposición (Bereitschaft) para la tribuna del Zeppelinfeld; el Portador de Espada (Schwertträger) y el Portador de Antorcha (Fackelträger) diseñadas para flanquear la entrada a la nueva cancillería diseñada por Albert Speer.

La reforma de la danza y la aceptación del cuerpo desnudo como entidad metafísica, considerada como equivalente a una reforma moral, tuvo su expresión también en el cine. Entre las más famosas películas de la Nacktkultur se encuentran el filme de Nicholas Kaufmann y Wilhelm Prager, Wege zu Kaft und Schönheit (Camino hacia la fuerza y belleza) de 1925, que describe el camino hacia la salud y la belleza en conformidad con la naturaleza contrastándola con el estilo de vida en la Alemania de ese entonces; Olympia, producida en 1938 por Leni Riefenstahl, bailarina y actriz además de directora y productora de cine, donde documenta las Olimpiadas de 1936 que se celebraron en el Estadio Olímpico de Berlín; y naturalmente, la monumental cinta de ciencia ficción de Fritz Lang, escrita por Thea von Harbou, Metropolis, de 1927. 

La trama del filme de Lang se da en una distopia urbana futurista, inspirada en los diseños expresionistas de la Bauhaus y en el futurismo italiano, y describe los intentos de Freder, el acaudalado hijo del regente, y María, una santa para los trabajadores, de superar la enorme brecha que separa a las clases en su ciudad, y así, acercar a los trabajadores a Joh Fredersen, el regente de ésta. Aquí presenta un robot – Maschinemensch (Maquina-persona) –, un autómata, creado por el científico Rotwang por encargo de Fredersen, para suplantar a María como líder de los trabajadores inconformes con su relación laboral, engañarlos e incitarlos a la violencia y así justificar una respuesta por medio de la fuerza contra ellos, arruinando a la vez, la reputación de María. Rotwang planea asesinar a Fredersen y apoderarse de Metrópolis. Fredersen presenta a la falsa María ante una audiencia de inversionistas en el proyecto, que la ven bailar desnuda una danza voluptuosa sobre una plataforma sostenida por musculosos hombres desnudos. Sin saber que se trata del robot, quedan convencidos de que se trata de una mujer – el desnudo como esencia metafísica. La máquina pasa la prueba y está lista para suplantar a María ante los laboristas. No está por demás decir que tanto Olympia y Metrópolis son dos grandes películas que más influencia han tenido en el cine.

En Metrópolis se contrastan los distintos ritmos de las máquinas y del hombre. Las máquinas tienen su propio ritmo complejo determinado por la producción, pero éste es independiente de la voluntad del laborista quien se encuentra atado al mecanismo muerto y sin embargo vivo. Y el hombre tiene el suyo propio donde el cuerpo es la fuente de un ritmo interno que es un fin en sí mismo, una experiencia puramente estética, y no un mecanismo de producción. El desnudo y la danza constituyen la expresión de ese ritmo interno vital, metafísico, eterno y a la vez moderno. La concepción de la modernidad de los alemanes consistió en la unión de dos aspectos: la moda y las máquinas, externas al cuerpo y, por tanto, contingentes, y el cuerpo mismo como constante y eterno modo de ser.

En la próxima entrega veremos como las ideas de Nietzsche influenciaron la arquitectura.

Continuará.

El superhombre y el arte 3ra parte

Warren Orbaugh
19 de abril, 2021

En mi entrega anterior describí como ese concepto de ‘evolución moral’ de Friedrich Nietzsche que en su libro Así habló Zarathustra denominó el Superhombre (Übermensch), fue acogido por jóvenes intelectuales alemanes a quienes llamó para ayudar a hacerlo realidad. Hermann Hoffmann, uno de los jóvenes que acudió al llamado de Nietzsche, creó el grupo excursionista ‘Wandervogel’, y siguiendo las palabras de Zarathustra, para ser libre, él y sus compañeros excursionistas rompieron con las convenciones existentes, redescubrieron la belleza física del paisaje y, naturalmente, del cuerpo humano, rompiendo así el tabú establecido por la moral victoriana. Heinrich Pudor con su concepto ‘Nacktkultur’ (cultura nudista) describió las virtudes de la helioterapia, sistema de sanación por medio la exposición del cuerpo desnudo a la luz solar y el aire fresco, justificando la confianza de los alemanes en la importancia de estar en buena forma física y en volver a la naturaleza. La ‘Nacktkultur’ se presentó consistentemente como un signo de modernidad y declaraba la desnudez como signo de salud, fuerza y belleza, como afirmación de una nueva sana moral, implicando que la gente que carecía de estas tres cualidades no ‘desvelaba’ su desnudez al mundo.

También indiqué que los artistas abrazaron este concepto de percepción de la identidad moderna como condición de la desnudez, del desvelarse, de la completa transparencia y valiente objetividad creando un nuevo arte, una nueva danza, un nuevo teatro, un nuevo cine, una nueva pintura, una nueva escultura, y una nueva arquitectura: el expresionismo alemán.

Una de las más importantes expresiones artísticas fue la danza desnuda o ‘Nacktballet’ que encontró exponentes entre las bailarinas de la escuela de Ida Herion en Stuttgart, abierta desde 1912, y en bailarinas como Mary Wigman, discípula de Rudolf Laban – probablemente el mejor profesor de movimiento corporal del siglo XX –, Anita Berber, Grete Wiesenthal, Claire Bauroff, bailarines de la escuela de Adolf Koch, Gertrud Leistikow y Olga Desmond. La danza moderna con la desnudez, el ‘desvelarse completamente’ permitiéndonos ver todo, establecía la autenticidad del cuerpo moderno, que afirmaba que el modernismo era una progresión hacia la autenticidad del ser y persuadía de que la liberación dependía de alcanzar dicha autenticidad. El cuerpo desnudo expresaba el ser en sí, era el ser en sí, lo necesario, lo metafísico.

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Los pintores del grupo ‘Brücke’ (Puente) presentaron al humano, a manera de cuerpo consciente y volitivo, como hecho metafísico, como esencia del ser en sí, a diferencia de las cosas contingentes y externas al cuerpo como la moda, las máquinas y similares que podrían ser de otra manera de como son. En sus pinturas los hombres se lucen de forma narcisista y sin excusas a la luz del sol, al aire libre, aceptándose a sí mismos como seres de este mundo, naturales. Pero la desnudez no significaba solamente la exhibición de la carne sino también de la luz dentro del cuerpo y de otros colores normalmente ocultos dentro de la luz. El cuerpo desnudo era para ellos, un tipo de prisma que refractaba la luz, y la danza era la expresión óptima de esta interacción cinética entre la luz y la carne. En última instancia era el color y no la fisionomía o el movimiento lo que individualizaba a los cuerpos y los diferenciaba entre sí.

También en escultura hubo exponentes importantes. Georg Kolbe (abril 15 de 1877 – noviembre 20 de 1947) fue uno, con sus esculturas de monumentales desnudos atléticos presentando la belleza que la salud confiere al hombre. Ante la crítica de que los cuerpos de sus hombres y mujeres mostraban un modelado rígido, contestó: «No quiero frases, sino palabras. No quiero florituras barrocas, sino seres humanos». Señaló pues Kolbe, que su intención no era expresar acciones, sino conceptos, específicamente el concepto del humano como ser en sí, como ente metafísico, revelando su desnudez su esencialidad de ser. El propósito de su expresión es la identificación de la naturaleza básica, como humano, y no como este o aquel individuo con acciones específicas. No como un David con su honda enfrentando a Goliat, ni como Hércules, enloquecido por el dolor de la túnica envenenada por el centauro Neso, lanzando por los aires al joven Licas, sino al hombre, mejor dicho, al superhombre como tal nada más. Entre sus más famosas esculturas se encuentran: La Bailarina (Die Tänzerin) en Berlín; La Mañana (Morgen) que hizo para Ludwig Mies van der Rohe y Lili Reich, colocada en un estanque del Pabellón Barcelona y que hoy se encuentra junto a La Tarde (Abend) en Berlín; el Genio Volador (Fliegender Genius) en Ludwigshafen; el monumento a Ludwig van Beethoven (Beethoven Denkmal) en Frankfurt; el Joven Combatiente (Junger Streiter) que se encuentra junto a El Luchador (Der Kämpfer) de Fritz Klimsch en Schleswig-Holzstein; el Decatlonista (Zehnkämpfer) y El Atleta Descansando (Ruhender Athlet) en el Estadio Olímpico de Berlín; y un Monumento a Nietzsche en Weimar, que no se realizó debido a la oposición de Hitler.

Otro fue el arquitecto y escultor Arno Breker (julio 19 de 1900 – febrero 13 de 1991), con sus desnudos que expresaban “la voluntad de poder”, con sus proporciones heroicas, el tratamiento colorista de sus superficies acentuando un fuerte contraste entre los acentos claros y oscuros, y la melodramática tensión de sus musculaturas. Estos músculos, que los cuerpos desnudos vanaglorian, son un signo de la libertad y la fuerza. Entre algunas de sus obras están Vocación (Berufung) en Nörvenich; El Triunfador (Sieger) en Holanda; Prometeo (Prometheus) en Holanda; El Luchador de Fausto (Der Wäger) personificando músculos y mente en la lucha por la nueva Alemania, para la Sala Redonda del Reichskanzlei en Berlin, hoy en Nörvenich; el Decatlonista (Zehnkämpfer) también en Nörvenich; Disposición (Bereitschaft) para la tribuna del Zeppelinfeld; el Portador de Espada (Schwertträger) y el Portador de Antorcha (Fackelträger) diseñadas para flanquear la entrada a la nueva cancillería diseñada por Albert Speer.

La reforma de la danza y la aceptación del cuerpo desnudo como entidad metafísica, considerada como equivalente a una reforma moral, tuvo su expresión también en el cine. Entre las más famosas películas de la Nacktkultur se encuentran el filme de Nicholas Kaufmann y Wilhelm Prager, Wege zu Kaft und Schönheit (Camino hacia la fuerza y belleza) de 1925, que describe el camino hacia la salud y la belleza en conformidad con la naturaleza contrastándola con el estilo de vida en la Alemania de ese entonces; Olympia, producida en 1938 por Leni Riefenstahl, bailarina y actriz además de directora y productora de cine, donde documenta las Olimpiadas de 1936 que se celebraron en el Estadio Olímpico de Berlín; y naturalmente, la monumental cinta de ciencia ficción de Fritz Lang, escrita por Thea von Harbou, Metropolis, de 1927. 

La trama del filme de Lang se da en una distopia urbana futurista, inspirada en los diseños expresionistas de la Bauhaus y en el futurismo italiano, y describe los intentos de Freder, el acaudalado hijo del regente, y María, una santa para los trabajadores, de superar la enorme brecha que separa a las clases en su ciudad, y así, acercar a los trabajadores a Joh Fredersen, el regente de ésta. Aquí presenta un robot – Maschinemensch (Maquina-persona) –, un autómata, creado por el científico Rotwang por encargo de Fredersen, para suplantar a María como líder de los trabajadores inconformes con su relación laboral, engañarlos e incitarlos a la violencia y así justificar una respuesta por medio de la fuerza contra ellos, arruinando a la vez, la reputación de María. Rotwang planea asesinar a Fredersen y apoderarse de Metrópolis. Fredersen presenta a la falsa María ante una audiencia de inversionistas en el proyecto, que la ven bailar desnuda una danza voluptuosa sobre una plataforma sostenida por musculosos hombres desnudos. Sin saber que se trata del robot, quedan convencidos de que se trata de una mujer – el desnudo como esencia metafísica. La máquina pasa la prueba y está lista para suplantar a María ante los laboristas. No está por demás decir que tanto Olympia y Metrópolis son dos grandes películas que más influencia han tenido en el cine.

En Metrópolis se contrastan los distintos ritmos de las máquinas y del hombre. Las máquinas tienen su propio ritmo complejo determinado por la producción, pero éste es independiente de la voluntad del laborista quien se encuentra atado al mecanismo muerto y sin embargo vivo. Y el hombre tiene el suyo propio donde el cuerpo es la fuente de un ritmo interno que es un fin en sí mismo, una experiencia puramente estética, y no un mecanismo de producción. El desnudo y la danza constituyen la expresión de ese ritmo interno vital, metafísico, eterno y a la vez moderno. La concepción de la modernidad de los alemanes consistió en la unión de dos aspectos: la moda y las máquinas, externas al cuerpo y, por tanto, contingentes, y el cuerpo mismo como constante y eterno modo de ser.

En la próxima entrega veremos como las ideas de Nietzsche influenciaron la arquitectura.

Continuará.