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Mujeres emprendedoras para frenar la migración

Roberto Carlos Recinos-Abularach
28 de abril, 2021

Entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño se encuentra el ser humano, el punto medio, el centro del cosmos. Somos nosotros, los Homo sapiens sapiens quienes interpretamos lo complejo circundante -ya sea macro o micro- y lo canalizamos a través de nuestra acción concreta. Y es ese gesto el que dignifica -o no- nuestra naturaleza, la cual está desbordada de posibilidades y potencialidades. De ahí aquello del “libre albedrío” o libertad para tomar decisiones, pues, aunque la vida es ciertamente inevitable, el curso que ella toma a través nuestro está en nuestras manos.   De una manera que resulta coherente con estas verdades universales e irrefutables encontramos el discurso de Kamala Harris, la vicepresidente de los Estados Unidos del demócrata Joe Biden: su política exterior en relación al Triángulo Norte debe estar enfocada en el ser humano, sus necesidades, sus miedos y sus legítimas aspiraciones. 

Sus derechos humanos, pues. 

Estoy seguro de que, en este momento, más de alguno de ustedes, amigos lectores, estará negando con su cabeza mi tesis. Pensarán: “cómo puede este barbudo desconocido hablar de respeto a la dignidad humana si desde todas las direcciones nos piden no migrar a Estados Unidos”. Mi respuesta sería: “tus emociones han sometido a tu razón”, y me explico enseguida.

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Verán, como expliqué la semana pasada, todos los Estados del mundo tienen intereses propios, en principio válidos. En relación a Guatemala, los Estados Unidos tiene dos grandes épicas políticas: transparentar la administración pública y prevenir la migración irregular. De estas dos matrices se desprenden varias otras ramas relacionadas y consagradas en formas de declaraciones, normativas, políticas y actividades. 

Sobre la lucha contra la corrupción solo puedo decir que, una vez conocida esa directriz, nos correspondería delimitar inequívocamente el criterio de eso que se considera “corrupto” y hacerle frente con valentía, pero sin fabricaciones ideológicas abstractas. Sobre el tema de la migración ilegal –un tema íntimamente ligado a mi labor diaria– creo que no hay mejor manera de frenarla que a través del empoderamiento económico de las comunidades locales a lo largo y ancho del país. Y, en esa línea de ideas, no hay mejor forma de empoderamiento que ser cada cual dueño de su actividad económica, ya sea esta su trabajo, su emprendimiento o su empresa.  La premisa es de una lógica elemental: si me va bien en Guatemala ¿por qué me voy a ir? Regresando a lo dicho en el primer párrafo, encontramos que al ser nuestras políticas coherentes con las leyes universales –esas que colocan al ser humano al centro de la creación– las posibilidades de éxito se multiplican exponencialmente. 

El reto no es, pues, cómo evitar que los centroamericanos entren a los Estados Unidos, sino cómo evitar que salgan de sus propios países. Ni el desafío consiste en la altura y fuerza de un muro fronterizo que nos separa, sino en la altura y fuerza de las oportunidades económicas que nos unen en propósito noble e inequívoco. 

Por eso debo insistir que los Estados Unidos es nuestro mejor amigo y aliado, si así lo queremos ver y recibir. 

Mujeres emprendedoras 

Hemos dicho que el empoderamiento, en este caso femenino, resulta del fortalecimiento de la posición de libertad y posibilidad económica de las mujeres y no, jamás, de canciones, hashtags o marchas violentas en las urbes del mundo occidental. Con esa firme convicción, el Gobierno del Dr. Alejandro Giammattei ha ingeniado una estrategia de empoderamiento económico local a través del emprendimiento, en el cual participan varias instituciones del Estado, organizaciones comunitarias, la cooperativa internacional y la empresa privada organizada, a través de el montaje de cafeterías-comedores en espacios estratégicos que quedan en manos de mujeres en situaciones de dificultad, quienes solo necesitan una oportunidad para demostrar todo lo que son capaces de hacer por sus familias, sus comunidades y su país. Hasta el momento la iniciativa ha superado todas las expectativas. Se han beneficiado de ella varias mujeres que han recuperado el sabor por su propia tierra.

Yo he sido testigo de primera línea de este milagroso cambio de mentalidad.

El mensaje que se envía al ciudadano guatemalteco y al gobierno de Joe Biden y Kamala Harris es el mismo: el camino más importante para erradicar los factores de empuje y así frenar el movimiento irregular de personas hacia Norteamérica es el emprendimiento.

Esto, amigos, no parará hasta que Guatemala sea un país de personas amas de sí mismas. Personas que prefieran mil veces ser dueñas de su fracaso que usurpadoras del éxito ajeno. 

Mujeres emprendedoras para frenar la migración

Roberto Carlos Recinos-Abularach
28 de abril, 2021

Entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño se encuentra el ser humano, el punto medio, el centro del cosmos. Somos nosotros, los Homo sapiens sapiens quienes interpretamos lo complejo circundante -ya sea macro o micro- y lo canalizamos a través de nuestra acción concreta. Y es ese gesto el que dignifica -o no- nuestra naturaleza, la cual está desbordada de posibilidades y potencialidades. De ahí aquello del “libre albedrío” o libertad para tomar decisiones, pues, aunque la vida es ciertamente inevitable, el curso que ella toma a través nuestro está en nuestras manos.   De una manera que resulta coherente con estas verdades universales e irrefutables encontramos el discurso de Kamala Harris, la vicepresidente de los Estados Unidos del demócrata Joe Biden: su política exterior en relación al Triángulo Norte debe estar enfocada en el ser humano, sus necesidades, sus miedos y sus legítimas aspiraciones. 

Sus derechos humanos, pues. 

Estoy seguro de que, en este momento, más de alguno de ustedes, amigos lectores, estará negando con su cabeza mi tesis. Pensarán: “cómo puede este barbudo desconocido hablar de respeto a la dignidad humana si desde todas las direcciones nos piden no migrar a Estados Unidos”. Mi respuesta sería: “tus emociones han sometido a tu razón”, y me explico enseguida.

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Verán, como expliqué la semana pasada, todos los Estados del mundo tienen intereses propios, en principio válidos. En relación a Guatemala, los Estados Unidos tiene dos grandes épicas políticas: transparentar la administración pública y prevenir la migración irregular. De estas dos matrices se desprenden varias otras ramas relacionadas y consagradas en formas de declaraciones, normativas, políticas y actividades. 

Sobre la lucha contra la corrupción solo puedo decir que, una vez conocida esa directriz, nos correspondería delimitar inequívocamente el criterio de eso que se considera “corrupto” y hacerle frente con valentía, pero sin fabricaciones ideológicas abstractas. Sobre el tema de la migración ilegal –un tema íntimamente ligado a mi labor diaria– creo que no hay mejor manera de frenarla que a través del empoderamiento económico de las comunidades locales a lo largo y ancho del país. Y, en esa línea de ideas, no hay mejor forma de empoderamiento que ser cada cual dueño de su actividad económica, ya sea esta su trabajo, su emprendimiento o su empresa.  La premisa es de una lógica elemental: si me va bien en Guatemala ¿por qué me voy a ir? Regresando a lo dicho en el primer párrafo, encontramos que al ser nuestras políticas coherentes con las leyes universales –esas que colocan al ser humano al centro de la creación– las posibilidades de éxito se multiplican exponencialmente. 

El reto no es, pues, cómo evitar que los centroamericanos entren a los Estados Unidos, sino cómo evitar que salgan de sus propios países. Ni el desafío consiste en la altura y fuerza de un muro fronterizo que nos separa, sino en la altura y fuerza de las oportunidades económicas que nos unen en propósito noble e inequívoco. 

Por eso debo insistir que los Estados Unidos es nuestro mejor amigo y aliado, si así lo queremos ver y recibir. 

Mujeres emprendedoras 

Hemos dicho que el empoderamiento, en este caso femenino, resulta del fortalecimiento de la posición de libertad y posibilidad económica de las mujeres y no, jamás, de canciones, hashtags o marchas violentas en las urbes del mundo occidental. Con esa firme convicción, el Gobierno del Dr. Alejandro Giammattei ha ingeniado una estrategia de empoderamiento económico local a través del emprendimiento, en el cual participan varias instituciones del Estado, organizaciones comunitarias, la cooperativa internacional y la empresa privada organizada, a través de el montaje de cafeterías-comedores en espacios estratégicos que quedan en manos de mujeres en situaciones de dificultad, quienes solo necesitan una oportunidad para demostrar todo lo que son capaces de hacer por sus familias, sus comunidades y su país. Hasta el momento la iniciativa ha superado todas las expectativas. Se han beneficiado de ella varias mujeres que han recuperado el sabor por su propia tierra.

Yo he sido testigo de primera línea de este milagroso cambio de mentalidad.

El mensaje que se envía al ciudadano guatemalteco y al gobierno de Joe Biden y Kamala Harris es el mismo: el camino más importante para erradicar los factores de empuje y así frenar el movimiento irregular de personas hacia Norteamérica es el emprendimiento.

Esto, amigos, no parará hasta que Guatemala sea un país de personas amas de sí mismas. Personas que prefieran mil veces ser dueñas de su fracaso que usurpadoras del éxito ajeno.