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Caminando por la Ciudad | El Hípster de la Sexta

Invitado
01 de agosto, 2021

El Hípster de la Sexta. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.


«Ponele más canela y leche deslactosada a mi cappuccino», se le escucha decir a Giovannoti cada viernes por la tarde, cuando pasa a tomarse su taza y su respectivo strudle de piña.

Se acompaña de un buen libro de literatura clásica y no falta su respectivo cigarrillo electrónico con sabor a menta silvestre. Ingresa en esa casita antigua que antes fungió como venta de calcetines y ahora es venta de comida gourmet.

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El Hípster en su mundo

Giovannoti, como se le conoce en el mundo intelectual de la sexta avenida y sus alrededores. Llega semana tras semana donde los jóvenes se reúnen a platicar acerca de astrofísica, literatura, historia universal. Y mucho análisis de las cosas cotidianas de la vida, pero vistas por un pequeño y exclusivo grupo de jóvenes y otros no tan jóvenes.

Todos se reúnen alrededor de un buen café con una vela encendida para dar el toque de intelectualidad. (aunque en realidad ahuyenta a los zancudos que circulan cerca de la mesa). Resalta la ropa sofisticada que caracteriza a este grupo de amigos.

Se ven desde mascadas de seda en sus cuellos, pantalones tallados, zapatos de plataforma, cejas depiladas, peinados modernos, rayos y difusiones en sus cabelleras.

En sus muñecas exhiben relojes llamativos y los dedos ostentan anillos de promoción de famosas universidades adquiridos en el Portal del Comercio. O en casas de empeño cercanas, dado que ninguno de los presentes tiene un grado académico universitario.

Más bien son autodidactas, todo lo que saben lo aprendieron en libros que compran de segunda mano, artículos de internet y revistas que se amontonan en las cajas de los supermercados. Además, en otras fuentes que pueden consultar sin ninguna membresía propia. Son especialistas en finanzas, economía, tecnología, historia del arte y últimamente en medicina contra la pandemia.

Los viernes se acercan al café para lucir sus libros y destellar muchos conocimientos. No les importa que los otros comensales se molesten al escucharlos discutir de temas tan sensibles sin especialización técnica.

Pero ellos se autodenominan la nueva ola de hípsters del centro histórico. Dicen que van a cambiar el rumbo del país y del mundo con sus aportaciones en las redes sociales, que son consultadas por su cerrado grupo de amigos y seguidores. Iluminan con sus recomendaciones acerca de cómo tratar todos los temas por los que está pasando la sociedad.

Quienes los conocen dicen que son un grupo de vagos que no trabaja y se la pasan aplanando la sexta avenida con sus libros bajo el brazo con olor a sudor. Que no aportan nada y sólo se reúnen para criticar y opinar de temas que no conocen. Pues apenas leen los titulares de periódicos, publicaciones digitales y grupos de redes sociales.

No trabajan, no pagan impuestos y se distinguen por su chistosa forma de vestirse. Ellos responden que la clase popular no está lista para conocerlos y menos para comprenderlos, ya que ellos se manejan en un nivel intelectual, cultural y social diferente.

Algunos los apodan los hípsters de la sexta, otros les dicen los locos del centro y algunos más atrevidos les apodan los raros parlanchines.

Como sea que les digan, ellos siguen su ardua labor de informarse y sentarse a discutir todos los viernes alrededor del café o la infusión de hierbas mezcladas con agua caliente y aromaterapia.

Todo para quedar de volverse a reunir si se logra juntar la cuota del café que la casa les invita a algunos y les vende a otros. Siempre se ve al grupito y se le escucha desde varias mesas alrededor porque los ánimos se caldean cuando alguno opina diferente al especialista del tema que se está tratando.

Pero eso sí, llegadas las siete en punto de la noche, Giovannoti se va corriendo porque sale el ultimo bus que lo lleva hasta la cuadra atrás de los multifamiliares, ya que por ahí sólo una ruta urbana pasa y si no la consigue le tocará caminar desde el Trébol, la avenida Bolívar o el monumento a la madre para llegar a su dulce hogar.

Nunca se retira sin alimentar sus redes sociales con la transmisión en directo de los temas tratados junto a la recomendación de la canción de la semana para que sus fans puedan sintonizarla, pedirla vía plataforma digital y marcarla como su favorita mientras prepara el material para el siguiente viernes, porque hoy no dejó del todo convencidos a sus detractores acerca de sus consejos y sugerencias para mejorar al mundo actual.

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«Ponele más canela y leche deslactosada a mi cappuccino», se le escucha decir a Giovannoti cada viernes por la tarde, cuando pasa a tomarse su taza y su respectivo strudle de piña.

Se acompaña de un buen libro de literatura clásica y no falta su respectivo cigarrillo electrónico con sabor a menta silvestre. Ingresa en esa casita antigua que antes fungió como venta de calcetines y ahora es venta de comida gourmet.

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El Hípster en su mundo

Giovannoti, como se le conoce en el mundo intelectual de la sexta avenida y sus alrededores. Llega semana tras semana donde los jóvenes se reúnen a platicar acerca de astrofísica, literatura, historia universal. Y mucho análisis de las cosas cotidianas de la vida, pero vistas por un pequeño y exclusivo grupo de jóvenes y otros no tan jóvenes.

Todos se reúnen alrededor de un buen café con una vela encendida para dar el toque de intelectualidad. (aunque en realidad ahuyenta a los zancudos que circulan cerca de la mesa). Resalta la ropa sofisticada que caracteriza a este grupo de amigos.

Se ven desde mascadas de seda en sus cuellos, pantalones tallados, zapatos de plataforma, cejas depiladas, peinados modernos, rayos y difusiones en sus cabelleras.

En sus muñecas exhiben relojes llamativos y los dedos ostentan anillos de promoción de famosas universidades adquiridos en el Portal del Comercio. O en casas de empeño cercanas, dado que ninguno de los presentes tiene un grado académico universitario.

Más bien son autodidactas, todo lo que saben lo aprendieron en libros que compran de segunda mano, artículos de internet y revistas que se amontonan en las cajas de los supermercados. Además, en otras fuentes que pueden consultar sin ninguna membresía propia. Son especialistas en finanzas, economía, tecnología, historia del arte y últimamente en medicina contra la pandemia.

Los viernes se acercan al café para lucir sus libros y destellar muchos conocimientos. No les importa que los otros comensales se molesten al escucharlos discutir de temas tan sensibles sin especialización técnica.

Pero ellos se autodenominan la nueva ola de hípsters del centro histórico. Dicen que van a cambiar el rumbo del país y del mundo con sus aportaciones en las redes sociales, que son consultadas por su cerrado grupo de amigos y seguidores. Iluminan con sus recomendaciones acerca de cómo tratar todos los temas por los que está pasando la sociedad.

Quienes los conocen dicen que son un grupo de vagos que no trabaja y se la pasan aplanando la sexta avenida con sus libros bajo el brazo con olor a sudor. Que no aportan nada y sólo se reúnen para criticar y opinar de temas que no conocen. Pues apenas leen los titulares de periódicos, publicaciones digitales y grupos de redes sociales.

No trabajan, no pagan impuestos y se distinguen por su chistosa forma de vestirse. Ellos responden que la clase popular no está lista para conocerlos y menos para comprenderlos, ya que ellos se manejan en un nivel intelectual, cultural y social diferente.

Algunos los apodan los hípsters de la sexta, otros les dicen los locos del centro y algunos más atrevidos les apodan los raros parlanchines.

Como sea que les digan, ellos siguen su ardua labor de informarse y sentarse a discutir todos los viernes alrededor del café o la infusión de hierbas mezcladas con agua caliente y aromaterapia.

Todo para quedar de volverse a reunir si se logra juntar la cuota del café que la casa les invita a algunos y les vende a otros. Siempre se ve al grupito y se le escucha desde varias mesas alrededor porque los ánimos se caldean cuando alguno opina diferente al especialista del tema que se está tratando.

Pero eso sí, llegadas las siete en punto de la noche, Giovannoti se va corriendo porque sale el ultimo bus que lo lleva hasta la cuadra atrás de los multifamiliares, ya que por ahí sólo una ruta urbana pasa y si no la consigue le tocará caminar desde el Trébol, la avenida Bolívar o el monumento a la madre para llegar a su dulce hogar.

Nunca se retira sin alimentar sus redes sociales con la transmisión en directo de los temas tratados junto a la recomendación de la canción de la semana para que sus fans puedan sintonizarla, pedirla vía plataforma digital y marcarla como su favorita mientras prepara el material para el siguiente viernes, porque hoy no dejó del todo convencidos a sus detractores acerca de sus consejos y sugerencias para mejorar al mundo actual.

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