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Quedarse en Guatemala o arriesgarse a migrar por el sueño americano

Antonio Melgar
26 de agosto, 2021

Guatemala sin duda es un país lleno de conflictos sociales y políticos que no permite el desarrollo necesario para cumplir con las necesidades de todas y todos los que creemos y buscamos salir adelante en nuestro lugar de origen.

Y en tiempos de pandemia, resulta todavía más grave pensar que muchos decidan emprender el viaje hacia Estados Unidos, llevando consigo una carga y el sueño de salir adelante y todo esto es lo que nos lleva a preguntarnos, ¿qué es lo que ha estado haciendo tan mal el estado para expulsar a sus ciudadanos?

Por supuesto que migrar es una decisión muy difícil, pero que en nuestro balance esté quedarnos en un país que no brinda las oportunidades para sobrevivir o exponer nuestra vida para lograr un mejor futuro que claro no está garantizado, nos dice claro que la necesidad es muchísimo más grande.

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Estos grandes males que nos afectan son crucialesy en este momento tan crítico de pandemia en el que se agudizan los problemas vemos necesario contar con respuestas claras.

El drama de la migración es un proceso que debemos ver como un problema de estructura, por lo tanto debemos atacarlo como eso, como un problema estructural y que sólo tendrá solución si lo abordamos desde esa óptica.

Las condiciones de los retornados que son deportados por las autoridades estadunidenses se vuelven precarias y muchas veces hasta terroríficas y por eso remarco en las historias de personas que lo que quieren es sobrevivir o llevar sustento a sus familias.

Con la visión que tenemos del país, yo sí creo que para que las personas decidan quedarse junto a sus familias, se necesita también de una reforma profunda de Estado, porque, así como vamos no se ofrece esperanza para que todos se queden.

Unos de los grandes problemas que tenemos sin lugar a dudas es nuestra endeble democracia que cada vez es más manoseada y no encontramos un rumbo claro para salir adelante, más allá de la polarización que se menciona. Lo que creo que debe mantenerse es la idea de un cambio a profundidad.

La estabilidad de una nación depende de los pesos y contra pesos que llevan a equilibrar las decisiones de quienes nos administran. Al no tener esto nos enfrentamos a autoritarismos que como hemos visto en otros países no ofrecen un futuro halagador y más bien conlleva a mayor pobreza y desigualdad; cosa que se traducirá a mayor migración ilegal, violencia social y hambre.

Ahora cuando escribo esta columna, decenas de guatemaltecos piensan en que la migración es la única salida a su situación. Ese futuro no puede seguir manteniendo al país porque al hacerlo no sólo los expulsamos y dejamos ir, sino también se pone en riesgo la vida pues muchos perecen en el camino hacia un sueño, que tal vez se convierta en pesadilla por la desatención de un gobierno que no les cumple a sus ciudadanos.

No hay mejor manera de ver un estado fallido, que ver los indicadores de migración y por qué no, de las remesas que hoy mantienen a millones de hogares.

Quedarse en Guatemala o arriesgarse a migrar por el sueño americano

Antonio Melgar
26 de agosto, 2021

Guatemala sin duda es un país lleno de conflictos sociales y políticos que no permite el desarrollo necesario para cumplir con las necesidades de todas y todos los que creemos y buscamos salir adelante en nuestro lugar de origen.

Y en tiempos de pandemia, resulta todavía más grave pensar que muchos decidan emprender el viaje hacia Estados Unidos, llevando consigo una carga y el sueño de salir adelante y todo esto es lo que nos lleva a preguntarnos, ¿qué es lo que ha estado haciendo tan mal el estado para expulsar a sus ciudadanos?

Por supuesto que migrar es una decisión muy difícil, pero que en nuestro balance esté quedarnos en un país que no brinda las oportunidades para sobrevivir o exponer nuestra vida para lograr un mejor futuro que claro no está garantizado, nos dice claro que la necesidad es muchísimo más grande.

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El drama de la migración es un proceso que debemos ver como un problema de estructura, por lo tanto debemos atacarlo como eso, como un problema estructural y que sólo tendrá solución si lo abordamos desde esa óptica.

Las condiciones de los retornados que son deportados por las autoridades estadunidenses se vuelven precarias y muchas veces hasta terroríficas y por eso remarco en las historias de personas que lo que quieren es sobrevivir o llevar sustento a sus familias.

Con la visión que tenemos del país, yo sí creo que para que las personas decidan quedarse junto a sus familias, se necesita también de una reforma profunda de Estado, porque, así como vamos no se ofrece esperanza para que todos se queden.

Unos de los grandes problemas que tenemos sin lugar a dudas es nuestra endeble democracia que cada vez es más manoseada y no encontramos un rumbo claro para salir adelante, más allá de la polarización que se menciona. Lo que creo que debe mantenerse es la idea de un cambio a profundidad.

La estabilidad de una nación depende de los pesos y contra pesos que llevan a equilibrar las decisiones de quienes nos administran. Al no tener esto nos enfrentamos a autoritarismos que como hemos visto en otros países no ofrecen un futuro halagador y más bien conlleva a mayor pobreza y desigualdad; cosa que se traducirá a mayor migración ilegal, violencia social y hambre.

Ahora cuando escribo esta columna, decenas de guatemaltecos piensan en que la migración es la única salida a su situación. Ese futuro no puede seguir manteniendo al país porque al hacerlo no sólo los expulsamos y dejamos ir, sino también se pone en riesgo la vida pues muchos perecen en el camino hacia un sueño, que tal vez se convierta en pesadilla por la desatención de un gobierno que no les cumple a sus ciudadanos.

No hay mejor manera de ver un estado fallido, que ver los indicadores de migración y por qué no, de las remesas que hoy mantienen a millones de hogares.