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Cuál es la verdadera representatividad de algunos que dicen ser líderes indígenas en Guatemala

Alejandro Palmieri
13 de octubre, 2021

El verdadero liderazgo de quienes dicen representar colectivos siempre ha sido cuestionado en el país. Empezando por el de los políticos que son elegidos en elecciones generales como diputados y presidente; en el caso de los alcaldes, la representatividad es más tangible por la cercanía a la comunidad (los vecinos) al punto que muchos de ellos son reelectos constantemente.

El liderazgo de diputados y presidentes es cuestionado, sobre todo, por la poca representatividad del número de electores que en cada elección votan y, con mayor razón, por el número de habitantes en el país, pero ese es el sistema electoral imperante y que, mas o menos de igual forma, opera en la mayoría del mundo civilizado.

Y si esa representatividad, devenida de elecciones generales y abiertas, supervisadas por observadores internacionales y por autoridades electorales, por supuesto, la representatividad de los “líderes” comunitarios que son designados mediante procesos no siempre demoćraticos, es más cuestionada aún.

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Para no caer en imprecisiones producto del desconocimiento derivado de la falta de interés que existe por parte de buena parte de la población urbana en conocer y entender los procesos propios de las comunidades indígenas, se consultó a un experto que además fungió como autoridad de su comunidad, una aldea de Santa Cruz, Quiché: Valentín Tavico.

Tavico da cuenta que, por ejemplo, en su comunidad no hay un proceso de elección propiamente dicho, pero no por ello el líder elegido no tiene representatividad. Así, solamente el parámetro del mecanismo de elección no es uno válido para conocer la representatividad o no, de una autoridad indígena.

Hay que diferenciar lo que se conoce como alcaldía indígena (artículo 55 del Código Municipal) y lo que es una autoridad o líder comunitario. Pueden y usualmente recaen en la misma persona, más no es requisito.

La organización comunitaria existe desde tiempos previos a la colonia, pero no por ello es la misma y con el mismo fin de la actualidad. Tavico, para explicar la función que tiene esa autoridad comunitaria la equipara, para efectos de ilustración simplemente, a la junta de administración o del administrador del condominio.

Es una persona o grupo que se encarga de las cosas comunes, es decir, de los asuntos propios de la comunidad, valga la redundancia. Ese servicio es una designación que recae en una persona que es reconocida como honorable y por ello, durante su gestión, no recibe remuneración alguna, porque el nombramiento es considerado un honor, pero a la vez un sacrificio, recuerda Tavico.

El tiempo de los líderes indígenas

Es por esa razón precisamente que los genuinos líderes comunitarios usualmente están un año en el cargo. Ahí un primer parámetro para diferenciar a un genuino líder comunitario, a una genuina autoridad indígena, de aquellos que no ostentan realmente esa calidad.

Los genuinos líderes comunitarios se encargan, por ejemplo, de convocar a la comunidad para reparar un camino o un puente o limpiar un derrumbe, etc. Esto se debe, sin duda, a la ausencia del estado, lo que es lamentable.

Así, teniendo un primer parámetro para identificar a un genuino líder comunitario (el plazo de su gestión). Un segundo parámetro son las funciones o alcances de su gestión que, como ya se dijo, son exclusivamente comunitarias.

Al punto que algunas veces interceden también en asuntos maritales cuando hay desaveniencias. Esto porque esas diferencias son perjudiciales para la comunidad.

Reparación de cierta infraestructura, servicios en la comunidad, citación de padres de familia y seguridad, entre otras. Tavico hace una excepción acá. Indica que los 48 Cantones de Totonicapán (que representa solo al municipio, no al departamento de Totonicapán), sí tiene y ha tenido desde su inicio una función política. Basta recordar la participación de Atanasio Tzul. Pero esto no es común, más bien es la excepción.

En opinión del experto, con la excepción indicada y alguna otra probablemente, las auténticas autoridades comunitarias no se pronuncian en temas políticos o de activismo más allá de su comunidad y ahí un segundo parámetro. Las genuinas autoridades indígenas no se mezclan con cuestiones políticas, se ciñen a la comunidad tanto por materia, como por falta de tiempo.

Un tercer elemento que puede servir para identificar el genuino liderazgo a autoridad indígena es que, por lo general, no cuentan con recursos como para movilizarse lejos de su comunidad para hacer pronunciamientos. O para manifestarse sobre asuntos que, aunque de interés nacional, no son propios de lo que se le ha encargado administrar.

Si usualmente no cuentan con esos recursos, pues resulta revelador que aparezcan no solo supuestos líderes indígenas, sino que acompañados por cientos, o miles a veces, de personas que incluso no son de la misma comunidad que dicen representar.

Eso es activismo, no liderazgo comunitario, según el experto. Eso no es que esté mal o que sea criticable, pero sí es un signo indicativo de la diferencia entre el genuino líder y el activista.

El experto relaciona como un elemento adicional, aunque no definitivo, que el símbolo que se relaciona con la autoridad indígena es la vara. Frente a ello es oportuno preguntarse “¿Cuántos años tiene esa vara?”

Pues no es secreto que se puedan mandar a hacer ad hoc. A modo de ejemplo, relaciona que la vara que actualmente porta Martín Toc, presidente de los 48 Cantones, tiene 200 años.

Toc es el presidente 200 de esa comunidad. En idioma Quiché, refiere Tavico, la palabra para ese servicio, ejercer la autoridad y liderazgo de la comunidad, se traduce en “sacrificio”. Es un servicio muy temporal y ceñido a las necesidades comunitarias.

El liderazgo indígena, el genuino, enfrenta el reto de identificarse y diferenciarse del usurpador o del advenedizo. Hace unos días, el vespertino La Hora publicó un reportaje que recoge la opinión de tres líderes indígenas. Una de ellas, Álida Vicente, autoridad indígena de Palín, lamenta el divisionismo entre los mismos grupos de mujeres indígenas que han hecho gobierno.

“No nos representan, no son activistas, ni autoridades, ni se han ganado el cariño de sus comunidades, pero que gustan de hacer lobbing (sic) con autoridades en Washington D.C.” afirma.

Relacionado con la remoción del ex fiscal Juan Francisco Sandoval, varias personas que dicen representar a comunidades indígenas manifestaron frente al Ministerio Público y luego hicieron un pronunciamiento en un hotel capitalino.

Unas pocas personas (líderes) se arrogaron la representación y respaldo de 20,000 líderes comunitarios. Esto entonces supondría una representación de segundo nivel o algo parecido. Cosa que no existe en el entorno de las comunidades y sus genuinos líderes.

Si quienes hicieron tal pronunciamiento y otros similares, quieren ser activistas, están en todo su derecho; que diferentes sectores de la población se manifiesten en el sentido que deseen y que crean conducente a una sociedad más democrática y que respete los valores republicanos es deseable, sin embargo, es un embuste que lo pretendan hacer en representacíón de comunidades que no les han delegado su representación. Quienes hacen tal cosa son claramente usurpadores.

Las autoridades ancestrales

Al experto también se le consultó sobre la denominación de “ancestral” para referirse a las autoridades indígenas que ha venido siendo utilizada en medios en los últimos tiempos. Tavico desconoce por qué, pero que parece ser un intento de darle algún realce o proceder de misticismo a algo que es perfectamente normal y cotidiano en las comunidades. En las comunidades no suele usarse esa designación de “ancestral” para referirse a sus autoridades.

Así, se pueden identificar varios parámetros mediante los cuales la sociedad puede identificar a los genuinos líderes comunitarios y autoridades indígenas, y diferenciarlos de los simples activistas con agenda política y/o ideológica, usualmente financiados mediante oenegés con fondos de gobiernos extranjeros.

Insistimos que el activismo, por más desviado que esté, es válido, pero debe ser identificado como tal y no pretender disfrazarlo como liderazgo o autoridad indígena.

Es tarea de la sociedad en general, pero sobre todo de las autoridades, hacer todo lo que esté al alcance para ir comprendiendo mejor la forma de organización de las comunidades indígenas e integrarlas a la vida nacional, porque de lo contrario, activistas y grupos políticos seguirán usurpando y engañando diciendo que representan a miles y miles, cuando solamente son un grupo con interés particular que usualmente es alcanzar el poder asustando con el petate del muerto, como dice el dicho popular.

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Alejandro Palmieri
13 de octubre, 2021

El verdadero liderazgo de quienes dicen representar colectivos siempre ha sido cuestionado en el país. Empezando por el de los políticos que son elegidos en elecciones generales como diputados y presidente; en el caso de los alcaldes, la representatividad es más tangible por la cercanía a la comunidad (los vecinos) al punto que muchos de ellos son reelectos constantemente.

El liderazgo de diputados y presidentes es cuestionado, sobre todo, por la poca representatividad del número de electores que en cada elección votan y, con mayor razón, por el número de habitantes en el país, pero ese es el sistema electoral imperante y que, mas o menos de igual forma, opera en la mayoría del mundo civilizado.

Y si esa representatividad, devenida de elecciones generales y abiertas, supervisadas por observadores internacionales y por autoridades electorales, por supuesto, la representatividad de los “líderes” comunitarios que son designados mediante procesos no siempre demoćraticos, es más cuestionada aún.

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Para no caer en imprecisiones producto del desconocimiento derivado de la falta de interés que existe por parte de buena parte de la población urbana en conocer y entender los procesos propios de las comunidades indígenas, se consultó a un experto que además fungió como autoridad de su comunidad, una aldea de Santa Cruz, Quiché: Valentín Tavico.

Tavico da cuenta que, por ejemplo, en su comunidad no hay un proceso de elección propiamente dicho, pero no por ello el líder elegido no tiene representatividad. Así, solamente el parámetro del mecanismo de elección no es uno válido para conocer la representatividad o no, de una autoridad indígena.

Hay que diferenciar lo que se conoce como alcaldía indígena (artículo 55 del Código Municipal) y lo que es una autoridad o líder comunitario. Pueden y usualmente recaen en la misma persona, más no es requisito.

La organización comunitaria existe desde tiempos previos a la colonia, pero no por ello es la misma y con el mismo fin de la actualidad. Tavico, para explicar la función que tiene esa autoridad comunitaria la equipara, para efectos de ilustración simplemente, a la junta de administración o del administrador del condominio.

Es una persona o grupo que se encarga de las cosas comunes, es decir, de los asuntos propios de la comunidad, valga la redundancia. Ese servicio es una designación que recae en una persona que es reconocida como honorable y por ello, durante su gestión, no recibe remuneración alguna, porque el nombramiento es considerado un honor, pero a la vez un sacrificio, recuerda Tavico.

El tiempo de los líderes indígenas

Es por esa razón precisamente que los genuinos líderes comunitarios usualmente están un año en el cargo. Ahí un primer parámetro para diferenciar a un genuino líder comunitario, a una genuina autoridad indígena, de aquellos que no ostentan realmente esa calidad.

Los genuinos líderes comunitarios se encargan, por ejemplo, de convocar a la comunidad para reparar un camino o un puente o limpiar un derrumbe, etc. Esto se debe, sin duda, a la ausencia del estado, lo que es lamentable.

Así, teniendo un primer parámetro para identificar a un genuino líder comunitario (el plazo de su gestión). Un segundo parámetro son las funciones o alcances de su gestión que, como ya se dijo, son exclusivamente comunitarias.

Al punto que algunas veces interceden también en asuntos maritales cuando hay desaveniencias. Esto porque esas diferencias son perjudiciales para la comunidad.

Reparación de cierta infraestructura, servicios en la comunidad, citación de padres de familia y seguridad, entre otras. Tavico hace una excepción acá. Indica que los 48 Cantones de Totonicapán (que representa solo al municipio, no al departamento de Totonicapán), sí tiene y ha tenido desde su inicio una función política. Basta recordar la participación de Atanasio Tzul. Pero esto no es común, más bien es la excepción.

En opinión del experto, con la excepción indicada y alguna otra probablemente, las auténticas autoridades comunitarias no se pronuncian en temas políticos o de activismo más allá de su comunidad y ahí un segundo parámetro. Las genuinas autoridades indígenas no se mezclan con cuestiones políticas, se ciñen a la comunidad tanto por materia, como por falta de tiempo.

Un tercer elemento que puede servir para identificar el genuino liderazgo a autoridad indígena es que, por lo general, no cuentan con recursos como para movilizarse lejos de su comunidad para hacer pronunciamientos. O para manifestarse sobre asuntos que, aunque de interés nacional, no son propios de lo que se le ha encargado administrar.

Si usualmente no cuentan con esos recursos, pues resulta revelador que aparezcan no solo supuestos líderes indígenas, sino que acompañados por cientos, o miles a veces, de personas que incluso no son de la misma comunidad que dicen representar.

Eso es activismo, no liderazgo comunitario, según el experto. Eso no es que esté mal o que sea criticable, pero sí es un signo indicativo de la diferencia entre el genuino líder y el activista.

El experto relaciona como un elemento adicional, aunque no definitivo, que el símbolo que se relaciona con la autoridad indígena es la vara. Frente a ello es oportuno preguntarse “¿Cuántos años tiene esa vara?”

Pues no es secreto que se puedan mandar a hacer ad hoc. A modo de ejemplo, relaciona que la vara que actualmente porta Martín Toc, presidente de los 48 Cantones, tiene 200 años.

Toc es el presidente 200 de esa comunidad. En idioma Quiché, refiere Tavico, la palabra para ese servicio, ejercer la autoridad y liderazgo de la comunidad, se traduce en “sacrificio”. Es un servicio muy temporal y ceñido a las necesidades comunitarias.

El liderazgo indígena, el genuino, enfrenta el reto de identificarse y diferenciarse del usurpador o del advenedizo. Hace unos días, el vespertino La Hora publicó un reportaje que recoge la opinión de tres líderes indígenas. Una de ellas, Álida Vicente, autoridad indígena de Palín, lamenta el divisionismo entre los mismos grupos de mujeres indígenas que han hecho gobierno.

“No nos representan, no son activistas, ni autoridades, ni se han ganado el cariño de sus comunidades, pero que gustan de hacer lobbing (sic) con autoridades en Washington D.C.” afirma.

Relacionado con la remoción del ex fiscal Juan Francisco Sandoval, varias personas que dicen representar a comunidades indígenas manifestaron frente al Ministerio Público y luego hicieron un pronunciamiento en un hotel capitalino.

Unas pocas personas (líderes) se arrogaron la representación y respaldo de 20,000 líderes comunitarios. Esto entonces supondría una representación de segundo nivel o algo parecido. Cosa que no existe en el entorno de las comunidades y sus genuinos líderes.

Si quienes hicieron tal pronunciamiento y otros similares, quieren ser activistas, están en todo su derecho; que diferentes sectores de la población se manifiesten en el sentido que deseen y que crean conducente a una sociedad más democrática y que respete los valores republicanos es deseable, sin embargo, es un embuste que lo pretendan hacer en representacíón de comunidades que no les han delegado su representación. Quienes hacen tal cosa son claramente usurpadores.

Las autoridades ancestrales

Al experto también se le consultó sobre la denominación de “ancestral” para referirse a las autoridades indígenas que ha venido siendo utilizada en medios en los últimos tiempos. Tavico desconoce por qué, pero que parece ser un intento de darle algún realce o proceder de misticismo a algo que es perfectamente normal y cotidiano en las comunidades. En las comunidades no suele usarse esa designación de “ancestral” para referirse a sus autoridades.

Así, se pueden identificar varios parámetros mediante los cuales la sociedad puede identificar a los genuinos líderes comunitarios y autoridades indígenas, y diferenciarlos de los simples activistas con agenda política y/o ideológica, usualmente financiados mediante oenegés con fondos de gobiernos extranjeros.

Insistimos que el activismo, por más desviado que esté, es válido, pero debe ser identificado como tal y no pretender disfrazarlo como liderazgo o autoridad indígena.

Es tarea de la sociedad en general, pero sobre todo de las autoridades, hacer todo lo que esté al alcance para ir comprendiendo mejor la forma de organización de las comunidades indígenas e integrarlas a la vida nacional, porque de lo contrario, activistas y grupos políticos seguirán usurpando y engañando diciendo que representan a miles y miles, cuando solamente son un grupo con interés particular que usualmente es alcanzar el poder asustando con el petate del muerto, como dice el dicho popular.

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