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Transfuguismo ¿efecto o causa?

María Inés Rivera
12 de noviembre, 2018

La reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos respecto al transfuguismo, no resuelve la falta de representatividad del sistema electoral.

Los Partidos Políticos en Guatemala

El sistema de partidos políticos en Guatemala es uno de los más débiles en América Latina y uno de sus mayores problemas es la falta de institucionalización de los mismos.

Esta debilidad se caracteriza en el nacimiento y desaparición continua de los partidos políticos, además de los altos niveles de transfuguismo, la fragmentación, la falta de ideologías, su volatilidad y el caudillismo.

El sistema es sumamente volátil ya que el 60% de ciudadanos cambian de preferencia de partidos políticos en cada una de las elecciones.

Los partidos en la actualidad llegan al congreso con muy poco apoyo de parte de los ciudadanos. Según un estudio de percepción, el 66.8% de ciudadanos no se sienten representados por el Congreso.

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La alta fragmentación de los partidos es una señal clara de nuestra falta de institucionalización de los mismos, un problema que no se puede dejar atrás.

El problema es que la política en Guatemala es altamente personalista y la mayoría de partidos y sus integrantes no tienen ningún vínculo ideológico. El partido es entonces visto por los candidatos como una plataforma para alcanzar metas personales.

El transfuguismo es el efecto, no la causa

La mayoría lo confunde como una causa del sistema electoral, cuando más bien es un efecto del mismo.

Y aquí el problema es real, porque entramos en el imaginario de querer reformar las leyes para lograr erradicar una falta de representatividad.

Veamos por qué: el votante realiza el voto mediante una lista cerrada en la que las personas no pueden mostrar preferencias sobre los candidatos.

Esto es serio porque al estar bloqueada la lista de diputados, las personas no tienen la opción de elegir qué candidatos quieren que los representen en el congreso.

Y así el sistema electoral pierde su fin único y supremo plasmado en la Ley electoral y de Partidos Políticos: representar a los ciudadanos.

El ideal de lograr que un ciudadano sea representado con candidatos que compartan, velen y defiendan sus valores no es posible con el sistema actual.

Si no es así, se desvirtúan los partidos políticos.

Se vuelven un medio para cumplir los objetivos e intereses personales de los actores políticos con mayor influencia.

CONGRESO, DIPUTADOS, HEMICICLO

Entonces los diputados recurren a medidas tránsfugas.

Van de partido en partido y se colocan dentro de los que tienen una mayor cuota de poder.

La corta vida de los partidos políticos y los fines personales predominan de tal forma que el transfuguismo se vuelve la práctica normal en el congreso.

La verdadera solución para el transfugismo es un sistema más representativo

Se creyó que la solución a esta práctica había llegado en el 2016 cuando se reformó el artículo 205 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos que sancionaba a los diputados tránsfugas que renunciaran a su bancada.

Si esto ocurría la ley les prohibía:
1. Presidir comisiones de trabajo
2. Optar algún cargo para Junta Directiva
3. Ser reelectos en las próximas elecciones

Sin embargo el transfuguismo siguió siendo un problema pero, ¿por qué?

Fácil: porque la ley erradicó el efecto más no la causa.

Lo que necesitamos es erradicar la causa.

La mejor forma de resolver los problemas de representatividad es abrir los listados. Así se da más poder a los ciudadanos a la hora de elegir a sus representantes.

El transfuguismo entonces, sería irrelevante. Si los ciudadanos están bien representados en el Congreso, la relación directa entre el votante y el candidato hace que el diputado responda al interés ciudadano.

Entonces aún cuando el diputado cambie de bancada, sigue rindiendo cuentas al ciudadano que votó por él, que le conoce y sabe quién es. La relación es más cercana y la representatividad es real.

Esto favorece la democracia porque el voto se convierte en la forma de castigar o premiar no solo a los partidos como un colectivo, sino a los políticos individuales.

Los políticos que no respondan a los intereses ciudadanos para reelegirse, serán castigados por el votante con su su anti voto.

¿Y entonces?

Primero es importante resolver la falta de representatividad, lo cuál se puede lograr mediante el mecanismo de listas abiertas.

Al abrir los listados estableceremos una mejor relación entre votante y diputado, el transfuguismo probablemente dejará de ser un problema. Los ciudadanos podrán fiscalizar fácilmente al diputado que eligieron en caso no cumpla con representar sus intereses.

El votante podrá pedirle razones para entender porque el diputado tomó dicha decisión.

Es importante tener en cuenta que no todo tránsfuga responde a intereses particulares y que incluso a veces su cambio puede ser legítimo.

Puede darse por diferencias a propuestas, temas éticos e incluso por una ideología que ya no responde a sus principios.

Si el motivo del alejamiento es razonable, los votantes no deberían tomarse esto como una traición.

La propuesta entonces gira en torno a resolver primero la falta de representatividad (mediante lo que hemos insistido continuamente, listados abiertos). Con ciudadanos bien representados el transfuguismo será algo poco relevante, porque el ciudadano podrá exigirle fácilmente al candidato que cumpla con sus demandas. 

Transfuguismo ¿efecto o causa?

María Inés Rivera
12 de noviembre, 2018

La reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos respecto al transfuguismo, no resuelve la falta de representatividad del sistema electoral.

Los Partidos Políticos en Guatemala

El sistema de partidos políticos en Guatemala es uno de los más débiles en América Latina y uno de sus mayores problemas es la falta de institucionalización de los mismos.

Esta debilidad se caracteriza en el nacimiento y desaparición continua de los partidos políticos, además de los altos niveles de transfuguismo, la fragmentación, la falta de ideologías, su volatilidad y el caudillismo.

El sistema es sumamente volátil ya que el 60% de ciudadanos cambian de preferencia de partidos políticos en cada una de las elecciones.

Los partidos en la actualidad llegan al congreso con muy poco apoyo de parte de los ciudadanos. Según un estudio de percepción, el 66.8% de ciudadanos no se sienten representados por el Congreso.

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La alta fragmentación de los partidos es una señal clara de nuestra falta de institucionalización de los mismos, un problema que no se puede dejar atrás.

El problema es que la política en Guatemala es altamente personalista y la mayoría de partidos y sus integrantes no tienen ningún vínculo ideológico. El partido es entonces visto por los candidatos como una plataforma para alcanzar metas personales.

El transfuguismo es el efecto, no la causa

La mayoría lo confunde como una causa del sistema electoral, cuando más bien es un efecto del mismo.

Y aquí el problema es real, porque entramos en el imaginario de querer reformar las leyes para lograr erradicar una falta de representatividad.

Veamos por qué: el votante realiza el voto mediante una lista cerrada en la que las personas no pueden mostrar preferencias sobre los candidatos.

Esto es serio porque al estar bloqueada la lista de diputados, las personas no tienen la opción de elegir qué candidatos quieren que los representen en el congreso.

Y así el sistema electoral pierde su fin único y supremo plasmado en la Ley electoral y de Partidos Políticos: representar a los ciudadanos.

El ideal de lograr que un ciudadano sea representado con candidatos que compartan, velen y defiendan sus valores no es posible con el sistema actual.

Si no es así, se desvirtúan los partidos políticos.

Se vuelven un medio para cumplir los objetivos e intereses personales de los actores políticos con mayor influencia.

CONGRESO, DIPUTADOS, HEMICICLO

Entonces los diputados recurren a medidas tránsfugas.

Van de partido en partido y se colocan dentro de los que tienen una mayor cuota de poder.

La corta vida de los partidos políticos y los fines personales predominan de tal forma que el transfuguismo se vuelve la práctica normal en el congreso.

La verdadera solución para el transfugismo es un sistema más representativo

Se creyó que la solución a esta práctica había llegado en el 2016 cuando se reformó el artículo 205 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos que sancionaba a los diputados tránsfugas que renunciaran a su bancada.

Si esto ocurría la ley les prohibía:
1. Presidir comisiones de trabajo
2. Optar algún cargo para Junta Directiva
3. Ser reelectos en las próximas elecciones

Sin embargo el transfuguismo siguió siendo un problema pero, ¿por qué?

Fácil: porque la ley erradicó el efecto más no la causa.

Lo que necesitamos es erradicar la causa.

La mejor forma de resolver los problemas de representatividad es abrir los listados. Así se da más poder a los ciudadanos a la hora de elegir a sus representantes.

El transfuguismo entonces, sería irrelevante. Si los ciudadanos están bien representados en el Congreso, la relación directa entre el votante y el candidato hace que el diputado responda al interés ciudadano.

Entonces aún cuando el diputado cambie de bancada, sigue rindiendo cuentas al ciudadano que votó por él, que le conoce y sabe quién es. La relación es más cercana y la representatividad es real.

Esto favorece la democracia porque el voto se convierte en la forma de castigar o premiar no solo a los partidos como un colectivo, sino a los políticos individuales.

Los políticos que no respondan a los intereses ciudadanos para reelegirse, serán castigados por el votante con su su anti voto.

¿Y entonces?

Primero es importante resolver la falta de representatividad, lo cuál se puede lograr mediante el mecanismo de listas abiertas.

Al abrir los listados estableceremos una mejor relación entre votante y diputado, el transfuguismo probablemente dejará de ser un problema. Los ciudadanos podrán fiscalizar fácilmente al diputado que eligieron en caso no cumpla con representar sus intereses.

El votante podrá pedirle razones para entender porque el diputado tomó dicha decisión.

Es importante tener en cuenta que no todo tránsfuga responde a intereses particulares y que incluso a veces su cambio puede ser legítimo.

Puede darse por diferencias a propuestas, temas éticos e incluso por una ideología que ya no responde a sus principios.

Si el motivo del alejamiento es razonable, los votantes no deberían tomarse esto como una traición.

La propuesta entonces gira en torno a resolver primero la falta de representatividad (mediante lo que hemos insistido continuamente, listados abiertos). Con ciudadanos bien representados el transfuguismo será algo poco relevante, porque el ciudadano podrá exigirle fácilmente al candidato que cumpla con sus demandas.