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Si Guayaquil lo logró, Guatemala también puede aplacar al coronavirus

Redacción República
08 de julio, 2020

¿Por qué el Gobierno de Guatemala debe permitir operar a las empresas formales que cataloga de no esenciales?,  y ¿por qué estas empresas deben empezar a operar ya?

Guatemala y el mundo están pasando por una de las crisis más complicadas de los últimos 80 años. Puede que sea una crisis similar a la de la Segunda Guerra Mundial, batallando contra un enemigo común que amenazaba el planeta. La diferencia es que esta vez es contra un virus. Si fue un virus creado por el hombre, o no, posiblemente se sepa en el futuro.

El país lleva 16 semanas de un encierro relativo, pero es la nación con el confinamiento consecutivo más prolongado del mundo. ¿Por qué relativo? Porque los restaurantes, los hoteles, el Aeropuerto Internacional, y muchos comercios de distinta índole, están completamente cerrados. 

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Pero hay otros comercios e industrias abiertos, digamos a medio vapor, y hay otros como los “esenciales”, según el Gobierno,  y los informales, que están totalmente abiertos.  

¿Por qué se entrecomilla a los “esenciales”? ¿Por qué son esenciales?,  ¿para quién son esenciales? ¿Acaso ya le preguntó el Gobierno a los propietarios de los “no esenciales”, si para su supervivencia su negocio es esencial? ¿Acaso ya le preguntó el Gobierno a los empleados de esos negocios si recibir su sueldo es esencial para ellos? ¿Quién define qué es esencial y que no? ¿Acaso estamos bajo un régimen totalitario donde una persona o un pequeño grupo de personas saben mejor que todos nosotros los ciudadanos que es lo mejor para todos y cada uno de nosotros? Si es así, eso, señoras y señores, se llama socialismo.

Una cuarentena de 30 a 40 días con el fin de preparar al país para lo que venía era fundamental, pero estar entre gallo/gallina de más de 120 días, no solo es insostenible sino fuera de toda lógica.  Independientemente de si el gobierno ha sido exitoso preparándose, o no, este encierro ya sobrepasó todos los límites.

Según los registros oficiales, ¿qué hemos perdido al día de hoy? 

67 mil empleos formales, según el IGSS.
3 mil 912 empresas han cerrado, según el IGSS
300 mil personas de la economía informal habrían perdido su fuente de ingresos.
Q15 mil millones menos en ventas 
Q1 mil 800 millones que dejó de recibir el Estado en concepto de  IVA

Atención, solo este último dato equivale al sueldo de un mes de 360 mil funcionarios públicos, como maestros, médicos o policías.

Y, ¿cuá es el costo diario de estar cerrados como estamos hoy?

1 mil 100 empleos formales se pierden por día
5 mil empleos informales afectados
Q700 millones menos de aporte al Producto Interno Bruto
Q84 millones menos de IVA para el Estado

Y volviendo al ejemplo de cuánto equivale todo esto en relación con lo que paga a los funcionarios públicos, pues sería un mes de salario para 16 mil 800 trabajadores del Estado, esto se pierde por día.

¿Cuánto tiempo puede un país como Guatemala absorber este tipo de pérdidas? ¿A cuántas personas se está condenando a la pobreza? ¿Durante cuántos años? ¿Cuántas personas pueden morir de hambre por esta crisis?

Se podría estar de acuerdo con los costos de este encierro, si realmente se observara que se están controlando los contagios, y que el virus está desapareciendo, pero lamentablemente vemos que, según el médico Edwin Asturias, director de la Comisión contra el Covid-19, el país está en el pico de la pandemia, y que ese pico, según sus palabras, puede durar hasta septiembre, y por qué no ¿octubre? ¿noviembre? o ¿diciembre? 

Por lo tanto, ¿podemos llamarle a eso pico? O mejor aceptamos que el virus vino para quedarse, que es altamente contagioso y que debemos aprender a convivir con la enfermedad.

¿Qué hizo Guayaquil, en Ecuador? 

El Comité de Emergencia buscó al virus, lo enfrentó con fuerza y decisión. Un grupo amplio de ciudadanos se unió, puso tiempo y dinero, desarrolló un protocolo médico, ignoró a la OMS, compró y fabricó cientos de miles de medicinas, y le pidió al gobierno que quitara trabas y barreras (que usualmente es lo que mejor hace los gobiernos). El resultado es excepcional.  

De tener colapsados sus hospitales, cadáveres en las calles, días con más de 400 muertos, hoy Guayaquil tiene los hospitales a un 50% de capacidad, y cifras de muertos en un dígito, incluso días con cero fallecidos.

Su éxito es tal, que el prestigioso medio de comunicación de Estados Unidos, The Wall Street Journal, reconoció el trabajo y resultados alcanzados por este grupo de empresarios, médicos, especialistas y otros representantes de sectores que se unieron para combatir la pandemia. 

Entonces,  ¿por qué no imitar lo realizado en Guayaquil? Ya hay un grupo de ciudadanos guatemaltecos, y algunas autoridades locales siguiendo los pasos dados por esta ciudad de Ecuador.

Como siempre lo han hecho, empresarios ya levantaron la mano y están dispuestos a poner lo que haya que poner para implementar la primera parte del plan para aplacar el virus, pero es necesario el apoyo de todos los guatemaltecos.

Se pueden necesitar cientos de miles, sino millones, de tratamientos. La buena noticia es que son baratos y accesibles, pero lo malo es que algunos de estos medicamentos necesitan aprobación del Ministerio de Salud, o sea el gobierno y/o la Coprecovid (el doctor Edwin Asturias),  para ser importados o fabricados en Guatemala.

Lo más relevante, pero que preocupa, es que el país ya va tarde. No hay más tiempo que perder. Se debe actuar pronto para abrir con  responsabilidad. No se puede, ni se debe permitir que se politice esta situación. 

El futuro de millones de guatemaltecos depende de que esta decisión se implemente de inmediato.

Acompañanos con el hashtag #AperturaResponsableYA

Si Guayaquil lo logró, Guatemala también puede aplacar al coronavirus

Redacción República
08 de julio, 2020

¿Por qué el Gobierno de Guatemala debe permitir operar a las empresas formales que cataloga de no esenciales?,  y ¿por qué estas empresas deben empezar a operar ya?

Guatemala y el mundo están pasando por una de las crisis más complicadas de los últimos 80 años. Puede que sea una crisis similar a la de la Segunda Guerra Mundial, batallando contra un enemigo común que amenazaba el planeta. La diferencia es que esta vez es contra un virus. Si fue un virus creado por el hombre, o no, posiblemente se sepa en el futuro.

El país lleva 16 semanas de un encierro relativo, pero es la nación con el confinamiento consecutivo más prolongado del mundo. ¿Por qué relativo? Porque los restaurantes, los hoteles, el Aeropuerto Internacional, y muchos comercios de distinta índole, están completamente cerrados. 

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Pero hay otros comercios e industrias abiertos, digamos a medio vapor, y hay otros como los “esenciales”, según el Gobierno,  y los informales, que están totalmente abiertos.  

¿Por qué se entrecomilla a los “esenciales”? ¿Por qué son esenciales?,  ¿para quién son esenciales? ¿Acaso ya le preguntó el Gobierno a los propietarios de los “no esenciales”, si para su supervivencia su negocio es esencial? ¿Acaso ya le preguntó el Gobierno a los empleados de esos negocios si recibir su sueldo es esencial para ellos? ¿Quién define qué es esencial y que no? ¿Acaso estamos bajo un régimen totalitario donde una persona o un pequeño grupo de personas saben mejor que todos nosotros los ciudadanos que es lo mejor para todos y cada uno de nosotros? Si es así, eso, señoras y señores, se llama socialismo.

Una cuarentena de 30 a 40 días con el fin de preparar al país para lo que venía era fundamental, pero estar entre gallo/gallina de más de 120 días, no solo es insostenible sino fuera de toda lógica.  Independientemente de si el gobierno ha sido exitoso preparándose, o no, este encierro ya sobrepasó todos los límites.

Según los registros oficiales, ¿qué hemos perdido al día de hoy? 

67 mil empleos formales, según el IGSS.
3 mil 912 empresas han cerrado, según el IGSS
300 mil personas de la economía informal habrían perdido su fuente de ingresos.
Q15 mil millones menos en ventas 
Q1 mil 800 millones que dejó de recibir el Estado en concepto de  IVA

Atención, solo este último dato equivale al sueldo de un mes de 360 mil funcionarios públicos, como maestros, médicos o policías.

Y, ¿cuá es el costo diario de estar cerrados como estamos hoy?

1 mil 100 empleos formales se pierden por día
5 mil empleos informales afectados
Q700 millones menos de aporte al Producto Interno Bruto
Q84 millones menos de IVA para el Estado

Y volviendo al ejemplo de cuánto equivale todo esto en relación con lo que paga a los funcionarios públicos, pues sería un mes de salario para 16 mil 800 trabajadores del Estado, esto se pierde por día.

¿Cuánto tiempo puede un país como Guatemala absorber este tipo de pérdidas? ¿A cuántas personas se está condenando a la pobreza? ¿Durante cuántos años? ¿Cuántas personas pueden morir de hambre por esta crisis?

Se podría estar de acuerdo con los costos de este encierro, si realmente se observara que se están controlando los contagios, y que el virus está desapareciendo, pero lamentablemente vemos que, según el médico Edwin Asturias, director de la Comisión contra el Covid-19, el país está en el pico de la pandemia, y que ese pico, según sus palabras, puede durar hasta septiembre, y por qué no ¿octubre? ¿noviembre? o ¿diciembre? 

Por lo tanto, ¿podemos llamarle a eso pico? O mejor aceptamos que el virus vino para quedarse, que es altamente contagioso y que debemos aprender a convivir con la enfermedad.

¿Qué hizo Guayaquil, en Ecuador? 

El Comité de Emergencia buscó al virus, lo enfrentó con fuerza y decisión. Un grupo amplio de ciudadanos se unió, puso tiempo y dinero, desarrolló un protocolo médico, ignoró a la OMS, compró y fabricó cientos de miles de medicinas, y le pidió al gobierno que quitara trabas y barreras (que usualmente es lo que mejor hace los gobiernos). El resultado es excepcional.  

De tener colapsados sus hospitales, cadáveres en las calles, días con más de 400 muertos, hoy Guayaquil tiene los hospitales a un 50% de capacidad, y cifras de muertos en un dígito, incluso días con cero fallecidos.

Su éxito es tal, que el prestigioso medio de comunicación de Estados Unidos, The Wall Street Journal, reconoció el trabajo y resultados alcanzados por este grupo de empresarios, médicos, especialistas y otros representantes de sectores que se unieron para combatir la pandemia. 

Entonces,  ¿por qué no imitar lo realizado en Guayaquil? Ya hay un grupo de ciudadanos guatemaltecos, y algunas autoridades locales siguiendo los pasos dados por esta ciudad de Ecuador.

Como siempre lo han hecho, empresarios ya levantaron la mano y están dispuestos a poner lo que haya que poner para implementar la primera parte del plan para aplacar el virus, pero es necesario el apoyo de todos los guatemaltecos.

Se pueden necesitar cientos de miles, sino millones, de tratamientos. La buena noticia es que son baratos y accesibles, pero lo malo es que algunos de estos medicamentos necesitan aprobación del Ministerio de Salud, o sea el gobierno y/o la Coprecovid (el doctor Edwin Asturias),  para ser importados o fabricados en Guatemala.

Lo más relevante, pero que preocupa, es que el país ya va tarde. No hay más tiempo que perder. Se debe actuar pronto para abrir con  responsabilidad. No se puede, ni se debe permitir que se politice esta situación. 

El futuro de millones de guatemaltecos depende de que esta decisión se implemente de inmediato.

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