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El MSPAS obligará a usar mascarilla, cuando debe ser responsabilidad personal

Una de las características de los regímenes totalitarios es pretender saber qué es mejor para el ciudadano que el ciudadano mismo.  

Guatemala nuevamente debe ponerse la mascarilla de forma obligatoria.
Alejandro Palmieri
08 de julio, 2022

El Ministro de Salud, Francisco Coma, anunció el jueves recién pasado que se emitirá un Acuerdo Ministerial que volverá a hacer obligatorio el uso de mascarilla en lugares abiertos y cerrados, sin importar el color del “semáforo” en que estuviese cada municipio.  Hay que recordar que el uso de mascarilla era obligatorio solo en aquellos municipios en color rojo; en los que estuviesen en naranja, amarillo (o verde) solamente era recomendado.  A pesar de ello, muchas personas seguían utilizando mascarilla tanto en espacios abiertos como cerrados, aunque no fuese obligatorio.  Ciudadanos, en libertad, seguían protegiéndose así.  Bien por ellos.

Ahora, por el alza en la “positividad” y aumento de casos de Covid-19, todos seremos obligados, nuevamente, a usar mascarilla tanto en lugares cerrados, como abiertos.  Es importante hacer una distinción ente la primera situación y la segunda, aunque las dos se deben, casi exclusivamente, a la incompetencia de las autoridades, y no responsabilidad alguna de los ciudadanos.  En los espacios cerrados existe, sin duda, una probabilidad mayor de contagio, pero en espacios abiertos -como las calles, parques, etc.- resulta ridículo regresar a la imposición del uso de mascarilla.  

En la conferencia de Coma, se deshizo en explicaciones y en alarmas sobre el aumento de casos, además de la baja tasa de vacunación de los guatemaltecos; es necesario dejar estos dos puntos claros para que no se tergiverse o intente manipular la percepción de la población.

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Sobre el bajo porcentaje de población vacunada, por ventura, Guatemala no impuso la vacunación obligatoria.  Si bien se restringió la movilidad, se impuso toques de queda, se restringieron derechos constitucionales y, ya sin razón, se siguió haciendo obligatorio el uso de mascarilla, no se obligó a los ciudadanos a vacunarse.  La decisión sobre su salud -en ese respecto- siempre fue del individuo y no del Estado.  Según datos del propio Ministerio de Salud, 8,317,459 guatemaltecos nos hemos puesto, aunque sea una dosis; 6,369,545 dos dosis y 3,147,355 tres dosis.  Lo anterior corresponde a un 38% de vacunados, comparado a un 62% en promedio mundial. 

Our World in Data

 

 

 

Respecto al aumento de casos: sí, es cierto.  ¿Y qué? No se pretende ser insensible respecto a los padecimientos de algunas personas, sobre todo los que han estado hospitalizados y mucho menos con los familiares de las personas que han fallecido; el autor de esta nota, su servidor, perdió a su hermano a causa del Covid.  No se toma a la ligera la enfermedad.  Sin embargo, la situación ahora es distinta a la de entonces; se conoce mucho más de la enfermedad y sobre todo de cómo tratarla efectivamente.  La hospitalización, si bien ha aumentado, no es ni por asomo a la que causó la emergencia y, como se apuntó, muchas personas decidieron -voluntariamente- seguir usando mascarilla.  

Pero el dato más importante es el siguiente: en número de casos por millón de habitantes, Guatemala registra cifras mucho más bajas que el resto del mundo; mientras que el promedio es de 71,184 en Guatemala los casos bajo esa métrica son de 56,207.  A pesar de ello, las autoridades, por su incompetencia, harán obligatorio el uso de mascarilla. 

Datos de la Universidad Johns Hopkins

El esfuerzo de hacer accesibles -en tiempo y lugar- las vacunas a los guatemaltecos fue deficiente, por decir poco.  Por supuesto que muchos, a pesar de tener toda la información disponible y acceso a vacunas no han querido hacerlo, pero muchas otras personas simplemente no tuvieron información ni oportunidad de vacunarse y eso sí es responsabilidad de las autoridades.  Si a ello agregamos que se perdieron cientos de millones de quetzales en vacunas, deja de ser simple responsabilidad y pasa a ser criminal.  Hechos, por cierto, todavía bajo secreto, cuando el uso de dineros públicos debes ser siempre transparente y abierto.

Ahora, Guatemala -por desidia e irresponsabilidad gubernamental- vuelve a imponer el uso obligatorio de mascarilla, es decir, fuerza al individuo a una conducta que debe ser voluntaria.  Si ello no fuese ya dramático, el ministro Coma, en su alocución, dijo que las autoridades locales tienen la posibilidad de hacer llamados y de tomar decisiones, pero consideró que más se trata de un tema de responsabilidad personal que debería persistir dos años después de iniciada la pandemia, a pesar de que señaló que es incómodo, pero muy necesario, portar el tapabocas.  Coma hace obligatorio algo que él mismo reconoce que es responsabilidad personal.  Una de las características de los regímenes totalitarios es pretender saber qué es mejor para el ciudadano que el ciudadano mismo.  

Si lo que hay es incapacidad gubernamental, inoperancia e insuficiencia hospitalaria, además de escasez de insumos, no es culpa del ciudadano responsable -ni del que no lo es- sino es culpa (imprudencia, impericia o negligencia) de las autoridades.  Que, a estas alturas, con todo lo que ya se sabe sobre tratamientos eficientes y con todo el tiempo y miles de millones “gastados” por el gobierno para prepararse contra el virus, ahora se siga obligando al ciudadano a conductas por la ineficiencia gubernamental, no debiese ser tolerado.

Queda la posibilidad de plantear acciones constitucionales en contra de la anunciada medida y seguramente se plantearán; las autoridades judiciales harán que se respeten las garantías y derechos individuales, más que los funcionarios del Ministerio de Salud.  

 

El MSPAS obligará a usar mascarilla, cuando debe ser responsabilidad personal

Una de las características de los regímenes totalitarios es pretender saber qué es mejor para el ciudadano que el ciudadano mismo.  

Guatemala nuevamente debe ponerse la mascarilla de forma obligatoria.
Alejandro Palmieri
08 de julio, 2022

El Ministro de Salud, Francisco Coma, anunció el jueves recién pasado que se emitirá un Acuerdo Ministerial que volverá a hacer obligatorio el uso de mascarilla en lugares abiertos y cerrados, sin importar el color del “semáforo” en que estuviese cada municipio.  Hay que recordar que el uso de mascarilla era obligatorio solo en aquellos municipios en color rojo; en los que estuviesen en naranja, amarillo (o verde) solamente era recomendado.  A pesar de ello, muchas personas seguían utilizando mascarilla tanto en espacios abiertos como cerrados, aunque no fuese obligatorio.  Ciudadanos, en libertad, seguían protegiéndose así.  Bien por ellos.

Ahora, por el alza en la “positividad” y aumento de casos de Covid-19, todos seremos obligados, nuevamente, a usar mascarilla tanto en lugares cerrados, como abiertos.  Es importante hacer una distinción ente la primera situación y la segunda, aunque las dos se deben, casi exclusivamente, a la incompetencia de las autoridades, y no responsabilidad alguna de los ciudadanos.  En los espacios cerrados existe, sin duda, una probabilidad mayor de contagio, pero en espacios abiertos -como las calles, parques, etc.- resulta ridículo regresar a la imposición del uso de mascarilla.  

En la conferencia de Coma, se deshizo en explicaciones y en alarmas sobre el aumento de casos, además de la baja tasa de vacunación de los guatemaltecos; es necesario dejar estos dos puntos claros para que no se tergiverse o intente manipular la percepción de la población.

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Sobre el bajo porcentaje de población vacunada, por ventura, Guatemala no impuso la vacunación obligatoria.  Si bien se restringió la movilidad, se impuso toques de queda, se restringieron derechos constitucionales y, ya sin razón, se siguió haciendo obligatorio el uso de mascarilla, no se obligó a los ciudadanos a vacunarse.  La decisión sobre su salud -en ese respecto- siempre fue del individuo y no del Estado.  Según datos del propio Ministerio de Salud, 8,317,459 guatemaltecos nos hemos puesto, aunque sea una dosis; 6,369,545 dos dosis y 3,147,355 tres dosis.  Lo anterior corresponde a un 38% de vacunados, comparado a un 62% en promedio mundial. 

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Respecto al aumento de casos: sí, es cierto.  ¿Y qué? No se pretende ser insensible respecto a los padecimientos de algunas personas, sobre todo los que han estado hospitalizados y mucho menos con los familiares de las personas que han fallecido; el autor de esta nota, su servidor, perdió a su hermano a causa del Covid.  No se toma a la ligera la enfermedad.  Sin embargo, la situación ahora es distinta a la de entonces; se conoce mucho más de la enfermedad y sobre todo de cómo tratarla efectivamente.  La hospitalización, si bien ha aumentado, no es ni por asomo a la que causó la emergencia y, como se apuntó, muchas personas decidieron -voluntariamente- seguir usando mascarilla.  

Pero el dato más importante es el siguiente: en número de casos por millón de habitantes, Guatemala registra cifras mucho más bajas que el resto del mundo; mientras que el promedio es de 71,184 en Guatemala los casos bajo esa métrica son de 56,207.  A pesar de ello, las autoridades, por su incompetencia, harán obligatorio el uso de mascarilla. 

Datos de la Universidad Johns Hopkins

El esfuerzo de hacer accesibles -en tiempo y lugar- las vacunas a los guatemaltecos fue deficiente, por decir poco.  Por supuesto que muchos, a pesar de tener toda la información disponible y acceso a vacunas no han querido hacerlo, pero muchas otras personas simplemente no tuvieron información ni oportunidad de vacunarse y eso sí es responsabilidad de las autoridades.  Si a ello agregamos que se perdieron cientos de millones de quetzales en vacunas, deja de ser simple responsabilidad y pasa a ser criminal.  Hechos, por cierto, todavía bajo secreto, cuando el uso de dineros públicos debes ser siempre transparente y abierto.

Ahora, Guatemala -por desidia e irresponsabilidad gubernamental- vuelve a imponer el uso obligatorio de mascarilla, es decir, fuerza al individuo a una conducta que debe ser voluntaria.  Si ello no fuese ya dramático, el ministro Coma, en su alocución, dijo que las autoridades locales tienen la posibilidad de hacer llamados y de tomar decisiones, pero consideró que más se trata de un tema de responsabilidad personal que debería persistir dos años después de iniciada la pandemia, a pesar de que señaló que es incómodo, pero muy necesario, portar el tapabocas.  Coma hace obligatorio algo que él mismo reconoce que es responsabilidad personal.  Una de las características de los regímenes totalitarios es pretender saber qué es mejor para el ciudadano que el ciudadano mismo.  

Si lo que hay es incapacidad gubernamental, inoperancia e insuficiencia hospitalaria, además de escasez de insumos, no es culpa del ciudadano responsable -ni del que no lo es- sino es culpa (imprudencia, impericia o negligencia) de las autoridades.  Que, a estas alturas, con todo lo que ya se sabe sobre tratamientos eficientes y con todo el tiempo y miles de millones “gastados” por el gobierno para prepararse contra el virus, ahora se siga obligando al ciudadano a conductas por la ineficiencia gubernamental, no debiese ser tolerado.

Queda la posibilidad de plantear acciones constitucionales en contra de la anunciada medida y seguramente se plantearán; las autoridades judiciales harán que se respeten las garantías y derechos individuales, más que los funcionarios del Ministerio de Salud.