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Redacción
15 de mayo, 2017

La iniciativa de reforma constitucional ha causado, en los ciudadanos una práctica de civismo, inusitada. Las múltiples reacciones de sus actores directos, aquellos comprometidos con Guatemala por ser personas que con su trabajo pagan impuestos y sostienen el aparato estatal.

Somos los que pagamos impuestos, los menos beneficiados de una justicia que no ha parido en Guatemala pues la justicia solo se entiende como ausencia de injusticias.  En 1953-1954 PBSUCESS y llamar a mi patria “cabeza de playa soviética en Guatemala” no produjo beneficios de nación en ninguna instancia.

La estrategia de comunicación para proteger intereses ajenos en Guatemala se manejó por vía económica, diplomática, mediatizando la información en medios de comunicación. Los cuatrocientos apátridas dirigidos por Carlos Castillo Armas lograron por la fuerza el engaño y la traición lo que no pudieron lograr en tribunales de justicia.

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Los que usamos la pluma para denunciar abusos no somos mercenarios, ni diseñamos ningún complot contra nadie. Somos antes que guatemaltecos y ciudadanos, personas libres dispuestas a defender la condición humana de la grotesca y acémila fuerza fruta que se disfraza de guante blanco y pretende favorecer privilegios.

La palabra nación no es en nuestro contexto el nacionalismo europeo, ni la Democracia de América. Somos personas libres que en nuestra libertad practicamos civismo que implica entender la razón de ser del hombre humano y libre.

Acusar a quien se expresa en uno u otro sentido sobre la reforma constitucional es negligente. Antojadizo y de mala fe como la famosa teoría del rumor que desacredita la dignidad del guatemalteco convirtiéndolo en un género periodístico al estilo de la mediatización de 1953 y 1954.

Es preciso alzar la voz y entender que la vida guatemalteca tiene su propio ritmo su propia dinámica y que han sido las empresas transnacionales las primeras en buscar privilegios fiscales, políticos unidos a guatemaltecos apátridas que son capaces de revertir la humanidad por animalidad. Esos guatemaltecos apátridas en confabulación y apariencia de bondad denigran la acción de aquellos que cívicamente denunciamos los atropellos que se comenten en nombre de la justicia.

En nombre de Dios, murió Juan Pablo I, el papa 263, Albino Luciani, nacido en 1912 y viviendo una vida recta durante setenta y ocho años para morir siendo el Sumo pontífice en solo treinta y tres días de pontificado. Crimen de Estado llaman algunos.

Redacción
15 de mayo, 2017

La iniciativa de reforma constitucional ha causado, en los ciudadanos una práctica de civismo, inusitada. Las múltiples reacciones de sus actores directos, aquellos comprometidos con Guatemala por ser personas que con su trabajo pagan impuestos y sostienen el aparato estatal.

Somos los que pagamos impuestos, los menos beneficiados de una justicia que no ha parido en Guatemala pues la justicia solo se entiende como ausencia de injusticias.  En 1953-1954 PBSUCESS y llamar a mi patria “cabeza de playa soviética en Guatemala” no produjo beneficios de nación en ninguna instancia.

La estrategia de comunicación para proteger intereses ajenos en Guatemala se manejó por vía económica, diplomática, mediatizando la información en medios de comunicación. Los cuatrocientos apátridas dirigidos por Carlos Castillo Armas lograron por la fuerza el engaño y la traición lo que no pudieron lograr en tribunales de justicia.

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La palabra nación no es en nuestro contexto el nacionalismo europeo, ni la Democracia de América. Somos personas libres que en nuestra libertad practicamos civismo que implica entender la razón de ser del hombre humano y libre.

Acusar a quien se expresa en uno u otro sentido sobre la reforma constitucional es negligente. Antojadizo y de mala fe como la famosa teoría del rumor que desacredita la dignidad del guatemalteco convirtiéndolo en un género periodístico al estilo de la mediatización de 1953 y 1954.

Es preciso alzar la voz y entender que la vida guatemalteca tiene su propio ritmo su propia dinámica y que han sido las empresas transnacionales las primeras en buscar privilegios fiscales, políticos unidos a guatemaltecos apátridas que son capaces de revertir la humanidad por animalidad. Esos guatemaltecos apátridas en confabulación y apariencia de bondad denigran la acción de aquellos que cívicamente denunciamos los atropellos que se comenten en nombre de la justicia.

En nombre de Dios, murió Juan Pablo I, el papa 263, Albino Luciani, nacido en 1912 y viviendo una vida recta durante setenta y ocho años para morir siendo el Sumo pontífice en solo treinta y tres días de pontificado. Crimen de Estado llaman algunos.