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Carlos Gerardo: “Me gusta mucho regresar a los libros que quiero”

Redacción República
13 de octubre, 2019

Carlos Gerardo: “Me gusta mucho regresar a los libros que quiero“, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Segunda parte del cuestionario al poeta Carlos Gerardo, ganador del Premio de Poesía Editorial Praxis 2019. Fotografía: Rony Morales.

Mientras se acerca la entrega del Premio de Poesía Editorial Praxis 2019, prevista para el 30 de octubre en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, el poeta Carlos Gerardo comparte sus lecturas, habla de los autores a los que suele frecuentar y explica por qué es valioso indagar en las voces poéticas ajenas al canon occidental.

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De paso, comenta por qué la literatura le ofrece seguridad en un medio hostil y por qué no puede hablarse de una sola poética guatemalteca ante la diversidad de voces que escriben y publican en la actualidad.

¿En qué ambiente te formaste como escritor?

Pues creo que con seriedad, en la adolescencia. De plano, antes hubo a lo mejor indicios, o a lo mejor uno le guste encontrar indicios donde no los hay tanto, para construir eso del «de origen», como decía Piglia.

Pero creo que empecé a leer con seriedad durante mi adolescencia, y específicamente, cuando comencé a estudiar mi educación secundaria. Para mí, ese proceso fue especialmente traumático.

Siempre he sido una persona introvertida, y la apertura a la adolescencia coincidió con mi desplazamiento de El Jícaro a la capital. La ciudad, al principio, siempre puede presentar una apariencia hostil.

Pero si buscás debajo de esa apariencia, te das cuenta que igual sigue siendo hostil… al menos yo lo sentía así. La literatura fue para mí un sitio seguro donde esa hostilidad no lograba entrar.

Era como un breve momento de emancipación, que después, con el tiempo, comenzó a ser también una experiencia de dignidad. Entonces fue así: para mí, la literatura, representó dignidad.

¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron en tus primeros años?

Recuerdo que mis procesos de aprendizaje se dieron de forma muy convencional. Y también, muy gutenbergiana, muy cercana a los libros. No lo digo con orgullo, ni presumiendo ninguna superioridad, sino que simplemente así fue.

A lo mejor me «hizo falta calle», como dicen ahora. Durante mi adolescencia, leía bastantes esos mal llamados «clásicos universales» –el nombre ahora me provoca terror.

En ellos estaban Poe, Jack London, Hemingway, y así. También leí con mucho entusiasmo a los autores del boom; y muchos poetas latinoamericanos: Nicanor Parra, Pellicer, Girondo, Vallejo, Neruda.

Fue una formación de una tradición muy masculina, hasta hace muy poco que me cuestioné eso. En ese momento, leía más narrativa que poesía. Hoy seguramente leo más ensayo y más poesía; nunca dejo de leer novelas o cuentos, pero con menos frecuencia.

¿Cuáles te acompañan en la actualidad?

De poesía, me gusta mucho regresar a los libros que más quiero. Me gusta regresar a Cavafis, con mucha frecuencia. De hecho, creo que Cavafis podría ser uno de los autores más presentes en Intemperie.

También regreso con frecuencia a Alejandra Pizarnik. Me gusta mucho Pessoa, es un autor inagotable y últimamente he vuelto a leerlo bastante.

Así que esta parece que es la época de los regresos. Me gusta la poesía y las reflexiones sobre la poesía de Ginsberg, creo que es una reflexión sobre la poesía bien chilera.

Contemporánea de Ginsberg, Sylvia Plath es genial. Acabo de terminar de leer algo de Gómez Jattin, y me pareció increíble. Me siento feliz de que exista un poeta como Raúl Zurita y que esté entre nosotros.

Aparte de los poetas que todo el mundo lee –Borges, Pessoa, Paz, Lezama, etcétera–, ¿tenés entre tus preferencias a esos escritores que poca gente conoce y se recomiendan con fervor?

No sé si haya poetas que todo el mundo lee. Creo que esa generalización podría ser tendenciosa. Hasta el año pasado, no había leído la poesía de Lezama, sino solo por un par de poemas de antología… y fue un descubrimiento.

Aún lo sigo descubriendo, estoy leyendo sus obras completas, y creo que de veras en él está vivo el idioma; en él, el lenguaje habla por sí mismo.

Poetas que poca gente conoce, y que leo con fervor… Me gusta Jotaele Andrade, de Argentina; me gusta la poesía de Alfonsina Storni; la poesía de Cavafis, y la de Carver, que es más conocido como cuentista.

Me gusta la poesía de Raúl Zurita, la de Enrique Lihn, la de Kozer. Durante un tiempo estuve fascinado con la poesía de Panero, al igual que estuve fascinado con la poesía de Pizarnik. Son poetas que te desgarran.

También estuve fascinado con los poetas malditos, sobre todo con Rimbaud. Me gusta Sylvia Plath y la poesía de Bolaño, que es más conocido por su narrativa.

Hay algunos poetas cubanos que me parece, no son tan conocidos, pero que tienen una fuerza increíble, como Piñera o como Gastón Baquero o Raúl Padilla Fernández.

Y bueno, también apelando un poco al espíritu de la pregunta, sobre poetas poco leídos, creo que es valioso indagar en voces poéticas que sean ajenas a la tradición de Occidente.

La riqueza de hacerlo es impresionante. Hace unos años tuve la oportunidad de leer a Najwan Darwish, de Palestina; y es genial. La de Natalie Handal, que es de origen palestino pero que vive en América Latina.

También las tradiciones poéticas de Oriente, la poesía de Tao Yuanming, o de Li Po o Tu Fu. Las vanguardias prácticamente son producto de la atención prestada a esas tradiciones, milenarias, que a lo mejor te hagan comprender la poesía de otra manera.

Imaginá los poemas de Basho, que además de tener un sentido lingüístico, en términos visuales también tenían que cumplir con ciertas características.

Tenían que ser poemas y a la vez obras de arte visual. Octavio Paz decía que eso es algo que Occidente en algún momento separó. En la misma línea, citaba las estelas mayas como enormes poemas objeto.

Y hablando un poco de poetas más actuales, sigo a Luna Miguel, en España; a Ben Clark, a Jorge Humberto Chávez, a Carmen Boullosa, en México. A Jorge Galán, Elena Salamanca, Alberto López y Josué Andrés Moz en El Salvador; y así.

A riesgo de que falte algún nombre, ¿cuáles son los poetas guatemaltecos que solés frecuentar?

La literatura guatemalteca siempre es un gran descubrimiento, para mí. A lo mejor antes no la leía tanto. Me preocupaba más por leer otras cosas.

Me gusta mucho por ejemplo, la poesía de Carlos Illescas, la de Roberto Obregón, que es genial… La de Isabel de los Ángeles Ruano… frecuentemente regreso a leer poemas de Cardoza, aunque sea poemas sueltos, aunque sea solo uno, o dos; creo que Cardoza es inagotable.

También me parece indispensable la poesía de Antonio Brañas, a quien conocí gracias a Vania; y la poesía de los demás integrantes de Nuevo Signo: Delia Quiñónez es una maestra.

También pienso que tiene una enorme fuerza la poesía guatemalteca actual; y la poesía centroamericana en general.

Cuando leés a la gente de El Salvador, sobre todo, y luego ves lo que está pasando en Guatemala, ves una diversidad enorme de propuestas, y todas son bien interesantes, bien frescas.

Creo que es imposible ya hablar de una tradición, y de una poesía. Ahora hay un chingo de poéticas y de propuestas.

De aquí de Guatemala, por ejemplo, me parece genial la propuesta de Vania, la de Wingston, la de Gabriel Woltke, la de Rosa Chávez, la de Julio Cúmez, la de Maurice Echeverría, Julio Serrano, Manuel Tzoc.

Creo que me siento agradecido y satisfecho y feliz de poder decir que esa es la poesía guatemalteca actual.

Carlos Gerardo: “Me gusta mucho regresar a los libros que quiero”

Redacción República
13 de octubre, 2019

Carlos Gerardo: “Me gusta mucho regresar a los libros que quiero“, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Segunda parte del cuestionario al poeta Carlos Gerardo, ganador del Premio de Poesía Editorial Praxis 2019. Fotografía: Rony Morales.

Mientras se acerca la entrega del Premio de Poesía Editorial Praxis 2019, prevista para el 30 de octubre en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, el poeta Carlos Gerardo comparte sus lecturas, habla de los autores a los que suele frecuentar y explica por qué es valioso indagar en las voces poéticas ajenas al canon occidental.

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De paso, comenta por qué la literatura le ofrece seguridad en un medio hostil y por qué no puede hablarse de una sola poética guatemalteca ante la diversidad de voces que escriben y publican en la actualidad.

¿En qué ambiente te formaste como escritor?

Pues creo que con seriedad, en la adolescencia. De plano, antes hubo a lo mejor indicios, o a lo mejor uno le guste encontrar indicios donde no los hay tanto, para construir eso del «de origen», como decía Piglia.

Pero creo que empecé a leer con seriedad durante mi adolescencia, y específicamente, cuando comencé a estudiar mi educación secundaria. Para mí, ese proceso fue especialmente traumático.

Siempre he sido una persona introvertida, y la apertura a la adolescencia coincidió con mi desplazamiento de El Jícaro a la capital. La ciudad, al principio, siempre puede presentar una apariencia hostil.

Pero si buscás debajo de esa apariencia, te das cuenta que igual sigue siendo hostil… al menos yo lo sentía así. La literatura fue para mí un sitio seguro donde esa hostilidad no lograba entrar.

Era como un breve momento de emancipación, que después, con el tiempo, comenzó a ser también una experiencia de dignidad. Entonces fue así: para mí, la literatura, representó dignidad.

¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron en tus primeros años?

Recuerdo que mis procesos de aprendizaje se dieron de forma muy convencional. Y también, muy gutenbergiana, muy cercana a los libros. No lo digo con orgullo, ni presumiendo ninguna superioridad, sino que simplemente así fue.

A lo mejor me «hizo falta calle», como dicen ahora. Durante mi adolescencia, leía bastantes esos mal llamados «clásicos universales» –el nombre ahora me provoca terror.

En ellos estaban Poe, Jack London, Hemingway, y así. También leí con mucho entusiasmo a los autores del boom; y muchos poetas latinoamericanos: Nicanor Parra, Pellicer, Girondo, Vallejo, Neruda.

Fue una formación de una tradición muy masculina, hasta hace muy poco que me cuestioné eso. En ese momento, leía más narrativa que poesía. Hoy seguramente leo más ensayo y más poesía; nunca dejo de leer novelas o cuentos, pero con menos frecuencia.

¿Cuáles te acompañan en la actualidad?

De poesía, me gusta mucho regresar a los libros que más quiero. Me gusta regresar a Cavafis, con mucha frecuencia. De hecho, creo que Cavafis podría ser uno de los autores más presentes en Intemperie.

También regreso con frecuencia a Alejandra Pizarnik. Me gusta mucho Pessoa, es un autor inagotable y últimamente he vuelto a leerlo bastante.

Así que esta parece que es la época de los regresos. Me gusta la poesía y las reflexiones sobre la poesía de Ginsberg, creo que es una reflexión sobre la poesía bien chilera.

Contemporánea de Ginsberg, Sylvia Plath es genial. Acabo de terminar de leer algo de Gómez Jattin, y me pareció increíble. Me siento feliz de que exista un poeta como Raúl Zurita y que esté entre nosotros.

Aparte de los poetas que todo el mundo lee –Borges, Pessoa, Paz, Lezama, etcétera–, ¿tenés entre tus preferencias a esos escritores que poca gente conoce y se recomiendan con fervor?

No sé si haya poetas que todo el mundo lee. Creo que esa generalización podría ser tendenciosa. Hasta el año pasado, no había leído la poesía de Lezama, sino solo por un par de poemas de antología… y fue un descubrimiento.

Aún lo sigo descubriendo, estoy leyendo sus obras completas, y creo que de veras en él está vivo el idioma; en él, el lenguaje habla por sí mismo.

Poetas que poca gente conoce, y que leo con fervor… Me gusta Jotaele Andrade, de Argentina; me gusta la poesía de Alfonsina Storni; la poesía de Cavafis, y la de Carver, que es más conocido como cuentista.

Me gusta la poesía de Raúl Zurita, la de Enrique Lihn, la de Kozer. Durante un tiempo estuve fascinado con la poesía de Panero, al igual que estuve fascinado con la poesía de Pizarnik. Son poetas que te desgarran.

También estuve fascinado con los poetas malditos, sobre todo con Rimbaud. Me gusta Sylvia Plath y la poesía de Bolaño, que es más conocido por su narrativa.

Hay algunos poetas cubanos que me parece, no son tan conocidos, pero que tienen una fuerza increíble, como Piñera o como Gastón Baquero o Raúl Padilla Fernández.

Y bueno, también apelando un poco al espíritu de la pregunta, sobre poetas poco leídos, creo que es valioso indagar en voces poéticas que sean ajenas a la tradición de Occidente.

La riqueza de hacerlo es impresionante. Hace unos años tuve la oportunidad de leer a Najwan Darwish, de Palestina; y es genial. La de Natalie Handal, que es de origen palestino pero que vive en América Latina.

También las tradiciones poéticas de Oriente, la poesía de Tao Yuanming, o de Li Po o Tu Fu. Las vanguardias prácticamente son producto de la atención prestada a esas tradiciones, milenarias, que a lo mejor te hagan comprender la poesía de otra manera.

Imaginá los poemas de Basho, que además de tener un sentido lingüístico, en términos visuales también tenían que cumplir con ciertas características.

Tenían que ser poemas y a la vez obras de arte visual. Octavio Paz decía que eso es algo que Occidente en algún momento separó. En la misma línea, citaba las estelas mayas como enormes poemas objeto.

Y hablando un poco de poetas más actuales, sigo a Luna Miguel, en España; a Ben Clark, a Jorge Humberto Chávez, a Carmen Boullosa, en México. A Jorge Galán, Elena Salamanca, Alberto López y Josué Andrés Moz en El Salvador; y así.

A riesgo de que falte algún nombre, ¿cuáles son los poetas guatemaltecos que solés frecuentar?

La literatura guatemalteca siempre es un gran descubrimiento, para mí. A lo mejor antes no la leía tanto. Me preocupaba más por leer otras cosas.

Me gusta mucho por ejemplo, la poesía de Carlos Illescas, la de Roberto Obregón, que es genial… La de Isabel de los Ángeles Ruano… frecuentemente regreso a leer poemas de Cardoza, aunque sea poemas sueltos, aunque sea solo uno, o dos; creo que Cardoza es inagotable.

También me parece indispensable la poesía de Antonio Brañas, a quien conocí gracias a Vania; y la poesía de los demás integrantes de Nuevo Signo: Delia Quiñónez es una maestra.

También pienso que tiene una enorme fuerza la poesía guatemalteca actual; y la poesía centroamericana en general.

Cuando leés a la gente de El Salvador, sobre todo, y luego ves lo que está pasando en Guatemala, ves una diversidad enorme de propuestas, y todas son bien interesantes, bien frescas.

Creo que es imposible ya hablar de una tradición, y de una poesía. Ahora hay un chingo de poéticas y de propuestas.

De aquí de Guatemala, por ejemplo, me parece genial la propuesta de Vania, la de Wingston, la de Gabriel Woltke, la de Rosa Chávez, la de Julio Cúmez, la de Maurice Echeverría, Julio Serrano, Manuel Tzoc.

Creo que me siento agradecido y satisfecho y feliz de poder decir que esa es la poesía guatemalteca actual.