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Carlos López: “A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza”

Redacción República
29 de noviembre, 2020

“A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza”. Carlos López habla de la permanencia de Editorial Praxis y repasa parte de su obra literaria. ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Entre 1981 y 2015, el poeta, ensayista y editor Carlos López (Pajapita, San Marcos, 1954) desarrolló su trabajo con los libros en la Ciudad de México. Al frente de la Editorial Praxis publicó alrededor de mil títulos entre poesía, cuento, novela y ensayo.

Divulgó la obra de escritores guatemaltecos como Carlos Illescas, Otto-Raúl González, Gerardo Guinea Diez, Humberto Ak’abal, Mario Roberto Morales, José Calderón Salazar y Julio César Palencia. También estableció la concesión del premio anual de poesía que lleva el nombre de la editorial.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Además de preparar sus clases universitarias, coordinar talleres literarios y dirigir su empresa, contó con tiempo para escribir y publicar los haikus reunidos en Fuego azul (1997), los palíndromos recopilados en Naves se van (2002), La roca coral (2003), Aten al planeta (2007) y Ají traga la lagartija (2013), los poemarios Bellotas de agua (2000), Almendranada (2011) y Corteza de la otra orilla (2013) y los gazapos detectados en periódicos, rótulos publicitarios, discursos de políticos y declaraciones tomadas de la farándula comentados en Helarte de la errata (2005 y 2007), El que a yerro (2009), Sólo la errata permanece (2011) y Herrar es de humanos (2019). El conjunto de su obra fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura «Miguel Ángel Asturias» en 2012.

Obligado a continuar su cercanía con los libros en Cuernavaca, a donde se trasladó tras sufrir el despojo de sus bienes y maquinaria a manos de la inmobiliaria Abec, Carlos mantiene su labor con la voluntad y la tenacidad del que no quiere darle gusto al enemigo. Quedemos, ahora, en compañía de sus respuestas.

A cinco años de que la inmobiliaria Abec te sitiara en la oficina y talleres de la editorial Praxis, ubicada en Dr. Vértiz 185, colonia Doctores, Ciudad de México, ¿se registra algún avance en la recuperación de tus bienes?

Ninguno. La ley se torció, la juez se vendió. El sistema judicial mexicano es uno de los más corruptos del mundo. Hicieron un simulacro oral, a la manera gringa, de audiencia. La resolución fue que se acreditó la parte objetiva del robo de parte de la inmobiliaria, pero no la parte subjetiva. Por eso no vincularon a proceso a la demandada que fue encontrada infranganti. Increíble. El robo, según esta sentencia, existió, pero no existe. Ni Kakfa hubiera imaginado esto. Es inaudito.

¿Se pudo establecer el paradero de la maquinaria, la biblioteca, la pinacoteca y el fondo editorial que se sustrajeron de las ruinas de la editorial entre septiembre y octubre de 2016?

No. Todo está desaparecido. En tu enumeración faltan muchas cosas. Se llevaron hasta mi ropa, mis trastos de cocina. Todo. Fue un robo con todas las agravantes: premeditado, con alevosía y ventaja, de madrugada, en despoblado. Tuvieron que llevar mecánicos para desarmar la maquinaria, grúas para sacarla de los locales, tráileres para llevarse el botín.

¿Se interesó algún funcionario del actual gobierno de la Ciudad de México por buscarle solución al despojo que sufrió Praxis?

No. La administración anterior fue cómplice. La de ahora hizo mutis, como que la Virgen le habla. El sistema no sólo es cómplice sino culpable.

¿Cómo pudiste mantener tu trabajo editorial desde que te mudaste a Cuernavaca, capital del estado libre y soberano de Morelos?

Con uñas y dientes. A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza. Aquí sigo. Praxis existirá hasta que me muera. No les di gusto. Edito menos, pero aquí sigo, a pesar de la ignominia. Sin pedirle nada al gobierno, además; ni a la iniciativa privada, ni a George Soros, ni a la puta que los parió. Sin convertirme en o.n.g.

Antes que poeta, ensayista, editor, autor de palíndromos y recolector de erratas, fuiste lector. ¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron durante tu infancia en Pajapita, departamento de San Marcos?

Ninguno. Era tan pobre que no alcanzaba para comprar libros (que siempre estuvieron lejos por el precio y porque no llegaban a mi pueblo). Tampoco los conocía. Para lo único que me alcanzaba a veces cuando en Navidad mi papá nos dejaba un dinerito en el zapato era para comprar un cuaderno de cinco centavos.

¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron durante tu etapa como estudiante del Instituto Rafael Aqueche y de la Universidad de San Carlos en Ciudad de Guatemala?

Leía pocos, la mayoría bestsellers (El padrino, Tiburón), Las confesiones de un pequeño filósofo, Artículos de costumbres, Leyendas de Guatemala, Diálogos. Aunque la pobreza se había acentuado, ya conocía los libros y les empecé a agarrar el gusto. Empecé a armar mi pequeña biblioteca con ediciones muy pobres y malas.

¿Y cuáles fueron los libros que te hicieron compañía durante los primeros años del exilio en la Ciudad de México?

Las Obras completas de Marx y Engels que se conseguían a muy bajo precio, pues casi no tenían lectores y sus libros. Leí mucho a Rius, los libros de Editorial Posada. Leía de todo. México era un paraíso de libros.

Me llama la atención que sintás afinidad por la literatura procedente de Alemania, Austria y los cantones de Suiza donde el alemán es el idioma oficial. ¿A qué se debe?

La lengua alemana es una de las más hermosas; sintética, aglutinante, poética, limpia, clara; su sonido es música, como la italiana. Me gusta la cultura alemana: la música, la filosofía, el cine; hasta la tecnología, la cerveza del Oktoberfest, el pan negro, el repollo en conserva, las papas estilo alemán. El gusto por la literatura alemana surgió de manera natural. Ahora la busco.

Como poeta, veo que tenés predilección por el haiku. ¿A qué se debe tu gusto por el molde breve japonés?

Me hubiera gustado nacer en la época en que el hombre rompió el silencio universal con puras interjecciones. Qué belleza. La verborrea actual es horrible. Siempre he sentido que mi forma favorita de expresión es la brevedad, el laconismo. Los haiku son las obras de arte de máxima síntesis (no sé si la danza butoh sea más minimalista que el haiku), lo más cercano al silencio, al que propendo.

Como editor, ¿qué tanto intervenís en el arreglo y la corrección de los cuentos, poemas, ensayos o novelas propuestos para su publicación en Praxis?

Al máximo de mis capacidades. Si en otras cosas soy mesurado, cuando trabajo soy exagerado. Quisiera tener más conocimiento para aplicarlo en estas tareas, pero lo que sé lo pongo al servicio de los textos. Sin concesiones.

¿Los autores aceptan el papel del editor, o se alzan en rebelión apenas les sugieren enmiendas, les señalan sus faltas de ortografía y se les recomienda suprimir esos párrafos que no aportan nada a la obra?

Los tontos, sí. Y emigran. Qué bueno. Hacen autoediciones con todas sus faltas o buscan a los españoles, malos como editores, como ellos al escribir.

Tu afición por los palíndromos, esas frases que dicen lo mismo al leerlas al derecho y al revés, ¿surgió tras la lectura del ensayo «Onís es asesino», de Augusto Monterroso?

No creo; no estoy seguro. Una vez vi a Otto-Raúl González cómo batallaba a veinte mil metros de altura con una frase. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que no le salía un palíndromo. Otra vez vi uno de Carlos Illescas que me pareció magistral (¿Más reventón, madam? Not, never Sam). Luego cada vez que veía una película leía todos los subtítulos al revés. Y así.

Entre los gazapos incluidos en Helarte de la errata y El que a yerro, ¿cuáles citarías como tus favoritos?

Mejor que los lectores (si tengo la suerte de que alguien los lea) los escojan. Me gustan los que tienen jiribilla, los que te quedan zumbando, los que te despiertan, los que hacen que soltés la carcajada en el autobús, en el Metro, o a medianoche en la intimidad. Algunos errores y erratas mejoran los textos. No tenemos que odiar a estos bichos; son malvados, pero no como otros. A veces dicen más que algunos textos hechos por los autodenominados poetas. Alfonso Reyes celebraba, por ejemplo, cómo había mejorado su texto «más adentro de la frente» con la errata del linotipista «mar adentro de la frente» y así lo dejó.

Para el ciclo final quiero que hablemos de tres libros capitales en tu obra. ¿Cómo surgió la idea de compilar el diccionario de localismos Voses de Guatemala (2005)?

Jaime Quintanilla me dio la idea. Un día me llevó un diccionario viejísimo sin carátula y ahí traía un guatemaltequismo; no me gustó como definían el concepto (parecía diccionario de la Real Academia Española) y pensé que no era justo. Que era necesario hacer un trabajo más decente. No sé si lo conseguí, pero lo hice de manera honesta, con el corazón en Guatemala.

¿En qué momento decidiste que era hora de dedicarle más de un centenar de páginas a tu Pasión por el libro (2011)?

Siempre tuve ganas de rendirle homenaje a mi pasión, el libro. Para hacerlo convoqué muchas voces. Estoy preparando uno que se llama Cómo se hace un libro. Creo que he dedicado una buena parte de mi vida a proporcionar avíos para los escritores.

En 2003 publicaste Redacción en movimiento. Herramientas para el cultivo de la palabra. El libro acumula siete ediciones, si la memoria no me falla, y sé que estás preparando la octava a formato media carta. ¿Se puede hablar de una tarea incesante, que camina a la par de la progresión natural de la lengua española?

Casi todos los días trabajo —desde hace 30 años— en ese libro, debido a la naturaleza inatrapable del lenguaje. Mientras más lo trabajo, más pena me da haber emprendido esa tarea, pues no soy gramatólogo, filólogo, lingüista ni cosa parecida. Yo sólo amo el lenguaje.

Por último, ¿nos podrías compartir algunos de tus palíndromos de más reciente factura?

OIRÁ TILOS SOLITARIO

SÉ DATOS, SÓTADES

TÚ RÍE, BEIRUT

A DAR, AH, CUCHARADA

SOBORNOS SON ROBOS

AMO LA POETA, AMA, ATEO, PALOMA

A MÍ LA COCA VE UNA NUEVA COCA LIMA

SAL, EVO, NO NOVELAS

ALLÍ ROGÓ, GORILA

RARO LLORAR

OH, CEPO, PECHO

O DINOS SONIDO

EH, COCE COCHE

SE CORTA, ATROCES

Son adelanteo de mi libro Somo o no somos

Carlos López: “A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza”

Redacción República
29 de noviembre, 2020

“A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza”. Carlos López habla de la permanencia de Editorial Praxis y repasa parte de su obra literaria. ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

Entre 1981 y 2015, el poeta, ensayista y editor Carlos López (Pajapita, San Marcos, 1954) desarrolló su trabajo con los libros en la Ciudad de México. Al frente de la Editorial Praxis publicó alrededor de mil títulos entre poesía, cuento, novela y ensayo.

Divulgó la obra de escritores guatemaltecos como Carlos Illescas, Otto-Raúl González, Gerardo Guinea Diez, Humberto Ak’abal, Mario Roberto Morales, José Calderón Salazar y Julio César Palencia. También estableció la concesión del premio anual de poesía que lleva el nombre de la editorial.

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Además de preparar sus clases universitarias, coordinar talleres literarios y dirigir su empresa, contó con tiempo para escribir y publicar los haikus reunidos en Fuego azul (1997), los palíndromos recopilados en Naves se van (2002), La roca coral (2003), Aten al planeta (2007) y Ají traga la lagartija (2013), los poemarios Bellotas de agua (2000), Almendranada (2011) y Corteza de la otra orilla (2013) y los gazapos detectados en periódicos, rótulos publicitarios, discursos de políticos y declaraciones tomadas de la farándula comentados en Helarte de la errata (2005 y 2007), El que a yerro (2009), Sólo la errata permanece (2011) y Herrar es de humanos (2019). El conjunto de su obra fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura «Miguel Ángel Asturias» en 2012.

Obligado a continuar su cercanía con los libros en Cuernavaca, a donde se trasladó tras sufrir el despojo de sus bienes y maquinaria a manos de la inmobiliaria Abec, Carlos mantiene su labor con la voluntad y la tenacidad del que no quiere darle gusto al enemigo. Quedemos, ahora, en compañía de sus respuestas.

A cinco años de que la inmobiliaria Abec te sitiara en la oficina y talleres de la editorial Praxis, ubicada en Dr. Vértiz 185, colonia Doctores, Ciudad de México, ¿se registra algún avance en la recuperación de tus bienes?

Ninguno. La ley se torció, la juez se vendió. El sistema judicial mexicano es uno de los más corruptos del mundo. Hicieron un simulacro oral, a la manera gringa, de audiencia. La resolución fue que se acreditó la parte objetiva del robo de parte de la inmobiliaria, pero no la parte subjetiva. Por eso no vincularon a proceso a la demandada que fue encontrada infranganti. Increíble. El robo, según esta sentencia, existió, pero no existe. Ni Kakfa hubiera imaginado esto. Es inaudito.

¿Se pudo establecer el paradero de la maquinaria, la biblioteca, la pinacoteca y el fondo editorial que se sustrajeron de las ruinas de la editorial entre septiembre y octubre de 2016?

No. Todo está desaparecido. En tu enumeración faltan muchas cosas. Se llevaron hasta mi ropa, mis trastos de cocina. Todo. Fue un robo con todas las agravantes: premeditado, con alevosía y ventaja, de madrugada, en despoblado. Tuvieron que llevar mecánicos para desarmar la maquinaria, grúas para sacarla de los locales, tráileres para llevarse el botín.

¿Se interesó algún funcionario del actual gobierno de la Ciudad de México por buscarle solución al despojo que sufrió Praxis?

No. La administración anterior fue cómplice. La de ahora hizo mutis, como que la Virgen le habla. El sistema no sólo es cómplice sino culpable.

¿Cómo pudiste mantener tu trabajo editorial desde que te mudaste a Cuernavaca, capital del estado libre y soberano de Morelos?

Con uñas y dientes. A pesar del atraco, a pesar del dolor, no pudieron robarse la esperanza. Aquí sigo. Praxis existirá hasta que me muera. No les di gusto. Edito menos, pero aquí sigo, a pesar de la ignominia. Sin pedirle nada al gobierno, además; ni a la iniciativa privada, ni a George Soros, ni a la puta que los parió. Sin convertirme en o.n.g.

Antes que poeta, ensayista, editor, autor de palíndromos y recolector de erratas, fuiste lector. ¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron durante tu infancia en Pajapita, departamento de San Marcos?

Ninguno. Era tan pobre que no alcanzaba para comprar libros (que siempre estuvieron lejos por el precio y porque no llegaban a mi pueblo). Tampoco los conocía. Para lo único que me alcanzaba a veces cuando en Navidad mi papá nos dejaba un dinerito en el zapato era para comprar un cuaderno de cinco centavos.

¿Cuáles fueron los libros que te acompañaron durante tu etapa como estudiante del Instituto Rafael Aqueche y de la Universidad de San Carlos en Ciudad de Guatemala?

Leía pocos, la mayoría bestsellers (El padrino, Tiburón), Las confesiones de un pequeño filósofo, Artículos de costumbres, Leyendas de Guatemala, Diálogos. Aunque la pobreza se había acentuado, ya conocía los libros y les empecé a agarrar el gusto. Empecé a armar mi pequeña biblioteca con ediciones muy pobres y malas.

¿Y cuáles fueron los libros que te hicieron compañía durante los primeros años del exilio en la Ciudad de México?

Las Obras completas de Marx y Engels que se conseguían a muy bajo precio, pues casi no tenían lectores y sus libros. Leí mucho a Rius, los libros de Editorial Posada. Leía de todo. México era un paraíso de libros.

Me llama la atención que sintás afinidad por la literatura procedente de Alemania, Austria y los cantones de Suiza donde el alemán es el idioma oficial. ¿A qué se debe?

La lengua alemana es una de las más hermosas; sintética, aglutinante, poética, limpia, clara; su sonido es música, como la italiana. Me gusta la cultura alemana: la música, la filosofía, el cine; hasta la tecnología, la cerveza del Oktoberfest, el pan negro, el repollo en conserva, las papas estilo alemán. El gusto por la literatura alemana surgió de manera natural. Ahora la busco.

Como poeta, veo que tenés predilección por el haiku. ¿A qué se debe tu gusto por el molde breve japonés?

Me hubiera gustado nacer en la época en que el hombre rompió el silencio universal con puras interjecciones. Qué belleza. La verborrea actual es horrible. Siempre he sentido que mi forma favorita de expresión es la brevedad, el laconismo. Los haiku son las obras de arte de máxima síntesis (no sé si la danza butoh sea más minimalista que el haiku), lo más cercano al silencio, al que propendo.

Como editor, ¿qué tanto intervenís en el arreglo y la corrección de los cuentos, poemas, ensayos o novelas propuestos para su publicación en Praxis?

Al máximo de mis capacidades. Si en otras cosas soy mesurado, cuando trabajo soy exagerado. Quisiera tener más conocimiento para aplicarlo en estas tareas, pero lo que sé lo pongo al servicio de los textos. Sin concesiones.

¿Los autores aceptan el papel del editor, o se alzan en rebelión apenas les sugieren enmiendas, les señalan sus faltas de ortografía y se les recomienda suprimir esos párrafos que no aportan nada a la obra?

Los tontos, sí. Y emigran. Qué bueno. Hacen autoediciones con todas sus faltas o buscan a los españoles, malos como editores, como ellos al escribir.

Tu afición por los palíndromos, esas frases que dicen lo mismo al leerlas al derecho y al revés, ¿surgió tras la lectura del ensayo «Onís es asesino», de Augusto Monterroso?

No creo; no estoy seguro. Una vez vi a Otto-Raúl González cómo batallaba a veinte mil metros de altura con una frase. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que no le salía un palíndromo. Otra vez vi uno de Carlos Illescas que me pareció magistral (¿Más reventón, madam? Not, never Sam). Luego cada vez que veía una película leía todos los subtítulos al revés. Y así.

Entre los gazapos incluidos en Helarte de la errata y El que a yerro, ¿cuáles citarías como tus favoritos?

Mejor que los lectores (si tengo la suerte de que alguien los lea) los escojan. Me gustan los que tienen jiribilla, los que te quedan zumbando, los que te despiertan, los que hacen que soltés la carcajada en el autobús, en el Metro, o a medianoche en la intimidad. Algunos errores y erratas mejoran los textos. No tenemos que odiar a estos bichos; son malvados, pero no como otros. A veces dicen más que algunos textos hechos por los autodenominados poetas. Alfonso Reyes celebraba, por ejemplo, cómo había mejorado su texto «más adentro de la frente» con la errata del linotipista «mar adentro de la frente» y así lo dejó.

Para el ciclo final quiero que hablemos de tres libros capitales en tu obra. ¿Cómo surgió la idea de compilar el diccionario de localismos Voses de Guatemala (2005)?

Jaime Quintanilla me dio la idea. Un día me llevó un diccionario viejísimo sin carátula y ahí traía un guatemaltequismo; no me gustó como definían el concepto (parecía diccionario de la Real Academia Española) y pensé que no era justo. Que era necesario hacer un trabajo más decente. No sé si lo conseguí, pero lo hice de manera honesta, con el corazón en Guatemala.

¿En qué momento decidiste que era hora de dedicarle más de un centenar de páginas a tu Pasión por el libro (2011)?

Siempre tuve ganas de rendirle homenaje a mi pasión, el libro. Para hacerlo convoqué muchas voces. Estoy preparando uno que se llama Cómo se hace un libro. Creo que he dedicado una buena parte de mi vida a proporcionar avíos para los escritores.

En 2003 publicaste Redacción en movimiento. Herramientas para el cultivo de la palabra. El libro acumula siete ediciones, si la memoria no me falla, y sé que estás preparando la octava a formato media carta. ¿Se puede hablar de una tarea incesante, que camina a la par de la progresión natural de la lengua española?

Casi todos los días trabajo —desde hace 30 años— en ese libro, debido a la naturaleza inatrapable del lenguaje. Mientras más lo trabajo, más pena me da haber emprendido esa tarea, pues no soy gramatólogo, filólogo, lingüista ni cosa parecida. Yo sólo amo el lenguaje.

Por último, ¿nos podrías compartir algunos de tus palíndromos de más reciente factura?

OIRÁ TILOS SOLITARIO

SÉ DATOS, SÓTADES

TÚ RÍE, BEIRUT

A DAR, AH, CUCHARADA

SOBORNOS SON ROBOS

AMO LA POETA, AMA, ATEO, PALOMA

A MÍ LA COCA VE UNA NUEVA COCA LIMA

SAL, EVO, NO NOVELAS

ALLÍ ROGÓ, GORILA

RARO LLORAR

OH, CEPO, PECHO

O DINOS SONIDO

EH, COCE COCHE

SE CORTA, ATROCES

Son adelanteo de mi libro Somo o no somos