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Historias Urbanas | ¿Cómo salir de la indiferencia?

Luis Gonzalez
26 de julio, 2020

¿Cómo salir de la indiferencia?, ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

El columnista de prensa se sienta a planear su nuevo artículo semanal. Tiene la intención de arengar al lector para que salga de su indiferencia ante los problemas que aquejan al país y no se limite a expresar su inconformidad desde el escondite que ofrecen las redes sociales.

Le gustaría que los dos mil quinientos caracteres con espacios incluidos que está por teclear resulten cargados de suficiente dinamita para que pongan al mundo al revés, con todo y universos paralelos.

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Hay motivos para indignarse y plantar bandera en la Plaza de la Constitución, el parque Gómez Carrillo, e incluso la placita que acaban de inaugurar en la colonia. Pero ahí está la mayoría, como si nada sucediera.

Todo eso quiere plantearlo en su artículo. No hace señalamientos que carezcan de fundamento, tampoco escribe palabras que no estén respaldadas por evidencias.

Pero las ideas se resisten a fluir. O brotan en desorden, sin guardar coherencia entre sí, o carecen de ese impulso vital que debe operar como un manotazo encima del mostrador o un coscorrón en la mente de quien lo vaya a leer.

Al final, tras un par de horas yendo y viniendo sobre el teclado, no queda satisfecho con los párrafos que medio alcanzó a escribir. Mejor se va a comprar el pan, los huevos y el cereal para el desayuno. Tantea que todavía le alcanza la leche de almendra que guarda dentro de la refrigeradora.

Por poco y sale a la calle sin la mascarilla puesta. El otro día soñó que iba en la urbana hacia la zona 1. Se desesperó porque entró a cargar combustible en la gasolinera que está en la esquina de la tercera avenida y 21 calle.

Mejor se bajó y siguió a pie, hacia la octava avenida. Buscaba el consultorio del pediatra que lo atendió durante la niñez. En eso se asustó cuando vio su cara reflejada en el parabrisas de un carro estacionado en la 17 calle.

Cuando se quiso tapar la boca y la nariz con las manos, encontró vacías las mangas de la camisa a rayas que llevaba puesta. No supo a qué horas se quedó manco, y se despertó.

Mientras espera turno en la tienda, dos personas más y entra al negocio, se dice «ojalá mis palabras llegaran al custodio que me tomará la temperatura, el muchacho que me saldrá a atender, el dueño de la carpintería, el matrimonio que atiende la venta de zapatos usados y a los repartidores de agua pura que están por pasar».

«También quisiera que mis escritos alcanzaran al motorista que acaba de dar la vuelta sin prender el pidevías y a la señora que está sentada delante del local que acaban de poner en alquiler. Me gustaría que se comentaran a la hora de regatear el precio de la bolsa de tomate, la mano de limón y la libra de papa que venden en la carrera de aquí enfrente. Entonces sabré que logré llegar a la gente».

Pero de vuelta en casa le invade el pesimismo. Los más jóvenes se distraerán en la contemplación infinita de los perfiles de sus amigos. La mayoría de hombres lanzará pestes porque el Barcelona no quedó campeón de la Liga Española y pocos se alegrarán por el triunfo del Real Madrid.

Las señoras buscarán mensajes bíblicos para manifestar conformidad con su suerte y aceptarla como voluntad divina. Se acuerda de una canción del cubano Carlos Varela: «De nada sirve que sepas la verdad, que tengas la razón, si cuando gritas sabes que ya no te escuchan».

Al final opta por un tema cualquiera. Apenas lo revisa, aunque restableció la correcta escritura de la palabra «púlpito» –casi se le escapa un «pulpito»–, y lo manda minutos antes del cierre.

Posdata.- El escritor Francisco Alejandro Méndez, galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2017, se recupera del accidente que sufrió el 17 de julio. Su condición es delicada y necesita costear su tratamiento, por lo que familiares y amigos piden los aportes de quien desee hacerlo a la cuenta monetaria 323004513-4 de Banco Industrial, o bien a la cuenta de ahorros 965356009 del BAC, ambas a nombre de Luis Alberto Méndez Salinas. La boleta del depósito se debe enviar al WhatsApp (502) 47701185.

Desde este espacio se le desea a Francisco su pronto regreso al ruedo literario; necesitamos que siga aquí.


Historias Urbanas | ¿Cómo salir de la indiferencia?

Luis Gonzalez
26 de julio, 2020

¿Cómo salir de la indiferencia?, ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

El columnista de prensa se sienta a planear su nuevo artículo semanal. Tiene la intención de arengar al lector para que salga de su indiferencia ante los problemas que aquejan al país y no se limite a expresar su inconformidad desde el escondite que ofrecen las redes sociales.

Le gustaría que los dos mil quinientos caracteres con espacios incluidos que está por teclear resulten cargados de suficiente dinamita para que pongan al mundo al revés, con todo y universos paralelos.

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Hay motivos para indignarse y plantar bandera en la Plaza de la Constitución, el parque Gómez Carrillo, e incluso la placita que acaban de inaugurar en la colonia. Pero ahí está la mayoría, como si nada sucediera.

Todo eso quiere plantearlo en su artículo. No hace señalamientos que carezcan de fundamento, tampoco escribe palabras que no estén respaldadas por evidencias.

Pero las ideas se resisten a fluir. O brotan en desorden, sin guardar coherencia entre sí, o carecen de ese impulso vital que debe operar como un manotazo encima del mostrador o un coscorrón en la mente de quien lo vaya a leer.

Al final, tras un par de horas yendo y viniendo sobre el teclado, no queda satisfecho con los párrafos que medio alcanzó a escribir. Mejor se va a comprar el pan, los huevos y el cereal para el desayuno. Tantea que todavía le alcanza la leche de almendra que guarda dentro de la refrigeradora.

Por poco y sale a la calle sin la mascarilla puesta. El otro día soñó que iba en la urbana hacia la zona 1. Se desesperó porque entró a cargar combustible en la gasolinera que está en la esquina de la tercera avenida y 21 calle.

Mejor se bajó y siguió a pie, hacia la octava avenida. Buscaba el consultorio del pediatra que lo atendió durante la niñez. En eso se asustó cuando vio su cara reflejada en el parabrisas de un carro estacionado en la 17 calle.

Cuando se quiso tapar la boca y la nariz con las manos, encontró vacías las mangas de la camisa a rayas que llevaba puesta. No supo a qué horas se quedó manco, y se despertó.

Mientras espera turno en la tienda, dos personas más y entra al negocio, se dice «ojalá mis palabras llegaran al custodio que me tomará la temperatura, el muchacho que me saldrá a atender, el dueño de la carpintería, el matrimonio que atiende la venta de zapatos usados y a los repartidores de agua pura que están por pasar».

«También quisiera que mis escritos alcanzaran al motorista que acaba de dar la vuelta sin prender el pidevías y a la señora que está sentada delante del local que acaban de poner en alquiler. Me gustaría que se comentaran a la hora de regatear el precio de la bolsa de tomate, la mano de limón y la libra de papa que venden en la carrera de aquí enfrente. Entonces sabré que logré llegar a la gente».

Pero de vuelta en casa le invade el pesimismo. Los más jóvenes se distraerán en la contemplación infinita de los perfiles de sus amigos. La mayoría de hombres lanzará pestes porque el Barcelona no quedó campeón de la Liga Española y pocos se alegrarán por el triunfo del Real Madrid.

Las señoras buscarán mensajes bíblicos para manifestar conformidad con su suerte y aceptarla como voluntad divina. Se acuerda de una canción del cubano Carlos Varela: «De nada sirve que sepas la verdad, que tengas la razón, si cuando gritas sabes que ya no te escuchan».

Al final opta por un tema cualquiera. Apenas lo revisa, aunque restableció la correcta escritura de la palabra «púlpito» –casi se le escapa un «pulpito»–, y lo manda minutos antes del cierre.

Posdata.- El escritor Francisco Alejandro Méndez, galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2017, se recupera del accidente que sufrió el 17 de julio. Su condición es delicada y necesita costear su tratamiento, por lo que familiares y amigos piden los aportes de quien desee hacerlo a la cuenta monetaria 323004513-4 de Banco Industrial, o bien a la cuenta de ahorros 965356009 del BAC, ambas a nombre de Luis Alberto Méndez Salinas. La boleta del depósito se debe enviar al WhatsApp (502) 47701185.

Desde este espacio se le desea a Francisco su pronto regreso al ruedo literario; necesitamos que siga aquí.