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Caminando por la ciudad | El extraño del pelo largo

Redacción República
23 de agosto, 2020

Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

“Agárrenlo es drogadicto; no, es delincuente; no, es asesino”. No creo, solo es un loco sin futuro”, son los comentarios que escucha Iván a diario.

Es chistoso porque se sube al transporte público y todas las personas guardan sus carteras, sus celulares y cualquier otro objeto de valor.

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Si se va caminando por las pobladas calles del centro histórico, ningún delincuente se acerca a asaltarlo porque cree que es un colega.

Si va al cementerio para meditar, todas las personas creen que fue a hacer actos de brujería o satanismo.

Fue un par de veces a la iglesia para encontrar paz interior y los hermanos se retiraron para orar en otras bancas alejadas de él y hasta le mandaron a los hermanos de seguridad para invitarlo a retirarse.

El pobre ya no sabe a dónde ir. Si está en su casa, la mamá le recomienda cortarse el pelo y buscar un trabajo decente.

En la universidad le dicen que nunca va a llegar a graduarse con esa mala imagen de vagabundo.

En el vecindario los vecinos aseguran que pertenece a una pandilla muy peligrosa y los familiares cercanos creen que es un caso perdido, sin remedio y sin esperanza para un futuro mejor.

La verdad es que Iván anda feliz por la vida, viendo a los demás en su andar desde su vitrina, que es la más cómoda, ya que nadie se le acerca por fingimientos o por interés.

Los pocos amigos son amigos de verdad, que lo aceptan a pesar de su mala apariencia. Las notas universitarias, para asombro de sus catedráticos, son de las mejores sin aparentar ser un estudioso.

Sus entretenimientos son estudiar culturas antiguas, rescatar animales abandonados, la música y el difícil arte de la programación cibernética en su máximo nivel.

Tiene la esperanza de algún día fundar una empresa exitosa en internet y retirarse a vivir de sus acciones financieras.

Mientras eso sucede, debe seguir aguantando las críticas, miradas acusadoras y el constante asedio de los policías que lo ven como un potencial candidato a la cárcel.

Iván ya se sabe de memoria los artículos de la ley que debe recitarle a los agentes en cada detención de rutina para proteger sus derechos constitucionales y continuar su caminar.

Eso sí, después de una minuciosa revisión a sus pertenencias personales en busca de armas, drogas o algún otro ilícito, pero sólo encuentran discos, libros viejos, apuntes y dibujos que más parecen garabatos sin forma, pedazos de aparatos descompuestos y sus libretas de apuntes.

Iván no sabe si algún día sentará cabeza como le hacen creer, no sabe si algún día tendrá una familia convencional con una bella esposa, hijos bien formados y una casa en un lugar residencial.

O seguirá como hasta hoy, donde sus amigos de más confianza son los perros callejeros, gatos ambulantes, personas sin hogar que saluda en las calles o la casa antigua en donde se refugia leyendo e imaginando un mundo mejor sin prejuicios sociales y con personas más empáticas, que no lo critiquen por su apariencia o su forma de pensar.

No sabe si llegará a ser presidente de la nación o estrella de rock and roll, pero sí sabe que seguirá andando por las calles viendo a los demás caminar, correr y esforzarse por llegar a tiempo a sus lugares de trabajo.

Seguirá observando a doña Chabela que vende periódicos todos los días en la misma esquina, desde horas de la madrugada. Al panadero que desde muy temprano está amasando el pan que pronto saldrá a la venta y que deleita a todo el barrio con su exquisito olor mañanero.

También continuará viendo a la señora que va corriendo para llegar a tiempo antes que le cierren la escuela de sus hijos.

Iván seguirá contando las líneas de la banqueta del barrio antes de llegar a la casa de sus padres, leer los rótulos de los puestos comerciales y detectar las faltas ortográficas. Además, alcanzar la pelota a los niños que juegan felices en la calle y sortear las motocicletas que pasan a toda velocidad.

Los días pasan y la universidad avanza, los vecinos medio le hablan, los policías ya saben que los cuestionará, los perros de la calle se alegran al verlo pasar y la familia perfecta ahí está.

Los pocos amigos regresarán, Dios lo conocerá y la fortuna la tendrá, sin importar el largo de su cabellera.

“Salúdenlo: el arquitecto ya está. No es delincuente, no es asesino, creo que ya es un extraño con futuro”. Sí, un extraño de pelo largo.

Caminando por la ciudad | El extraño del pelo largo

Redacción República
23 de agosto, 2020

Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

“Agárrenlo es drogadicto; no, es delincuente; no, es asesino”. No creo, solo es un loco sin futuro”, son los comentarios que escucha Iván a diario.

Es chistoso porque se sube al transporte público y todas las personas guardan sus carteras, sus celulares y cualquier otro objeto de valor.

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Si se va caminando por las pobladas calles del centro histórico, ningún delincuente se acerca a asaltarlo porque cree que es un colega.

Si va al cementerio para meditar, todas las personas creen que fue a hacer actos de brujería o satanismo.

Fue un par de veces a la iglesia para encontrar paz interior y los hermanos se retiraron para orar en otras bancas alejadas de él y hasta le mandaron a los hermanos de seguridad para invitarlo a retirarse.

El pobre ya no sabe a dónde ir. Si está en su casa, la mamá le recomienda cortarse el pelo y buscar un trabajo decente.

En la universidad le dicen que nunca va a llegar a graduarse con esa mala imagen de vagabundo.

En el vecindario los vecinos aseguran que pertenece a una pandilla muy peligrosa y los familiares cercanos creen que es un caso perdido, sin remedio y sin esperanza para un futuro mejor.

La verdad es que Iván anda feliz por la vida, viendo a los demás en su andar desde su vitrina, que es la más cómoda, ya que nadie se le acerca por fingimientos o por interés.

Los pocos amigos son amigos de verdad, que lo aceptan a pesar de su mala apariencia. Las notas universitarias, para asombro de sus catedráticos, son de las mejores sin aparentar ser un estudioso.

Sus entretenimientos son estudiar culturas antiguas, rescatar animales abandonados, la música y el difícil arte de la programación cibernética en su máximo nivel.

Tiene la esperanza de algún día fundar una empresa exitosa en internet y retirarse a vivir de sus acciones financieras.

Mientras eso sucede, debe seguir aguantando las críticas, miradas acusadoras y el constante asedio de los policías que lo ven como un potencial candidato a la cárcel.

Iván ya se sabe de memoria los artículos de la ley que debe recitarle a los agentes en cada detención de rutina para proteger sus derechos constitucionales y continuar su caminar.

Eso sí, después de una minuciosa revisión a sus pertenencias personales en busca de armas, drogas o algún otro ilícito, pero sólo encuentran discos, libros viejos, apuntes y dibujos que más parecen garabatos sin forma, pedazos de aparatos descompuestos y sus libretas de apuntes.

Iván no sabe si algún día sentará cabeza como le hacen creer, no sabe si algún día tendrá una familia convencional con una bella esposa, hijos bien formados y una casa en un lugar residencial.

O seguirá como hasta hoy, donde sus amigos de más confianza son los perros callejeros, gatos ambulantes, personas sin hogar que saluda en las calles o la casa antigua en donde se refugia leyendo e imaginando un mundo mejor sin prejuicios sociales y con personas más empáticas, que no lo critiquen por su apariencia o su forma de pensar.

No sabe si llegará a ser presidente de la nación o estrella de rock and roll, pero sí sabe que seguirá andando por las calles viendo a los demás caminar, correr y esforzarse por llegar a tiempo a sus lugares de trabajo.

Seguirá observando a doña Chabela que vende periódicos todos los días en la misma esquina, desde horas de la madrugada. Al panadero que desde muy temprano está amasando el pan que pronto saldrá a la venta y que deleita a todo el barrio con su exquisito olor mañanero.

También continuará viendo a la señora que va corriendo para llegar a tiempo antes que le cierren la escuela de sus hijos.

Iván seguirá contando las líneas de la banqueta del barrio antes de llegar a la casa de sus padres, leer los rótulos de los puestos comerciales y detectar las faltas ortográficas. Además, alcanzar la pelota a los niños que juegan felices en la calle y sortear las motocicletas que pasan a toda velocidad.

Los días pasan y la universidad avanza, los vecinos medio le hablan, los policías ya saben que los cuestionará, los perros de la calle se alegran al verlo pasar y la familia perfecta ahí está.

Los pocos amigos regresarán, Dios lo conocerá y la fortuna la tendrá, sin importar el largo de su cabellera.

“Salúdenlo: el arquitecto ya está. No es delincuente, no es asesino, creo que ya es un extraño con futuro”. Sí, un extraño de pelo largo.