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HistoriasUrbanas | Con todo el poder del alma

Redacción República
18 de septiembre, 2020

Con todo el poder del alma, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

(evocación de Jimi Hendrix y la Banda de Gitanos)

A Ángel Hendrix Contreras Martínez;

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

por algo su padre Alexis lo nombro así

A Billy Cox, el último gitano en pie

1. Demasiada presión

Cuando dependía de la caridad de sus vecinos para cenar, y llegó a escarbar en las afueras de un restaurante con el afán de recuperar las hamburguesas abandonadas a medias por los comensales, Jimi Hendrix decidió que viviría todos los días de su vida como si fueran el último. Cada despertar era seguido por la activación de su cronómetro en cuenta regresiva: podía detenerse antes de cero en cualquier momento.

En sus años de formación estiró el tiempo tanto como pudo para pasárselo tocando guitarra. Aprovechaba los viajes amontonado entre amplificadores e instrumentos, los intermedios entre cada presentación y las madrugadas para seguir practicando.

Se acercaba a cada guitarrista de paso por la ciudad para platicar con él y pedirle que le enseñara algunos trucos. Asimiló recursos para aumentar su espectacularidad en escena (tocar las cuerdas con los dientes, colocarse el instrumento de espaldas, deslizárselo entre las piernas cual pareja de baile) y utilizó su guitarra para combinar los colores que brotaban de cada nota musical.

También firmó contratos sin fijarse en el contenido y así terminó embarcado por la demanda que le entabló el productor Ed Chalpin, propietario de la firma PPX Enterprises.

Chalpin registró las sesiones que Jimi grabó durante su estancia con Curtis Knight & The Squires hacia 1966, y se asomó tres años después agitando los papeles que le aseguraban los derechos del cuarto disco grabado por Hendrix, entonces reverenciado como parte de la nueva ola musical que se repartía entre Londres, Nueva York y San Francisco. Estaba seguro de que ganaría el pleito, incluso llegó a un acuerdo con Capitol Records para difundir el material que obtendría.

El pleito se sumó a la presión que el sello Reprise Records ejercía sobre Hendrix para presentar su nuevo álbum de estudio tras el éxito de ventas de sus entregas anteriores (Are You Experienced y Axis: Bold as Love, 1967; Electric Ladyland, 1968). Junto a su manager Michael Jeffrey se enfrentaba a los gastos causados por la construcción del estudio Electric Lady en Nueva York: tuvieron que prestar 300 mil dólares adicionales a la casa matriz Warner Bros. para completarlo.

En el intermedio ocurrió el desbande de la Jimi Hendrix Experience original al separarse el bajista Noel Redding tras sobrevivir al alboroto que se armó durante el cierre del Denver Pop Festival, celebrado el 29 de junio de 1969.

En pocas semanas se armó el ensamble presentado como Gypsy Sun and Rainbows en el cierre del festival de Woodstock el 16 de agosto, vacaciones en el reino de Marruecos de por medio.

Y pasó siete meses de ansiedad hasta que lo declararon «no culpable» en el juicio que le entablaron por posesión ilegal de drogas tras su arresto en el aeropuerto internacional de Toronto, Canadá, ocurrido el 3 de mayo al hallársele un frasquito con seis bolsitas de heroína y restos de resina de hachís entre el último rincón del equipaje.

Tampoco escapaba a las demandas sociales de la época. Los activistas negros, con los Black Panthers a la carga, le exigían más compromiso con la causa a favor de los derechos civiles de los afroestadunidenses.

Si bien manifestaba su adhesión en privado –padeció la segregación racial durante su estancia en el sur de Estados Unidos, después de compartir salón de clases con blancos, japoneses y filipinos en las escuelas de Seattle, estado de Washington, donde nació el 27 de noviembre de 1942–, Hendrix no estaba de acuerdo con la lucha armada propuesta por los Panthers para crear su propia nación dentro de los Estados Unidos.

A la vez, le afligía saberse ignorado por parte del público de color y deseaba que sus canciones llegaran a oídos de su gente. Quería demostrarles que la música era universal, sin distinción de raza.

En ese ambiente ocurrieron los conciertos que dio junto al bajista Billy Cox –su amigo desde que prestó servicio militar en la 101st Airborne Division a cambio de no pasar dos años en la cárcel, tras dos arrestos consecutivos por manejar carros robados en  

Seattle–, y el baterista Buddy Miles –su colega desde el Monterey Pop Festival de 1967 e invitado en dos de las canciones grabadas para Electric Ladyland– en el salón Fillmore East de Nueva York como The Band of Gypsys.

Seis de las canciones interpretadas fueron elegidas por Hendrix para incorporarlas al disco que lo libró de la presencia de Ed Chalpin y salieron al mercado el 25 de marzo de 1970 como Band of Gypsys.

Las demás se divulgaron por poquitos (Band of Gypsys 2, Capitol, 1986; Live at The Fillmore East, MCA, 1999; Machine Gun: The Fillmore East First Show, Legacy, 2016) hasta su compilación en la caja Songs For Groovy Children: The Fillmore East Concerts (Legacy, 2019) con la promesa de incluir todos los temas que sonaron durante los cuatro recitales ofrecidos entre la noche del 31 de diciembre de 1969 y la madrugada del 2 de enero de 1970.

2. Teoría del ritmo y del color

Mientras los negros africanos llevados como esclavos a las colonias españolas y portuguesas del Nuevo Mundo pudieron conservar sus tambores, y forjaron la música popular surgida en Cuba, Brasil y Uruguay, los esclavos de las colonias inglesas se vieron privados de sus instrumentos por el temor de que lanzaran llamados a la rebelión, de una plantación de algodón a otra, a través de los repiques.

Pero conservaron sus movimientos y sus cadencias, dotaron de calor a los himnos entonados en sus congregaciones y se colaron en la enseñanza de la guitarra, el contrabajo, el piano, el órgano, la trompeta, el saxofón y el trombón. Sus dedos siguieron percutiendo sobre cuerdas, teclados y válvulas; recuperaron el contacto con los tambores a través de las baquetas; al oírlos era inevitable menear la cabeza, seguir el ritmo con los pies y probar suerte en la pista de baile.

Toda esto lo captó John Lennon cuando fue a ver a Sean, su hijo recién nacido, en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. Se fijó que las enfermeras negras sintonizaban la estación WLBS, dedicada a la difusión del rhythm and blues –R&B para abreviar– y bailaban mientras chineaban y les daban la pacha a los bebés.

Las enfermeras blancas escuchaban la emisora donde pasaban canciones country and western y se la pasaban sentadas durante su turno. «Observé una diferencia de actitud… No sólo era más cálida y había más contacto, había un movimiento constante», recordó Lennon durante la entrevista con el locutor inglés Andy Peebles grabada el 6 de diciembre de 1980.

Y ese movimiento constante, esa calidez y ese contacto cimentaron el trabajo realizado por Hendrix, Cox y Miles.

«Teníamos más o menos la misma edad y veníamos de tocar con artistas de la escena R&B» recordó Cox en las notas recopiladas para Songs for Groovy Children. «Yo trabajé con todo el mundo, de Gatemouth Brown a Etta James.

Buddy estuvo con Wilson Pickett y Jimi tocó con los Isley Brothers, Little Richard y varios más. Hicimos nuestros deberes con este estilo, así que agarramos a la Band of Gypsys y le incorporamos el conocimiento y saber que aprendimos en ese circuito».

Al registrarse en estudio, las canciones de la Jimi Hendrix Experience no rebasaban los cuatro minutos de duración.

En concierto, los temas de The Band of Gypys podían expandirse tanto como sus integrantes lo quisieran. «Lo que nos diferenció fue la comunicación entre Jimi, Billy y yo», explicó Miles.

«Pienso que nuestro mayor atributo fue que podíamos trabajar juntos con poco o nada de esfuerzo. Una cosa es cuando vos tenés que explicarle la música a la gente; otra es seguir a un músico, especialmente si está abriendo brecha. Jimi era el núcleo, era el centro de atención, con lo que no tenía problema porque siempre había querido estar con él. Billy debió sentir lo mismo, porque tenía ese lazo con Jimi».

La Experience fue concebida como grupo de acompañamiento para Hendrix y parte de la frustración que sintió Noel Redding se debió a que apenas tomaban en cuenta sus ideas. La Banda de Gitanos fue un campamento en igualdad de condiciones: Miles aportó canciones como «Changes», ejerció la voz líder en «Stop», «Steal Away» y «We Gotta Live Together», y liberó las energías de su garganta a la manera de scat para «Who Knows».

Si de Hendrix dependiera, le hubiera cedido toda la tarea vocal. «Yo prefiero sólo tocar. En Inglaterra me hicieron cantar, pero Buddy tiene la voz adecuada, así que de ahora en adelante cantará él», le comentó al periodista Al Amorovitz.

Por eso resulta irónico que Hendrix se molestara con las intervenciones de Miles, tan propias de lo que sentía en ese momento como los bailes del rey David ante el Arca de la Alianza. El ingeniero de sonido Eddie Kramer lo recuerda llevándose las manos a la cabeza, mientras supervisaba la mezcla de Band of Gypsys, rogando que Miles guardara silencio. 

Los ensayos facilitaron la creación de piezas como «Earth Blues», «Power of Soul» y «Who Knows». «Pasamos de doce a dieciocho hora al día practicando durante esta última semana, ¡sin parar!», aseguró Hendrix. «Lo llamábamos “ensayar” para que sonara oficial.

Y después fuimos a un pequeño club funky e hicimos un jam ahí para probarlo y ver qué tal sonaba. Lo llamamos The Band of Gypsys porque es lo que somos, es lo que son todos los músicos».

El nombre, no está de más apuntarlo, vino del comentario del baterista Mitch Mitchell acerca del ambiente que se armaba tras bastidores después de los conciertos de la Experience, con la gente entrando y saliendo como si estuvieran en atracciones de feria.

3. A defensa pública

La presentación de un nuevo repertorio ante el público acostumbrado a escuchar las mismas canciones de siempre –«Purple Haze», «Hey Joe», «Fire»– resultó en aprobaciones y rechazos.

El biógrafo Christopher Cross relata la extrañeza de Hendrix al observar que parte del público abandonaba el Fillmore East mientras transcurría el primer concierto. «Parece más preocupado por crear un ambiente de intenso sonido y furia personal antes que interpretar alguna composición en particular», escribió el periodista Mark Jahn para el New York Times.

El promotor Bill Graham también criticó el desempeño de Hendrix y aunque le pegaron una maltratada sus palabras tuvieron efecto: el guitarrista se concentró en cantar y en tocar, sin apenas moverse sobre el escenario, durante la segunda función. La misma actitud se mantuvo durante buena parte de los conciertos restantes, salvo pasajes donde recurría a los trucos esperados por la audiencia como «Foxy Lady» y «Wild Thing».

El «ambiente de intenso sonido y furia personal» descrito por Mark Jahn aplica para «Machine Gun», el tema que registró variantes de clave, letra y minutaje en cada función del Fillmore East.

Aunque no tomara partido, Hendrix reflejó la agitación política que corría por las ciudades estadunidenses, los choques entre estudiantes y policías en los campus universitarios, y la creciente oposición a la intervención militar de Estados Unidos en el sudeste asiático.

Su dedicatoria de la tercera función incluye a los soldados que pelean en Chicago, Milwaukee y Nueva York, también a los desplegados en Vietnam. En 12 minutos y 38 segundos pinta un escenario arrasado por los bombardeos y barrido por las ametralladoras, reforzado por los redobles de Miles y reiterado por las cuerdas del bajo pulsado por Cox.

Ambos entonan los coros que rodean la canción como la neblina que envuelve a las tropas que patrullan con el agua a la cintura, sin imaginar que el enemigo se acerca poco a poco para emboscarlas con la consigna de que nadie saldrá vivo de ahí. Miles despide la canción al simular el ruido del helicóptero que sobrevuela la selva en busca de sobrevivientes.

The Band of Gypsys dejó varias grabaciones en estudio, dispersas en compilaciones como South Saturn Delta (1997) y Both Sides of the Sky (2018). Tienen algo de ritmo y sabor, pero la mezcla final no transmite el poder alcanzado por las almas de Hendrix, Cox y Miles sobre el escenario.

Y si bien lo presentan como la edición completa y definitiva, Songs for Groovy Children omite cinco de las canciones tocadas en el segundo recital: «Stepping Stone», «Burning Desire», «Power of Soul», «Voodoo Chile (Slight Return)» y «Purple Haze». Supongo que se debió a razones de espacio: «Stone Free» se expandió a 17 minutos y 22 segundos de duración, con guiños a «Sunshine of Your Love» de Cream y parte de la improvisación que ideó Hendrix ante los 40 mil espectadores que sobrevivieron al tumulto que se armó durante el festival de Woodstock. También se suprimen cinco minutos de los 18 que duró «We Gotta Live Together», donde Miles alentó la participación de los espectadores.

La unión entre hermanos que trajo la Banda de Gitanos no duró mucho. La madrugada del 28 de enero se presentó como cierre del Winter Peace Festival celebrado en el Madison Square Garden de Nueva York. Hendrix subió a escena visiblemente tocado, no acertó a completar «Who Knows» y tampoco pudo con «Foxy Lady».

Miles aseguró que Michael Jeffrey le dio demasiadas dosis de LSD con la intención consciente y deliberada de sabotear el concierto. Jeffrey no estaba interesado en que su cliente y principal-fuente-de-ingresos cambiara su dirección musical: quería traer de vuelta a The Experience y ponerla a rodar de un lugar a otro.

Hendrix afirmó en tono vago: «Estaba atravesando muchos cambios, no podría decirte la verdad. Estaba muy cansado. A veces se te acumulan muchas cosas en el cerebro, y ese momento resultó ser ese mitin por la paz. Y allí me encontré, luchando en la guerra más cruenta en la que he tenido que luchar en mi vida –dentro de mí–. Y ése no era el lugar adecuado, así que me quité la máscara».

Buddy Miles fue despedido, Billy Cox aseguró su puesto y Mitch Mitchell regresó de Inglaterra para sentarse a la batería. La gira The Cry of Love empezó el 25 de abril de 1970 en Los Ángeles y terminó el 30 de julio en Maui, archipiélago de Hawaii.

El 26 de agosto abandonó la fiesta de inauguración de los estudios Electric Lady cuando varios invitados se hicieron los chistosos y comenzaron a tirarse comida. Cuatro días después enfrentó problemas de sonido y de vestuario al tocar en el festival de la Isla de Wight.

Más tarde tuvo que cancelar las fechas restantes del recorrido europeo porque alguien le puso algo a la bebida de Cox y el bajista fue devuelto a Estados Unidos el 9 de septiembre, acosado por las alucinaciones y pesadillas.

El cronómetro en reversa que rigió la vida de Hendrix llegó al minuto cero la mañana del viernes 18 de septiembre de 1970 en Londres, producto de las nueve tabletas del sedante alemán marca Vesparax que tomó para conciliar el sueño.

Dos noches antes compartió escena con Eric Burdon y el grupo War en el Ronnie Scott Club. La patinadora alemana Monika Danemann –años después la esposa del guitarrista Uli Jon Roth, exintegrante de Scorpions– yacía a su lado y siempre dio distintas versiones de lo ocurrido durante las últimas horas de vida de Hendrix.

El llanto abrumó a Buddy Miles cuando contempló el ataúd abierto donde reposaba su amigo, durante el funeral celebrado en la iglesia bautista Dunlap, Seattle, el 1 de octubre; tuvieron que retirarlo entre cinco personas.

Billy Cox aún convalecía cuando le dieron la noticia.

Bibliografía

CROSS, Christopher, Room Full of Mirrors: A Biography of Jimi Hendrix, Hyperion, New York, 2005

HENDRIX, Jimi, Empezar de cero, Editorial Sexto Piso, México DF, 2013

PEEBLES, Andy, John Lennon, la última conversación, Ultramar Editores, Barcelona, tercera edición, 1985

Jimi Hendrix ilustración de Yurima Gil Santiesteban.

HistoriasUrbanas | Con todo el poder del alma

Redacción República
18 de septiembre, 2020

Con todo el poder del alma, ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

(evocación de Jimi Hendrix y la Banda de Gitanos)

A Ángel Hendrix Contreras Martínez;

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por algo su padre Alexis lo nombro así

A Billy Cox, el último gitano en pie

1. Demasiada presión

Cuando dependía de la caridad de sus vecinos para cenar, y llegó a escarbar en las afueras de un restaurante con el afán de recuperar las hamburguesas abandonadas a medias por los comensales, Jimi Hendrix decidió que viviría todos los días de su vida como si fueran el último. Cada despertar era seguido por la activación de su cronómetro en cuenta regresiva: podía detenerse antes de cero en cualquier momento.

En sus años de formación estiró el tiempo tanto como pudo para pasárselo tocando guitarra. Aprovechaba los viajes amontonado entre amplificadores e instrumentos, los intermedios entre cada presentación y las madrugadas para seguir practicando.

Se acercaba a cada guitarrista de paso por la ciudad para platicar con él y pedirle que le enseñara algunos trucos. Asimiló recursos para aumentar su espectacularidad en escena (tocar las cuerdas con los dientes, colocarse el instrumento de espaldas, deslizárselo entre las piernas cual pareja de baile) y utilizó su guitarra para combinar los colores que brotaban de cada nota musical.

También firmó contratos sin fijarse en el contenido y así terminó embarcado por la demanda que le entabló el productor Ed Chalpin, propietario de la firma PPX Enterprises.

Chalpin registró las sesiones que Jimi grabó durante su estancia con Curtis Knight & The Squires hacia 1966, y se asomó tres años después agitando los papeles que le aseguraban los derechos del cuarto disco grabado por Hendrix, entonces reverenciado como parte de la nueva ola musical que se repartía entre Londres, Nueva York y San Francisco. Estaba seguro de que ganaría el pleito, incluso llegó a un acuerdo con Capitol Records para difundir el material que obtendría.

El pleito se sumó a la presión que el sello Reprise Records ejercía sobre Hendrix para presentar su nuevo álbum de estudio tras el éxito de ventas de sus entregas anteriores (Are You Experienced y Axis: Bold as Love, 1967; Electric Ladyland, 1968). Junto a su manager Michael Jeffrey se enfrentaba a los gastos causados por la construcción del estudio Electric Lady en Nueva York: tuvieron que prestar 300 mil dólares adicionales a la casa matriz Warner Bros. para completarlo.

En el intermedio ocurrió el desbande de la Jimi Hendrix Experience original al separarse el bajista Noel Redding tras sobrevivir al alboroto que se armó durante el cierre del Denver Pop Festival, celebrado el 29 de junio de 1969.

En pocas semanas se armó el ensamble presentado como Gypsy Sun and Rainbows en el cierre del festival de Woodstock el 16 de agosto, vacaciones en el reino de Marruecos de por medio.

Y pasó siete meses de ansiedad hasta que lo declararon «no culpable» en el juicio que le entablaron por posesión ilegal de drogas tras su arresto en el aeropuerto internacional de Toronto, Canadá, ocurrido el 3 de mayo al hallársele un frasquito con seis bolsitas de heroína y restos de resina de hachís entre el último rincón del equipaje.

Tampoco escapaba a las demandas sociales de la época. Los activistas negros, con los Black Panthers a la carga, le exigían más compromiso con la causa a favor de los derechos civiles de los afroestadunidenses.

Si bien manifestaba su adhesión en privado –padeció la segregación racial durante su estancia en el sur de Estados Unidos, después de compartir salón de clases con blancos, japoneses y filipinos en las escuelas de Seattle, estado de Washington, donde nació el 27 de noviembre de 1942–, Hendrix no estaba de acuerdo con la lucha armada propuesta por los Panthers para crear su propia nación dentro de los Estados Unidos.

A la vez, le afligía saberse ignorado por parte del público de color y deseaba que sus canciones llegaran a oídos de su gente. Quería demostrarles que la música era universal, sin distinción de raza.

En ese ambiente ocurrieron los conciertos que dio junto al bajista Billy Cox –su amigo desde que prestó servicio militar en la 101st Airborne Division a cambio de no pasar dos años en la cárcel, tras dos arrestos consecutivos por manejar carros robados en  

Seattle–, y el baterista Buddy Miles –su colega desde el Monterey Pop Festival de 1967 e invitado en dos de las canciones grabadas para Electric Ladyland– en el salón Fillmore East de Nueva York como The Band of Gypsys.

Seis de las canciones interpretadas fueron elegidas por Hendrix para incorporarlas al disco que lo libró de la presencia de Ed Chalpin y salieron al mercado el 25 de marzo de 1970 como Band of Gypsys.

Las demás se divulgaron por poquitos (Band of Gypsys 2, Capitol, 1986; Live at The Fillmore East, MCA, 1999; Machine Gun: The Fillmore East First Show, Legacy, 2016) hasta su compilación en la caja Songs For Groovy Children: The Fillmore East Concerts (Legacy, 2019) con la promesa de incluir todos los temas que sonaron durante los cuatro recitales ofrecidos entre la noche del 31 de diciembre de 1969 y la madrugada del 2 de enero de 1970.

2. Teoría del ritmo y del color

Mientras los negros africanos llevados como esclavos a las colonias españolas y portuguesas del Nuevo Mundo pudieron conservar sus tambores, y forjaron la música popular surgida en Cuba, Brasil y Uruguay, los esclavos de las colonias inglesas se vieron privados de sus instrumentos por el temor de que lanzaran llamados a la rebelión, de una plantación de algodón a otra, a través de los repiques.

Pero conservaron sus movimientos y sus cadencias, dotaron de calor a los himnos entonados en sus congregaciones y se colaron en la enseñanza de la guitarra, el contrabajo, el piano, el órgano, la trompeta, el saxofón y el trombón. Sus dedos siguieron percutiendo sobre cuerdas, teclados y válvulas; recuperaron el contacto con los tambores a través de las baquetas; al oírlos era inevitable menear la cabeza, seguir el ritmo con los pies y probar suerte en la pista de baile.

Toda esto lo captó John Lennon cuando fue a ver a Sean, su hijo recién nacido, en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. Se fijó que las enfermeras negras sintonizaban la estación WLBS, dedicada a la difusión del rhythm and blues –R&B para abreviar– y bailaban mientras chineaban y les daban la pacha a los bebés.

Las enfermeras blancas escuchaban la emisora donde pasaban canciones country and western y se la pasaban sentadas durante su turno. «Observé una diferencia de actitud… No sólo era más cálida y había más contacto, había un movimiento constante», recordó Lennon durante la entrevista con el locutor inglés Andy Peebles grabada el 6 de diciembre de 1980.

Y ese movimiento constante, esa calidez y ese contacto cimentaron el trabajo realizado por Hendrix, Cox y Miles.

«Teníamos más o menos la misma edad y veníamos de tocar con artistas de la escena R&B» recordó Cox en las notas recopiladas para Songs for Groovy Children. «Yo trabajé con todo el mundo, de Gatemouth Brown a Etta James.

Buddy estuvo con Wilson Pickett y Jimi tocó con los Isley Brothers, Little Richard y varios más. Hicimos nuestros deberes con este estilo, así que agarramos a la Band of Gypsys y le incorporamos el conocimiento y saber que aprendimos en ese circuito».

Al registrarse en estudio, las canciones de la Jimi Hendrix Experience no rebasaban los cuatro minutos de duración.

En concierto, los temas de The Band of Gypys podían expandirse tanto como sus integrantes lo quisieran. «Lo que nos diferenció fue la comunicación entre Jimi, Billy y yo», explicó Miles.

«Pienso que nuestro mayor atributo fue que podíamos trabajar juntos con poco o nada de esfuerzo. Una cosa es cuando vos tenés que explicarle la música a la gente; otra es seguir a un músico, especialmente si está abriendo brecha. Jimi era el núcleo, era el centro de atención, con lo que no tenía problema porque siempre había querido estar con él. Billy debió sentir lo mismo, porque tenía ese lazo con Jimi».

La Experience fue concebida como grupo de acompañamiento para Hendrix y parte de la frustración que sintió Noel Redding se debió a que apenas tomaban en cuenta sus ideas. La Banda de Gitanos fue un campamento en igualdad de condiciones: Miles aportó canciones como «Changes», ejerció la voz líder en «Stop», «Steal Away» y «We Gotta Live Together», y liberó las energías de su garganta a la manera de scat para «Who Knows».

Si de Hendrix dependiera, le hubiera cedido toda la tarea vocal. «Yo prefiero sólo tocar. En Inglaterra me hicieron cantar, pero Buddy tiene la voz adecuada, así que de ahora en adelante cantará él», le comentó al periodista Al Amorovitz.

Por eso resulta irónico que Hendrix se molestara con las intervenciones de Miles, tan propias de lo que sentía en ese momento como los bailes del rey David ante el Arca de la Alianza. El ingeniero de sonido Eddie Kramer lo recuerda llevándose las manos a la cabeza, mientras supervisaba la mezcla de Band of Gypsys, rogando que Miles guardara silencio. 

Los ensayos facilitaron la creación de piezas como «Earth Blues», «Power of Soul» y «Who Knows». «Pasamos de doce a dieciocho hora al día practicando durante esta última semana, ¡sin parar!», aseguró Hendrix. «Lo llamábamos “ensayar” para que sonara oficial.

Y después fuimos a un pequeño club funky e hicimos un jam ahí para probarlo y ver qué tal sonaba. Lo llamamos The Band of Gypsys porque es lo que somos, es lo que son todos los músicos».

El nombre, no está de más apuntarlo, vino del comentario del baterista Mitch Mitchell acerca del ambiente que se armaba tras bastidores después de los conciertos de la Experience, con la gente entrando y saliendo como si estuvieran en atracciones de feria.

3. A defensa pública

La presentación de un nuevo repertorio ante el público acostumbrado a escuchar las mismas canciones de siempre –«Purple Haze», «Hey Joe», «Fire»– resultó en aprobaciones y rechazos.

El biógrafo Christopher Cross relata la extrañeza de Hendrix al observar que parte del público abandonaba el Fillmore East mientras transcurría el primer concierto. «Parece más preocupado por crear un ambiente de intenso sonido y furia personal antes que interpretar alguna composición en particular», escribió el periodista Mark Jahn para el New York Times.

El promotor Bill Graham también criticó el desempeño de Hendrix y aunque le pegaron una maltratada sus palabras tuvieron efecto: el guitarrista se concentró en cantar y en tocar, sin apenas moverse sobre el escenario, durante la segunda función. La misma actitud se mantuvo durante buena parte de los conciertos restantes, salvo pasajes donde recurría a los trucos esperados por la audiencia como «Foxy Lady» y «Wild Thing».

El «ambiente de intenso sonido y furia personal» descrito por Mark Jahn aplica para «Machine Gun», el tema que registró variantes de clave, letra y minutaje en cada función del Fillmore East.

Aunque no tomara partido, Hendrix reflejó la agitación política que corría por las ciudades estadunidenses, los choques entre estudiantes y policías en los campus universitarios, y la creciente oposición a la intervención militar de Estados Unidos en el sudeste asiático.

Su dedicatoria de la tercera función incluye a los soldados que pelean en Chicago, Milwaukee y Nueva York, también a los desplegados en Vietnam. En 12 minutos y 38 segundos pinta un escenario arrasado por los bombardeos y barrido por las ametralladoras, reforzado por los redobles de Miles y reiterado por las cuerdas del bajo pulsado por Cox.

Ambos entonan los coros que rodean la canción como la neblina que envuelve a las tropas que patrullan con el agua a la cintura, sin imaginar que el enemigo se acerca poco a poco para emboscarlas con la consigna de que nadie saldrá vivo de ahí. Miles despide la canción al simular el ruido del helicóptero que sobrevuela la selva en busca de sobrevivientes.

The Band of Gypsys dejó varias grabaciones en estudio, dispersas en compilaciones como South Saturn Delta (1997) y Both Sides of the Sky (2018). Tienen algo de ritmo y sabor, pero la mezcla final no transmite el poder alcanzado por las almas de Hendrix, Cox y Miles sobre el escenario.

Y si bien lo presentan como la edición completa y definitiva, Songs for Groovy Children omite cinco de las canciones tocadas en el segundo recital: «Stepping Stone», «Burning Desire», «Power of Soul», «Voodoo Chile (Slight Return)» y «Purple Haze». Supongo que se debió a razones de espacio: «Stone Free» se expandió a 17 minutos y 22 segundos de duración, con guiños a «Sunshine of Your Love» de Cream y parte de la improvisación que ideó Hendrix ante los 40 mil espectadores que sobrevivieron al tumulto que se armó durante el festival de Woodstock. También se suprimen cinco minutos de los 18 que duró «We Gotta Live Together», donde Miles alentó la participación de los espectadores.

La unión entre hermanos que trajo la Banda de Gitanos no duró mucho. La madrugada del 28 de enero se presentó como cierre del Winter Peace Festival celebrado en el Madison Square Garden de Nueva York. Hendrix subió a escena visiblemente tocado, no acertó a completar «Who Knows» y tampoco pudo con «Foxy Lady».

Miles aseguró que Michael Jeffrey le dio demasiadas dosis de LSD con la intención consciente y deliberada de sabotear el concierto. Jeffrey no estaba interesado en que su cliente y principal-fuente-de-ingresos cambiara su dirección musical: quería traer de vuelta a The Experience y ponerla a rodar de un lugar a otro.

Hendrix afirmó en tono vago: «Estaba atravesando muchos cambios, no podría decirte la verdad. Estaba muy cansado. A veces se te acumulan muchas cosas en el cerebro, y ese momento resultó ser ese mitin por la paz. Y allí me encontré, luchando en la guerra más cruenta en la que he tenido que luchar en mi vida –dentro de mí–. Y ése no era el lugar adecuado, así que me quité la máscara».

Buddy Miles fue despedido, Billy Cox aseguró su puesto y Mitch Mitchell regresó de Inglaterra para sentarse a la batería. La gira The Cry of Love empezó el 25 de abril de 1970 en Los Ángeles y terminó el 30 de julio en Maui, archipiélago de Hawaii.

El 26 de agosto abandonó la fiesta de inauguración de los estudios Electric Lady cuando varios invitados se hicieron los chistosos y comenzaron a tirarse comida. Cuatro días después enfrentó problemas de sonido y de vestuario al tocar en el festival de la Isla de Wight.

Más tarde tuvo que cancelar las fechas restantes del recorrido europeo porque alguien le puso algo a la bebida de Cox y el bajista fue devuelto a Estados Unidos el 9 de septiembre, acosado por las alucinaciones y pesadillas.

El cronómetro en reversa que rigió la vida de Hendrix llegó al minuto cero la mañana del viernes 18 de septiembre de 1970 en Londres, producto de las nueve tabletas del sedante alemán marca Vesparax que tomó para conciliar el sueño.

Dos noches antes compartió escena con Eric Burdon y el grupo War en el Ronnie Scott Club. La patinadora alemana Monika Danemann –años después la esposa del guitarrista Uli Jon Roth, exintegrante de Scorpions– yacía a su lado y siempre dio distintas versiones de lo ocurrido durante las últimas horas de vida de Hendrix.

El llanto abrumó a Buddy Miles cuando contempló el ataúd abierto donde reposaba su amigo, durante el funeral celebrado en la iglesia bautista Dunlap, Seattle, el 1 de octubre; tuvieron que retirarlo entre cinco personas.

Billy Cox aún convalecía cuando le dieron la noticia.

Bibliografía

CROSS, Christopher, Room Full of Mirrors: A Biography of Jimi Hendrix, Hyperion, New York, 2005

HENDRIX, Jimi, Empezar de cero, Editorial Sexto Piso, México DF, 2013

PEEBLES, Andy, John Lennon, la última conversación, Ultramar Editores, Barcelona, tercera edición, 1985

Jimi Hendrix ilustración de Yurima Gil Santiesteban.