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Historias Urbanas | Recuerdo del anómalo y el rechazado

Invitado
07 de febrero, 2021

Recuerdo del anómalo y el rechazado. Esta es la historia urbana de José Vicente Solórzano Aguilar


Cierto fin de semana comenzaron a pasar los episodios de Salvados por la campana (Saved by the Bell) a través de Canal 3.

Buena parte de su público estaba conformado por estudiantes de básico y diversificado que prolongaban tanto como podían el descanso ofrecido cada cinco días de clase a costa de apresurarse en completar las tareas. O memorizarse los contenidos a transcribir al pie de la letra a la hora de contestar los exámenes bimestrales, mientras la noche del domingo avanzaba minuto a minuto hacia el amanecer del lunes sin espíritu protector que la detuviera.

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Así que muchos no tardaron en identificarse con las historias escenificadas en la Bayside High School de Los Ángeles, donde los alumnos no estaban obligados a ponerse la camisa, la blusa, el suéter, el pantalón y la falda del uniforme. A ubicar entre sus compañeros de clase a los equivalentes de Zack, el fisiquín; Kelly, la patoja más guapa; Slater, el atleta; Lisa, la que siempre está a la moda; y Jessie, la alta y delgada.

Todas las bromas, pullas, acosos y conmiseración se dirigían a quien le tocaba el rol de Screech: el bobo, el fuera de lugar, el que se afana en vano porque lo tomen en cuenta y nunca invitan a las fiestas ni a las salidas al cine.

Pese a los ninguneos que padeció, Screech se convirtió en el rostro del programa y el personaje que sigue presente en la mente de los espectadores como lo demostraron las reacciones a la muerte del actor que lo encarnó, Dustin Diamond, ocurrida el 2 de febrero a las pocas semanas de que le diagnosticaran carcicoma.

La popularidad se desvanece, el físico sucumbe ante la pérdida de masa muscular, la belleza se arruga y las modas se suceden con la rapidez del helado que cae al suelo.

El raro, el anómalo y el rechazado tienen mejor suerte: persisten en la memoria. Ahí se quedan, junto con el primer sueldo cobrado y el nacimiento del primer hijo.

Quizá se cambien de colegio a media carrera y nunca se les vuelva a ver, pero su nombre, apellido o apodo siempre se asoman cuando dos de sus excompañeros se reencuentran al cabo de los años y de repente se preguntan «vos, te acordás de aquel que vivía allá por la Primero de Julio, ¿qué se habrá hecho?».

Screech retrató a los eternos segundones que buscaban la cercanía de los alumnos que sobresalen por su desparpajo ante las normas escolares.

Era la clase de persona que se deja torturar y mutilar y ejecutar de un tiro en la cabeza antes que revelar el secreto que le confiaron o delatar el escondite de sus colegas.

No le dejaban ni la taza medio vacía a la hora de servir la merienda, aunque tuvo sus pequeñas batallas ganadas: Kelly se sintió atraída por él cuando le ayudó a prepararse para el examen de química aunque después comprobaron que apenas tenían puntos en común.

También se tragó la humillación de que Zack su mejor amigo se llevara de la mano a Lisa, a la que siempre amó a pesar de sus rechazos.

Screech se mantiene a pesar del declive que acompañó buena parte de la vida de Dustin Diamond. Compartió la suerte de otros actores infantiles que nos resultan familiares: Gary Coleman, Dana Plato, Todd Bridges.

Papeles menores, apariciones en reality shows, asistencia a estrenos de películas como Mega Python vs. Gatoroid, pleitos con la policía, estancias en la cárcel, apuros económicos y la nota roja en la libreta de calificaciones: el video con escenas caseras de sexo y pechos al aire.

Nadie indaga por qué se tiene la necesidad de desnudarse delante de la cámara manejada por extraños.

Tampoco confiesa que se filmó a sí mismo en una noche de copas y guarda en la zona encriptada del teléfono las fotos que recibió como ofrenda de sus amistades cercanas. Más bien se pone a criticar, a regodearse en la caída a pesar de los llamados de auxilio que recibe, y si se encuentra con un amigo común se limita a comentar «vos, ni lo mencionés, ¿cómo fue a parar así?».

Dustin Diamond murió con 44 años recién cumplidos. Su enfermedad resultó fulminante, a prueba de quimioterapias y oraciones.

Dos personas muy cercanas lo acompañaron hasta que emitió su último signo vital y los televidentes que lo recuerdan se volcaron a manifestar su pena a través de las redes sociales.

No se lamenta el deceso de alguien que no se conoció en persona, a menos que su historia cale hondo y sepa situarse dentro de la cultura popular. Screech —y con él todos los perdedores, rechazado, segundones y desubicados— lo consiguió.

Historias Urbanas | Recuerdo del anómalo y el rechazado

Invitado
07 de febrero, 2021

Recuerdo del anómalo y el rechazado. Esta es la historia urbana de José Vicente Solórzano Aguilar


Cierto fin de semana comenzaron a pasar los episodios de Salvados por la campana (Saved by the Bell) a través de Canal 3.

Buena parte de su público estaba conformado por estudiantes de básico y diversificado que prolongaban tanto como podían el descanso ofrecido cada cinco días de clase a costa de apresurarse en completar las tareas. O memorizarse los contenidos a transcribir al pie de la letra a la hora de contestar los exámenes bimestrales, mientras la noche del domingo avanzaba minuto a minuto hacia el amanecer del lunes sin espíritu protector que la detuviera.

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Así que muchos no tardaron en identificarse con las historias escenificadas en la Bayside High School de Los Ángeles, donde los alumnos no estaban obligados a ponerse la camisa, la blusa, el suéter, el pantalón y la falda del uniforme. A ubicar entre sus compañeros de clase a los equivalentes de Zack, el fisiquín; Kelly, la patoja más guapa; Slater, el atleta; Lisa, la que siempre está a la moda; y Jessie, la alta y delgada.

Todas las bromas, pullas, acosos y conmiseración se dirigían a quien le tocaba el rol de Screech: el bobo, el fuera de lugar, el que se afana en vano porque lo tomen en cuenta y nunca invitan a las fiestas ni a las salidas al cine.

Pese a los ninguneos que padeció, Screech se convirtió en el rostro del programa y el personaje que sigue presente en la mente de los espectadores como lo demostraron las reacciones a la muerte del actor que lo encarnó, Dustin Diamond, ocurrida el 2 de febrero a las pocas semanas de que le diagnosticaran carcicoma.

La popularidad se desvanece, el físico sucumbe ante la pérdida de masa muscular, la belleza se arruga y las modas se suceden con la rapidez del helado que cae al suelo.

El raro, el anómalo y el rechazado tienen mejor suerte: persisten en la memoria. Ahí se quedan, junto con el primer sueldo cobrado y el nacimiento del primer hijo.

Quizá se cambien de colegio a media carrera y nunca se les vuelva a ver, pero su nombre, apellido o apodo siempre se asoman cuando dos de sus excompañeros se reencuentran al cabo de los años y de repente se preguntan «vos, te acordás de aquel que vivía allá por la Primero de Julio, ¿qué se habrá hecho?».

Screech retrató a los eternos segundones que buscaban la cercanía de los alumnos que sobresalen por su desparpajo ante las normas escolares.

Era la clase de persona que se deja torturar y mutilar y ejecutar de un tiro en la cabeza antes que revelar el secreto que le confiaron o delatar el escondite de sus colegas.

No le dejaban ni la taza medio vacía a la hora de servir la merienda, aunque tuvo sus pequeñas batallas ganadas: Kelly se sintió atraída por él cuando le ayudó a prepararse para el examen de química aunque después comprobaron que apenas tenían puntos en común.

También se tragó la humillación de que Zack su mejor amigo se llevara de la mano a Lisa, a la que siempre amó a pesar de sus rechazos.

Screech se mantiene a pesar del declive que acompañó buena parte de la vida de Dustin Diamond. Compartió la suerte de otros actores infantiles que nos resultan familiares: Gary Coleman, Dana Plato, Todd Bridges.

Papeles menores, apariciones en reality shows, asistencia a estrenos de películas como Mega Python vs. Gatoroid, pleitos con la policía, estancias en la cárcel, apuros económicos y la nota roja en la libreta de calificaciones: el video con escenas caseras de sexo y pechos al aire.

Nadie indaga por qué se tiene la necesidad de desnudarse delante de la cámara manejada por extraños.

Tampoco confiesa que se filmó a sí mismo en una noche de copas y guarda en la zona encriptada del teléfono las fotos que recibió como ofrenda de sus amistades cercanas. Más bien se pone a criticar, a regodearse en la caída a pesar de los llamados de auxilio que recibe, y si se encuentra con un amigo común se limita a comentar «vos, ni lo mencionés, ¿cómo fue a parar así?».

Dustin Diamond murió con 44 años recién cumplidos. Su enfermedad resultó fulminante, a prueba de quimioterapias y oraciones.

Dos personas muy cercanas lo acompañaron hasta que emitió su último signo vital y los televidentes que lo recuerdan se volcaron a manifestar su pena a través de las redes sociales.

No se lamenta el deceso de alguien que no se conoció en persona, a menos que su historia cale hondo y sepa situarse dentro de la cultura popular. Screech —y con él todos los perdedores, rechazado, segundones y desubicados— lo consiguió.