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Cubetada de agua fría

Redacción República
01 de octubre, 2014

La bomba nos estalló en la cara y presagia daños que perdurarán quien
sabe por cuantos años. Me refiero a la
alianza de hecho, del partido oficial con el otrora partido opositor, en un
despliegue de oportunismo e inmoralidad que deja al margen los intereses de la
nación y de todos sus habitantes.

Los chapines nos confiamos en que lograríamos sobrevivir a la falta de
escrúpulo manifiesto en el ejercicio del poder de las fuerzas partidarias que
dominan el Ejecutivo y el Legislativo al hacer valer nuestro derecho a la
expresión crítica y las acciones legales que evidenciaran la ilegalidad en la actuación
de los funcionarios en ambos Organismos del Estado. También confiamos en que el sistema de
justicia ampararía a los ciudadanos de la arbitrariedad y la violación a las
leyes dirigidas a marcar los límites en la conducta de los funcionarios
públicos de esos organismos. Por
supuesto, contábamos con el respeto a la Constitución Política de la República.

Pero, ¡oh sorpresa! Aquella pugna
entre los Partidos que mayoritariamente dominaban el Congreso, se disipó en las
últimas semanas y hoy ambas organizaciones mayoritarias actúan de común acuerdo. Hoy, dos hermanos influyentes, los señores
Barquín, se ubican convenientemente en los Partidos, PP y Líder, seguramente para
coordinar las acciones conjuntas que monopolizarán el control
institucional.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Hoy, se pone fin al Sistema Republicano y su rasgo esencial, que es la separación
de los tres Organismos del Estado como elemento necesario para los controles
recíprocos en el ejercicio del poder. Los
“acuerdos” entre las bancadas del
Congreso que determinan la aprobación o rechazo de las distintas iniciativas,
tienen hoy la última palabra que se sesga hacia sus propios intereses y no los
de la nación y son ellos los que han definido la elección de los magistrados de
la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones y otros tribunales.

Lamentablemente y a pesar de las falencias en los procesos seguidos por
las Comisiones de Postulación reguladas por la Ley específica (2009), motivada por el noble propósito contenido en
uno de sus Considerandos, de “limitar la discrecionalidad de los Organismos del
Estado en cuanto al nombramiento subjetivo e idóneo de determinadas autoridades
públicas que ejercen acciones especiales dentro de la actividad estatal y de
relevancia para la consolidación del régimen de legalidad, el fortalecimiento
del Estado de Derecho…” hoy vemos como se ha anulado ese objetivo.

Dicho en otras palabras, la estructuración de las Comisiones estaba
destinada a lograr una depuración de las listas de aspirantes de manera que el
Congreso estuviera limitado a escoger dentro de las nóminas integradas por
profesionales que llenaran los requisitos de “reconocida honorabilidad”,
capacidad, y una trayectoria de
compromiso con los principios que garantizan una administración de justicia
eficaz y eficiente pero también justa, imparcial e independiente éstas han sido
influidas también por los operadores de intereses ilegítimos que incluye
también a los dos partidos dominantes.

Si a todo lo anterior agregamos el desafío a la Ley Electoral y de
Partidos Políticos, así como al Tribunal Supremo Electoral, en el marco de una
campaña electoral anticipada que se ha mantenido a los largo de los últimos
años, escandalizando a la población con la burla a la ley; con la “renuncia” el
monarca del partido Líder y con el simultáneo ejercicio de la Vicepresidencia
de la República y la Secretaría del partido Patriota, el panorama resulta
desolador, lo que no implica ceder los espacios que como ciudadanos nos
corresponde.

Debe darse la batalla para no recaer en dictaduras que aún con la
apariencia democrática lograda por el voto mayoritario, no califica como una
democracia real ni como “el peor de los sistemas, excepto todos los
demás”. Este si sería el peor.


Cubetada de agua fría

Redacción República
01 de octubre, 2014

La bomba nos estalló en la cara y presagia daños que perdurarán quien
sabe por cuantos años. Me refiero a la
alianza de hecho, del partido oficial con el otrora partido opositor, en un
despliegue de oportunismo e inmoralidad que deja al margen los intereses de la
nación y de todos sus habitantes.

Los chapines nos confiamos en que lograríamos sobrevivir a la falta de
escrúpulo manifiesto en el ejercicio del poder de las fuerzas partidarias que
dominan el Ejecutivo y el Legislativo al hacer valer nuestro derecho a la
expresión crítica y las acciones legales que evidenciaran la ilegalidad en la actuación
de los funcionarios en ambos Organismos del Estado. También confiamos en que el sistema de
justicia ampararía a los ciudadanos de la arbitrariedad y la violación a las
leyes dirigidas a marcar los límites en la conducta de los funcionarios
públicos de esos organismos. Por
supuesto, contábamos con el respeto a la Constitución Política de la República.

Pero, ¡oh sorpresa! Aquella pugna
entre los Partidos que mayoritariamente dominaban el Congreso, se disipó en las
últimas semanas y hoy ambas organizaciones mayoritarias actúan de común acuerdo. Hoy, dos hermanos influyentes, los señores
Barquín, se ubican convenientemente en los Partidos, PP y Líder, seguramente para
coordinar las acciones conjuntas que monopolizarán el control
institucional.

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Hoy, se pone fin al Sistema Republicano y su rasgo esencial, que es la separación
de los tres Organismos del Estado como elemento necesario para los controles
recíprocos en el ejercicio del poder. Los
“acuerdos” entre las bancadas del
Congreso que determinan la aprobación o rechazo de las distintas iniciativas,
tienen hoy la última palabra que se sesga hacia sus propios intereses y no los
de la nación y son ellos los que han definido la elección de los magistrados de
la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones y otros tribunales.

Lamentablemente y a pesar de las falencias en los procesos seguidos por
las Comisiones de Postulación reguladas por la Ley específica (2009), motivada por el noble propósito contenido en
uno de sus Considerandos, de “limitar la discrecionalidad de los Organismos del
Estado en cuanto al nombramiento subjetivo e idóneo de determinadas autoridades
públicas que ejercen acciones especiales dentro de la actividad estatal y de
relevancia para la consolidación del régimen de legalidad, el fortalecimiento
del Estado de Derecho…” hoy vemos como se ha anulado ese objetivo.

Dicho en otras palabras, la estructuración de las Comisiones estaba
destinada a lograr una depuración de las listas de aspirantes de manera que el
Congreso estuviera limitado a escoger dentro de las nóminas integradas por
profesionales que llenaran los requisitos de “reconocida honorabilidad”,
capacidad, y una trayectoria de
compromiso con los principios que garantizan una administración de justicia
eficaz y eficiente pero también justa, imparcial e independiente éstas han sido
influidas también por los operadores de intereses ilegítimos que incluye
también a los dos partidos dominantes.

Si a todo lo anterior agregamos el desafío a la Ley Electoral y de
Partidos Políticos, así como al Tribunal Supremo Electoral, en el marco de una
campaña electoral anticipada que se ha mantenido a los largo de los últimos
años, escandalizando a la población con la burla a la ley; con la “renuncia” el
monarca del partido Líder y con el simultáneo ejercicio de la Vicepresidencia
de la República y la Secretaría del partido Patriota, el panorama resulta
desolador, lo que no implica ceder los espacios que como ciudadanos nos
corresponde.

Debe darse la batalla para no recaer en dictaduras que aún con la
apariencia democrática lograda por el voto mayoritario, no califica como una
democracia real ni como “el peor de los sistemas, excepto todos los
demás”. Este si sería el peor.