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Estabilización de precios: Populismo devaluado

Redacción República
01 de octubre, 2014

En “tiempos de populismo devaluado”, tal y como denominara
el editorial de ElPeriódico del pasado sábado a los intentos de estabilización
de precios del actual gobierno, cualquier cosa es posible. Sin embargo,
aparentemente influenciado por los cantos de las sirenas panameñas,
específicamente, por el “canto” del presidente Varela, el mandatario
guatemalteco ha caído presa de las engañosas promesas del populismo
latinoamericano. La evidencia económica demuestra hasta la saciedad que los
controles de precios no han funcionado en ningún momento y en ningún lugar. Asimismo, la evidencia también demuestra que
los políticos recurren a estas fallidas estratagemas cuando la inflación se
sale de control, esto es, en general, cuando las tasas de inflación alcanzan
niveles exagerados. Sabiendo bien que el costo económico del control de precios
es el desabastecimiento de los mercados, los políticos prefieren el malestar
social generado por los faltantes de productos que por los precios altos. Una
decisión que tiene su lógica en el traslado de la responsabilidad de la
inflación hacia los productores, comerciantes y empresarios que son castigados
por los precios topes.

Lo que resulta muy difícil de entender en nuestro caso es
que la tasa de inflación en Guatemala se ha mantenido en niveles históricamente
bajos durante los últimos años. A pesar de todos los problemas en materia
fiscal, la disciplina monetaria ha logrado mantener la tasa de inflación a
niveles relativamente bajos. No obstante, el primer mandatario está empeñado en
estabilizar los precios aunque estos, estadística e históricamente, estén estables.
De ahí que resulte genial la calificación de “populismo devaluado” con que
elPeriódico califica este tipo de medidas. 

Salvo que las autoridades estén
dispuestas a hacerse de la “vista gorda” ante violaciones a los pactos de
estabilización, cuestión que podría ocurrir por mil y un razones ajenas a la
buena voluntad de los empresarios, no existe mecanismo de sanción para quien
viole los mismos. De ser este el caso, tal esfuerzo de estabilización no sería
más que una estrategia electoral del gobierno de turno para dar la impresión
que se protegen los intereses de los consumidores. En caso contrario, tales
pactos de estabilización, aceptados aparentemente de manera libre y voluntaria
por los empresarios, esconden en el fondo la semilla de los controles de precios.
Lo que podría parecer algo inocuo esconde en el fondo graves amenazas para la
libertad de empresa y la propiedad privada.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Si el presidente está verdaderamente comprometido con la estabilización
de precios debería considerar seriamente estabilizar los costos de producción
de los bienes cuyo precio pretende controlar. Sobre todo, el costo laboral, que
para muchos de esos bienes es el principal costo de producción. Dado que tal
decisión, en última instancia, depende de su persona, debería anunciar de una
sola vez el congelamiento del salario mínimo para este y el próximo año. Una
medida que, sin duda alguna, no estaría dispuesto a tomar si todo este asunto
de la estabilización tiene fines puramente electorales.

Estabilización de precios: Populismo devaluado

Redacción República
01 de octubre, 2014

En “tiempos de populismo devaluado”, tal y como denominara
el editorial de ElPeriódico del pasado sábado a los intentos de estabilización
de precios del actual gobierno, cualquier cosa es posible. Sin embargo,
aparentemente influenciado por los cantos de las sirenas panameñas,
específicamente, por el “canto” del presidente Varela, el mandatario
guatemalteco ha caído presa de las engañosas promesas del populismo
latinoamericano. La evidencia económica demuestra hasta la saciedad que los
controles de precios no han funcionado en ningún momento y en ningún lugar. Asimismo, la evidencia también demuestra que
los políticos recurren a estas fallidas estratagemas cuando la inflación se
sale de control, esto es, en general, cuando las tasas de inflación alcanzan
niveles exagerados. Sabiendo bien que el costo económico del control de precios
es el desabastecimiento de los mercados, los políticos prefieren el malestar
social generado por los faltantes de productos que por los precios altos. Una
decisión que tiene su lógica en el traslado de la responsabilidad de la
inflación hacia los productores, comerciantes y empresarios que son castigados
por los precios topes.

Lo que resulta muy difícil de entender en nuestro caso es
que la tasa de inflación en Guatemala se ha mantenido en niveles históricamente
bajos durante los últimos años. A pesar de todos los problemas en materia
fiscal, la disciplina monetaria ha logrado mantener la tasa de inflación a
niveles relativamente bajos. No obstante, el primer mandatario está empeñado en
estabilizar los precios aunque estos, estadística e históricamente, estén estables.
De ahí que resulte genial la calificación de “populismo devaluado” con que
elPeriódico califica este tipo de medidas. 

Salvo que las autoridades estén
dispuestas a hacerse de la “vista gorda” ante violaciones a los pactos de
estabilización, cuestión que podría ocurrir por mil y un razones ajenas a la
buena voluntad de los empresarios, no existe mecanismo de sanción para quien
viole los mismos. De ser este el caso, tal esfuerzo de estabilización no sería
más que una estrategia electoral del gobierno de turno para dar la impresión
que se protegen los intereses de los consumidores. En caso contrario, tales
pactos de estabilización, aceptados aparentemente de manera libre y voluntaria
por los empresarios, esconden en el fondo la semilla de los controles de precios.
Lo que podría parecer algo inocuo esconde en el fondo graves amenazas para la
libertad de empresa y la propiedad privada.

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de precios debería considerar seriamente estabilizar los costos de producción
de los bienes cuyo precio pretende controlar. Sobre todo, el costo laboral, que
para muchos de esos bienes es el principal costo de producción. Dado que tal
decisión, en última instancia, depende de su persona, debería anunciar de una
sola vez el congelamiento del salario mínimo para este y el próximo año. Una
medida que, sin duda alguna, no estaría dispuesto a tomar si todo este asunto
de la estabilización tiene fines puramente electorales.