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El poder de la palabra escrita

Redacción República
02 de octubre, 2014

Estamos en la moda de los retos: guacalazos de agua helada, listar las bendiciones, rezar los Padrenuestros,
estar agradecidos, en fin. Ojalá todos los que escribimos en los medios
escritos nos pusiéramos el reto de ser constructivos ¡Treinta días de ser
constructivos!, de decir la verdad, sin sesgarla por nuestros prejuicios; de
informarnos por varias fuentes antes de publicar algo; de cuidar las palabras
que usamos -nada es siempre ni nunca-; y, sobre todo, de aportar. Aunque escribamos
una crítica, aportar con algo constructivo.

No me refiero a ignorar realidades
difíciles ni a vivir con la cabeza metida en una nube. Eso no ayuda a nadie, pero sí a reflexionar sobre el peso yl a responsabilidad que tengo cuando
publico algo. Aunque sea en facebook.

Recordemos la reacción a Secret  ¿Por
qué la indignación? ¿Por qué la reacción tan fuerte y veloz? Porque aunque lo
publicado no fuera cierto, lo leyeron miles de personas y se formaron una
opinión y si hablaron de mí probablemente no tuve oportunidad de defenderme.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Por eso el reto de ser constructivo y
responsable cuando tenemos el privilegio de escribir y que nos lean. Tenemos
que entender que nuestras palabras tienen un efecto en las personas que las
leen. Para los que saben del tema, generamos un punto de discusión sano. Pueden o no estar de acuerdo con nosotros y expresarlo, plantear otras
opiniones y en esas discusiones aprendemos todos. Para los que no saben del
tema, los exponemos al grave peligro de creernos. Grave peligro cuando lo que
escribimos no está fundamentado, no es objetivo, o peor, no es la verdad.

Escribir es un privilegio del que no
todos los guatemaltecos gozan. Publicar lo que se escribe menos aún.

Tengo varios años de no leer los
periódicos, me lo recomendó una amiga querida y sabia cuando le expresé mi
frustración de haber leído, en tres medios escritos, una tergiversación seria
de un tema que yo promoví. Yo le dije que en ese caso particular sabía que lo
escrito no era cierto porque yo había estado presente cuando la noticia se
generó, con los reporteros que cubrieron la fuente ¿Qué pasa entonces con
todo lo que se publica y no estuvimos presentes cuando se generó? ¿Será
confiable? ¿Será por lo menos medianamente cierto? ¡Quién sabe! Y encima de eso,
el pesimismo y frustración que queda después de leer 60 páginas de cosas malas.
Porque las noticias de guatemaltecos destacados en deporte y contratados por la
NASA se publican hasta atrás y en pequeño, y uno las lee ya con agobio en el
alma.

Ahora veo los resúmenes de 140 caracteres
en twitter (a veces). Creo que eso tampoco es del todo responsable.

Lanzo el reto entonces, aunque sea a mí
misma, de ser más responsable, más cuidadosa, más constructiva con mis
palabras. De usar mis palabras para aportar, para edificar, para contribuir al
optimismo y para difundir alguna verdad. De decir doa cosas buenas (pero ciertas)
por cada cosa mala y de quitarle el drama a la mala (el drama tampoco construye
y que yo sepa no ha ayudado nunca a nadie a resolver algo).

Quien quita que un día de estos me animo
y leo a algún colega columnista y me sorprendo ¡Ojalá que sí!


El poder de la palabra escrita

Redacción República
02 de octubre, 2014

Estamos en la moda de los retos: guacalazos de agua helada, listar las bendiciones, rezar los Padrenuestros,
estar agradecidos, en fin. Ojalá todos los que escribimos en los medios
escritos nos pusiéramos el reto de ser constructivos ¡Treinta días de ser
constructivos!, de decir la verdad, sin sesgarla por nuestros prejuicios; de
informarnos por varias fuentes antes de publicar algo; de cuidar las palabras
que usamos -nada es siempre ni nunca-; y, sobre todo, de aportar. Aunque escribamos
una crítica, aportar con algo constructivo.

No me refiero a ignorar realidades
difíciles ni a vivir con la cabeza metida en una nube. Eso no ayuda a nadie, pero sí a reflexionar sobre el peso yl a responsabilidad que tengo cuando
publico algo. Aunque sea en facebook.

Recordemos la reacción a Secret  ¿Por
qué la indignación? ¿Por qué la reacción tan fuerte y veloz? Porque aunque lo
publicado no fuera cierto, lo leyeron miles de personas y se formaron una
opinión y si hablaron de mí probablemente no tuve oportunidad de defenderme.

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Por eso el reto de ser constructivo y
responsable cuando tenemos el privilegio de escribir y que nos lean. Tenemos
que entender que nuestras palabras tienen un efecto en las personas que las
leen. Para los que saben del tema, generamos un punto de discusión sano. Pueden o no estar de acuerdo con nosotros y expresarlo, plantear otras
opiniones y en esas discusiones aprendemos todos. Para los que no saben del
tema, los exponemos al grave peligro de creernos. Grave peligro cuando lo que
escribimos no está fundamentado, no es objetivo, o peor, no es la verdad.

Escribir es un privilegio del que no
todos los guatemaltecos gozan. Publicar lo que se escribe menos aún.

Tengo varios años de no leer los
periódicos, me lo recomendó una amiga querida y sabia cuando le expresé mi
frustración de haber leído, en tres medios escritos, una tergiversación seria
de un tema que yo promoví. Yo le dije que en ese caso particular sabía que lo
escrito no era cierto porque yo había estado presente cuando la noticia se
generó, con los reporteros que cubrieron la fuente ¿Qué pasa entonces con
todo lo que se publica y no estuvimos presentes cuando se generó? ¿Será
confiable? ¿Será por lo menos medianamente cierto? ¡Quién sabe! Y encima de eso,
el pesimismo y frustración que queda después de leer 60 páginas de cosas malas.
Porque las noticias de guatemaltecos destacados en deporte y contratados por la
NASA se publican hasta atrás y en pequeño, y uno las lee ya con agobio en el
alma.

Ahora veo los resúmenes de 140 caracteres
en twitter (a veces). Creo que eso tampoco es del todo responsable.

Lanzo el reto entonces, aunque sea a mí
misma, de ser más responsable, más cuidadosa, más constructiva con mis
palabras. De usar mis palabras para aportar, para edificar, para contribuir al
optimismo y para difundir alguna verdad. De decir doa cosas buenas (pero ciertas)
por cada cosa mala y de quitarle el drama a la mala (el drama tampoco construye
y que yo sepa no ha ayudado nunca a nadie a resolver algo).

Quien quita que un día de estos me animo
y leo a algún colega columnista y me sorprendo ¡Ojalá que sí!