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La pauta del alarmismo ambiental

Redacción República
20 de octubre, 2014

En 2012 fue retirada pocas horas después de su publicación una entrevista que le hicieran al geógrafo y climatólogo español Antón Uriarte. En dicha entrevista Antón expuso de forma clara, con datos y de manera contundente porqué él no cree en el cambio climático (provocado por el hombre). Varios temas que destacar; primero el de la censura…que como buen reflejo del ecologismo irracional no permite el cuestionamiento y cualquier disidente es considerado susceptible de veto. La primera lección sobre este tema es para los medios; si quieren ser emisores de la realidad, si buscan ser imparciales y ofrecer información veraz, deberán advertir que censurar no es correcto porque atenta contra la libertad más elemental.


Me llama la atención la referencia que hace el entrevistador hacia un artículo de la revista The Economist en el cual su autor identifica un patrón, una ‘pauta del alarmismo ambiental’. Intentemos revisar la hipótesis a la luz de hechos reales:

El primer año, dice el artículo, un científico descubre una posible amenaza. Hecho: Michael E. Mann, profesor de meteorología y director para el Centro de Ciencias para el Sistema de la Tierra, es uno de los primeros que expone públicamente una serie de datos que supuestamente evidencian la influencia de la actividad humana en la variabilidad climática. El es el autor del gráfico que tiene por sobre-nombre, el Palo de Hockey, por su forma de media-u. El segundo año, continua el artículo, los periodistas la simplifican y la exageran. Hecho: todos los medios tradicionales empiezan a asociar una serie de imágenes de fenómenos naturales a los datos y a los hallazgos “científicos”, amplificándolos.

El tercer año, se suman el movimiento ecologista (irracional) y los movimientos radicales que polarizan el tema. Hecho: Greenpeace y Cía. esbozan teorías sobre la amenaza a la supervivencia del planeta, la fragilidad de los ecosistemas y un vasto número de hipótesis incumplidas y que tienen un denominador común: una inminente catástrofe. El cuarto año, es el turno del burócrata; Naciones Unidas adquiere protagonismo a traves de sus más de 100 agencias. Financian proyectos, organizan conferencias (de las partes) y abogan por acuerdos supranacionales, con metas inalcanzables y financiamientos multibillonarios que proceden, por supuesto, de impuestos. ¡Los empleos entorno al tema en cuestión se cuentan ya por decenas de miles!

En el quinto año se trata de encontrar al culpable y sancionarlo. Claro, no podría haber otro que el egoísmo del empresario, el capitalismo salvaje, el consumismo, el mercado voráz y tantos otros adjetivos que apuntan todos a someter el individualismo racional y ético por el colectivismo altruista y carente de moral; apuntan a someter la razón a las emociones mediante la inducción de temor.

El sexto año es el de los escépticos. En 2007 surge un movimiento de científicos independientes; unos empiezan a advertir cómo sus contribuciones a los centros de investigación son ignoradas o tergiversadas. El Dr. Frederick Seitz, por ejemplo. Algunos llegan a pedir ser excluídos del panel de expertos del IPCC y piden eliminar su nombre de los reportes por haber sido objeto de manipulación. El IPCC obvia la petición y los científicos inician demandas legales; eso por supuesto no es noticia. Otros, la gran mayoría, advierte el escándalo sobre la manipulación de datos desde la Universidad de East Anglia y su Unidad de Investigación Climática, fuente de los análisis y pronósticos del IPCC. Actualmente es el N-IPCC quien lidera el movimiento de científicos escépticos, entre los cuales se encuentra, por ejemplo, Patrick Moore, otrora fundador de Greenpeace.

Finalmente, el séptimo año, luego de la estocada mortal por parte de la ciencia independiente toca dar marcha atrás “silenciosamente”. En algunas regiones del planeta ya hay indicios: Australia recién eliminó el impuesto al carbono y eso es ya un paso importante. La pauta del alarmismo ambiental se cumple no con precisión de tiempo, sí con precisión de secuencia. Espero con paciencia ver como se extingue esta visión catastrófica.

La pauta del alarmismo ambiental

Redacción República
20 de octubre, 2014

En 2012 fue retirada pocas horas después de su publicación una entrevista que le hicieran al geógrafo y climatólogo español Antón Uriarte. En dicha entrevista Antón expuso de forma clara, con datos y de manera contundente porqué él no cree en el cambio climático (provocado por el hombre). Varios temas que destacar; primero el de la censura…que como buen reflejo del ecologismo irracional no permite el cuestionamiento y cualquier disidente es considerado susceptible de veto. La primera lección sobre este tema es para los medios; si quieren ser emisores de la realidad, si buscan ser imparciales y ofrecer información veraz, deberán advertir que censurar no es correcto porque atenta contra la libertad más elemental.


Me llama la atención la referencia que hace el entrevistador hacia un artículo de la revista The Economist en el cual su autor identifica un patrón, una ‘pauta del alarmismo ambiental’. Intentemos revisar la hipótesis a la luz de hechos reales:

El primer año, dice el artículo, un científico descubre una posible amenaza. Hecho: Michael E. Mann, profesor de meteorología y director para el Centro de Ciencias para el Sistema de la Tierra, es uno de los primeros que expone públicamente una serie de datos que supuestamente evidencian la influencia de la actividad humana en la variabilidad climática. El es el autor del gráfico que tiene por sobre-nombre, el Palo de Hockey, por su forma de media-u. El segundo año, continua el artículo, los periodistas la simplifican y la exageran. Hecho: todos los medios tradicionales empiezan a asociar una serie de imágenes de fenómenos naturales a los datos y a los hallazgos “científicos”, amplificándolos.

El tercer año, se suman el movimiento ecologista (irracional) y los movimientos radicales que polarizan el tema. Hecho: Greenpeace y Cía. esbozan teorías sobre la amenaza a la supervivencia del planeta, la fragilidad de los ecosistemas y un vasto número de hipótesis incumplidas y que tienen un denominador común: una inminente catástrofe. El cuarto año, es el turno del burócrata; Naciones Unidas adquiere protagonismo a traves de sus más de 100 agencias. Financian proyectos, organizan conferencias (de las partes) y abogan por acuerdos supranacionales, con metas inalcanzables y financiamientos multibillonarios que proceden, por supuesto, de impuestos. ¡Los empleos entorno al tema en cuestión se cuentan ya por decenas de miles!

En el quinto año se trata de encontrar al culpable y sancionarlo. Claro, no podría haber otro que el egoísmo del empresario, el capitalismo salvaje, el consumismo, el mercado voráz y tantos otros adjetivos que apuntan todos a someter el individualismo racional y ético por el colectivismo altruista y carente de moral; apuntan a someter la razón a las emociones mediante la inducción de temor.

El sexto año es el de los escépticos. En 2007 surge un movimiento de científicos independientes; unos empiezan a advertir cómo sus contribuciones a los centros de investigación son ignoradas o tergiversadas. El Dr. Frederick Seitz, por ejemplo. Algunos llegan a pedir ser excluídos del panel de expertos del IPCC y piden eliminar su nombre de los reportes por haber sido objeto de manipulación. El IPCC obvia la petición y los científicos inician demandas legales; eso por supuesto no es noticia. Otros, la gran mayoría, advierte el escándalo sobre la manipulación de datos desde la Universidad de East Anglia y su Unidad de Investigación Climática, fuente de los análisis y pronósticos del IPCC. Actualmente es el N-IPCC quien lidera el movimiento de científicos escépticos, entre los cuales se encuentra, por ejemplo, Patrick Moore, otrora fundador de Greenpeace.

Finalmente, el séptimo año, luego de la estocada mortal por parte de la ciencia independiente toca dar marcha atrás “silenciosamente”. En algunas regiones del planeta ya hay indicios: Australia recién eliminó el impuesto al carbono y eso es ya un paso importante. La pauta del alarmismo ambiental se cumple no con precisión de tiempo, sí con precisión de secuencia. Espero con paciencia ver como se extingue esta visión catastrófica.