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Ingobernabilidad funcional

Redacción República
20 de octubre, 2014

La masacre en San Juan Sacatepéquez durante la madrugada del pasado 20 de septiembre es otro trágico y sangriento recordatorio de como la ingobernabilidad se apodera cada vez más del país. Sin embargo, este baño de sangre quedó opacado por el escándalo de las comisiones de postulación y su elección de autoridades para la CSJ y magistrados, cuyos protagonistas son los mismos que hicieron de este gobierno una parodia vulgar cuya desfachatez pareciera no tener límites. Y cuando nos preguntamos qué es lo que viene, la alianza PP – Líder pareciera venir a sellar esa ingobernabilidad total.


En teoría el estado falla cuando no garantiza valores fundamentales como seguridad, libertad, orden y justicia. Cualquiera diría que somos o estamos por ser un estado fallido (si consideramos que los guatemaltecos en general no disfrutamos de estos valores). Pero ese no es el caso, aquí el estado sí funciona pero solo para algunos, solo para aquellos que participan activamente en el engranaje político del país.

La clase política hace un modus vivendi saqueando al estado mientras controla los mecanismos de fiscalización que podrían impedir dicha actividad (el Legislativo). Esto se logra con el beneplácito y apoyo de un exclusivo grupo económicamente pudiente (tanto tradicional como emergente) consciente de que sus rentas son posibles al sistema descrito y no a la competencia económica. Este es el mismo panorama que se da en países como Arabia Saudita, Pakistán y Zimbabue. Países que tampoco le garantizan seguridad, libertad, orden y justicia a su población, pero que funcionan muy bien para unos pequeños grupos que los gobiernan.

La ingobernabilidad que vemos en el país le funciona muy bien a quienes nos gobiernan y a quienes los apoyan. Pero esto no es culpa de ellos, sino de aquellos que creemos que la democracia consiste solo en ir a votar cada cuatro años, que creemos que solo lo mío es bueno y correcto, que vemos conspiraciones ideológicas (tanto de derechas e izquierdas) debajo de cada piedra, que nos reunimos para soñar con una Guatemala mejor pero no queremos ser responsables de nuestras acciones, aquellos que quieren un cambio, pero que lo hagan otros.
@robertoantoniow

Ingobernabilidad funcional

Redacción República
20 de octubre, 2014

La masacre en San Juan Sacatepéquez durante la madrugada del pasado 20 de septiembre es otro trágico y sangriento recordatorio de como la ingobernabilidad se apodera cada vez más del país. Sin embargo, este baño de sangre quedó opacado por el escándalo de las comisiones de postulación y su elección de autoridades para la CSJ y magistrados, cuyos protagonistas son los mismos que hicieron de este gobierno una parodia vulgar cuya desfachatez pareciera no tener límites. Y cuando nos preguntamos qué es lo que viene, la alianza PP – Líder pareciera venir a sellar esa ingobernabilidad total.


En teoría el estado falla cuando no garantiza valores fundamentales como seguridad, libertad, orden y justicia. Cualquiera diría que somos o estamos por ser un estado fallido (si consideramos que los guatemaltecos en general no disfrutamos de estos valores). Pero ese no es el caso, aquí el estado sí funciona pero solo para algunos, solo para aquellos que participan activamente en el engranaje político del país.

La clase política hace un modus vivendi saqueando al estado mientras controla los mecanismos de fiscalización que podrían impedir dicha actividad (el Legislativo). Esto se logra con el beneplácito y apoyo de un exclusivo grupo económicamente pudiente (tanto tradicional como emergente) consciente de que sus rentas son posibles al sistema descrito y no a la competencia económica. Este es el mismo panorama que se da en países como Arabia Saudita, Pakistán y Zimbabue. Países que tampoco le garantizan seguridad, libertad, orden y justicia a su población, pero que funcionan muy bien para unos pequeños grupos que los gobiernan.

La ingobernabilidad que vemos en el país le funciona muy bien a quienes nos gobiernan y a quienes los apoyan. Pero esto no es culpa de ellos, sino de aquellos que creemos que la democracia consiste solo en ir a votar cada cuatro años, que creemos que solo lo mío es bueno y correcto, que vemos conspiraciones ideológicas (tanto de derechas e izquierdas) debajo de cada piedra, que nos reunimos para soñar con una Guatemala mejor pero no queremos ser responsables de nuestras acciones, aquellos que quieren un cambio, pero que lo hagan otros.
@robertoantoniow