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Esa manía de controlar

Redacción República
20 de octubre, 2014

A los políticos les encanta pensar que pueden controlar todo
con sólo desearlo, especialmente si hablamos de controlar a la población. Les
fascina creer que nos pueden imponer fines y no conformes con ello, además se
imaginan que también nos imponen los medios para lograr estos fines. La
tentación de querer controlar los precios es irresistible.

La más reciente muestra de ello es el “plan estratégico” diseñado
por el gobierno para evitar el aumento de precio en algunos productos de la
Canasta Básica Alimentaria (CBA). Empecemos por el hecho de que algunos
burócratas ya dispusieron cuál es su
canasta básica, en su infinita sabiduría saben qué es necesario para usted y el resto de la
población.

La alianza del gobierno con los empresarios para mantener
los precios estables no tiene sentido bajo ningún aspecto lógico, a menos que
el principal objetivo sea el populismo cada vez más burdo. Esta alianza, carece de sentido porque los
precios son el resultado de miles de compra-ventas entre productores y
consumidores, por consiguiente la fluctuación es algo natural.

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Cuando estos intercambios se realizan en libertad, es decir,
cualquiera puede comprar o vender sin complicados trámites burocráticos o leyes
que le excluyan, los precios variarán según cada negociación, Si como comprador
me parece muy caro, regateo o busco otras opciones; si no encuentro, busco
sustitutos y si no encuentro pues me quedo con las ganas o pago el precio que
me piden. Si como vendedor nadie me compra pues bajo el precio hasta que me
compren o asumo las pérdidas; así se
forman los precios cuando actuamos en libertad. Nadie te obliga a comprarme y
nadie me obliga a venderte.

Este simple cálculo lo hacemos todos los días tanto a nivel
de consumidor final como de productores, es decir, los productores también son
consumidores de materias primas que hacen otros productores y así
sucesivamente.

Es por eso que cuando el gobierno anuncia una estabilidad de
precios, puede implicar que: mediante el uso de la fuerza obligará a quienes
producen (panadero, zapatero, tendero incluidos) a mantener los precios sin
importar sus costos, o pueden obligar a los consumidores a comprar sólo a estos
productores para que no tengan pérdidas o también pueden quitarle el dinero a
todos para dárselos a unos cuantos (por lo general allegados al poder) para que
mantengan los precios.

Ejemplos de cómo han fallado estas medidas hay muchos. Por
solo mencionar algunos podemos revisar el caso de Venezuela, Argentina y uno
más cercano el intento de pasar una ley en Nicaragua para controlar precios. Ahora comprar leche, papel de baño o harina
es un “lujo” mientras que antes de la intervención del gobierno podían escoger
de la variedad de marcas que tenían.

En Argentina, se han hecho pactos para mantener precios que
han fracasado por el control del tipo de cambio y la negociación de las divisas. Recientemente
se aprobó una ley en la cual el gobierno “puede intervenir en la formación de
precios”, es decir, establecer los márgenes de utilidad, los niveles de precios
máximos y mínimos, así como multas para quienes fijen precios de forma
“artificial”.

Tamaña bolu… “descaradez”, al multar por fijar precios
“artificiales” cuando el único que puede hacer esto es el gobierno. Solo es
cuestión de tiempo para que los resultados de estas acciones se reflejen en
escasez, largas filas para conseguir los productos y el mercado negro con
precios más altos que cuando era libre el comercio.

Si el gobierno realmente quiere ayudar a mejorar la calidad
de vida de todos, entonces que se dedique a la seguridad y justicia, que
elimine privilegios y garantice la libertad en el comercio. Que nos deje
negociar para conseguir el mejor precio. Que no estorbe con sus “buenas
intenciones”.

Mientras sólo hablen de alianzas para estabilizar los
precios y no hagan su verdadero trabajo (seguridad y justicia), sólo será un
discurso más del lenguaje atolitario.

@Md30

Esa manía de controlar

Redacción República
20 de octubre, 2014

A los políticos les encanta pensar que pueden controlar todo
con sólo desearlo, especialmente si hablamos de controlar a la población. Les
fascina creer que nos pueden imponer fines y no conformes con ello, además se
imaginan que también nos imponen los medios para lograr estos fines. La
tentación de querer controlar los precios es irresistible.

La más reciente muestra de ello es el “plan estratégico” diseñado
por el gobierno para evitar el aumento de precio en algunos productos de la
Canasta Básica Alimentaria (CBA). Empecemos por el hecho de que algunos
burócratas ya dispusieron cuál es su
canasta básica, en su infinita sabiduría saben qué es necesario para usted y el resto de la
población.

La alianza del gobierno con los empresarios para mantener
los precios estables no tiene sentido bajo ningún aspecto lógico, a menos que
el principal objetivo sea el populismo cada vez más burdo. Esta alianza, carece de sentido porque los
precios son el resultado de miles de compra-ventas entre productores y
consumidores, por consiguiente la fluctuación es algo natural.

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Cuando estos intercambios se realizan en libertad, es decir,
cualquiera puede comprar o vender sin complicados trámites burocráticos o leyes
que le excluyan, los precios variarán según cada negociación, Si como comprador
me parece muy caro, regateo o busco otras opciones; si no encuentro, busco
sustitutos y si no encuentro pues me quedo con las ganas o pago el precio que
me piden. Si como vendedor nadie me compra pues bajo el precio hasta que me
compren o asumo las pérdidas; así se
forman los precios cuando actuamos en libertad. Nadie te obliga a comprarme y
nadie me obliga a venderte.

Este simple cálculo lo hacemos todos los días tanto a nivel
de consumidor final como de productores, es decir, los productores también son
consumidores de materias primas que hacen otros productores y así
sucesivamente.

Es por eso que cuando el gobierno anuncia una estabilidad de
precios, puede implicar que: mediante el uso de la fuerza obligará a quienes
producen (panadero, zapatero, tendero incluidos) a mantener los precios sin
importar sus costos, o pueden obligar a los consumidores a comprar sólo a estos
productores para que no tengan pérdidas o también pueden quitarle el dinero a
todos para dárselos a unos cuantos (por lo general allegados al poder) para que
mantengan los precios.

Ejemplos de cómo han fallado estas medidas hay muchos. Por
solo mencionar algunos podemos revisar el caso de Venezuela, Argentina y uno
más cercano el intento de pasar una ley en Nicaragua para controlar precios. Ahora comprar leche, papel de baño o harina
es un “lujo” mientras que antes de la intervención del gobierno podían escoger
de la variedad de marcas que tenían.

En Argentina, se han hecho pactos para mantener precios que
han fracasado por el control del tipo de cambio y la negociación de las divisas. Recientemente
se aprobó una ley en la cual el gobierno “puede intervenir en la formación de
precios”, es decir, establecer los márgenes de utilidad, los niveles de precios
máximos y mínimos, así como multas para quienes fijen precios de forma
“artificial”.

Tamaña bolu… “descaradez”, al multar por fijar precios
“artificiales” cuando el único que puede hacer esto es el gobierno. Solo es
cuestión de tiempo para que los resultados de estas acciones se reflejen en
escasez, largas filas para conseguir los productos y el mercado negro con
precios más altos que cuando era libre el comercio.

Si el gobierno realmente quiere ayudar a mejorar la calidad
de vida de todos, entonces que se dedique a la seguridad y justicia, que
elimine privilegios y garantice la libertad en el comercio. Que nos deje
negociar para conseguir el mejor precio. Que no estorbe con sus “buenas
intenciones”.

Mientras sólo hablen de alianzas para estabilizar los
precios y no hagan su verdadero trabajo (seguridad y justicia), sólo será un
discurso más del lenguaje atolitario.

@Md30