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Anticonceptivo, arma del feminismo

Redacción República
23 de octubre, 2014

De lo mucho que se oye todos los días, una frase captó mi atención: “el
capitalismo patriarcal”. Ella pertenece
a ciertos sectores del feminismo para quienes el capitalismo es un sistema
intrínsecamente machista, uno que se basa relaciones de poder que discriminan a
la mujer por su condición de género.
Proponen las feministas, como consecuencia lógica a su postura, cambiar ese
sistema para librar a sus hermanas.


Pero la economía industrial y de producción en masa que ha gobernado a la
humanidad desde hace 100 años en realidad les permitió romper las cadenas que
históricamente las mantuvieron subordinadas. Aunque ningún fenómeno social
tiene una única causa, la liberación de la mujer incluida, a continuación
encuentra unos ejemplos de cómo la economía de mercado (división del trabajo y
especialización) les ha ayudado en la lucha.


Los anticonceptivos y la fórmula. Esa mágica pastilla liberó a la mujer
de la enorme carga de aceptar tener tantos hijos como el destino quisiera. El anticonceptivo
le permite planear su vida, decidir en qué momento tener hijos e incluso no
tenerlos. Con más tiempo en sus manos, las mujeres ahora estudian en las
universidades, se especializan y se incorporan en el mercado laboral, hacen
política y deportes. Y aquellas mujeres que deciden tener hijos, la fórmula
(leche en polvo para bebés) les facilita alimentar sanamente a su prole si
necesidad de abandonar sus trabajos o actividades sociales.

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La producción en masa de ropa y comida. El profesor peruano Enrique
Ghersi explica que la mujer era una unidad de producción en la familia. Ella
cosía y tejía la ropa para hijos y esposo y preparaba desde cero toda la comida
del hogar. Pocas cosas se compraban en los mercados. La producción en masa vino
a proporcionar bienes y servicios que sustituyeron esas funciones. Hoy en día
casi ninguna mujer sabe tejer porque no necesita saberlo, la ropa de la familia
se adquiere en las tienes y centros comerciales. Con la comida igual, los
alimentos enlatados y preparados que venden los supermercados han reducido
enormemente el tiempo que la mujer invierte en preparar la comida e incluso la
familia puede prescindir de la mujer para alimentarse. Nuevamente, con más
tiempo en sus manos las mujeres gozan de más libertad para organizar sus vidas.


La Segunda Guerra Mundial. Una aclaración antes: las guerras no son una
característica irremediable del capitalismo, de hecho guerras como ésta la han
iniciado países que le dan la espalda al sistema político que sirve de base al
capitalismo. A lo que me refiero es que
una guerra como la Segunda, que se distinguió por la destrucción en masa, sólo
podría darse en la época de la producción en masa y tuvo efectos positivos para
la mujer. Cuando los hombres fueron llamados a las armas, las mujeres los
reemplazaron en el mercado laboral, sobre todo en las fábricas de pertrechos
para los campos de batalla en Europa. La Gran Depresión en Estados Unidos fue
seguida por la entrada en la guerra; en unos cuantos años las mujeres pasaron
de ser amas de casa pobres a desempeñar un rol productivo muy bien remunerado.
Habían probado el dinero y les gusto el poder y la independencia que él daba;
de ahí en adelante no estaban dispuestas a renunciar a sus bendiciones y ese
sentimiento preparó el terreno para las revolución femenina que se daría unas
décadas después.


Vemos pues que las mujeres han logrado enormes avances en los países
occidentales. Por el contrario, en aquellos lugares donde menos se respeta la
tradición occidental, como Medio Oriente, las mujeres viven en condiciones
extremadamente deplorables.

Anticonceptivo, arma del feminismo

Redacción República
23 de octubre, 2014

De lo mucho que se oye todos los días, una frase captó mi atención: “el
capitalismo patriarcal”. Ella pertenece
a ciertos sectores del feminismo para quienes el capitalismo es un sistema
intrínsecamente machista, uno que se basa relaciones de poder que discriminan a
la mujer por su condición de género.
Proponen las feministas, como consecuencia lógica a su postura, cambiar ese
sistema para librar a sus hermanas.


Pero la economía industrial y de producción en masa que ha gobernado a la
humanidad desde hace 100 años en realidad les permitió romper las cadenas que
históricamente las mantuvieron subordinadas. Aunque ningún fenómeno social
tiene una única causa, la liberación de la mujer incluida, a continuación
encuentra unos ejemplos de cómo la economía de mercado (división del trabajo y
especialización) les ha ayudado en la lucha.


Los anticonceptivos y la fórmula. Esa mágica pastilla liberó a la mujer
de la enorme carga de aceptar tener tantos hijos como el destino quisiera. El anticonceptivo
le permite planear su vida, decidir en qué momento tener hijos e incluso no
tenerlos. Con más tiempo en sus manos, las mujeres ahora estudian en las
universidades, se especializan y se incorporan en el mercado laboral, hacen
política y deportes. Y aquellas mujeres que deciden tener hijos, la fórmula
(leche en polvo para bebés) les facilita alimentar sanamente a su prole si
necesidad de abandonar sus trabajos o actividades sociales.

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La producción en masa de ropa y comida. El profesor peruano Enrique
Ghersi explica que la mujer era una unidad de producción en la familia. Ella
cosía y tejía la ropa para hijos y esposo y preparaba desde cero toda la comida
del hogar. Pocas cosas se compraban en los mercados. La producción en masa vino
a proporcionar bienes y servicios que sustituyeron esas funciones. Hoy en día
casi ninguna mujer sabe tejer porque no necesita saberlo, la ropa de la familia
se adquiere en las tienes y centros comerciales. Con la comida igual, los
alimentos enlatados y preparados que venden los supermercados han reducido
enormemente el tiempo que la mujer invierte en preparar la comida e incluso la
familia puede prescindir de la mujer para alimentarse. Nuevamente, con más
tiempo en sus manos las mujeres gozan de más libertad para organizar sus vidas.


La Segunda Guerra Mundial. Una aclaración antes: las guerras no son una
característica irremediable del capitalismo, de hecho guerras como ésta la han
iniciado países que le dan la espalda al sistema político que sirve de base al
capitalismo. A lo que me refiero es que
una guerra como la Segunda, que se distinguió por la destrucción en masa, sólo
podría darse en la época de la producción en masa y tuvo efectos positivos para
la mujer. Cuando los hombres fueron llamados a las armas, las mujeres los
reemplazaron en el mercado laboral, sobre todo en las fábricas de pertrechos
para los campos de batalla en Europa. La Gran Depresión en Estados Unidos fue
seguida por la entrada en la guerra; en unos cuantos años las mujeres pasaron
de ser amas de casa pobres a desempeñar un rol productivo muy bien remunerado.
Habían probado el dinero y les gusto el poder y la independencia que él daba;
de ahí en adelante no estaban dispuestas a renunciar a sus bendiciones y ese
sentimiento preparó el terreno para las revolución femenina que se daría unas
décadas después.


Vemos pues que las mujeres han logrado enormes avances en los países
occidentales. Por el contrario, en aquellos lugares donde menos se respeta la
tradición occidental, como Medio Oriente, las mujeres viven en condiciones
extremadamente deplorables.