Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Qué nos deparan las COP20?

Redacción
01 de diciembre, 2014

En su libro Planeta Azul (No Verde), el economista y ex-primer ministro de la República Checa, Václav Klaus, responde a la pregunta “qué hacer” frente a los  cambios climáticos actuales. Su respuesta podría ser proclamada la herejía ambiental de nuestros tiempos: “nada, esto es, nada en especial”.

Absurda y hasta ridícula parecerá aquella respuesta a los más de 15 mil “expertos” y políticos que participan desde hoy, 1 de diciembre, en la reunión número 20 de la Conferencia de las Partes (COP20) en Lima, Perú y que durante 10 días negociarán, arrogándose su representación, acuerdos que apunten hacia un crecimiento económico bajo en emisiones de C02.

Pero, ¿es eso posible?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El profesor Robert Zubrin, en el documental Blue de Jeffrey D. King, sostiene que históricamente la generación de riqueza ha sido directamente proporcional al consumo o emisión de carbono. Demuestra que el ingreso promedio per cápita recorre una curva ascendente mientras las concentraciones de CO2 también aumentan, es decir, existe una relación directa entre riqueza y consumo energético. Esto es importante porque los “expertos” que se darán cita en la COP discutirán sobre acuerdos “vinculantes” que sin duda repercutirán en el rubro energético. Intentarán obligar el uso de energías renovables (claro, de manera subsidiada) y objetarán fuentes energéticas más eficientes y eventualmente menos caras (gas natural vía fracturación, carbón y nuclear).

A los estadounidenses, por ejemplo, las recientes políticas energéticas de Obama (impuestos, subsidios), les representará un incremento en el costo de la energía de US$ 3,900 por año y muy probablemente cortes de energía. El problema es que estas políticas se basan en la frágil teoría del cambio climático antropogénico y lo que es aún peor, la misma administración de Obama ha reconocido que la reducción en el consumo energético derivado de sus políticas no tendrán ningún efecto en el sistema climático global.

Más allá de los beneficios que obtendrán los limeños por el “turismo climático” y la logística que implicará la COP20, nada nuevo y nada bueno podría traer tan perversa cumbre. Como suele ser frecuente, aflorarán los arrebatos emocionales, los secretos políticos y los pueblos-indígenas otra vez se sentirán excluidos de dichas negociaciones.

Yo más bien le propongo ignorar lo que ahí suceda; lo invito más bien a leer ciencia independiente durante esos 10 días. Al centenar—sí,  quizás muy pocos pero en continuo aumento, de influyentes científicos independientes que sostienen que “no hay un consenso científico sobre el rol de la actividad humana en los cambios climáticos; que los cambios climáticos futuros derivados de los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana serán mucho menores que los pronosticados por el IPCC; que no es el CO2 el causante de los fenómenos climáticos extremos y que por tanto, no hay necesidad de reducir las emisiones de CO2; que la magnitud de estos fenómenos es cada vez menor y que el derretimiento de los polos y el aumento del nivel del mar son falsas alarmas”. Invito a leerlos porque su mensaje es incluso esperanzador: “los probables beneficios del calentamiento producido por la actividad humana excederán, por mucho, los costos”. Estos científicos los encuentra en el NIPCC o Panel Internacional No Gubernamental de Cambio Climático.  Léalos, aprenda y difunda esta versión de los hechos.

Espero que luego de esas lecturas encuentre sensates detrás de aquella simple respuesta de Klaus. Yo encontré mucho más: el clima urge de personas con con mayor libertad, con empleo y con ingresos suficientes como para poner en marcha el orden espontáneo, la caridad privada y el ingenio humano para enfrentar cualquier amenaza a la vida en el planeta.

__________________________

Jorge David Chapas es guatemalteco, empresario forestal y maestro en economía ambiental. Cofundador y CEO de Rana. Investigador asociado al CEES y al PERC.

¿Qué nos deparan las COP20?

Redacción
01 de diciembre, 2014

En su libro Planeta Azul (No Verde), el economista y ex-primer ministro de la República Checa, Václav Klaus, responde a la pregunta “qué hacer” frente a los  cambios climáticos actuales. Su respuesta podría ser proclamada la herejía ambiental de nuestros tiempos: “nada, esto es, nada en especial”.

Absurda y hasta ridícula parecerá aquella respuesta a los más de 15 mil “expertos” y políticos que participan desde hoy, 1 de diciembre, en la reunión número 20 de la Conferencia de las Partes (COP20) en Lima, Perú y que durante 10 días negociarán, arrogándose su representación, acuerdos que apunten hacia un crecimiento económico bajo en emisiones de C02.

Pero, ¿es eso posible?

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El profesor Robert Zubrin, en el documental Blue de Jeffrey D. King, sostiene que históricamente la generación de riqueza ha sido directamente proporcional al consumo o emisión de carbono. Demuestra que el ingreso promedio per cápita recorre una curva ascendente mientras las concentraciones de CO2 también aumentan, es decir, existe una relación directa entre riqueza y consumo energético. Esto es importante porque los “expertos” que se darán cita en la COP discutirán sobre acuerdos “vinculantes” que sin duda repercutirán en el rubro energético. Intentarán obligar el uso de energías renovables (claro, de manera subsidiada) y objetarán fuentes energéticas más eficientes y eventualmente menos caras (gas natural vía fracturación, carbón y nuclear).

A los estadounidenses, por ejemplo, las recientes políticas energéticas de Obama (impuestos, subsidios), les representará un incremento en el costo de la energía de US$ 3,900 por año y muy probablemente cortes de energía. El problema es que estas políticas se basan en la frágil teoría del cambio climático antropogénico y lo que es aún peor, la misma administración de Obama ha reconocido que la reducción en el consumo energético derivado de sus políticas no tendrán ningún efecto en el sistema climático global.

Más allá de los beneficios que obtendrán los limeños por el “turismo climático” y la logística que implicará la COP20, nada nuevo y nada bueno podría traer tan perversa cumbre. Como suele ser frecuente, aflorarán los arrebatos emocionales, los secretos políticos y los pueblos-indígenas otra vez se sentirán excluidos de dichas negociaciones.

Yo más bien le propongo ignorar lo que ahí suceda; lo invito más bien a leer ciencia independiente durante esos 10 días. Al centenar—sí,  quizás muy pocos pero en continuo aumento, de influyentes científicos independientes que sostienen que “no hay un consenso científico sobre el rol de la actividad humana en los cambios climáticos; que los cambios climáticos futuros derivados de los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana serán mucho menores que los pronosticados por el IPCC; que no es el CO2 el causante de los fenómenos climáticos extremos y que por tanto, no hay necesidad de reducir las emisiones de CO2; que la magnitud de estos fenómenos es cada vez menor y que el derretimiento de los polos y el aumento del nivel del mar son falsas alarmas”. Invito a leerlos porque su mensaje es incluso esperanzador: “los probables beneficios del calentamiento producido por la actividad humana excederán, por mucho, los costos”. Estos científicos los encuentra en el NIPCC o Panel Internacional No Gubernamental de Cambio Climático.  Léalos, aprenda y difunda esta versión de los hechos.

Espero que luego de esas lecturas encuentre sensates detrás de aquella simple respuesta de Klaus. Yo encontré mucho más: el clima urge de personas con con mayor libertad, con empleo y con ingresos suficientes como para poner en marcha el orden espontáneo, la caridad privada y el ingenio humano para enfrentar cualquier amenaza a la vida en el planeta.

__________________________

Jorge David Chapas es guatemalteco, empresario forestal y maestro en economía ambiental. Cofundador y CEO de Rana. Investigador asociado al CEES y al PERC.