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De brecha a abismo fiscal

María Dolores Arias
16 de diciembre, 2014

La dos semanas anteriores escribí “Piñatazo” legislativo y Mal gasto en el presupuesto, en este último artículo de esta serie, al menos por este año,  analizaré los libros II, III y IV, en los cuales los diputados aprobaron: el “ajuste” fiscal; es decir, más impuestos,  préstamos y bonos.

Empecemos con que el título del Libro II Ley de “ajuste” fiscal,  es el eufemismo que utilizaron los politiqueros para ajustarnos el cinturón y exprimir aún más nuestros bolsillos, el cual inicia con un aumento del 1,000% en las regalías por la explotación minera y de materiales de construcción, a excepción de la explotación de níquel y de jade.  Con este jugoso aumento, pagarán 10% en lugar del 1%  de los cuales el 90% irá al fondo común de la corrupción.

Además crearon un  impuesto de Q5 mensuales a las líneas de telefonía fija o móvil, es decir ahora todos aquellos que cuentan con una línea deberán pagar Q5 más cada mes para tener “derecho” al servicio, por lo que si usted compraba Q5 ó Q10 de saldo a su celular,  deberá sumarle cinco más.

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Los diputados, en especial aquellos que dicen defender a los más pobres, juran y perjuran que este impuesto lo pagarán las empresas telefónicas. Sin embargo, los efectos de esta ley ya se empiezan a notar.  Las principales  telefónicas devolvieron a la Superintendencia de Telecomunicaciones -SIT-,  seis millones de líneas que tenían asignadas como una medida para disminuir el gasto que se tendría por solo tener asignadas esas líneas inactivas.

Lo que aún no hemos visto es que con este impuesto se frena el crecimiento en una de las pocas áreas competitivas y con mayor potencial en el país como son los contact center y la tercerización de servicios.

En mi artículo anterior, Mal gasto en el presupuesto, expuse que antes de pagar su casa deberá pagar la de otros, lo cual está reflejado expresamente en los artículos 76 al 78, donde aumentan a Q5 el impuesto específico a la distribución de cemento, cuya recaudación deberá asignarse íntegramente a programas de vivienda popular. Programas que burócratas decidirán cuáles serán y quiénes serán los beneficiarios del mismo. En pleno año electoral, saque usted sus conclusiones.

Ahora analicemos el libro III y IV del presupuesto los cuales incluyen préstamos por US$890 millones, algo así como Q7,120 millones para el 2015 y bonos por Q2,800 millones para este año; respectivamente.

Los préstamos aprobados tienen destinos tan generales que hasta el más ingenuo sospecharía de los mismos, por ejemplo: se aprobaron US$340 millones para “políticas de desarrollo de manejo fiscal y financiero mejorado para lograr mayores oportunidades”, que es lo mismo que decir; “préstamo para financiar el desarrollo y mejoramiento de la corrupción rampante e impune para lograr mejores vidas de los políticos en el poder”; o el préstamo por US$250 millones para el “programa de mejora en la asignación y efectividad del gasto”.

Mientras que en el libro IV se aprobaron bonos por Q2,800 millones para financiar el presupuesto de este año, de los cuales más de Q1,128 serán para pagar lo que se debe,  es decir, pedir prestado para pagar lo que se debe.

Con este ritmo de despilfarro en el gasto, la brecha se convierte en un abismo fiscal. Este gobierno se ha caracterizado por metas irreales de recaudación que tratan de minimizar el déficit en el presupuesto. Al final ni se llega a la meta y se pide más fiado, pero el techo en el gasto no se disminuye.

Lo único rescatable de este presupuesto es que ahora queda claro que presupuestos deficitarios implican mayores impuestos, que los préstamos y bonos implican impuestos en un futuro y que éstos impuestos los pagamos nosotros. Así que o se involucra  poniendo  atención y exigiendo cambios o está de acuerdo con el festín y se disfraza de piñata en este “piñatazo” legislativo.

@Md30

Facebook.com/mda30

De brecha a abismo fiscal

María Dolores Arias
16 de diciembre, 2014

La dos semanas anteriores escribí “Piñatazo” legislativo y Mal gasto en el presupuesto, en este último artículo de esta serie, al menos por este año,  analizaré los libros II, III y IV, en los cuales los diputados aprobaron: el “ajuste” fiscal; es decir, más impuestos,  préstamos y bonos.

Empecemos con que el título del Libro II Ley de “ajuste” fiscal,  es el eufemismo que utilizaron los politiqueros para ajustarnos el cinturón y exprimir aún más nuestros bolsillos, el cual inicia con un aumento del 1,000% en las regalías por la explotación minera y de materiales de construcción, a excepción de la explotación de níquel y de jade.  Con este jugoso aumento, pagarán 10% en lugar del 1%  de los cuales el 90% irá al fondo común de la corrupción.

Además crearon un  impuesto de Q5 mensuales a las líneas de telefonía fija o móvil, es decir ahora todos aquellos que cuentan con una línea deberán pagar Q5 más cada mes para tener “derecho” al servicio, por lo que si usted compraba Q5 ó Q10 de saldo a su celular,  deberá sumarle cinco más.

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Los diputados, en especial aquellos que dicen defender a los más pobres, juran y perjuran que este impuesto lo pagarán las empresas telefónicas. Sin embargo, los efectos de esta ley ya se empiezan a notar.  Las principales  telefónicas devolvieron a la Superintendencia de Telecomunicaciones -SIT-,  seis millones de líneas que tenían asignadas como una medida para disminuir el gasto que se tendría por solo tener asignadas esas líneas inactivas.

Lo que aún no hemos visto es que con este impuesto se frena el crecimiento en una de las pocas áreas competitivas y con mayor potencial en el país como son los contact center y la tercerización de servicios.

En mi artículo anterior, Mal gasto en el presupuesto, expuse que antes de pagar su casa deberá pagar la de otros, lo cual está reflejado expresamente en los artículos 76 al 78, donde aumentan a Q5 el impuesto específico a la distribución de cemento, cuya recaudación deberá asignarse íntegramente a programas de vivienda popular. Programas que burócratas decidirán cuáles serán y quiénes serán los beneficiarios del mismo. En pleno año electoral, saque usted sus conclusiones.

Ahora analicemos el libro III y IV del presupuesto los cuales incluyen préstamos por US$890 millones, algo así como Q7,120 millones para el 2015 y bonos por Q2,800 millones para este año; respectivamente.

Los préstamos aprobados tienen destinos tan generales que hasta el más ingenuo sospecharía de los mismos, por ejemplo: se aprobaron US$340 millones para “políticas de desarrollo de manejo fiscal y financiero mejorado para lograr mayores oportunidades”, que es lo mismo que decir; “préstamo para financiar el desarrollo y mejoramiento de la corrupción rampante e impune para lograr mejores vidas de los políticos en el poder”; o el préstamo por US$250 millones para el “programa de mejora en la asignación y efectividad del gasto”.

Mientras que en el libro IV se aprobaron bonos por Q2,800 millones para financiar el presupuesto de este año, de los cuales más de Q1,128 serán para pagar lo que se debe,  es decir, pedir prestado para pagar lo que se debe.

Con este ritmo de despilfarro en el gasto, la brecha se convierte en un abismo fiscal. Este gobierno se ha caracterizado por metas irreales de recaudación que tratan de minimizar el déficit en el presupuesto. Al final ni se llega a la meta y se pide más fiado, pero el techo en el gasto no se disminuye.

Lo único rescatable de este presupuesto es que ahora queda claro que presupuestos deficitarios implican mayores impuestos, que los préstamos y bonos implican impuestos en un futuro y que éstos impuestos los pagamos nosotros. Así que o se involucra  poniendo  atención y exigiendo cambios o está de acuerdo con el festín y se disfraza de piñata en este “piñatazo” legislativo.

@Md30

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