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Es cuestión de preguntas

Redacción
25 de diciembre, 2014

El camino de la vida está lleno de momentos de elección, en los que debemos recordar los principios que valoramos. En esta época de Navidad, me nace compartir una reflexión que debe acompañarnos siempre en todo lo que hacemos, especialmente si hacemos negocios y queremos que sean duraderos.
Constantemente nos encontraremos con opciones entre las cuales debemos escoger. En muchas ocasiones tendremos la tentación de escoger la ruta más corta o la más fácil. La pregunta que debemos hacernos siempre es: ¿Es lo que yo haría basado en los principios que valoro?
Si la respuesta es positiva, entonces es el momento de tomar acción. Si la pregunta es compleja de responder, entonces debemos pensar más antes de actuar. Esas decisiones rápidas pasan la factura cara en el futuro.
Dentro de esos principios está la honestidad. Como individuos queremos hacer negocios con personas honestas, aquellas que siempre sean sinceras y transparentes en su obrar. Nadie quiere regresar a hacer negocios con una persona que le dió “gato por liebre”. La pregunta sería: “¿Estoy actuando como a mí me gustaría que la otra parte fuera conmigo al hacer este trato?” Como dice el Stephen MR Covey en su libro “La velocidad de la confianza”, cuando se habla de decir la verdad, no hay una escala de 0 a 100, sólo podemos decir la verdad o no. No hay verdad a medias, pues ocultar parte de la información genera tanta desconfianza como mentir.
Sobre el principio de la integridad. Se define como honradez y rectitud en la conducta. Como empresarios, hacer negocios de forma íntegra implica que muchas veces elegimos hacer sacrificios desde el punto de vista económico, pero tomamos la decisión basados en hacer lo correcto. Al hacer negocios nos preguntamos: “¿Estoy siendo honrado y recto en esta decisión? ¿No me importaría que estuvieran grabando en un video la forma en que estoy actuando?” Recuerdo una historia de un empresario suramericano, que decidió devolver completa la mercadería al proveedor, pagando el flete de regreso, antes de “pagar” para que le hicieran los trámites correspondientes en la entrada del producto a su país. Definitivamente hay que ser valiente para tomar una decisión así, pero como él decía: “aunque fue una gran pérdida para nosotros, era lo correcto y así lo hicimos.”
Hablemos también del respeto. Sólo entender que cada una de las partes involucradas en un negocio NO son de la misma parte. Y que haya un auténtico respeto por lo que la o las otras personas opinan, qué sienten e incluso qué les disgusta. Debemos preguntarnos: “¿Estoy escuchando y respetando a la otra parte, tanto como a mí me gustaría que me escuchen y respeten?” Hay un video en TED, en el que nos cuenta el orador que como consultor de grandes firmas en Europa, decide dar asesoría a pequeños negocios en África. Después de muchos meses de insistir en hacer una plantaciones en una tierra de excelente calidad a la orilla del río, los nativos terminaron haciendo lo que les pedían, aunque insistían que no era buena idea. Unos meses más tarde, en la temporada de migración de hipopótamos, una mañana amanecieron y vieron la plantación de hermosos tomates, completamente destruida. Entonces se dieron cuenta lo que la gente del lugar decía, los hipopótamos al migrar destruyeron todo a su paso.
No podemos terminar sin hablar de la humildad, ese principio que ha acompañado a los más grandes de la historia. Un emprendedor humilde está dispuesto a reconocer que se equivoca y entonces busca cómo corregirlo y que no es él quien más sabe necesariamente sobre un tema; eso le permitirá constantemente aprender de otros.
No hay duda que hacer lo correcto es siempre nuestra intención, pero es vital auto cuestionarnos constantemente, pues es en momentos de presión cuando se prueba realmente qué tan fieles somos a lo que creemos. Feliz Navidad y que sea una oportunidad más de afianzar en nosotros los principios que nos acompañarán siempre.

Es cuestión de preguntas

Redacción
25 de diciembre, 2014

El camino de la vida está lleno de momentos de elección, en los que debemos recordar los principios que valoramos. En esta época de Navidad, me nace compartir una reflexión que debe acompañarnos siempre en todo lo que hacemos, especialmente si hacemos negocios y queremos que sean duraderos.
Constantemente nos encontraremos con opciones entre las cuales debemos escoger. En muchas ocasiones tendremos la tentación de escoger la ruta más corta o la más fácil. La pregunta que debemos hacernos siempre es: ¿Es lo que yo haría basado en los principios que valoro?
Si la respuesta es positiva, entonces es el momento de tomar acción. Si la pregunta es compleja de responder, entonces debemos pensar más antes de actuar. Esas decisiones rápidas pasan la factura cara en el futuro.
Dentro de esos principios está la honestidad. Como individuos queremos hacer negocios con personas honestas, aquellas que siempre sean sinceras y transparentes en su obrar. Nadie quiere regresar a hacer negocios con una persona que le dió “gato por liebre”. La pregunta sería: “¿Estoy actuando como a mí me gustaría que la otra parte fuera conmigo al hacer este trato?” Como dice el Stephen MR Covey en su libro “La velocidad de la confianza”, cuando se habla de decir la verdad, no hay una escala de 0 a 100, sólo podemos decir la verdad o no. No hay verdad a medias, pues ocultar parte de la información genera tanta desconfianza como mentir.
Sobre el principio de la integridad. Se define como honradez y rectitud en la conducta. Como empresarios, hacer negocios de forma íntegra implica que muchas veces elegimos hacer sacrificios desde el punto de vista económico, pero tomamos la decisión basados en hacer lo correcto. Al hacer negocios nos preguntamos: “¿Estoy siendo honrado y recto en esta decisión? ¿No me importaría que estuvieran grabando en un video la forma en que estoy actuando?” Recuerdo una historia de un empresario suramericano, que decidió devolver completa la mercadería al proveedor, pagando el flete de regreso, antes de “pagar” para que le hicieran los trámites correspondientes en la entrada del producto a su país. Definitivamente hay que ser valiente para tomar una decisión así, pero como él decía: “aunque fue una gran pérdida para nosotros, era lo correcto y así lo hicimos.”
Hablemos también del respeto. Sólo entender que cada una de las partes involucradas en un negocio NO son de la misma parte. Y que haya un auténtico respeto por lo que la o las otras personas opinan, qué sienten e incluso qué les disgusta. Debemos preguntarnos: “¿Estoy escuchando y respetando a la otra parte, tanto como a mí me gustaría que me escuchen y respeten?” Hay un video en TED, en el que nos cuenta el orador que como consultor de grandes firmas en Europa, decide dar asesoría a pequeños negocios en África. Después de muchos meses de insistir en hacer una plantaciones en una tierra de excelente calidad a la orilla del río, los nativos terminaron haciendo lo que les pedían, aunque insistían que no era buena idea. Unos meses más tarde, en la temporada de migración de hipopótamos, una mañana amanecieron y vieron la plantación de hermosos tomates, completamente destruida. Entonces se dieron cuenta lo que la gente del lugar decía, los hipopótamos al migrar destruyeron todo a su paso.
No podemos terminar sin hablar de la humildad, ese principio que ha acompañado a los más grandes de la historia. Un emprendedor humilde está dispuesto a reconocer que se equivoca y entonces busca cómo corregirlo y que no es él quien más sabe necesariamente sobre un tema; eso le permitirá constantemente aprender de otros.
No hay duda que hacer lo correcto es siempre nuestra intención, pero es vital auto cuestionarnos constantemente, pues es en momentos de presión cuando se prueba realmente qué tan fieles somos a lo que creemos. Feliz Navidad y que sea una oportunidad más de afianzar en nosotros los principios que nos acompañarán siempre.